Carlos Montenegro

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Carlos Montenegro Quiroga.

Carlos Montenegro Quiroga (1903-1963) fue un periodista, escritor y político boliviano, ideólogo del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Este partido político comenzó con influencias de la Tercera Posición auténtica, y rechazaba tanto al liberalismo como al comunismo. Sin embargo, con el pasar del tiempo el partido se volcó hacia la democracia liberal, y ya la profesaba al protagonizar la Revolución del 52, un hecho histórico que cambió la historia de Bolivia y derivó en modernización.

Nació y creció en la ciudad de Cochabamba, ubicada en los valles al centro del país. Sus padres fueron Raquel Quiroga y Rodolfo Montenegro. Fue un auténtico nacionalista que destacó por su obra cumbre, Nacionalismo y Coloniaje, donde analiza la historia del periodismo en Bolivia desde la época colonial hasta ese entonces, inicios del siglo XX. Él redactó el documento para participar de un concurso periodístico, y luego de ganarlo, mereció su publicación.

Vida personal

Datos importantes de su vida los menciona el blog El Cronista de Cochabamba. [1] Nació el 26 de diciembre de 1903 y falleció el 10 de marzo de 1953, en una clínica estadounidense. Sus hermanos eran Armando (el mayor), quien tenía prestigio por su papel como alcalde cochabambino; Carlos, Marina, Emma y Olga. Su padre había participado del levantamiento de Martín Lanza a fines del siglo XIX, y fue en su exilio que conoció al guerrillero y poeta cubano José Martí.

Se casó con María Quiroga, con quien tuvo a Mario y Martha, sus dos pequeños. Luego se casó con Yolanda Céspedes, y juntos fueron padres de Waskar. Generó una amistad fructífera y luchadora con su cuñado, el también escritor Augusto Céspedes. La cooperación periodística y política de ambos es excepcional en la historia de Bolivia: pensaban y sentían casi lo mismo, y se expresaban de manera radical, sin reparos lingüísticos.

Líder espiritual de Montenegro fue Cesáreo Capriles, un anarquista libertario, fundador de la revista Arte y Trabajo; esta publicación atrajo a la juventud intelectual de Cochabamba. Desde allí, Montenegro comenzó a combatir el imperialismo estadounidense y desenmascarar a quienes impulsaban la dependencia de Bolivia.

Apoyó al presidente Hernando Siles y se enlistó en el ejército para acudir a la Guerra del Chaco. Fundó la Unión Defensora del Petróleo con el fin de denunciar las acciones de la Standard Oil contra las arcas nacionales; también colaboró con el presidente David Toro Ruilova. Fue visto con mucho desagrado por comunistas y partidarios del presidente Bautista Saavedra Mallea. Su condición radicaba en su combatividad y lucha contra la oligarquía boliviana, al punto que llegó a ser considerado "el político boliviano más peligroso de la posguerra (del Chaco)".

Debido al aislamiento ejercido contra Montenegro, Toro impulsó la renuncia de este a la Secretaría General del Socialismo y por tanto fue enviado a Buenos Aires como secretario de la Conferencia de Paz del Chaco. Se desempeñó también como amigo y colaborador del presidente Germán Busch. Fundó dos periódicos: Busch y La Calle. En ellos, criticaba junto a la generación de la Guerra del Chaco a la oligarquía, llamada rosca minero-feudal. También apoyó encaminar las fuerzas sociales para impulsar el Primer Congreso Indígena, la fundación de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (que se concretó en el gobierno de Gualberto Villarroel) y las transformaciones que resultaron de la Revolución del 52.

Al igual que otros intelectuales de su generación, leyó Los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, de José Carlos Mariátegui, además de El antiimperialismo y el APRA, de Víctor Raúl Haya de la Torre. Tras la muerte del presidente Villarroel, fue enviado al exilio y en Buenos Aires fundó la revista SEA (Síntesis Económica Americana). Desde allí colaboraría con el gobierno de Juan Domingo Perón, conociendo a intelectuales como Manuel Ugarte, Arturo Jauretche, Rafael Scalabrini Ortiz y Rodolfo Puiggrós.

Montenegro y Augusto Céspedes, otro escritor boliviano, fueron autorizados por Perón para ser editores del periódico bonaerense La Prensa, a fines de 1949. De acuerdo con el socialista Abel Alexis Latendroff (Nuestra América Difícil), Montenegro fue autor del discurso que Perón pronunció en 1959 ante el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), una especie de Radepa argentina. Radepa (Razón de Patria) fue una logia boliviana militar de la que formó parte Gualberto Villarroel.

