Torá

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Torá (תּוֹרָה Torah, lit., «instrucción, enseñanza, doctrina, ley») es el texto que constituye la base y el fundamento del judaísmo. Es conocido con el nombre de Pentateuco en el cristianismo (los cinco primeros libros del Antiguo Testamento); y At-Tawrat por los musulmanes.

El término proviene de la raíz hebrea .י.ר.ה (Y.R.H.), que significa «acometer» y se halla etimológicamente ligado a las nociones de ley, enseñanza e instrucción.

Para el judaísmo, la Torá es la Ley. Según la tradición judía, involucra la totalidad de la revelación y enseñanza divina otorgada al pueblo de Israel. Considerando la importancia de Moisés en este proceso, ambas denominaciones a veces se refieren a la Torá como la Ley de Moisés, la ley mosaica, e incluso ley escrita de Moisés y se conoce también como los cinco libros de Moisés En hebreo se denominan Jamishá Jumshéy Torá (חֲמִשָּׁה חֻמְשֵׁי תּוֹרָה, "Los Cinco Quintos de la Torá"), más habitualmente se emplea la forma abreviada de esa expresión y se llaman y conocen entonces como el Jumásh (חֻמָּשׁ, "Quinto"). Según la tradición judía; todas las enseñanzas que se encuentran en la Torá (tanto escritas como orales) fueron dadas por Dios a través de Moisés, algunas en el Monte Sinaí y otras en el Tabernáculo. Según el Midrash, la Torá se originó antes de la creación del mundo y se utilizó como modelo para la Creación.

Tanto la Torá como el Tanaj constituyen el libro que los cristianos denominan "Antiguo Testamento". La primera parte de las biblias empleadas por los cristianos incluye los siete textos deuterocanónicos, cuyo origen se halla no en la Biblia hebrea sino en la Septuaginta

Los judíos utilizan la palabra Torá para referirse también a la Mishná, la ley oral, desarrollada durante siglos y compilada en el siglo II por Yehudah Hanasí.

Composición

Los libros que forman la Torá son:

  • GénesisBereshit (בְּרֵאשִׁית), "En el comienzo"
  • ÉxodoShemot (שְׁמוֹת), "Nombres"
  • LevíticoVayikrá (וַיִּקְרָא), "Y llamó"
  • NúmerosBemidbar (בְּמִדְבַּר), "En el desierto"
  • DeuteronomioDevarim (דְּבָרִים), "Palabras"/"Cosas"/"Leyes".[1]

Datación

La mayoría de los eruditos bíblicos creen que los libros escritos fueron producto del cautiverio babilónico (siglo VI a. C.)​ basado en fuentes escritas anteriores y tradiciones orales, y que se completó con revisiones finales durante el período posterior al exilio (siglo V a. C.).​

La Torá final es ampliamente vista como un producto del período persa (539-333 a. C., probablemente 450-350 a. C.). Este consenso se hace eco de una visión judía tradicional que le da a Esdras, el líder de la comunidad judía a su regreso de Babilonia, un papel fundamental en su promulgación Se han propuesto muchas teorías para explicar la composición de la Torá, pero dos han sido especialmente influyentes. La primera, la autorización imperial persa, presentada por Peter Frei en 1985, sostiene que las autoridades persas exigieron a los judíos de Jerusalén que presentaran un solo cuerpo legal.​ La teoría fue demolida en un simposio interdisciplinario celebrado en el 2000, pero la relación entre las autoridades persas y Jerusalén sigue siendo una cuestión crucial.​ La segunda teoría, asociada con Joel P. Weinberg y denominada "Comunidad Ciudadana-Templo", propone que la historia del Éxodo se compuso para satisfacer las necesidades de una comunidad judía post-exílica.​

Una minoría de eruditos situaría la formación final de la Torá algo más tarde, en el período helenístico (333-164 a. C.) o incluso asmoneo (140-37 a. C.). Russell Gmirkin, por ejemplo, aboga por una datación helenística sobre la base de que los papiros elefantinos, los registros de una colonia judía en Egipto que datan del último cuarto del siglo V a. C., no hacen referencia a una Torá escrita, el Éxodo o a cualquier otro evento bíblico.

Influencias sumerio-babilónicas y egipcias en el mito de creación

El mito de creación hebreo narrado en el libro de Génesis contiene elementos o mitemas que se pueden rastrear a mitos y concepciones sumerio-babilónicos, por un lado, y por otro, egipcios.

En el principio Dios creó el cielo y la Tierra. La Tierra estaba en caos y vacía y las tinieblas cubrían el abismo mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.
—Génesis 1:1-2.

