Hicsos

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Con el término hicsos (en egipcio (𓋾𓈎𓈉 ḥḳꜣ-ḫꜣsw, heqa khaseshet, 'gobernantes extranjeros'; en griego ὑκσώς hyksós) los egipcios designaban a un grupo de extranjeros semíticos procedentes de Canaán, que se hicieron con el control del Bajo Egipto a mediados de siglo XVII, fundando las dinastías XV y XVI.

Las fuentes egipcias contemporáneas de la época de las guerras contra los hicsos. también se refieren a éstos como aamu.

Origen

La teoría más aceptada es que los hicsos eran un grupo semítico proveniente de pueblos sirio-palestinos o cananeos.

La continua inmigración de gentes procedentes de Canaán culminó con los invasores hicsos, que llegaron a Egipto hacia el siglo XVIII en una época de crisis interna, conquistando la ciudad de Avaris. Posteriormente tomaron Menfis y fundaron las dinastías XV y XVI. Introdujeron en Egipto el caballo y el carro de guerra traído a Oriente Próximo por los hititas. Desde mucho antes de esta época ya había una considerable presencia asiática en el delta del Nilo, originada por graduales oleadas migratorias.

Los egiptólogos calculan que la duración de su dominio sobre Egipto fue de más de cien años. La capital del reino estuvo en la ciudad de Avaris en el delta del Nilo, actual Tell el-Daba; sin embargo, no dominaron todo el territorio egipcio, pues varios nomos (regiones) del sur no llegaron a estar totalmente bajo su control, entre ellos el de Tebas.

En los textos de los epítomes de Manetón, los reyes hicsos aparecen como las dinastías XV y XVI. En el Canon Real de Turín sus nombres estaban en los epígrafes X.14 a X.30, aunque desgraciadamente está muy dañada esta parte, faltan fragmentos y algunos textos son ilegibles. El más conocido, y con quien el reino hicso llegó a su apogeo, es Apofis I, que gobernó en el siglo XVI a. C.

No hay un origen étnico único en los hicsos: se conformó fundamentalmente de inmigrantes de las regiones de Canaán y Siria, también de hurritas, al menos en sus tradiciones. Durante este período los nuevos soberanos no interrumpieron las costumbres egipcias, y en muchos casos las tomaron como propias, copiándose en papiros textos que recogían antiguas tradiciones, y esto solo puede ocurrir en momentos de paz y florecimiento económico.

No debería considerarse a los hicsos como un pueblo guerrero y devastador, aunque hubiera castas militares entre ellos. La mayoría eran comerciantes emigrados por el desplome de los mercados tradicionales de Biblos y Megido; su gran expansión territorial, no se debió a una conquista militar, sino a razones comerciales, y su presencia en puntos tan alejados como Cnosos, Bogazkoy, Bagdad, Canaán, Gebelein, Kush y el sur de la península ibérica, se debe a razones comerciales y económicas, no a la existencia de un imperio hicso.

La caída del Imperio Medio de Egipto

La aparición de los hicsos plantea uno de los mayores dilemas de la historia egipcia. Su origen, significado y permanencia todavía son objeto de estudio e investigación. Si comenzó como una migración paulatina, se transformó con el tiempo en conquista militar del territorio egipcio. Esta se logró por los avances tecnológicos que dieron a los invasores extranjeros ventajas tácticas que resultaron decisivas; a saber: la introducción del arco compuesto, la armadura de escamas de bronce, las dagas y espadas curvas de bronce, la utilización del caballo y los carros de guerra (al final de su reinado), desconocidos por los egipcios, y el uso intensivo del bronce que dio a los hicsos una ventaja militar decisiva.

La fuerza militar egipcia consistía esencialmente en infantería, armada con hachas, mazas, lanzas y escudos. El pueblo egipcio, hasta esta etapa de su evolución, era una población que se dedicaba esencialmente a la agricultura, donde se reunían ejércitos de forma temporal para fines determinados durante lapsos de tiempo acotados. No existía hasta ese momento un cuerpo armado en forma permanente.

Expulsión de los hicsos

Al comienzo del siglo XVI a. C. la denominada dinastía XVII gobernaba en Tebas. Los miembros de esta familia, los reyes Senajtenra Ahmose, Seqenenra Taa, Kamose y Amosis I, emprendieron la guerra que acabó con la expulsión de los hicsos del territorio egipcio. En esta tesitura las reinas (Tetisheri, Ahhotep y Ahmés Nefertari) también tuvieron un papel importante reclutando tropas, consiguiendo recursos y como consejeras.

La guerra fue muy difícil, y varios de estos reyes (Seqenenra Taa con seguridad, y probablemente Kamose) murieron a consecuencia de las heridas causadas en combate. Finalmente, Amosis I consiguió tomar la capital, Avaris, y expulsar definitivamente a los hicsos de Egipto, aproximadamente hacia 1550 a. C. Ahmosis prosiguió la lucha entrando en territorio asiático, lo que le convierte en fundador del Imperio Nuevo de Egipto. Por eso mereció que se le considerara el iniciador de una nueva dinastía, la dinastía XVIII, la más brillante de la historia egipcia, aunque no hubo ruptura de linaje con la dinastía XVII.