Nacionalismo y Coloniaje

Carlos Montenegro en una oficina.

Todo lo que viene a continuación está detallado en la edición de 1983 del libro homónimo. [2] Montenegro participó en un concurso organizado por la Asociación de Periodistas, que tenía sede en la ciudad de La Paz. La entidad se dedicaba a la vida cultural y en cierto momento, Rodolfo Salamanca L. propuso un certamen intelectual cuando formaba parte de la directiva. Le había sido encomendado proponer una tarea importante para la organización entre febrero y mayo de 1943.

Para ese entonces, la Asociación se mantenía con una cuota mensual de Bs. 10, que aportaban los socios. Sin embargo, Salamanca logró conseguir financiamiento para el concurso: para el primer premio, Bs. 15.000 del prefecto del Departamento, gral. Enrique Alcoreza; para el segundo, Bs. 7.000 del ministro de Gobierno, Pedro Zilveti Arce; para el tercer premio, Bs. 3.000 del ministro de Educación, dr. Rubén Terrazas. Además, el alcalde paceño, don Luis Nardín Rivas, se había comprometido a invertir en la edición del libro que gane el primer lugar. Se dice que en su tiempo este fue uno de los concursos mejor equipados económicamente.

El 23 de febrero de 1943 se lanzó la convocatoria oficial con el tema 'Influencia y función del periodismo nacional en el proceso histórico de Bolivia'. Las reglas eran: extensión libre, composición interpretativa histórica, filosófica, política y periodística. La fecha límite de entrega era el 30 de abril. Al cumplirse dicha fecha se habían depositado en la Secretaría de la Asociación de Periodistas 6 trabajos: 2 con extensión de libro, 1 de folleto y 3 de pocas cuartillas. Los seudónimos de los participantes eran: Xiasabó, Remy Zola, Luis del Andes, Pimpinela Escarlata, Argos y Linotipo.

Como jurado calificador, estaban: dr. Demetrio Canelas, presidente de la Cámara de Diputados y periodista con amplia trayectoria (víctima de persecución, confinamiento y destierro), el dr. Enrique Baldivieso, catedrático de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), relacionado al periodismo y a la política; y el dr. Víctor Paz Estenssoro, catedrático y político que años después sería protagonista de la Revolución del 52, el evento más importante del siglo XX en Bolivia.

El 12 de mayo se emitió el fallo inapelable del concurso, que otorgaba el primer premio a Xisiabó, que era Carlos Montenegro. Seguidamente estaban Remy Zola (seudónimo de Gustavo Adolfo Otero) y en tercer lugar Luis del Ande (Eduardo Ocampo Moscoso). Luego de ello, mientras Carlos Montenegro demoraba meses en entregar su trabajo a la imprenta, algunos efectivos de Tránsito preparaban un golpe de Estado, junto con el MNR, para deponer a Enrique Peñaranda en el poder.

El ensayo de Montenegro fue impreso en 250 páginas: el texto original constaba de 99 cuartillas mecanografiadas a renglón seguido y papel tamaño oficio; entre esa versión y la ofrecida al público hay diferencias y agregados. Rodolfo Salamanca presidió la ceremonia de entrega siendo secretario general de la Asociación de Periodistas, evento en el cual entregó el libro al escritor premiado y distribuyó los premios.

Según describe Salamanca, Montenegro tenía trayectoria de militancia en la izquierda y trabajaba esporádicamente como redactor. Infiere también como fines de la obra de Montenegro dos principales: cumplir con los requisitos del tema del concurso y generar una tesis par el MNR (formado dos años antes). Montenegro acudió a fuentes secundarias para escribir su libro, pero no de manera exhaustiva, por el poco tiempo que tuvo para preparar su ensayo.

En el libro, Montenegro divide a la población boliviana en 2: la colonialista, minoritaria y dominante, y la nacionalista, mayoritaria. Algunas críticas le son acusadas por notables intelectuales bolivianos. Entre ellas destaca la de Fernando Díez de Medina, que en Historia de la literatura boliviana dice: «A pesar de restaurar el derecho del pueblo para juzgar y ser juzgado dentro de la génesis cultural, cae en el extremo opuesto: niega todo al hispano y a sus sucesores republicanos, como si pueblo y conductores no fueran una sola cosa: criaturas del mismo empeño, adelantadas o rezagadas unas de otras, pero siempre ligadas a la comunidad de destino». Otro autor, Valentín Abecia Baldivieso, en Historiografía boliviana, considera a Montenegro como introductor de las ideas socialistas en el país; lo califica como "de recia personalidad y notable actuación política".

