Jesús de Nazaret

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El Pantocrátor del Monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí (s. VI) es el icono más antiguo de Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret, (En hebreo, ישו הנוצרי Yeshu haNotzri y ישוע בן יוסף: Yeshua ben Yosef, "Jesús hijo de José") llamado también Cristo o Jesucristo, es la figura central de las iglesias cristianas y la encarnación de Dios o el «Verbo» (o Palabra) de Dios encarnado, según la mayoría de los cristianos.

El nombre "Jesús" deriva del griego Ίησους (Iēsous), el cual es una helenización del hebreo יהושע (Yehoshua) y el arameo ישוע (Yeshua), una forma del nombre Josué, que significa "Yavé es salvación". «Cristo» se refiere a un título derivado del griego Χριστός (Christós), que significa 'El Ungido', (Levítico 4:5), la cual es una traducción directa del hebreo מָשִׁיחַ‎ Masiaj, «Mesías», profetizado en el Antiguo Testamento (Tanaj).

Las principales creencias cristianas acerca de Jesucristo establecen como dogma de fe que es el Hijo unigénito de Dios, hecho hombre, que fue concebido por el Espíritu Santo y que nació de la Virgen María; que fue crucificado, muerto y sepultado en tiempos de Poncio Pilato; que es salvador y redentor de los hombres mediante su sufrimiento en el calvario; que descendió a los infiernos y posteriormente resucitó de la muerte al tercer día y subió a los Cielos, donde se encuentra junto a Dios Padre y desde donde volverá para el Juicio Final.

El Islam, donde es conocido por el nombre de Isa, lo considera también uno de sus profetas más importantes. Es uno de los personajes que han ejercido indirectamente una gran influencia en la cultura occidental.

Historicidad

La imagen cristiana más antigua que representa a Jesús es la de "El Buen Pastor", se encuentra en las catacumbas de San Calixto en Roma y se cree que fue pintada alrededor del siglo III.

Lo que se conoce de Jesús depende casi absolutamente de la tradición cristiana, especialmente de la utilizada para la composición de los evangelios sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos 20 ó 30 años, como mínimo, después de su muerte y con una intención religiosa. La autenticidad y la fiabilidad de estas fuentes ha sido cuestionada por muchos estudiosos, y pocos eventos mencionados en los evangelios son universalmente aceptados.[1]

Según la opinión mayoritariamente aceptada en medios académicos, basada en una lectura crítica de los textos sobre su figura, Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea (en los actuales Israel y los territorios palestinos ocupados) y fue crucificado en Jerusalén en torno al año 30.

No existen evidencias históricas, físicas o arqueológicas de la existencia de Jesús de Nazaret, por lo que algunos autores cuestionan si fue una figura histórica o sólo una invención mítica, sin embargo, la mayoría de los académicos piensa que su existencia puede ser inferida indirectamente por lo que se sabe acerca de la sociedad judía del siglo I y de la situación política de Judea así como por la actividad de los cristianos y sus textos.

Apenas existen referencias de Jesús en fuentes no cristianas de los siglos I y II. Ningún historiador se ocupó por extenso de su historia: solo existen breves alusiones, algunas de ellas ambiguas. Si bien la existencia probada de personajes clave como Poncio Pilato dan veracidad histórica a algunos hechos.

Estas referencias consisten en las menciones de Plinio el Joven (62-113), Tácito (61-117) y Suetonio (f. 160) y Flavio Josefo (c. 37- c. 100), que a menudo se intentan hacer pasar por "testimonios" de su existencia. En realidad se trata de brevísimas referencias a la actividad y creencias de los cristianos, y las fuentes romanas los consideran como judíos subversivos. A diferencia de lo que algunos apologetas cristianos afirman, estas referencias no cristianas no demuestran la existencia histórica de Jesús sino más bien muestran cómo eran vistos los primeros cristianos por los romanos. Asimismo, una de las únicas dos menciones de Josefo en sus Antigüedades judías (el llamado «Testimonio flaviano», pese a que Josefo no lo conoció) contiene una interpolación cristiana posterior. Y como ocurre con Tácito, Josefo sólo repetía lo que escuchaba sobre su figura.

  • Plinio el Joven, en una carta al emperador Trajano, menciona que "Estos cristianos que consienten en ser sacrificados, los devuelve absueltos. Por otra parte, aseguran no haber hecho ningún mal: dicen haber, simplemente, elevado cánticos a Cristo, como los que se dedican a un dios" «le cantan himnos a Cristo (casi Dios, según dicen)» (Epístolas 10:96).
  • Hacia 116 ó 117, el historiador Tácito, en sus 'Anales' hablando de Nerón, comenta que "Chrestus", el fundador del nombre, había sufrido la pena de muerte en el reinado de Tiberio, a mano de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y la perniciosa superstición se detuvo momentáneamente, pero surgió de nuevo, no solamente en Judea, la raíz de la enfermedad, sino en la misma Roma. (Anales, 15:44:2-3). Tal como ocurre en el caso de Flavio Josefo, Tácito sólo está repitiendo lo que él había escuchado hablar de los cristianos, pero este comentario de ninguna manera representa un testimonio de su existencia.
  • Suetonio (121) en una nota al parecer tomada de un documento de la policía de la época de Claudio (41-54) hacia 120, menciona a los cristianos y en otro pasaje de la misma obra, hablando del emperador Claudio, dice que a «los judíos, instigados por "Chrestus", los expulsó de Roma por sus hábitos escandalosos» (De Vita Caesarum. Divus Claudius, 25). 'Los hebreos fueron expulsados de Roma, culpables de haber provocado tumultos bajo la instigación de un tal "Chrestus". Otra versión del mismo texto indica que Claudio: «Expulsó de Roma a los judíos por las continuas peleas a causa de un tal "Cresto"».

La absoluta ausencia de registros en otras fuentes sobre los milagros y posterior resurrección de Jesús rechaza por completo la tesis cristiana de éstos como sucesos históricos y se entienden como añadidos posteriores a su muerte con el fin de reforzar la calidad divina de su figura, ya que en el supuesto de haber sucedido debieron haber llamado fuertemente la atención de escribas contemporáneos maravillados ante ellos. Lo cierto es que en aquel tiempo existían numerosos "magos" o charlatanes como Simón el Mago que pretendían hacer milagros ante el público, y las supuestas hazañas de Jesús no tuvieron mayor relevancia como para ser registradas.

