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Cancelación
Cultura de la cancelación
La cancelación surgió en las redes sociales a mediados de la década de 2010, focalizándose especialmente contra figuras mediáticas que manifestaban opiniones consideradas políticamente incorrectas. En un principio la idea tuvo mucha repercusión en la comunidad de usuarios negros y homosexuales de Twitter, pero rápidamente fue adoptada por todo el arco progresista con presencia virtual.
"Cancelar" es un término que habitualmente se usa en los Estados Unidos para referir a los programas que dejan de ser producidos y/o transmitidos por las cadenas de televisión. En este caso, se usó ese término para sugerir que quien debía desaparecer de la mirada de la audiencia no era un programa puntual cuya retórica desagrada al progresismo, sino el individuo mismo.
Su origen está estrechamente relacionado con la política de lugares seguros y los avisos preventivos popularizados en las universidades estadounidenses. Lo primero consiste en prohibir ciertos comentarios o discusiones en determinados lugares a fin de no herir la sensibilidad de los presentes, y lo segundo consiste en advertir de antemano que uno abordará algo que puede resultar incómodo para la audiencia, por lo que cada miembro de la misma puede hacer opción de retirarse del lugar sin sufrir represalias por ello. El concepto de cancelación toma esa idea de censura y autocensura como su objetivo final, y le agrega la presión de grupo como método para alcanzarlas.
El modo de funcionamiento de la cancelación es sencillo: se ubica un comentario de alguien medianamente famoso que manifieste algún tipo de disconformidad u oposición a la agenda del Nuevo Orden Mundial y se procede a armar una movida de hostigamiento contra ese individuo, en la que personalidades públicas y simples usuarios de las redes sociales son invitados a manifestar su desprecio hacia el objetivo. Con ello se busca presionar a empresas privadas u organismos públicos que tengan algún tipo de vínculo con el agredido para que éstos anuncien la terminación de la relación entre las partes (bajo el temor de sufrir un boicot ellos mismos por no condenar al acusado). El propósito es suprimirlo de la escena pública o humillarlo obligándolo a disculparse por opinar, garantizando de ese modo la imposición del pensamiento único.