José Luis Ontiveros

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José Luis Ontiveros

José Luis Ontiveros nació en la ciudad de Córdoba (Veracruz, México), el 28 de diciembre de 1954. Falleció el 27 de mayo de 2015. Escritor, académico, narrador, ensayista y poeta de la tierra de Aztlán, México. Habitual colaborador de importantes publicaciones de literatura y pensamiento hispanoamericano y europeo. Se convirtió por méritos y trabajo en uno de los principales referentes del estudio de la metapolítica aplicada a la literatura. Profundo conocedor de las tradiciones sagradas y de la literatura a la que considera la “Patria del espíritu”, “el reino imbatible de la imaginación”.

Biografía

Estudió lengua y literaturas hispánicas en la FFyL de la UNAM y el posgrado en periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido académico de la FFyL de la UNAM y de la Universidad Panamericana; jefe de publicaciones de la Universidad Anáhuac.

Colaborador, entre otras, de Casa del Tiempo, Cuestión de Fondo, El Sol de México, Excélsior, Novedades, Punto y Coma, Revista Graal, Ciudad de los Césares, Revista DisidenciaS, El Corazón del Bosque, El Espía Digital, Revista de la UAM, Revista Universidad de México, y Unomásuno.

Premio Nacional de Cuento Juan Vicente Melo 1991.

Ideología

Ontiveros recorrió diversos campos ideológicos. Tuvo una etapa de militancia izquierdista en la escuela secundaria donde le secuestraron las autoridades escolares su “Diario del Che”. La influencia de Nietzsche desmanteló por la “genealogía de la moral” su catolicismo, se sumó la de José Vasconcelos, y el prototipo de “Ulises criollo”.

Ésta quizá podría ser una descripción más precisa: es criollo y por lo tanto asienta los valores solares y heroicos aztecas y el sentido de grandeza novohispana, despreciando la historia de México desde la independencia, juicio que comparte con Don Lucas Alamán, en que México pasa de ser un centro de poder continental americano a colonia de los yanquis, “yanquis de piel cobriza” –lama a sus compatriotas o lo que sean–, agrega, para abonar su insolencia –que México sólo ha vivido dos momentos estelares–: El Imperio de Agustín de Iturbide y el Imperio de Maximiliano de Habsburgo, lo que se revela en sus libros de relatos e incluso en su última obra publicada en Barcelona por Ediciones Nueva República, el Robinsón Literario.

En Iberoamérica su labor más destacada ha sido en la revista chilena decana del pensamiento diferencialista en castellano Ciudad de los Césares. Hombre inclasificable y dado más a la intensidad que a la duración, extremista, orgánica y espitualmente, heterodoxo y sumamente molesto para los poderes, parecia siempre dirigirse en donde está la polémica, las hogueras y el fuego de la metralla. En México fue siempre condenado al ostracismo.

Obras

Autor de obras como La treta de los signos, Cíbola, La maldita obediencia del doctor, El hotel de las cuatro estaciones, El húsar negro, Apología de la barbarie, Rubén Salazar Mallén, Subversión en el subsuelo, Carta a un marxista decepcionado, La espada y la gangrena, Conquista del poder y metapolítica, Robinsón literario.

Artículos de opinión

Contracorriente, por Gonzalo Valdés Medellín


La biografía de José Luis Ontiveros está marcada por la contracorriente. Nacido en Córdoba, Veracruz, en 1954, ha conservado la hidalguía de sus orígenes si bien sus laureles de pronto los orine él mismo. En España es azteca, hispanista en México. Quizás el más grave error de Ontiveros entre los muchos que acumula con dispendio, es haberse creído alguna vez español, su vida política e intelectual está mucho más relacionada con lo ibérico propiamente que con lo mexicano, en que resulta del todo anómalo, dado su estilo y su propia definición de que es “el único escritor neofascista de valor en México”, así describe el maestro René Avilés Fabila a José Luis Ontiveros, fallecido el pasado 28 de mayo en la Ciudad de México a causa de una trombosis en una pierna, según informó su viuda Julieta Alatorre.