En ese sentido, su probable existencia histórica no excluye su comprensión como una figura mitológica formal, lo cual no debe confundirse con la tesis que lo propone sólo como un 'mito' sin existencia real.

Fecha de nacimiento y muerte

La fecha tradicional de su nacimiento, en diciembre del año 1 a. C., es ampliamente puesta en duda hoy día. Esta fecha fue establecida en el año 525 d. C. por el monje Dionisio el Exiguo, natural de Escitia, quien calculó el nacimiento de Jesús con un margen de error de seis o siete años, al datar el reinado de Herodes I el Grande, por lo que pensó que Jesús habría nacido en el año 754 de la era romana, cuando en realidad debió suceder hacia el 748, pues Herodes I el Grande habría muerto hacia el año 4 a. C. y según Mateo 2:1, Jesús nació durante el reinado de Herodes.

Sin embargo, el Evangelio de Lucas (Lucas 2:1-2) contradice la versión de Mateo, ya que menciona el censo ordenado por César Augusto como previo al nacimiento de Jesús, y que se llevó a cabo en Palestina por el gobernador de Siria, Publio Sulpicio Quirinio en el año 6 d. C. La contradicción resulta del hecho de que Herodes I el Grande falleció en el año 4 a. C., o sea, 8 años antes del censo de Quirinio. No se conoce de la existencia de otro censo en el período final del Reinado de Herodes, y el censo de Quirinio es llamado "el primero", por lo que se descartaría otro anterior. Sin embargo, para cuadrar ambos relatos algunos autores cristianos plantean si Quirinio podría haber estado ya antes en Siria, hacia el año 6 a. C., gobernando conjuntamente con Saturnino o con Quintilio Varo, y si podría haber realizado entonces un "primer" censo. Pero en ese entonces Judea no era parte de Siria y no tendría sentido censarla.

Otras indagaciones estiman su nacimiento en el mes de marzo en base a que en los evangelios se habla de que Jesús nació en el último mes del año, pero no se refieren al último mes del año juliano o gregoriano, sino al último mes del año judío, Adar, que ocurre entre febrero y marzo.

En cuanto a la fecha de la crucifixión, asumiendo que nació en el año 6 a. C., ésta habría de situarse en el año 27 d. C., una fecha razonable, teniendo en cuenta lo siguiente:

  • Poncio Pilato ejerció como prefecto desde el 26 d. C. hasta el 36 d. C.
  • Tiberio, que según los evangelios era el emperador de Roma cuando Jesús fue crucificado, murió en el año 34 d. C..

Luego, teniendo en cuenta que en el año 27 d. C. la pascua judía fue desde el día 14 hasta el 22 de abril, Jesús habría muerto el viernes 22 de abril del año 27 d. C.. Su resurrección se habría producido al tercer día contando desde el viernes, el 24 de abril.

Maestro de Justicia esenio

Es muy probable que la figura representada en los Evangelios esté basada en el Maestro de Justicia de la comunidad esenia de Qumrán mencionada en los Manuscritos del Mar Muerto y anterior a Jesús por aproximadamente 100 años, durante el reinado de Alejandro Janneo. Según los textos, había sido sacerdote y confidente del rey. Sin embargo, se sintió insatisfecho con las sectas religiosas en Jerusalén y, en reacción, fundó un "culto de crisis". Mientras acumulaba seguidores, el Maestro (y sus seguidores) afirmaron que él era el cumplimiento de varias profecías bíblicas, con énfasis en las que se encuentran en Isaías. El Maestro finalmente fue asesinado por el liderazgo religioso en Jerusalén, y sus seguidores lo aclamaron como una figura mesiánica que había sido exaltada a la presencia del trono de Dios. Luego anticiparon que el Maestro regresaría para juzgar a los malvados y guiar a los justos a una edad de oro, y que tendría lugar dentro de los próximos cuarenta años. Michael O. Wise explica que la datación de copias manuscritas entre los Rollos del Mar Muerto muestra que los seguidores post mortem del Maestro aumentaron drásticamente en tamaño durante varios años, pero que cuando el regreso previsto y la edad de oro no se materializaron, sus seguidores se disiparon rápidamente.

Esta figura concuerda, además, con el arquetipo profético del Mesías ben Yossef o "Mesías Sufriente".

Biografía según los Evangelios

En los Evangelios se narra que el padre de Jesús era José (Yosef), un carpintero judío de la Casa de David, y su madre, María (Miriam), de la familia de David y de la tribu de Judá. Según estos relatos, José no habría sido su padre biológico, sino sólo su padre legal, por ser el esposo de María. Según el Evangelio de Lucas (1:5,36) el ángel Gabriel (del hebreo גַּבְרִיאֵל "Fuerza de Dios") se le apareció a María y le anunció que daría a luz a un hijo a quien Yavéh "le dará el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob" (Lucas 1:32-33). María queda inesperadamente embarazada y José resuelve repudiarla, pero un ángel le anuncia en sueños que el embarazo de María es obra del Espíritu Santo y profetiza, con palabras del profeta Isaías, que su hijo será el Mesías que esperan los judíos (Mateo 1:19-21). En Lucas, José debe viajar desde Nazaret (Galilea) a Bethlehem (Belén) (Judea) debido a un censo, por ser originario de este lugar. Se lleva consigo a su esposa embarazada naciendo Jesús finalmente en Belén y es adorado por pastores. Unos "magos de Oriente" visitaron al Mesías siguiendo una estrella preguntando "¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?" (Mateo, 2:1-2). Un ángel se le aparece en sueños a Yosef y le ordena que huya a Egipto con su mujer para escapar de la matanza ordenada por Herodes I "El Grande" (Mateo 2, 13-15).

