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Judas Iscariote
Judas Iscariote (* Keriot,? — + Jerusalén, 27-33 d.C?), fue uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Siguió a su maestro durante su predicación por Judea y Galilea y, según los Evangelios, fue el apóstol traidor que reveló a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturar a su maestro sin que sus seguidores interfiriesen, tal como había anunciado el propio Jesús durante la Última Cena.
Revisionismo del papel de Judas en el cristianismo
En el año 1944, Jorge Luis Borges publica el cuento Tres versiones de Judas, en el que presenta a un teólogo mostrando tres interpretaciones de Judas diferentes a la convencional, para quedar convencido al final de su última teoría: Dios no encarnó en Cristo, sino en Judas. Posteriormente Juan Bosch, en su libro de 1955 Judas Iscariote el calumniado, revisa la tradición evangélica sobre el personaje, presentándolo como víctima de una interpretación errónea de los hechos. El cine también ha mostrado facetas diferentes de Judas; por ejemplo, la película La última tentación de Cristo, basada en la novela homónima de Nikos Kazantzakis.
En el año 2006, esta lectura positiva de Judas cobra nuevos bríos con la publicación en abril de la traducción del Evangelio de Judas, un texto gnóstico que data posiblemente del siglo II. Según este texto, el propio Jesucristo pidió a Judas que lo traicionara y Judas cumplió la orden como supremo acto de obediencia. Para los gnósticos esto representaba un acto sagrado, ya que ayudaba a liberar del cuerpo el Espíritu Santo de Jesucristo (véase Evangelios apócrifos).
En el año 2007 el autor C. K. Stead siguiendo el Evangelio de Judas publica My Name Was Judas (Mi nombre fue Judas), una novela en la que Judas, octogenario, narra su amistad con Jesús desde su infancia (época en la que compartían el mismo maestro) hasta la muerte de su maestro.
Benedicto XVI nos dice sobre Judas y su actuación: "A nosotros no nos corresponde juzgar su gesto, poniéndonos en lugar de Dios, quien es infinitamente misericordioso y justo.". Si bien en la Iglesia no faltan cristianos indignos y traidores, será Jesús quien los juzgue. A cada uno de nosotros nos corresponde contrabalancear el mal con nuestra de entrega a Jesucristo.