Colaborador de las páginas del suplemento Sábado de unomásuno (que dirigía Huberto Batis) y del mismo diario durante muchos años, Ontiveros perteneció a esa “confraternidad de escritores sabatinos” (reunidos alrededor del ya mitológico suplemento), siendo un radical como ya no hay y que, como bien apunta el poeta José Manuel Recillas “es una hermandad en la que hay que insistir, es importante, porque Batis hizo lo impensable: juntar el agua y el aceite”. En su artículo de El Búho, “Apuntes para la biografía de José Luis Ontiveros”, Avilés afirma: “Ontiveros se ha perfilado más como una contradictoria figura de transterrado español o mexicano en el exilio interior como a veces gusta llamarse. En 1992 recibe el Premio Nacional de Cuento Juan Vicente Melo por su relato inspirado en Céline ‘La maldita obediencia del doctor’ y en 1993, en España, el reconocimiento de la Tertulia La ballena alegre, animada por Carlos Caballero Jurado, el premio Ernesto Giménez Caballero. Estos serán sus únicos galardones, ya que no tendrá becas ni sinecuras ni canonjías como acostumbran los intelectuales prestigiosos y prestigiados a los que suele despreciar, lo que es mutuo”. (Estas últimas palabras de Avilés resultaron proféticas, pues en efecto, fueron los únicos galardones de Ontiveros).

Juan Carlos Vergara y Gonzalo Geraldo Peláez publican el 2 de enero de 2014 una entrevista donde cuestionan a Ontiveros: “—¿Qué nos puedes comentar de la experiencia de la “diáspora” o del “exilio” de los escritores o intelectuales vinculados a un pensamiento disidente, a una tercera vía de pensamiento?”. Y él contestó: “Por principio no utilicemos el término diáspora, que eso es del pueblo judío errante; de lo que sí hablaría es del “exilio interior” y en esa perspectiva creo que sí es muy claro que somos como Robinsones. […] los que somos forajidos de la opinión, disidentes del espíritu, francotiradores, trotabosques, andariegos, vagabundos, transterrados: no tenemos el arraigo a una tierra que nos proteja porque le reprochamos a aquella donde hemos nacido su tendencia a la abyección, a la falta de creatividad, al aletargamiento del ser; somos profundamente antipáticos e incluso abominables, de alguna manera somos espectros de bestias negras, porque de un bestiario se trata… […] Es lo que debemos considerar como la cuota obligada a cumplir, no tendremos reconocimiento nunca: nadie valorará nuestra obra, estamos solos, pero con nosotros está el Espíritu Santo”.

Este autorretrato verbal y autoflagelante, da una imagen absolutamente clara del escritor que fue Ontiveros, a quien José Manuel Recillas, recuerda así: “Conocí a José Luis Ontiveros en mi periodo de corrector en el suplemento Sábado, entre 1994 y 1998. Él me buscó cuando publiqué una traducción del poeta alemán Gottfried Benn, que tuvo cercanía con el régimen nazi en los años treinta del siglo XX. Me ofreció publicar dichas traducciones en una editorial pro-fascista de España, pero nunca se materializó dicho proyecto. Sin embargo, esto me permitió conocerlo más allá de su escritura, siempre polémica pero también erudita y exquisita. Su apariencia era la de un dandy, elegante y pulcra, como su literatura. Podía ser, y llegó a serlo, duro, severo e intransigente, radical. Estaba peleado con muchos colegas, pero conocerlo fue un privilegio. Su personalidad era compleja y severa, rica en matices y en ocasiones contradictoria. Además de sus ensayos literarios, escribía polémicos artículos de análisis político. No llevaba una vida pública muy visible, pero era congruente con su literatura, rigurosa y exigente. Su pérdida significa el fin de una era, de una forma de vivir y encarnar la literatura”.