Jesús de Nazaret fue uno de tantos predicadores judíos que hubo en Judea durante la convulsa ocupación romana y que se autoproclamaron Mesías. Muchos judíos le reconocieron como tal y le siguieron, sin embargo, Jesús se enfrentó al resto de facciones judías de su tiempo, especialmente a los fariseos quienes detentaban entonces la autoridad religiosa, diciendo que "el que no está conmigo, está contra mí" (Mateo 12:30). En el año 33, tras diversas riñas de los seguidores ortodoxos de Jesús con facciones rivales, particularmente los fariseos que veían con incomodidad cómo surgía una nueva secta, instan al procurador romano de Judea, Poncio Pilato, a ordenar el castigo de Jesús. Éste es arrestado, azotado y ejecutado mediante crucifixión en Jerusalén durante la Pascua judía bajo el cargo de sedición contra el gobierno romano.

Durante el control romano de la Provincia de Judea, los romanos dieron a los judíos un autogobierno limitado; las principales obligaciones de los líderes judíos eran recolectar impuestos para Roma y mantener el orden civil. Así, los líderes judíos estaban obligados a suprimir cualquier tesis sediciosa, como la que predicó Jesús al proclamarse "rey de los judíos" y proclamar el inminente establecimiento de su reino.

Posteriormente el judío fariseo Saulo de Tarso no tardaría en llamarlo, en vez de Mashiaj, Χριστός (Christós) traducción griega de "Mesías". Tras cambiarse el nombre a Pablo, predicó la figura de "Cristo" por toda Asia Menor e introduciendo su doctrina en Roma, difundiéndola especialmente entre la plebe gentil.

Los 12 apóstoles

Según el Nuevo Testamento, Jesús se rodeó de un círculo de discípulos, todos judíos también. Ellos fueron, en orden de elección:

  • Simón, hijo de Jonás/Juan (Simón bar Jonah o Šim`ôn bar-Yônâ) (Mt 16:18), renombrado por Jesús como Pedro (Mt 3:16). También conocido como Simón bar Jochanan (arameo) o Simón Pedro.
  • Jacobo el Mayor, hijo de Zebedeo. También conocido por el nombre Santiago.
  • Andrés, hermano de Pedro y exdiscípulo de Juan el Bautista.
  • Juan, el menor de los doce, también hijo de Zebedeo (por tanto, hermano de Santiago el Mayor).
  • Felipe de Betsaida.
  • Bartolomé Nathanael, hijo de Talemai, llamado también Natanael de Caná (de quien dice el propio Jesús en el Evangelio de Juan, 1:47, "he aquí a un verdadero israelita").
  • Tomás, también llamado Dídimo o Mellizo.
  • Mateo, el publicano o recaudador de impuestos, llamado también Leví.
  • Jacobo el Menor, también conocido como Santiago, hijo de Alfeo.
  • Judas Tadeo. En algunos manuscritos de Mateo, el nombre «Lebbaeus» ocupa su lugar o es llamado Judas, hermano de Santiago (Lc 6:16).
  • Simón el Zelote, el Cananeo, el Celador.
  • Judas Iscariote. También es referido como «Judas, hijo de Simón» (Jn 6:71; Jn13:26). Quien traicionó a Jesús por 30 monedas de plata. A causa de su traición, se ahorcó (de acuerdo a Mateo 27:5 y Hechos 1:18) y a raíz de esto se escogió a Matías en su lugar.
  • Matías, el sucesor de Judas, elegido a la suerte en el Monte de la sangre (Hechos 1, 12-26).

Juicio

Jesús suponía un doble riesgo no solo por sus críticas a ciertas conductas de los sacerdotes, sino por el miedo a que desencadenara una revuelta que fuera sofocada por los romanos en un baño de sangre. En particular, el episodio de la expulsión de los mercaderes del templo habría sido el detonante para que el Sanedrín (tribunal supremo de los judíos) viera en Jesús un peligroso agitador de masas y juzgara conveniente denunciarlo ante las autoridades romanas, que tenían la potestad en cuestiones de orden público.

El Sanedrín condenó a Jesús por blasfemia al declararse "Mesías" e "Hijo de Dios" y para este delito religioso la ley judía establecía la pena de muerte por lapidación (סקילה, skila) y la cual era ejecutada por los propios judíos, en tanto que se trataba de una cuestión religiosa.

Sin embargo, el sumo sacerdote Caifás no tenía la autoridad para ordenar la pena de muerte, por lo que lo llevó ante Poncio Pilatos, gobernante romano en Judea, para que decidiera su suerte.

Los romanos no realizaban ejecuciones basadas en transgresiones a la ley judía; por tanto, el cargo de blasfemia no tenía validez para Pilatos, de forma que Caifás intentó acusar a Jesús del cargo de sedición al proclamarse el "Mesías" y "rey de los judíos" lo cual podía ser visto como un acto de rebelión que podría merecer la pena de muerte por parte del gobierno romano.

Al saber que Jesús era de Galilea, jurisdicción de Herodes Antipas, lo remitió a éste, que por esos días se encontraba en Jerusalén,​ para que se encargara del caso, pero después se lo devolvió a Pilatos.

Según el evangelio, Pilatos no lo encontró culpable, y en cambio, dejó que la muchedumbre decidiera la suerte de Jesús dándoles a escoger entre su liberación y la de un preso de nombre Barrabás. La muchedumbre, animada por los sacerdotes, escogió la liberación de Barrabás y la crucifixión de Jesús.

Crucifixión

Pese a la versión narrada en el evangelio, el análisis histórico sostiene que la aparición de este tipo de líderes religiosos podía estimular una revuelta contra la propia ocupación romana. Por otra parte, a los autores cristianos les interesaba convertir a un público romano, por lo que en sus textos no culparon directamente a los romanos de la muerte de Jesús.

Poncio Pilato es descrito por el filósofo Filón de Alejandría como “un hombre de carácter inflexible y duro, sin ninguna consideración” y se sabe que no le temblaba la mano a la hora de condenar a quienes pudieran suponer una amenaza para el poder romano. A los ojos del prefecto, cualquier alteración del orden público debía ser inmediatamente suprimida, de manera que las autoridades romanas sí tomaron en serio la acusación de Caifás por lo que temieron que la agitación religiosa de Jesús provocara una rebelión política, y por ello le arrestaron y le condenaron a muerte en la cruz por el cargo de sedición.