Religión

Existían templos en Avaris tanto de estilo egipcio como levantino, este último presumiblemente para dioses levantinos. Se sabe que los hicsos adoraban al dios cananeo de la tormenta Baal, que estaba identificado con el dios egipcio del caos Seth asociado con el cerdo, lebrel, asno, órix, cocodrilo, hipopótamo, serpiente y pez. Seth parece haber sido el dios patrón de Avaris ya en la XIV dinastía y fue considerado abominable durante la dinastía XVII y parte de la XVIII, como reacción a los enemigos hicsos. La iconografía hicsa de sus reyes en algunos escarabajos muestra una mezcla de vestimenta faraónica egipcia con un garrote elevado, la iconografía de Baal. A pesar de que fuentes posteriores afirmaban que los hicsos se oponían a la adoración de otros dioses, también han sobrevivido objetos votivos entregados por los gobernantes hicsos a dioses como Ra, Hathor, Sobek y Wadjet.

Posibles conexiones bíblicas

Flavio Josefo (s. I d. C.) y la mayoría de los escritores de la antigüedad asociaron a los hicsos con los judíos. Citando Aegyptiaca de Manetón (siglo III a. C.), Josefo afirma que cuando los hicsos fueron expulsados ​​de Egipto, fundaron Jerusalén (Contra Apión I.90). No está claro si esto es original de Manetón o de la propia adición de Josefo, ya que Manetón no menciona "judíos" o "hebreos" en su relato de la expulsión. El relato de Josefo sobre Manetón conecta la expulsión de los hicsos con otro evento doscientos años después, en el que un grupo de leprosos liderados por el malvado sacerdote Osarsif fueron confinados a la abandonada Avaris. Allí se aliaron con los hicsos para expulsar al faraón Amenofis y gobernaron Egipto durante trece años antes de ser expulsados, tiempo durante el cual oprimieron a los egipcios y destruyeron sus templos. Osarsif rechazó el politeísmo de la religión egipcia en favor de una concepción monoteísta. Después de la expulsión, Osarsif cambia su nombre por el de Moisés (Contra Apion I.227-250). Assmann sostiene que este segundo relato es en gran medida una mezcla de las experiencias del último período de Amarna con la invasión de los hicsos, con Osarsif probablemente reemplazando a Akenatón. La ​​mención final de Osarsif, en la que cambia su nombre a Moisés, puede ser una interpolación posterior. A veces se sostiene que el segundo relato no fue escrito por Manetón en absoluto.

El nombre Moisés es la transcripción del egipcio -mose, usado generalmente como sufijo junto con el nombre de un dios y procedente de la raíz mśy o m-s-s que significa "engendrado por", "hijo de" (Tut-moses sería 'hijo de Toth' y Ramsés, "Ra-messes", 'hijo de Ra'). Al parecer, Osarsif no habría unido el nombre de ningún dios al suyo, ya que se creía hijo de un dios que no tenía ningún nombre que los humanos pudieran o debieran pronunciar.

La mayoría de los eruditos modernos no creen que los elementos de la historia egipcia en la Biblia puedan demostrarse con métodos históricos. Sin embargo, algunos eruditos han intentado vincular las narrativas del período hicso con el período del éxodo.

Eruditos como Jan Assmann y Donald Redford , por ejemplo, han sugerido que la historia del éxodo bíblico puede haber estado parcialmente inspirada por la expulsión de los hicsos. Una identificación con los hicsos sólo se apartaría mínimamente de la cronología bíblica aceptada, y su expulsión es la única expulsión a gran escala conocida de asiáticos semíticos de Egipto. Otros eruditos, como Manfred Bietak, señalan el conflicto entre la descripción de los hicsos como una élite gobernante con experiencia en el comercio y la navegación y la descripción bíblica de los israelitas como oprimidos en Egipto, lo que podría explicarse por el hecho de que la narración bíblica requería presentar la imagen de los israelitas como oprimidos y no como opresores.

John Bright afirma que tanto los registros egipcios como los bíblicos sugieren que el pueblo semítico mantuvo el acceso a Egipto en todos los períodos de la historia de Egipto, y sugirió que es tentador suponer que José, quien, según el Antiguo Testamento (Génesis 39:50), gozaba del favor de la corte egipcia y ocupaba altos cargos administrativos junto al gobernante del país, estuvo asociado al gobierno hicso en Egipto durante la dinastía XV. Esta conexión podría haberse visto facilitada por su etnia semítica compartida. Howard Vos ha sugerido que la "capa de muchos colores" que se dice que usó José podría ser similar a las prendas coloridas que se ven en la pintura de extranjeros en la tumba de Khnumhotep II.

Además, se sabe que los hicsos adoraban al dios cananeo de la tormenta Baal, que era representado como un becerro, lo que pudo gaber originado el relato bíblico del "becerro de oro".

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