A su vez, la escritora y poeta Catalina Miranda, directora de Editorial Ariadna, evoca: “Era 1998, siendo secretaria de Redacción del suplemento cultural Sábado de unomásuno, conocí a José Luis Ontiveros. Huberto Batis me lo presentó diciendo que había sido su alumno en la Facultad de Filosofía y Letras, que ya había colaborado en Sábado y en las páginas culturales del diario y que a partir del siguiente número colaboraría con la sección Robinsón Literario. José Luis —recuerda Miranda—, que vestía botas y una gabardina oscura, abotonada desde abajo hasta arriba, me pareció ser no sólo un hombre de letras sino también de acción. Lo cual comprobé al leer Sábado tras Sábado sus textos. Robinsón Literario fue, como el mismo José Luis me dijo en entrevista: “una autobiografía en capítulos, que en la medida de mi existencia, por mi militancia y por ser un hombre de capa y de espada, dado a los extremismos, es mucho más interesante que la existencia opaca de los literatos que se dedican a ganar becas y a no dar golpe en la vida. Yo amo el riesgo y la ventura…” (Protagonistas del suplemento cultural Sábado de unomásuno, número 10 de la Colección Laberinto de Papel, Editorial Ariadna, 568 pp). “Me gusta imaginarme a José Luis, ahora que ya no está físicamente en la Tierra, en una de sus caminatas metafísicas en el Ajusco, acompañado por su amigo ‘el Niño S.S. Rottweillonter Thor’, siempre fiel, inseparable, que es todo un ladrido de lealtad, reencontrando el sentido del misterio divino y de la Naturaleza”, concluye Catalina Miranda.

José Luis Ontiveros era todo lo que aquí se esboza como un modesto homenaje a su memoria. Como dice Recillas, con su fallecimiento concluye “el fin de una era, de una forma de vivir y encarnar la literatura”, la de Céline, la de Jünger (por aquello de “Yo soy la acción”) e incluso la de Marx a quien Ontiveros escribiese aquella Carta del marxista decepcionado (Alebrije Editorial, México, 1992) que yo le reseñé provocando su perturbación pues, me dijo: “Dices cosas ahí en tu reseña tan ciertas que ni yo mismo me atrevía a confesarme, me hiciste palidecer de vergüenza frente a mí mismo”.

Nunca fuimos grandes amigos, pero sí simpatizábamos; y siempre me pareció un hombre valioso, muy cultivado e inteligente, aunque insoportable en algunos aspectos de su pensamiento filosófico y sus tendencias políticas, de pronto deleznables, en lo tocante al nazismo y el militarismo. Pero bueno, nadie somos monedita de oro. José Luis Ontiveros pese a todo era un buen escritor, un sabio, defenestrado y autoexcluido, pero genuino, un hombre fiel a sí mismo. Descanse en paz.


Lucha política cultural, por José Luis Ontiveros

He visitado en diversas ocasiones la “Feria de las culturas amigas”, que se celebra en la Ciudad de México. Las culturas con su significado político y de su ethos -orientación ética- no son “amigables” ni “antagónicas” sino identitarias, de lo contrario tendrían a ser subsumidas en el modelo del desarraigo, y el etnocidio que promueve Cosmópolis, el centro neocolonial de la americanósfera.

En esta ocasión me acompañó mi mujer y mi terrible perro pug Tin Tán, hicimos un recorrido largo entre los diversos tenderetes de las 86 representaciones diplomáticas.

Ello nos permitió reflexionar sobre el choque de las civilizaciones del teórico racista-protestante Samuel Huntington y el diálogo de las civilizaciones, que ha promovido una diluida galaxia socialdemócrata híbrida y sincrética. Las tesis de Huntington son por el supremacismo de la grangrenada Occidentafilia, del WASP como referencia universal y de los homos americanus y európidos, viendo a Europa como subyugada por la subcultura del hot-dog.

El diálogo de civilizaciones es un eufemismo para avalar un amorfo multiculturalismo, que devora el sentido profundo del valor de cada cultura, por un tipo de mixtura irreconocible, algo así como el chili con carne.

Las culturas son organismos políticos vivos. Ya la kulturkampf que expuso Joseph Goebbels, con los antecedentes de la Konservative Revolution –Ernst Jünger, Ernst von Salomon, Werner Sombart, Martin Heidegger entre otras figuras de importancia- hacen referencia al significado de la cultura para ser la savia del pensamiento de una estirpe, y de su trascendencia para perfilar su axiología, sus paradigmas, sus símbolos.