En la antigua Mesopotamia se encuentra una variedad de relatos de la creación, entre los cuales destaca el poema babilónico Enuma Elish (lit. 'Cuando en lo alto', s. VII AEC.) que fue también el mito de creación de los sumerios.

Cuando en lo alto los cielos no eran nombrados ni la tierra abajo llamada por su nombre. Cuando el Apsu primordial, su procreador, y Mummu-Tiamat que a todos había engendrado, entremezclaron sus aguas en un solo cuerpo pero las cámaras sagradas no habían sido consolidadas ni se podían encontrar cañas en los juncales. Cuando ninguno de los dioses resplandecía ni eran llamados por sus nombres. Cuando los destinos no estaban fijados, entonces nacieron de su seno.
—Enuma Elish I, 1-11.

Este relato comienza con un estado primordial de "agua" con un ser masculino llamado Apsu (dios del agua dulce: del sumerio temprano: ab, 'agua' y su, 'lejos', 'profundo': 'agua profunda' o 'abismo'; el Abismo u Océano Subterráneo) y uno femenino llamado Tiamat (diosa del agua salada: del sumerio ti: 'vida' y ama: 'madre', o bien del babilonio tiam: 'abismo'), a menudo referida como un dragón o serpiente. Estos representan al ser dual primoridal ya que provienen de una gran masa de agua y juntos engendraron a diversos dioses y criaturas. Estos nuevos dioses perturbaron la calma de Apsu, por lo que éste se decidió a destruirlos, pero uno de ellos, Ea (Enki en idioma babilónico), dios de la magia y del agua, se anticipó a los deseos de Apsu haciendo un conjuro y sumergiéndolo en un largo sueño para luego matarlo. Sin embargo, Ea no pudo hacer nada contra Tiamat quien deseó vengarse por la muerte de Apsu. Enfurecida, creó una legión de demonios liderados por Kingu, que era su amante y uno de sus engendros a quien le dio un gran poder.

Los dioses encomiendan a Marduk, hijo de Ea, la misión de matar a Tiamat y a Kingu, y es nombrado Príncipe de los Dioses. Marduk, es el dios de la tormenta, y mata a Tiamat con el poder de los vientos y con su arco y flecha. El Universo fue creado del cuerpo inmolado de la Serpiente: Tiamat fue cortada en dos, su mitad superior formó el Cielo y su mitad inferior formó la Tierra. Luego, con la sangre de Kingu, Marduk crea al hombre para que sirva a los dioses.

La palabra hebrea para 'abismo', empleada en el texto original del Bereshit (Génesis), es tehom תהום (veharetz hayta tohu va-vohu vekhoshekh al-pnei tehom ve-ruach elohim merakhefet al-pnei hamayyim), el cual es, según muchos, cognado de la palabra acadia tamtu y ugarítica t-h-m que tienen un significado similar. Como tal, se le equiparó con el babilonio Tiam y la serpiente Tiamat.

La palabra "espíritu" o "aliento" es una traducción de la palabra hebrea para 'viento' (en hebreo רוּחַ, ruah). El viento es un poder de un dios de la tormenta (como el Yahvé primitivo), y es lo que Marduk emplea para matar a Tiamat. Por lo que el Bereshit hebreo infiere que "Dios está matando a la serpiente del caos de las aguas y estableciendo el orden en el cosmos, un tema que ahora se sabe que proviene de mitos protoindoeuropeos más antiguos. Por lo tanto, la primera oración de la Biblia está resumiendo el mito de creación babilónico.

Después sigue:

Dios dijo: "Hágase la luz"; y hubo luz. Dios vio que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas.
—Génesis 1:3-4.

La segunda oración cambia a un concepto que está alineado con la mitología egipcia, pues se habla de un milagro de creación semejante a los que se narran en las historias del dios egipcio Ptah, una de las deidades más antiguas de Egipto y un dios creador del que se afirma que existía antes que todas las cosas, y con sólo su voluntad crea todas las cosas y se da cuenta de ello por su palabra. Sólo cuatro versículos iniciales y ya vemos influencia mesopotámica y egipcia en el mito de creación hebreo.

Los autores del Génesis eliminaron los detalles mitológicos del Enuma Elish como personajes y batallas, con el fin de establecer la posición de Dios como un ser supremo todopoderoso y desmitologizar la historia de la creación, por lo que Yahvé contiene una evolución de Marduk que a su vez es también un dios henoteísta.

Referencias

  1. «Bereshit». Consultado el 17 de abril de 2012.

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