La crucifixión (latín: crucifixio; "fijado a una cruz" y esta última palabra de crux y cruciatus; "dolor, tormento, tortura") era un método antiguo de ejecución usado por los romanos que se aplicaba a los esclavos, y a los criminales extranjeros, incluyendo a los rebeldes y sediciosos, y solo las autoridades romanas tenían potestad para ejecutarla. En este castigo, el condenado es atado o clavado a un poste de madera, a menudo hecho en dos partes: una madera vertical llamada stipes y una viga transversal llamada patibulum. Ese método fue utilizado también por persas, asirios, fenicios y griegos.

La crucifixión romana tenía tres características principales:

  1. Dolorosa. Esta pena capital se usaba generalmente para exponer al criminal a una muerte particularmente lenta, horrible y pública, con el fin de disuadir a las personas de cometer delitos similares. Séneca el Joven usó la frase infelix lignum (madera desafortunada) para referirse a la cruz.
  2. Para los peores infractores. Se usó para criminales extranjeros y esclavos, que no estaban protegidos como ciudadanos romanos, y delincuentes de la peor clase, especialmente rebeldes.
  3. Vergonzosa. La víctima crucificada fue obligada a desvestirse por completo antes de ser clavada en la cruz, sin importar si era hombre o mujer. Por lo tanto, la crucifixión se consideraba la forma más vergonzosa y humillante de morir. El objetivo de la crucifixión romana no era solo matar al criminal, sino también humillar el cuerpo del condenado. El control sobre el propio cuerpo era vital en las culturas antiguas. La pena capital eliminó el "autocontrol" que denotaba la pérdida del honor.

Aspecto físico y representaciones

Izquierda: representación europeizada con cabello rubio y ojos azules. Centro: imagen de Jesús con aspecto asiático, China, s. XVII. Derecha: representación de Jesús de acuerdo a rasgos locales de Etiopía, s. XVIII.
Pintura que representa de forma europeizada e idealizada a Jesús de Nazaret.

Los evangelios no dan una descripción del aspecto físico de Jesús. Si bien según el texto de Isaías 53:2b (que el propio cristianismo le atribuye como referencia a Jesús) "No hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos". Representar a Jesús en forma pictórica fue objeto de controversia para la Iglesia primitiva. La representación de él en el arte tomó varios siglos para alcanzar una forma estandarizada convencional para su apariencia física, que posteriormente se ha mantenido estable en gran medida desde ese momento. La mayoría de las imágenes de Jesús tienen en común una serie de rasgos que ahora están casi universalmente asociados con él, aunque se observan variantes.

Las imágenes más antiguas datan del siglo III, y entre ellas varían mucho en la forma en que lo representan.[2] El icono más antiguo de Jesús es el Pantokrator del siglo VI que se encuentra en el Monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí y el cual probablemente sirvió de modelo o inspiración para posteriores representaciones como el mosaico de Hagia Sophia en Constantinopla (c. 1280).

La imagen convencional de un Jesús completamente barbado con cabello largo surgió alrededor del año 300, pero no se estableció sino hasta el siglo VI en el cristianismo oriental, y mucho más tarde en el occidental. Sin embargo, esta representación no corresponde con el aspecto histórico de un habitante de Palestina del siglo I, ya que incluso, en 1 Corintios 11:14, Pablo de Tarso dice que "tener el cabello largo es una vergüenza para un hombre". La creencia de que ciertas imágenes son históricamente auténticas, o han adquirido un estatus canónico en la tradición de la Iglesia, sigue siendo poderosa entre algunos de los fieles, en la ortodoxia oriental, el anglicanismo y el catolicismo romano. La Sábana Santa de Turín es ahora el ejemplo más conocido, aunque la Imagen de Edessa y el Velo de Verónica fueron más conocidos en la época medieval.

Las imágenes de Jesús tienden a mostrar características étnicas similares a las de la cultura en la que se creó la imagen. De ese modo, la imagen europeizada de Jesús con cabello castaño y a menudo ojos azules se fue adoptando tras siglos de contacto con los pueblos europeos cristianizados que mostraban estas características y para quienes tener una familiaridad en los rasgos raciales de la figura más importante de su fe les acercaba inconscientemente más a ella. Este fenómeno ha ocurrido también en otras comunidades raciales de África y Asia, donde le han representado con rasgos físicos similares a los presentados por la comunidad.

La Sábana Santa o Santo Sudario de Turín es el manto que para los católicos envolvió el cuerpo muerto de Jesús. Lleva la imagen detallada del frente y la espalda de un hombre que fue crucificado de la misma manera a Jesús de Nazaret según describen las Escrituras. En 1898 se pudo contemplar por primera vez su imagen en negativo en el reverso de una placa fotográfica mientras se exhibía en la Catedral de Turín y desde entonces la Sábana Santa es considerada por muchos cristianos como la imagen más exacta del rostro de Jesús. La imagen también muestra a un Jesús con el cabello largo.

Judaísmo de Jesucristo

Giovanni Bellini representa la Circuncisión de Cristo, tradición hebrea que señala el convenio abrahámico. Venecia, c. 1500. Este óleo tiene su fuente de inspiración en el Evangelio (Lucas 2:21) y es exhibida en la Galería Nacional de Londres.
Cristo predicando en Cafarnaúm. Obra de Maurycy Gottlieb (1878-79). Inspirado en Marcos 1:21 y Lucas 4:31, Jesús de Nazaret en la sinagoga, provisto de cristiana aureola, porta además un manto de oraciones judío (talit). Los judíos oyen lo que Jesús predica e incluso hay quienes comentan al respecto. Hay judíos que lo aclaman y judíos que literalmente se agarran la cabeza. Hay judíos que tienen fe y judíos que manifiestan indiferencia. La obra es exhibida en el Museo Nacional de Varsovia.

Según el Evangelio de Mateo, 2:1-2, cuando Jesús nació, "Unos "magos de Oriente" visitaron al Mesías siguiendo una estrella preguntando "¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?".