El mismo Antonio Gramsci, en la línea del filósofo fascista Giovanni Gentile, determinó que no era el factor económico el concluyente en la revolución, de acuerdo a las visión anacrónica de Marx, sino el valor de la cultura, el vector del sentido de una comunidad, de sus referencias de juicio, de sus apreciaciones colectivas y del mismo sentido común. El poder se desplaza de los revolucionarios profesionales de Lenin a los constructores y deconstructores del imaginario social, de las cargas de sentido en una sociedad.

No era entonces necesario tomar el Palacio de Invierno en la línea bolchevique, sino hacerse de los medios que el hombre requiere para explicarse el mundo, su vida, sus sueños, sus pasiones y sus patrones mentales.

La Feria de las culturas demuestra en su diversidad; el derecho a la diferencia y a la causa de los pueblos. La región del Magreb es muy rica en su cultura tanto islámica como preislámica. España, Portugal e Iberoamérica tienen una abundante variedad de expresiones culturales desde la gastronomía peninsular hasta los sombreros Panamá de Ecuador. Las milenarias culturas del centro de Asia poseen un rostro refulgente y propio. Contrasta que Japón y su vasta y ancestral cultural este reducida a lo gadget de una juguetería con katanas de plástico y lo mismo Corea del Sur que pareciera una réplica gringa en amarillo de Elvis Presley. Ello es una prueba más de que las culturas se afirman o se extinguen, están en un permanente combate dialéctico y recuerda el sacrificio del gran Yukio Mishima por la defensa de la tradición milenaria japonesa, morir por una cultura y una tradición.

Estados Unidos muestra patético sus carencias culturales, a falta de exponer cabelleras de pieles rojas, ofrece banderitas y hot-dogs gigantes.

El hecho es que las culturas son valores simbólicos que manifiestan el alma irreductible de cada pueblo.


Seguridad geopolítica del cono sur

(José Luis Ontiveros entrevista a Erwin Robertson, director de la revista chilena Ciudad de los Césares, historiador, catedrático universitario, helenista, experto en geopolítica, organizador del Encuentro de la América Románica de Política y Cultura Alternativas en Santiago de Chile (septiembre de 2013).


José Luis Ontiveros – Dada su trayectoria en la política cultural chilena ¿cómo define los 25 años de la revista Ciudad de los Césares, en cuanto que se plantea como alternativa al establecimiento cultural y político?

Erwin Robertson – ¡Veinticinco años! Tanto tiempo dejado atrás es una proeza para una revista independiente, sin medios y muy políticamente incorrecta, ¿no? Sin duda, fue para nosotros una aventura y una apuesta. La apuesta de dar forma a un pensamiento alternativo a las formas culturales de la Modernidad senescente. En esos (próximamente) 100 números está toda una visión del mundo, rica y variada, encarnada en pensadores y poetas que van de Julius Evola y Alain de Benoist al argentino Carlos Disandro y al chileno Miguel Serrano. También, una propuesta de acción política, que podemos resumir en la expresión “Frente de los Pueblos” contra la Global-Invasión. Y específicamente, en la llamada a la América Románica, como la hemos llamado, la América de las Patrias, que debe reencontrar su destino en la Segunda Guerra de la Independencia.

JLO – ¿Qué propósito tiene la organización del Encuentro de la América Románica de Política y Cultura Alternativas para efectuarse en Santiago de Chile?

ER – Un primer propósito específico, interno diría: la celebración y solemnización de los 25 años y 100 números de la Revista. Esos hitos no son de todos los días. Pero también un propósito más general, la posibilidad de reunirnos no sólo con nuestro público en Chile, sino también con nuestros amigos y colaboradores de toda la América Románica, con pensadores y hombres de estudio o de acción independientes de los centros del poder global, de Europa misma incluso. Nuevos consensos, nuevas formulaciones, pueden salir de aquí. Estos encuentros pueden ser modestos, si se miden con los términos de los carnavales mediáticos, pero, ya se sabe, con pasos de paloma avanzan los pensamientos que mueven al mundo.

