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Peña Deportiva Ibérica
Origen
A fines de 1923 un grupo de aficionados al RCD Espanyol decidió crear una estructura para organizarse a la hora de alentar a su equipo. La mayoría de sus miembros fundadores formaban parte del equipo de rugby de la institución. Entre ellos se encontraba Juan Laguía Lliteras, un escritor que había sido el ideólogo de los Sindicatos Libres, y los jóvenes José María Poblador y Francisco Palau y Rabassó.
Historia
La Peña Deportiva Ibérica cobró notoriedad el 23 de noviembre de 1924: en ocasión de un enfrentamiento entre el RCD Espanyol y el FC Barcelona disputado en Les Corts -el estadio del equipo azulgrana-, la afición barcelonista comenzó a arrojar monedas al campo de juego en disconformidad con la actuación del árbitro del partido. Los seguidores del Espanyol reaccionaron violentamente y se desencadenó una intensa trifulca en las gradas, la cual concluyó con la llegada de los refuerzos de la Guardia Civil para apaciguar al público. La prensa de la época señaló que los disturbios habían estado encabezados por dos facciones: la Peña Deportiva Ibérica, vinculada a grupos de ultraderecha, y el grupo de amigos del luchador grecorromano Emilio Ardévol, que estaba conectado al movimiento independentista catalán.
En 1925, cuando un grupo de militantes de La Traza se incorporó a la organización, el nombre de la asociación pasó a ser acortado a simplemente "Peña Ibérica". El movimiento comenzó a tener mayor incidencia en las disputas políticas de la época, pero no descuidó su fanatismo futbolístico, llegando a lanzar los semanarios Lucha Deportiva (1926) y La Verdad Deportiva (1928).
Con los años la organización se posicionó como un elemento típico del Espanyol, y su presencia en las gradas alimentó el folklore deportivo del club.
Disolución
Con el advenimiento de la Segunda República Española, la Generalidad de Cataluña comenzó a desarticular a aquellos grupos a los que consideraba un peligro para el régimen. De esa manera la Peña Ibérica fue puesta en la mira, lo que obligó a sus miembros a rebautizar a la organización como "Centro de Cultura Ciudadana" en 1934. Para esas fechas Poblador había ascendido a jefe regional de la FE de las JONS y Palau y Rabassó figuraba como uno de los líderes de la Unión Social Hispánica.
Con el estallido de la Guerra Civil Española, prácticamente la totalidad de los ibéricos fueron detenidos y muchos de ellos terminaron siendo fusilados.