Según Lucas 2:21-23, Jesús fue circuncidado ocho días después de su nacimiento, de acuerdo con la ley judía.

En Lucas, 2:41-52, se narra que sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de Pésaj y que cuando Jesús cumplió doce años, le llevaron ahí. Después de la fiesta, Jesús se quedó en Jerusalén y sus padres no lo supieron. Después de tres días, le encontraron en el Templo, sentado en medio de los maestros judíos, escuchándoles y haciéndoles preguntas y que todos los que le oían se asombraban "de su entendimiento y de sus respuestas".

Jesús enseñó su doctrina de acuerdo con las escrituras judías del Antiguo Testamento, evocaba a los profetas judíos, fue llamado "Rabbi" (רַבִּי, 'maestro' en hebreo, y palabra de la que deriva 'rabino') (Juan 1:38, 4:31, 3:2 y 6:25), iba a las sinagogas (Lucas 4:16 y 21:37), predicaba en ellas (Marcos 1:21 y Lucas 4:31), observaba los festivales judíos como Pésaj (Juan 2:13), Sucot o Fiesta de los Tabernáculos (Juan 7:2 y 7:10-15) y Hanukah (Juan 10:22-23), y en Mateo (1:1) es asociado a Abraham y a David, y en ese mismo evangelio (21:9), se describe cómo las muchedumbres judías de Jerusalén aclaman a Jesús gritando "¡Hosanna al Hijo de David!". La palabra hebrea hosanna הושענות significa "salva ahora". Asimismo, instaba a la gente a que cumpliera la ley de Moisés pues de hecho según el Nuevo Testamento dijo:

No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.
Mateo 5, 17-19.

Cuando fue interrogado por Poncio Pilato, Jesús asintió ante su pregunta: ¿Eres tú el rey de los judíos? (Mateo, 27:11), y al final buscó ser reconocido como el Mesías esperado por los judíos de acuerdo con las profecías hebreas. Debido a esto, los legionarios romanos, que sabían que se proclamaba Mesías e hijo de Yahvé, le ponen una corona de espinas y una caña en su mano derecha, y le gritan con sorna "¡Salve, rey de los judíos!" (Mateo, 27:29 y Marcos, 15:2; 15:9; 15:12; 15:18; 15:26). Al crucificarlo, colocaron en la cabecera de la cruz la inscripción en latín I.N.R.I. (IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM: Jesús Nazareno Rey de los Judíos) (Mateo, 27:37).

Durante el Tercer Reich algunos autores aseguraron que Jesús era judío. Este es el caso del escritor Ernst Hauck, autor del libro de 1937 "Welcher Rasse hat Jesus angehört" (en español: "¿A que raza pertenecia Jesus?") en el que afirmaba que Jesus era judío y que la pelea que el lado judío juega ocasionalmente contra la cristiandad "es una pelea simulada".[3]

Negacionismo

Existen opiniones minoritarias provenientes de autores como Houston Stewart Chamberlain o Joaquín Bochaca (en El Mito del judaísmo de Cristo), que, por un lado, niegan o ponen en duda el judaísmo de Jesús de Nazaret en base a algunas actitudes críticas de Jesús hacia los judíos fariseos como se narran en el Nuevo Testamento, y por otro intentan atribuirle una ascendencia "aria". De la propia narración se desprende que Jesús consideraba que los fariseos estaban faltando al verdadero judaísmo y al criticarlos no pretendía fundar una nueva religión sino preservar el judaísmo ortodoxo o bien reformarlo.

Las interpretaciones que cuestionan su calidad de judío son defendidas especialmente por creyentes cristianos opuestos al judaísmo que tienen la necesidad de reconciliar su antijudaísmo con su fe (como algunos sectores católicos y los seguidores de la Identidad Cristiana) y seleccionan datos para apoyar y justificar su creencia de que Jesús de algún modo no era miembro de la etnia o religión a la que se oponen y por ello, intentan excluir a Jesús del pueblo judío o de su cultura.

Argumentan que Jesús fue rechazado por los judíos porque Jesús no era judío. Esto contradice el Evangelio cuando se dice que:

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Juan 1:11

Una escena de los evangelios que suele ser citada como supuesta prueba del "antisemitismo" de Jesús se encuentra en el Evangelio de Juan, capítulo 8, versículo 44, en la que califica a los fariseos como hijos del Diablo y mentirosos:

Vosotros sois de vuestro padre el Diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es Mentiroso, y Padre de la Mentira.
Juan, 8:44

Otra escena neotestamentaria favorita de quienes niegan el judaísmo de Jesús es la de la famosa expulsión de los mercaderes del Templo (Mateo, 21:12-13; Marcos, 11:15-18; Lucas, 19:45; Juan 2:13-25.), idealizada de forma tal que se pretende ver un supuesto "antisemitismo" de parte de Jesús:

Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Mateo, 21:12-13

También destaca la alusión a la "Sinagoga de Satanás":

Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino que son la sinagoga de Satanás.
Apocalipsis 2:9.
He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
Apocalipsis 3:9.

Hay que entender el contexto real de tales pasajes bíblicos para poder hacer una correcta interpretación. La Ley judía establecía que los judíos debían unirse y ayudarse unos a otros, evitar tener pobres entre ellos, perdonar y olvidar préstamos después de siete años, pero estaba permitido aplicar la usura a las demás naciones (goym) y así, aunque de forma lenta pero segura, hacerse del control de todas ellas.

La escena de la expulsión de los mercaderes del Templo muestra claramente que Jesús aquí simplemente muestra indignación de que sus congéneres judíos no están realmente siguiendo la Ley como deberían, porque comenzaron a hacer a su propia gente lo que debía hacerse únicamente a los goym. De forma que olvidaron la "divinidad" y la "santidad" de sus mandamientos, la unidad racial y la identidad que su Ley religiosa les había proporcionado. Por lo tanto, estos pasajes nos hablan en realidad de una serie de condenas por parte de un grupo de judíos contra otro grupo de judíos a quienes se les acusa de no seguir el verdadero judaísmo: "los que se dicen ser judíos y no lo son". Es decir, los versículos implican que hay "falsos judíos", que son blasfemos y mentirosos, por lo tanto, los "verdaderos judíos" son considerados "puros y santos".