Fragmentos clave del libro

Portada del libro Nacionalismo y Coloniaje.

A continuación, partes importantes de la obra cumbre de este autor. [3]

◘ [Con el gobierno de Belzu] Por primera vez, el pueblo sin conductores intelectuales, reacciona en defensa de su destino histórico, evitando la ruta que la clase docta pretende señalar a los acontecimientos.

◘ Carente de su clase directora, del anhelo de la nacionalidad y desposeída sistemáticamente de sus medios de fortalecimiento, llega a Bolivia al minuto de crisis de su despauperación , de su anemia, cuando Chile llega a su vez al minuto crítico en que su nacionalidad requiere confirmaciones materiales. A esto se llama “estar preparado para la guerra”. A lo que hizo la casta dominadora en Bolivia, se llama “estar preparado para la derrota”. Debe recordarse que dos legislaturas rehusaron conceder al presidente Balliván los medios con los cuales podía arbitrarse dinero para adquirir barcos de guerra y material bélico. Aun la fe mística y puramente adoratriz de la ley y de su vigencia inviolable, fue un preparativo de aquel vencimiento. Chile pisoteó los tratados internacionales, porque no creía en la virtud esencial de la ley, y creía, más bien, en la virtud tónica del salitre boliviano y el cobre del Perú. Pensamiento absolutamente contrario al que dominaba en Bolivia, en la capa docta de Bolivia. Era convicción de ésta, que la ley, y no las riquezas propias, constituye el sostén de la vida y el secreto de la fortaleza nacional.

◘ Es indispensable remarcar que las personalidades más poderosas de nuestra historia —con exclusión de José Ballivián y de Linares— pertenecieron, por su origen, a las clases inferiores.

◘ Su insensibilidad histórica [del periodismo], vale decir su aversión al pasado que es lo genuinamente nacional, se expresa como tendencia transformadora de Bolivia, tendencia que plantea el tema central de la comedia: este país quiere ser oro país. Diciéndolo a manera de Pirandello: es un personaje en busca de autor.

◘ Los ferrocarriles tecnificaron solamente la economía colonial, acelerando el ritmo con que se vaciaba de materias primas el país, desde los tiempos pre-republicanos. Parece casi un símbolo el hecho de que los rieles fueran tendidos de las minas a los puertos, a lo largo de los caminos que utilizó el viejo coloniaje. Por este cause de hierro fluyeron más caudalosos los minerales nativos hacia el mar, para enriquecer a Europa, sin que se derramara gota de su urbión fecundo sobre la geografía boliviana.

◘ Los nombres asignados a ambas administraciones [gobiernos conservadores y liberales] no significan por cierto oposición ideológica ninguna entre ellas. Las dos rendían devoción idéntica al pensamiento liberal, individualista y constitucionalista. Su alternabilidad en el poder, a semejanza de la de demócratas y republicanos en Estados Unidos, o la de liberales y conservadores en Inglaterra, varía solamente —cual ha dicho Laski en La democracia en crisis— como cambio de una rama de la clase privilegiada, por la otra, en el ejercicio del gobierno.

◘ [Citando a Belzu] “¡vaya Ud. a ver ese empeño de algunos hombres que manejan allí la política! de querer quitarle a Bolivia el único bien que le queda…; hablo de la ventaja que tiene sobre todas las demás repúblicas y aun sobre todas la naciones del mundo, de no tener deuda exterior. Este es el único bien que le queda a nuestra patria y que sería preciso conservárselo a toda costa. Pero si por desgracia la empeñan con algún empréstito en el extranjero, ¡adiós Bolivia!”

◘ Hoy no puede ya dudarse de que a ideología política de aquellos tiempos [el siglo XIX] era un edificio de simples palabras, una mera suposición retórica, hija de la cultura intelectualista del siglo XIX, que creía en la omnipotencia del cerebro humano. Las invenciones técnicas y los descubrimientos científicos dieron base a su ilusión de que la inteligencia del hombre podía crearlo todo, reduciendo la naturaleza y la humanidad a obedientes instrumentos de la imaginación, a puñados de cera que la “élite” intelectual moldearía cuando y como quisiese.

