Hebreos

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Los hebreos (del latín hebræus, éste del hebreo עברים, ‘ibrī, y éste quizá del acadio ẖapiru[m] (habiru), 'empolvado', 'sucio', 'parias' 'gente difusa') fueron un antiguo pueblo semita del Próximo Oriente y ancestros de los israelitas y los judíos étnicos. Según la Biblia y las tradiciones hebraicas, los hebreos son originarios de Mesopotamia, de Ur en Caldea. Eran nómadas, vivían en tiendas, llevando manadas de cabras y ovejas, utilizando asnos, mulas y camellos como portadores. Una crisis económica pudo impulsar a Terah, padre de Abraham, a dejar la ciudad para ir a la de Harran, en el Alto Éufrates. De allí, algunos de ellos emigran hacia Canaán, prometido por Dios, según la Biblia, a los descendientes del patriarca Abraham (c. 1750 AEC).

Historia

Habiru

Se cree que la palabra hebreo deriva del acadio habiru o apiru, la cual fue el nombre dado por varias fuentes sumerias, egipcias, acadias, hititas, mitanias, y ugaríticas (datadas, aproximadamente, desde antes de 2000 AEC. hasta alrededor de 1200 AEC.) a un grupo de gentes que vivían en las áreas de Mesopotamia nororiental y el Creciente Fértil desde las fronteras de Egipto en Canaán hasta Persia. Dependiendo de la fuente y la época, los habiru son descritos variadamente como nómadas o seminómadas, generalmente como trabajadores migrantes, ocasionalmente como mercenarios, eventualmente sirvientes o incluso esclavos, aunque también como gente rebelde y problemática.

Paul Johnson, en Historia de los judíos (1987), escribe que en el antiguo contexto mesopotámico y egipcio 'habiru' fue al parecer un término despectivo aplicado a las gentes no urbanas difíciles y destructivas que se desplazaban de lugar en lugar. No eran tribus de hábitos regulares, que emigrasen periódicamente con los rebaños. Precisamente porque no era fácil clasificarlas, las tribus habiru desconcertaban e irritaban a las autoridades mesopotámicas y egipcias conservadoras, que sabían muy bien cómo tratar a los auténticos nómadas.

Johnson no duda en proclamar que el primer patriarca hebreo, Abraham, era un importante jefe habiru y los describe también como gente migrante e incluso mercenarios. Les atribuye gran inteligencia. Afirma que el término 'hebreos' es insatisfactorio a causa del problema que ha supuesto denominar a los antepasados de los judíos, y que a menudo es necesario usarlo, pues el término habiru, del cual cabe presumir que deriva, describía más un modo de vida que a un grupo étnico determinado, es decir, que no era una identificación étnica como sí lo es el término 'hebreo'. Sin embargo, esto no imposibilita que la palabra haya podido ser reivindicada y usada después en un sentido étnico, pues las difusas características de los habiru como grupo podrían definir claramente al clan liderado por Abraham y sus descendientes al constituir un grupo que no estaba del todo bien determinado en sus comienzos, pues se sabe, por ejemplo, que el monoteísmo fue una creencia muy posterior.

Hebreos primitivos

Los hebreos formaban un pequeño grupo formado legendariamente por doce tribus nómadas, clánicas y patriarcales que vivían en el desierto y cuya unidad era más religiosa y social que política y étnica. Carecía de importancia en número, riqueza, cultura material, poder militar e influencia política. Los hebreos primitivos no creían en un único dios. Su teología inicialmente no era monoteísta sino henoteísta: creían en varios dioses, pero sólo adoraban al dios de su tribu (yahvismo). El motivo era supersticioso: si no adoraban al dios con el que "se aliaban", éste los aplastaría sin misericordia. Los dioses eran territoriales, su poder cubría un territorio determinado así como el de los reyes sobre la Tierra. El concepto de un único dios que con su poder alcanza a todo el universo es muy posterior, de la época de los profetas, quienes denostaron a los otros dioses como ídolos que "tienen ojos y no ven, tienen boca y no hablan". En ese período, el primitivo henoteísmo hebreo se transformó en el riguroso monoteísmo judío actual. Entre muchos de los nombres que aparecen en el Antiguo Testamento para nominar al dios hebreo se encuentra el nombre Elohim (אֱלֹהִ֔ים). Este nombre es una palabra plural, que si bien puede referirse a "dioses", también tiene una forma singular, Eloha (אֱלֹהַ).