El galileo

Uno de los argumentos principales es que Jesús era habitante de Galilea, la cual era, según esta hipótesis, una región multicultural donde cohabitaban multitud de pueblos como griegos y escitas (arios), pero que de alguna manera no vivían ahí judíos étnicos. Se admite, no obstante, que los galileos llegaron a ser judíos por la religión. Aunque separada de Judea por la historia, Galilea era en el siglo I una región de religión judía.

A menudo, dentro de estas teorías se afirma también que Jesús tendría origen galo o celta ya que, según afirman, el nombre de Galilea significaría algo así como "tierra de los galos", lo cual es completamente falso. El nombre israelita de la región procede de la raíz hebrea galil, una palabra única para "distrito", y en ocasiones para "círculo". La forma hebrea usada en Isaías 8:23 (o 9:1 en diferentes versiones bíblicas) se encuentra en estado constructivo, g'lil hagoyim, que significa "Galilea de las Naciones", es decir, la parte de Galilea habitada por los gentiles en la época en que el libro fue escrito.

Se argumenta la conquista helénica del Imperio seléucida de Judea (312 - 63 AEC) y otros territorios adyacentes durante cerca de tres siglos, hasta el siglo I AEC. por lo que Galilea estaba muy expuesta a las influencias culturales helenísticas, y al establecimiento de griegos desde los tiempos de Alejandro Magno[4] y tenía algunos rasgos diferenciales de Judea, como una menor importancia del Templo, una menor presencia de sectas religiosas como los saduceos y los fariseos y presentaba grandes contrastes entre el medio rural y el medio urbano. Este período también vio el surgimiento de un judaísmo helenístico, que se desarrolló primero en la diáspora judía de Alejandría y Antioquía, y luego se extendió a Judea. El principal producto literario de este sincretismo cultural es la traducción del Tanaj (Biblia hebrea) del hebreo y el arameo al griego koiné, conocida como la Septuaginta. El motivo de la producción de esta traducción parece ser que muchos de los judíos de Alejandría habían perdido la capacidad de hablar hebreo y arameo.

Al este de Galilea se encontraban las diez ciudades de la Decápolis, situadas todas ellas al otro lado del río Jordán, a excepción de una, Escitópolis (llamada también Bet Shean). Al noroeste, Galilea limitaba con la región sirofenicia, con ciudades como Tiro, Sidón y Aco/Tolemaida. Al sudoeste se situaba la ciudad de Cesarea Marítima, lugar de residencia del prefecto (luego procurador) romano. Por último, al sur se encontraba otra importante ciudad, Sebaste, así llamada en honor al emperador Augusto.

En pleno corazón de Galilea se encontraban también dos importantes ciudades: Séforis, muy cercana (5 o 6 km) a Nazaret, (localidad de donde era originario Jesús); y Tiberíades, construida por Antipas y cuyo nombre era un homenaje al emperador Tiberio. Tiberíades era la capital de la monarquía de Antipas, y estaba muy próxima a Cafarnaún, ciudad que fue con probabilidad el centro principal de la actividad de Jesús.

No obstante, en las ciudades de Galilea, que eran los focos reales de influencia helenística, residían las élites, en tanto que en el medio rural habitaba un campesinado empobrecido, del que procedía con toda probabilidad Jesús. Las ciudades eran en general favorables a Roma, como se demostró con ocasión de la primera guerra judeo-romana. Nazaret, era un lugar insignificante situado en los montes de la Baja Galilea, un pueblo tan oscuro que nunca es mencionado en el Antiguo Testamento, ni en las epístolas de Pablo de Tarso, ni en el Talmud —donde se citan otras 63 ciudades de Galilea—, ni en la obra de Flavio Josefo, ni en antiguas fuentes judías antes del siglo III E.C. lo que refleja su falta de protagonismo, tanto en Galilea como en Judea.

En las fuentes cristianas no se menciona que Jesús visitase ninguna de las ciudades de Galilea ni de su entorno. Sin embargo, dada la proximidad de Tiberíades a los principales lugares mencionados en los evangelios, es difícil pensar que Jesús se sustrajo por completo a la influencia helenística. El medio campesino, del que procedía Jesús, veía con hostilidad a las ciudades. Los campesinos de Galilea soportaban importantes cargas impositivas, tanto del poder político (la monarquía de Antipas), como del religioso (el Templo de Jerusalén), y su situación económica debió de ser bastante difícil.

Galilea fue la región judía más conflictiva durante el siglo I, y los principales movimientos revolucionarios antirromanos, desde la muerte de Herodes el Grande en el año 4 AEC. hasta la destrucción de Jerusalén en el año 70, se iniciaron en esta región. La lucha contra el Imperio romano fue, según el historiador Geza Vermes, "una actividad galilea general en el primer siglo d. C.".

Se debe tomar en cuenta, además, que la cuestión étnica y racial era mucho más marcada en la antigüedad que en estos días. Las comunidades étnicas o raciales en el mundo antiguo tienden a permanecer más o menos homogéneas, sobre todo si se trata de provincias, como Galilea. Incluso ciudades donde el aspecto racial es relevante como en la Jerusalén judía del siglo I que mantenía separados a los judíos de los que no lo son, no son como las ciudades de hoy en día, donde el espectáculo multirracial se halla presente por todas partes.

Jesús fue seguido y reconocido como el Mesías por muchos judíos en Galilea, en Jerusalén y en todas partes donde predicó. Conociendo lo extraordinariamente celosos que son los judíos en términos raciales (desde las leyes raciales dictadas por Esdras y Nehemías cuatro siglos antes de Jesús) es muy ilógico pensar que los judíos le siguieron a pesar de no ser judío racialmente. Ningún judío le habría seguido si no lo hubieran reconocido como uno de los suyos, racial e ideológicamente.

Si Jesús, aunque "culturalmente judío", era racialmente "ario" sólo "porque vivía en Galilea", tendríamos que asumir que todos los galileos o una parte considerable de ellos eran arios, y entonces habría algún registro de ello, como las anotaciones de César describiendo el temple ario en el físico y en el espíritu de los galos que ha tenido que combatir. Algún vestigio de esa arianidad se conservaría todavía hoy en los habitantes del norte de Palestina… etc.