JLO – ¿Se puede hablar de un referente iberoamericano de una nueva cultura política o de una revolución cultural a la manera de Gramsci?

ER – No diría tanto. Tenemos y hemos tenido pensadores americanos originales, como el mencionado Carlos Disandro; escritores como Miguel Serrano en Chile, o como usted mismo, en México. Pero, ¿un referente iberoamericano…? Sí, nuestra América ha dado nombres célebres a la literatura o al arte universales, pero no es simplemente de “nombres célebres” de que estamos hablando, ¿verdad? El futuro dirá si aquí se genera una nueva cultura (no solamente política); o si ha habido una “revolución cultural”, sea a la manera de Gramsci o a la de la nouvelle droite (la “Nueva Derecha” francesa, que no tiene que ver con lo que en nuestros países se llama “derecha”). En eso estamos. O tenemos que estar.

JLO – Cambiando de tema, ¿Cuáles han sido las prioridades estratégicas de Chile en el Cono Sur? y complementariamente ¿se han mantenido como políticas de Estado u obedecido a los cambios de régimen, especialmente de la dictadura a la democracia?

ER – Se puede decir que la política internacional de Chile, a lo largo del siglo XX, ha tenido como ideal una especie de “espléndido aislamiento”, a la manera inglesa, claro que sin la flota de guerra británica, lo que hace no poca diferencia. Quiere decir esto que Chile trató de mantener su independencia, moviéndose entre las potencias sin comprometerse demasiado con ninguna, en tanto el mundo fue multipolar, y sin asociarse a ningún bloque, ni siquiera a la región latinoamericana. Esta política tuvo momentos importantes, como la distancia de Chile frente al “panamericanismo” impulsado desde Washington a fines del siglo XIX, o la defensa de la neutralidad en la II Guerra Mundial, hasta 1943. A partir de esta guerra, por supuesto, tuvo que alinearse con EU, integrando las estructuras “panamericanas”, la OEA y el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), pero manteniendo en lo posible una digna política propia. En el trienio de la Unidad Popular, las relaciones con EU no fueron de no mucha simpatía recíproca, ¡pero en cambio se tuvo excelentes relaciones con la España franquista! El gobierno de Pinochet significó un re-alineamiento con EU, pero unilateral, porque Washington no pagó con la misma moneda, estableciendo el embargo de armas para el país, que pasaba por una situación exterior delicada. Se mantuvieron las relaciones con China y Rumania, entre los países socialistas, pero nos distanciamos del Tercer Mundo. El abandono del Pacto Andino puede verse como continuidad de la política de “espléndido aislamiento”, con el agregado del libre comercio. La democracia de la Concertación amplió sin duda el horizonte de las relaciones internacionales de Chile, pero sin innovar fundamentalmente en las grandes líneas políticas tradicionales. Así, Chile se unió al Mercosur, pero sin comprometerse demasiado con él. Ciertamente, la política internacional chilena se identificó con EU en mayor grado de lo que había sido antes. Por su parte, el gobierno de Piñera ha apostado en parte a la continuidad, manteniendo las buenas relaciones con Cuba y con Venezuela, y ha reiterado el apoyo a Argentina en la causa de las Malvinas. Todo esto, hay que considerarlo, en medio de muchas contradicciones y ambigüedades.

JLO – ¿Cuáles son los puntos a su parecer más vulnerables en cuanto los intereses latinoamericanos en la Antártida?

ER – El punto más vulnerable es que la globalización de la Antártida ha avanzado demasiado, en tanto que Chile y Argentina tienen una débil presencia militar y científica en el continente polar –creo que son los únicos países latinoamericanos en tenerla, tal vez también Perú. Sin embargo, son los países no sólo territorialmente más próximos a la Antártida, sino que han tenido en ella una presencia de casi un siglo y, sobre todo, se reconocen recíprocamente sus respectivos derechos territoriales, en la parte en que no se sobreponen. Pero falta la conciencia de que aquí, como en otras materias, la defensa eficaz de los derechos antárticos sólo es posible en forma conjunta por toda América Latina.