Abraham

Los hebreos remontan las raíces de su historia alrededor de 1700 AEC con Abraham, el patriarca fundador de las religiones abrahámicas (judaísmo, cristianismo e islam) era un pastor-ganadero y hombre de negocios babilonio. Su lugar de nacimiento era llamado "Ur de los Caldeos", que corresponde con la ciudad-estado de Ur, de Sumeria, la primera de las civilizaciones de la humanidad. Abraham y su gente salieron del país, probablemente expulsados por sus propios compatriotas babilonios, y emprendieron una migración que los llevó primero a Harán (actual sur de Turquía) y luego a la población de Shechem (la actual Nablus, Cisjordania), en Canaán, situada en un importante nudo de rutas comerciales donde se vendían uvas, aceitunas, trigo, ganado, cerámica y otras mercancías. El Antiguo Testamento nos cuenta que Canaán fue azotada por una hambruna, de modo que Abraham y su gente pusieron rumbo al rico Egipto, cruzaron el embudo de Sinaí-Suez y fueron bien acogidos: Abraham hizo pasar a su mujer Sara por su hermana para evitar que lo asesinaran, vendiéndola al Faraón a cambio de bueyes, asnos, sirvientes y camellos. No obstante y por las acciones de Abraham, Jehová castigó a Egipto con siete plagas, tras las cuales el Faraón descubrió el engaño y los judíos fueron expulsados de nuevo (Génesis 12:17-20). El proxeneta circunstancial hizo lo mismo con Abimelec rey de Gerar a quien le confesó, después de haber descubierto el engaño, que Sara era realmente su media hermana por parte de su padre (Génesis 20:2-12) y acabó con su tribu en Hebrón, actual Cisjordania.

Leyenda de los hebreos en Egipto

Según el libro de Génesis, la historia legendaria de los hebreos en Egipto comienza con José, hijo de Jacob. Tras provocar la envidia de sus hermanos, éstos lo acaban vendiendo a unos mercaderes que lo llevan a Egipto. Allí, un golpe de suerte lo convierte en visir del faraón. En cumplimiento de su cargo, José crea reservas de grano que salvan a los egipcios de una hambruna. En cambio, la familia de José es víctima de la sequía y acude a Egipto a comprar grano. José concede el perdón a sus hermanos y los invita a establecerse con él, dando inicio a la supuesta presencia hebrea en Egipto.

Si bien se considera que esta narración es un mito, refleja una realidad histórica: en caso de hambruna, la población de Canaán emigraba a Egipto en busca de alimento, porque allí las cosechas eran abundantes y no dependían de las lluvias, sino de la crecida del Nilo. La Biblia, en el Génesis, recuerda este hecho en las "bajadas a Egipto" de Abraham o de los hijos de Jacob.

Un episodio histórico de emigración masiva de un grupo étnico al delta del Nilo en búsqueda de una vida mejor coincide con algunos elementos del relato del Génesis. Estos pobladores de lengua semita, como los hebreos, dominaron el Delta durante un siglo. Se denominaban a sí mismos aamu, "asiáticos", aunque son más conocidos como hicsos, del egipcio heqa khaseshet o hekau khasut, "soberanos de países extranjeros", una denominación que expresa cómo eran percibidos los invasores.

Los hicsos establecieron su capital en Avaris, en el Delta, y tenían como divinidad principal al dios semita Baal, que tradicionalmente era representado como un becerro (hijo del dios supremo del panteón cananeo El, que era representado con cabeza de toro), si bien lo representaban con las normas formales egipcias. Pero esto no supuso un conflicto religioso con la población autóctona, que siguió venerando sin problemas a sus propios dioses. Los egipcios, con capital en Tebas y adoradores del dios Amón, comenzaron una "guerra de liberación" contra los hicsos que culminaría en tiempos de Ahmosis (1539-1514 AEC.), el fundador de la dinastía XVIII, con la derrota hicsa y la unificación del país. Avaris fue destruida y los hicsos volvieron a Canaán.[1]

En resumen, un grupo de origen semita, que tenía como dios principal a una divinidad extranjera que era representada como un becerro (en el Éxodo se narra que Moisés al bajar del Sinaí se encontró a su pueblo adorando a un becerro de oro), entró en conflicto con la población egipcia y fue expulsado a la tierra de la que procedía: Canaán. En este momento de la historia no se puede hablar judíos, pero, es probable que los hebreos hayan absorbido de alguna forma este suceso y confeccionaran la historia de la liberación de Egipto por Moisés como un mito de fundación eufemístico, en oposición a una humillante expulsión y derrota.

Referencias

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