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Acuerdos de Bretton Woods
La carta del Atlántico
Durante la guerra, los Estados Unidos imaginaban un orden económico mundial para la posguerra en la que los EEUU pudiesen penetrar en mercados que estuviesen previamente cerrados, así como abrir nuevas oportunidades a las inversiones estadounidenses en el extranjero, eliminando las restricciones de flujo de capital internacional.
La Carta del Atlántico, esbozada en agosto de 1941 durante el encuentro del presidente Roosevelt con el primer ministro británico Winston Churchill en un navío en el Atlántico norte, fue el precursor más notable de la Conferencia de Bretton Woods. Roosevelt lanzó una serie de objetivos ambiciosos para el mundo de posguerra incluso antes que los EEUU entrasen en la Segunda Guerra Mundial. Se trataba de evitar el descalabro económico producido en la época de entreguerras. La carta del Atlántico afirmó el derecho de todas las naciones al igual acceso al comercio y a las materias primas, apeló también a la libertad de los mares (un objetivo principal de la política exterior estadounidense desde que Francia y el Reino Unido amenazaran a navíos estadounidenses en los años 1790), el desarme de los agresores y el "establecimiento de un amplio y permanente sistema de seguridad general."
Cuando la guerra se aproximaba al final, la Conferencia de Bretton Woods (EE.UU) fue la culminación de dos años y medio de planes para la reconstrucción de posguerra por parte de los Tesoros de los EE.UU. y el Reino Unido.
Contenido
El principal objetivo del sistema de Bretton Woods fue poner en marcha un Nuevo Orden Económico Internacional y dar estabilidad a las transacciones comerciales a través de un sistema monetario internacional, con tipo de cambio sólido y estable fundado en el dominio del dólar. Para ello se adoptó un patrón oro-divisas, en el que EE.UU. debía mantener el precio del oro en 35,00 dólares por onza y se le concedió la facultad de cambiar dólares por oro a ese precio sin restricciones ni limitaciones. Al mantenerse fijo el precio de una moneda (el dólar), los demás países deberían fijar el precio de sus monedas con relación a aquella, y de ser necesario, intervenir dentro de los mercados cambiarios con el fin de mantener los tipos de cambio dentro de una banda de fluctuación del 1%.
A partir de Bretton Woods, cuando los países tienen déficits en sus balanza de pagos, deben financiarlos a través de las reservas internacionales o mediante el otorgamiento de préstamos que concede el Fondo Monetario Internacional.
En los meses previos a Bretton Woods se habían debatido dos propuestas distintas, una apoyada por Estados Unidos y la otra por el Reino Unido. La británica fue elaborada por el economista John Maynard Keynes y la estadounidense por Harry Dexter White.
El plan Keynes se apoyaba en la creación de un órgano internacional de compensación, el International Clearing Union, que sería capaz de emitir una moneda internacional (Bancor) vinculada a las divisas fuertes y canjeable en moneda local por medio de un cambio fijo. A través de la ICU los países con excedentes financiarían a los países deficitarios, vía una transferencia de sus excedentes, de esta manera se tendría la ventaja de hacer crecer la demanda mundial y de evitar la deflación, lo que finalmente sería beneficioso para todos los países.
La clave de esta propuesta era que los países acreedores y los deudores estarían obligados a mantener una balanza comercial equilibrada y, en caso de incumplimiento, a pagar intereses sobre la diferencia; de los gobiernos dependerían las medidas para mantener una cuenta cero. El plan era totalmente democrático: los intereses comerciales más poderosos no podrían distorsionar la balanza comercial y los ciudadanos de un país cuyo sector productivo fuera fuerte no perderían los resultados materiales de sus esfuerzos por causa de una exportación ininterrumpida de los productos que fabrican, pero EE.UU. al final de la guerra poseía el 80% de las reservas mundiales de oro y era un país fuertemente acreedor y no quería estar obligado a gastar su superávit comercial en los países deudores, por lo que este plan no convenía a sus intereses y aprovechando su mayor influencia política y la situación vulnerable de sus aliados británicos, necesitados de créditos americanos para superar la guerra presionó para que el plan británico fuera rechazado.
El grado de manejo de la Conferencia por Estados Unidos quedó claro en la determinación de las cuotas de los países miembros del Fondo. Este asunto ha sido y es central para el gobierno del Fondo, porque la cuota determina el poder de votación y control. Finalmente se estableció un complejo sistema de cálculos económico-matemáticos que daban la apariencia de legitimidad a las asignaciones ya determinadas previamente por Estados Unidos.
Sobre un capital total de 8.800 millones de USD, a EE.UU. le correspondería una cuota de 2.740 millones (equivalente al 31,1 %), al Reino Unido 1.300 millones (14,8 %), la Unión Soviética 1.200 (13,6 %), China 550 (6,3%) y Francia 450 (5,1%), para los cinco primeros. Una vez asegurado el control de las cuotas, fue fácil para EEUU establecer la sede del BM y el FMI en su territorio. Gran Bretaña pidió que al menos una de ellas se estableciera en Europa, pero no tuvo éxito. Keynes al ver la enorme influencia que iba a tener EEUU en estas instituciones intentó en vano que los directores ejecutivos del Fondo fueran funcionarios de tiempo parcial subordinados a bancos centrales nacionales, de manera que muchas decisiones fueran ajenas a ciudadanos estadounidenses.
En las reuniones de Bretton Woods se consideró también la necesidad de crear un tercer organismo económico mundial, que iba a denominarse Organización Internacional de Comercio. Finalmente el mismo no llegó a constituirse pero para sustituir esa necesidad, en 1948 se firmó el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), antecesor de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Quiebra del sistema de Bretton Woods
El sistema comenzó a tambalearse durante la Guerra de Vietnam, cuando Estados Unidos enviaba al exterior miles de millones de dólares para financiar la guerra. Además, en 1971 el país tuvo un déficit comercial por primera vez en el siglo XX. Los países europeos comenzaron a cambiar los dólares sobrevalorados por marcos alemanes y por oro. Así, Francia y Gran Bretaña demandaron a EE.UU. la conversión de sus excedentes de dólares en oro.
Referencias
- ↑ «Bretton Woods: Un nuevo arreglo institucional» - Finanzas y Dinero, 11 de diciembre de 2009.