JLO – ¿Existe una toma de posición geoestratégica respecto al espectro latinoamericano que incluya a Brasil y a México?

ER – Diría que una visión geoestratégica tan amplia no existe. En alguna medida se dio tal vez, en el caso chileno, en el gobierno de Frei Montalva (1964-70). En forma parcial, hay precedentes: el ABC propuesto por Perón, la unión de Argentina, Brasil y Chile, a la que se agregaban Bolivia y Paraguay; la Declaración de Santiago (1952), que unió a Ecuador, Perú y Chile en la defensa de la zona marítima de 200 millas. ¡Quizás por primera vez, ahora, la “Alianza del Pacífico” une a Chile y México en una organización común! Pero habrá que ver su consistencia y perduración.

JLO – A su parecer ¿El Cono Sur tiene ya una vertebración política y económica o no pasa en los hechos de una aspiración enunciativa?

ER – Bien, una vertebración política importante es el UNASUR, la unión de defensa de los países del Cono Sur americano. Por primera vez esta materia se mira en común, allí donde lo habitual ha sido la hipótesis de conflicto con los vecinos. Seguramente falta todavía para que llegue a ser lo que postulaba Hugo Chávez, una alianza militar, incluso con fuentes de armamento propias, etc.

JLO – ¿Cuál es la mayor enseñanza que como historiador chileno puede dar sobre las guerras fratricidas libradas en el s. XIX en que participara Chile?, particularmente el conflicto con Perú y ¿cuál es su opinión sobre la triple alianza contra Paraguay?

ER – Las guerras latinoamericanas del siglo XIX deben verse como “guerras de sucesión” del imperio español, las que inevitablemente deberían reajustar el mapa continental. Pero hay una diferencia entre la guerra librada por Chile contra Perú y Bolivia (1879-1884), que permanece todavía en el imaginario popular de los beligerantes como una gesta heroica –que sin duda fue, por ambos lados-, y la guerra en los años 1860 de Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay, que ya entonces fue reprobada por parte de la opinión en los países de la Triple Alianza, por lo menos en Argentina, y, hasta donde entiendo, hoy no es objeto de ninguna rememoración patriótica en los países vencedores. Lo que hay que entender es que esto es parte de nuestra historia, de nuestras glorias y de nuestras vergüenzas, y que debemos mirar hacia el futuro.

JLO – ¿Avizora una lucha en el interior del Cono Sur por el protagonismo geopolítico que disputarían Chile, Argentina y Brasil?

ER – Claro, en los años 1960 Argentina y Brasil se veían dispuestas a disputarse la hegemonía en el Cono Sur. Pero hoy Brasil parece haber dejado bastante atrás a Argentina, ¿verdad? Chile no me parece que aspire a algún “protagonismo”, si por esto se entiende una primacía de algún tipo –salvo tal vez de presentar una economía exitosa desde el punto de vista de las ortodoxias del mercado-; en parte, por lo dicho más arriba. Pero estas situaciones son siempre cambiantes, no conviene olvidarlo.

JLO – ¿Cómo se observa a México desde Chile? dada su relación histórica, y en particular, ¿cuál es el significado –en su perspectiva- que ha tenido el exilio chileno a México?, resultado del golpe militar contra el gobierno del Doctor Allende.

ER – Por cierto, México siempre ha sido visto con simpatía desde Chile. Ello se debe, en parte, a la obra de Gabriela Mistral, y también al cine mexicano de los años 50 y 60. ¡Diría que el extraordinario Cantinflas fue el mejor embajador de México, y seguramente no sólo en Chile! Es evidente, México fue un importante lugar de acogida para el exilio chileno de los 70 y 80, una oleada con preparación que se ha integrado a la sociedad mexicana, en cambio, de Alemania Oriental nos ha dado hasta una presidente de la República, con posibilidades, ahora, de ser reelegida.

Enlaces externos

Videos

José Luis Ontiveros

José Luis Ontiveros habla en Controversia TV


In Memorian

Charla de José Luis Ontiveros en el VI Encuentro de la América Románica, Santiago de Chile, septiembre 2013. Video Gentileza de Editorial Walhalla

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