También los judíos se habrían percatado de ello, y no los habrían reconocido como judíos, y no obstante, a través de todo el Antiguo Testamento, la gran aspiración judía es la unión del norte de Palestina con el sur (el Reino de Israel, donde se encuentra Galilea, con el Reino de Judá, donde se halla Jerusalén). Es un hecho histórico que los judíos buscaron siempre esa unión nacional (cuya separación sólo fue producto de cuestiones políticas) con el norte, precisamente, porque se sabían parte de una sola nación (una unidad racial) que implicaba a los judíos del norte llamados israelitas, y a los judíos del sur. Si los israelitas –tribu a la que pertenecía Jesús- hubieran sido arios (única cuestión que podría explicar que Jesús fuera ario) los judíos no habrían buscado tal unidad nacional, y por el contrario, habrían sido tan enemigos de los israelitas como lo fueron de los romanos.

Por último, pretender atribuirle a Jesús "arianidad racial", es no entender el concepto real de arianidad, mismo que se refiere exclusivamente a lo indoeuropeo. No se puede ser "biológicamente ario" y culturalmente semita porque, para empezar, lo ario denota primariamente una cultura indoeuropea y no sólo una tipología racial. El hecho de que muchos semitas, especialmente entre fenicios y la nobleza de los hebreos, pudieran ser antropológicamente de raza caucásica de mucha pureza, no los convierte de ninguna manera en arios. Un griego ario que luego es judaizado, traiciona con ello sus raíces arias y abandona su arianidad.

Los fariseos

El judaísmo actual tuvo su origen en el Cautiverio de Babilonia (586 AEC - 537 AEC), durante el cual aparecieron los fariseos, allí escribieron la Torá (Pentateuco) partiendo de antiguas tradiciones orales y escritos hebreos, y el canon definitivo del Tanaj (Antiguo Testamento) quedó definitivamente establecido en el siglo II de nuestra era[5]. El judaísmo surgió de la mano de los fariseos y saduceos, y se conformó desde el siglo VI a. C. hasta el siglo V de nuestra era, cuando se escribieron los primeros ejemplares del Talmud, el más conocido es el de Babilonia[6]. Aunque su forma escrita apareció en esa época, el Talmud proviene de tradiciones orales anteriores a la destrucción del Segundo Templo en el año 70 d. C.

Los fariseos habrían surgido de los hebreos que tuvieron contacto con la cultura babilonia y persa durante el exilio y adquirieron características culturales (y quizás también raciales) diferenciadas a los hebreos que se habían quedado en Judea (de los persas adoptaron ideas como la creencia en un estado futuro de premios y castigos, la inmortalidad del alma, la resurrección de los muertos, el dualismo entre el bien y el mal, el juicio final, el Mesías e incluso el monoteísmo). Por lo que habría una diferencia, al menos cultural, entre los hebreos antiguos y la minoría de la clase alta hebrea que volvió del exilio babilónico y que se hizo con el poder primero en Judea y luego en las regiones cercanas como Samaria o Galilea.

Según los cristianos, estos hechos explicarían la insistencia de Jesús en oponerse a fariseos y saduceos, pese a que Jesús fue criado bajo el mismo judaísmo que produjo la Tanaj. Por otro lado, se argumenta que por parte de los esenios, se dio un intento de volver a la "doctrina hebrea original" (¿Acaso al yahvismo politeísta?) y que estaban enfrentados a la clase dominante judía, pero vivían alejados de la sociedad.

Genealogía

Otras interpretaciones de tipo teológico, por ejemplo, citan que los evangelistas, Mateo y Lucas, muestran que José es hijo de diferentes padres: de Jacob (Mateo 1:16) y de Elí (Lucas 3:23), respectivamente (por lo que ambas versiones se contradicen entre sí); en cualquier caso, ambos, de padres judíos, de la casa de David: Jacob fue ancestro de Salomón, hijo de David (Mateo 1:6); y Elí fue descendiente de Natán, hijo de David (Lucas 3:31). Según los creyentes, Jesús habría sido concebido en María por obra del Espíritu Santo, por lo que no sería hijo biológico de José; se alega que de acuerdo con esta creencia, no habría razón pensar que Jesús pudiera haber sido teológica, ni genéticamente judío, sin embargo esto omite el hecho de que el judaísmo se transmite por vía materna y que María era judía, también de la casa de David: según el Nuevo Testamento, tanto María como José observaban la Torá (Lucas 2:39) y el Pésaj (Lucas 2:41) y según el dogma de la hipóstasis o unión hipostática (unión de dos naturalezas) que se expresa también en el credo niceno, Jesús no sólo posee naturaleza divina sino también humana (Juan 1:1,14; Col 2:9; Juan 8:58;10:30-34; Heb 1:8). Por otro lado, los judíos creen que el Mesías (en hebreo מָשִׁיחַ, maschíaj) debe nacer de dos padres de la casa real de David.

Relación con gentiles

En Mateo 15:21-28, Jesús llama "perros" a los gentiles, tal como los judíos se referían despectivamente a los extranjeros. Según este pasaje, mientras Jesús se encontraba en la región gentil de Tiro y Sidón, una mujer cananea (gentil, pagana) fue a ver a Jesús porque su hija estaba siendo atormentada por un demonio. Pero Jesús la ignoró y dijo a sus discípulos "No fui enviado sino a las ovejas perdidas de Israel". Después de insistirle a Jesús, éste le dijo: "No se debe echar a los perros el pan de los hijos". Entonces ella le dijo: "Es verdad Señor, pero los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos". Con estas palabras, para recibir de Jesús aquello por lo que fue enviado ("el pan"), la mujer no judía se sometía al rango de inferioridad ("los perros") respecto a los judíos ("los hijos", "los amos") y sólo así Jesús accedió a sanar a su hija, diciéndole: "Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas".

La palabra griega usada en el texto es κυναρίοις kynariois, que significa literalmente 'perritos' o 'perrillos', lo que parece ser una referencia a una mascota; este habría sido un uso más común de 'perros' en una región gentil.

