Baal

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Baal (en semítico cananeo [baʕal], «amo» o «señor»; en hebreo, בָּעַל‎ [Báʿal]; en árabe, بعل [Ba,al]) es una antigua divinidad de varios pueblos semíticos situados en Medio Oriente y su área influencia: babilonios, caldeos, cartagineses, fenicios (asociado a Melkart), filisteos, israelitas y sidonios. Era el dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad. Fue demonizado por los hebreos.

Mitología

Su dios padre es El. En la mitología cananea se denominaba así (El) a la deidad principal. Se lo conocía como «padre de todos los dioses», el Dios supremo, «el creador», «el bondadoso». Por lo general, El se representa como un toro, con o sin alas. También se lo llamaba Eloáh o Elah y su esposa principal era Asera (Astarté, Astoret, Athirat o Ishtar), diosa madre de Baal.

Su hijo Baal era representado como un joven guerrero, pero también como un toro joven (un becerro). En el templo de El-Il-Dagan (en Ugarit), Baal y el dios El estaban juntos.

La consorte de Baal en Ugarit era la diosa Astarté (o Anat). Esta diosa recibía el nombre de Tanit en la ciudad antigua de Cartago.

Uno de los hermanos de Baal y dios rival, es el dios semítico del caos y las tempestades, llamado Yam, cuyo culto rivalizó con el culto a su hermano de Baal, ambos hijos del dios principal El. También, ambos formaban parte de su corte de dioses menores, llamada Elohim.

En la Biblia

De acuerdo a la antigua costumbre hebrea de representar deidades extranjeras en forma maligna, en la Biblia, el dios Baal es demonizado y llamado uno de los «falsos dioses», al cual los hebreos rindieron culto en algunas ocasiones cuando cometieron idolatría y se alejaron de su adoración a Yahvé (posible evolución del dios Yam).

El nombre de Baal aparece unas noventa veces en el Antiguo Testamento en referencia a varias deidades. Los sacerdotes del Baal cananeo son mencionados un gran número de veces, especialmente en el libro de Primera de Reyes. Muchos estudiosos consideran que este hecho refleja el ambiente de la época en la que Jezabel intentó introducir la adoración del Baal tirio (Melkart) a la capital israelita Samaria en el siglo noveno antes de Cristo. Las escrituras hebreas mencionan un duelo entre el profeta Elías y los sacerdotes de Jezabel. Ambos bandos ofrecieron sacrificios, pero Baal no logró encender el sacrificio de sus seguidores en tanto que Yahvé envió fuego del cielo que quemó el altar de Elías hasta convertirlo en cenizas, aún a pesar de que éste había sido mojado con abundante agua. Acto seguido, la audiencia siguió las instrucciones de Elías y mató a los sacerdotes de Baal, lo cual llevó a que Yahvé decidiera volver a enviar lluvia al país después de una fuerte sequía.

En diversas ocasiones el texto hebreo se refiere a "los baales" (en plural) para referirse en conjunto a las estatuillas e imágenes de los diversos dioses de las religiones cananeas, posiblemente no sólo a las de Baal.

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