◘ León Daudet enjuicia acerbamente la época en su libro El estúpido Siglo XIX. “Nunca acogieron nuestros ciudadanos —dice aludiendo al estado de la conciencia colectiva— tal cúmulo de embelecos filosóficos, morales y novelescos con tan deferente atención.” La cifra intelectual de la clase culta no le merece concepto más favorable. “Numerosas personas creen aún, de buena fe —escribe al respecto— que el siglo XIX ha sido el siglo de la Ciencia, con una C mayúscula. Ha sido, ante todo, el siglo de la credulidad científica, de la sorpresa ante la hipótesis de la incierta experiencia, y de la aceptación sistemática de estas hipótesis.”

◘ A excepción del inútil heroísmo con que la bolivianidad se inmola defendiendo el Acre, el acontecer boliviano está, entre 1880 y 1932, desprovisto de todo ímpetu afirmativo. La ficción europeísta ha eliminado en él, cuando menos, la presencia activa y vital de las energías nacionales. Lo que aquélla testimonia, es más bien el enfrentamiento y la atonía del espíritu patriótico.

◘ Tres fueron los principales mitos a cuya advocación encomendó su suerte la oligarquía: el mito de la libertad, el del sufragio, y el de la ley. Es obvio aclarar que, dada su condición de mitos, ninguno de ellos poseyó prácticamente el don de la existencia. Debieron la suya, más bien, a la fe que en ellos puso el espíritu público, en el cual se había insulfado, por medio del periodismo, una noción sobrehumana de la ley, la libertad ey el sufragio. Creíase en estos, por lo tanto, cual se cree en las divinidades.

◘ El principio de que el derecho de sufragio reconoce la capacidad espiritual del pueblo para escoger a sus gobernantes, resulta destruido en el hecho por el deliberado embrutecimiento a que se somete al electorado, anulando en él esa capacidad epsiritual. La ciudadanía es en efecto literalmente idiotizada por una sistemática alcoholización, como medio previo de habilitarla para el acto del sufragio.

◘ La venta del Litoral —200.000 kilómetros cuadrados más o menos— fue convenida en la suma de 6.500.000 Libras Esterlinas, pero lo que de ésta fue pagado por el comprador —como sostiene Luis Espinoza y Saravia en su libro Después de la guerra— no alcanzó a la cifra de 2.500.000 Libras Esterlinas. El justiprecio de los 187.00 kilómetros del Acre transferidos al Brasil, fijó a su vez la cantidad de 2.000.000 Libras Esterlinas también nominales. “Últimamente —según Mercado Moreira informa en Historia internacional de Bolivia— el Tratado Vaca Chávez-Mangabeira del 25 de diciembre de 1928 ha estipulado que el Brasil le entregará a Bolivia un millón de libras —como única obligación”…

◘ Bolivia, mediante su ministro “ante la Corte de Saint James”, otorgó al abogado Willingford Witridge, una concesión para colonizar el Acre. Las cláusulas de aquel contrato son simplemente vergonzosas, como lo atestigua su texto, vedado hasta hoy para la publicidad. Baste saber que la prensa brasileña calificó aquella concesión como “digna del África”. Witridge, una vez aprobado el contrato por el poder Legislativo de Bolivia, vendió la concesión a los brasileros en ciento diez mil libras esterlinas. Ellos, una vez dueños del derecho trasnferido, procedieron a la ocupación del territorio, para disfrutar de la “concesión africana”.

◘ El Acre, el Litoral y el Chaco son el precio que Bolivia paga por la ilusión de civilizarse a la europea, renegnado de su origen y de su destino autóctonos, ilusión que ha nutrido el periodismo capitalista, disolviendo la consistencia del alma nativa.

Obras

  • El oro de la Standard Oil contra el derecho del estado (1938)
  • Caducidad de las concesiones mineras (1938)
  • Nacionalismo y Coloniaje (1943)
  • Biografía de Spruille Braden (1948)
  • La hora cero del capitalismo (1952)
  • Las inversiones extranjeras en América Latina (1962)

Referencias

  1. Ojo de Vidrio, Montenegro Quiroga, Carlos - 22 de diciembre de 2010.
  2. Carlos Montenegro Quiroga, Nacionalismo y Coloniaje. Librería Editorial G. U. M. La Paz, 1983.
  3. Ragnarok Patujú, Nacionalismo y Coloniaje - Fragmentos interesantes - 16 de enero de 2017.