La apologética cristiana argumenta que la intención de Jesús es sólo "poner a prueba" el compromiso de la mujer con su pedido y su fe, pero no puede negar que está comparando la naturaleza de la relación de Dios con "su pueblo elegido", Israel, con el resto del mundo, es decir, poniendo de manifiesto la "superioridad de los judíos y la inferioridad de los gentiles".

En el evangelio hay ciertas contradicciones en cuanto a quienes debía estar dirigida la doctrina de Jesús, ya que en un momento envía a sus discípulos a curar enfermos y les dice:

No vayáis por camino de gentiles, sino sólo id a las ovejas perdidas de Israel
Mateo 10:5-6.

Estas palabras indicarían volver a recoger en el regazo ortodoxo a aquellos judíos que se han extraviado de la Ley de Moisés: "si creyerais en Moisés me creeríais a mí" (Juan, 5:46).

No obstante, después de su resurrección dice:

Por tanto, id, y enseñad a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo
Mateo 28:19-20

Sin embargo, algunos han argumentado que estos últimos versículos no son originales sino que fueron insertados después para dar respaldo especialmente al concepto trinitario.[7][8]

En otra parte Jesús les pone a los fariseos como ejemplo de bondad a los samaritanos, cuando les relata la parábola del buen samaritano (Lucas 10:30-37), dada la aversión que tenía el pueblo judío hacia el pueblo de Samaria. Y cuando iba rumbo a Jerusalén, ya en tierra de Judá, le salieron al encuentro diez leprosos a quienes Jesús pidió dirigirse a los sacerdotes, y en el camino quedaron curados, pero solamente el samaritano, que en Judá era visto como extranjero, regresó a mostrarle su agradecimiento (Lucas, 17:11-19), de los nueve judíos sanados, ninguno regresó a agradecerle a Jesús el favor recibido.

En Juan 4:7-10, dice respecto a una mujer de Samaria:

Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: "Dame de beber". Y es que sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Y es que judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: "Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber"; tú le pedirías a él, y él te daría agua viva".

En Juan 4:22, le dice a la mujer de Samaria:

Vosotros adoráis lo que no sabéis, nosotros, adoramos lo que sabemos, porque la salvación proviene de los judíos.

Los samaritanos eran una mezcla de asirios y otros pueblos con los descendientes de la tribu de Efraín y de Manasés, por lo cual pretendían ser reconocidos como israelitas, lo que causaba desprecio entre los israelitas "puros". Su aspiración a ser reconocidos como judíos es lo que en realidad Jesús admira.

Hereje del judaísmo

El Cristo de San Juan de la Cruz (1951) de Salvador Dalí.

Jesús fue rechazado por las autoridades judías representadas por los fariseos, y lo consideraron hereje, blasfemo y falso profeta. Este rechazo de los fariseos no demuestra que Jesús no fuese judío, ya que como se ha dicho, existían otras facciones judías que a menudo estaban enfrentados entre sí[9]: esenios, saduceos, fariseos, zelotes, sicarios, unos más radicales que otros.

Por otro lado, el hecho de considerarlo hereje, blasfemo y falso profeta demuestra en realidad que Jesús era parte de la comunidad judía, y no al contrario, pues por ejemplo, sería absurdo que llamaran "hereje" a un no judío, tal como un romano.

Os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte! Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.
Mateo 26:64-68

El hecho de que hubiera un grupo de judíos bautizados que reconocían a Jesús como el Mesías y otro que lo veía como un falso profeta, es el origen mismo de una escisión dentro del judaísmo, que en la práctica da lugar a la aparición de una nueva religión. Sin embargo el término "cristiano" como tal, no empezó a ser utilizado hasta después de la muerte de Jesús. Asimismo, la predicación hacia los gentiles no comenzó formalmente sino después de la muerte de Jesús, bajo las enseñanzas de Pablo de Tarso, un judío miembro de la facción rival farisea, con ciudadanía romana que abandonó su elevada posición como miembro de los fariseos para predicar las enseñanzas de Cristo.

Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.
Hechos 11:26

Aunque Jesús vivió la mayor parte de su vida siguiendo la cultura y religión judías, la reforma que llevó adelante en cuanto a sus enseñanzas, agregando nuevas ordenanzas y derogando (o dándole un cumplimiento diferente) a otras que eran seguidas por los judíos, junto con su revelación personal como Mesías, son elementos que hicieron divergente su doctrina del "judaísmo oficial" de su época, lo que le llevó a ser acusado de herejía directa de esta religión.

Ley de Moisés Jesucristo
Harás pagar vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie
Deuteronomio 19: 21
Se cobrara vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, moretón por moretón
Éxodo 21: 23-25
Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.
Lucas 6: 27-29
Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Mateo 5: 43-48
Los judíos deben guardar el Sabbath.
Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo.
Éxodo 20:11
El Sabbath judío fue abolido en la cruz donde Cristo murió[10].
...anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.
Colosenses 2:14

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Referencias

  1. Powell, 1998, p. 181.
  2. Las 6 imágenes más antiguas de Jesucristo
  3. Ernst Hauck. "Welcher Rasse hat Jesus angehoert" Archive.org (Consultado el 30 de julio de 2019).
  4. Juan Manuel Martín Moreno, Historia de Israel: desde Alejandro Magno hasta los tiempos de Jesús
  5. Tanaj Wikipedia
  6. ¿Qué es el Talmud?
  7. F.C. Conybeare, The Eusebian Form of the Text of Mt. 28:19], ZNW 2 (1901): 275-88.
  8. A Collection of Evidence Against the Traditional Wording of Matthew 28:19
  9. N. Por ejemplo, las diferencias religiosas entre los fariseos y saduceos se plasmaron en choques políticos que se agudizaron durante el reinado de los dos hijos de Juan Hircano (134-104 a. C.), Aristóbulo I (104-103 a. C.), quien encarceló a su propia madre y la dejó morir de hambre en prisión, y Alejandro Janeo (103-76 a. C.). Este último hizo crucificar a 3.000 fariseos que se habían rebelado.
  10. ¿Deben los cristianos guardar el Sabbath?