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Evangelios apócrifos
Evangelios apócrifos o extracanónicos son antiguos textos cristianos que han sido desestimados por la Iglesia. Por contraposición se suele denominar Evangelio canónico a los textos aprobados por la Iglesia que actualmente conocemos simplemente como el Evangelio. Para desacreditar definitivamente a estos textos y que no sean nunca tenidos en cuenta la Iglesia se refiere a ellos como apócrifos, que significa supuestos, fingidos o fabulosos.
Los evangelios apócrifos surgen en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret y no fueron incluidos posteriormente en el canon de la Iglesia católica, ni fueron aceptados tampoco por otras Iglesias cristianas históricas (Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana e Iglesias protestantes). Pero sí fueron considerados "escritura" por algunas de las facciones en que se dividió el cristianismo durante los primeros siglos de su historia, especialmente por la corriente cristiana gnóstica, que fue la que aportó la mayor parte de estos textos, y por comunidades cristianas que conservaron una ligazón más estrecha con la tradición judía de la que surgió el cristianismo. Este último es el caso del Evangelio de los hebreos y el Evangelio secreto de Marcos, que diversos autores (como Morton Smith) datan como contemporáneos de los evangelios canónicos y aún como fuente de algunos de estos. Debido a este tipo de debates, hay autores que prefieren hablar de "evangelios extracanónicos", en vez de "apócrifos", para evitar un término que implica a priori la falsedad de los textos. El Evangelio de Tomás es incluso datado por algunos expertos en el año 50 d. C., hipótesis que lo convertiría en el más antiguo conocido.[1][2][3]
Sumario
El porqué del rechazo de la Iglesia
Los evangelios apócrifos revelan hechos y concepciones que están en pugna con la imagen que la Iglesia desea transmitir sobre Jesucristo y los apóstoles. Por ejemplo María Magdalena aparece como uno de los mas prominentes discípulos de Jesús, capaz de comunicarse con el maestro después de su muerte mediante una aparición. Queda de manifiesto de inmediato en los relatos una rivalidad por el liderazgo entre ella y Pedro. Al fundar este último la Iglesia Cristiana, María Magdalena es representada como una prostituta en los evangelios canónicos y desdeñada. Los seguidores de María Magdalena pasan de ser cristianos a transformarse en los primeros gnósticos.
En otro pasaje podemos leer lo que sigue...
Revelaciones del evangelio apócrifo de Bernabé
A continuación se citan algunos puntos rechazados por la Iglesia sobre el evangelio apócrifo de Bernabé[4].
- En el momento en que los judíos se preparaban para ir a capturar en el huerto de los Olivos a Jesús, éste fue arrebatado al tercer cielo.
- Porque no morirá hasta el fin del mundo, y se crucificó a Judas en su lugar.
- Dios permitió que el discípulo traidor pareciese a los judíos hasta tal punto semejante en su rostro a Jesús, que lo tomasen por él, y que, como a tal, lo entregasen a Pilatos.
- Aquella semejanza era tamaña, que la misma Virgen María y los mismos apóstoles fueron engañados por ella.
- Y, el día en que se publicó el decreto del Gran Sacerdote, la Virgen María volvió a Jerusalén con Jacobo, con Juan y conmigo.
- Y, temerosa de Dios, y aun sabiendo que el decreto del Gran Sacerdote era injusto, ordenó a los que residían con ella que olvidasen a su Hijo, profeta tan santo, y muerto, sin embargo, con tanta ignominia.
- Mas Dios, que conoce lo que pasa en el corazón de los hombres, comprendía que estábamos abrumados de dolor, a causa de la muerte de Judas, la cual mirábamos como la de Jesús mismo, nuestro maestro, y que experimentábamos el más vivo deseo de verlo, después de su resurrección.
- He aquí por qué los ángeles que guardaban a la Virgen María subieron al tercer cielo, en que Jesús estaba acompañado de sus ángeles, y lo enteraron de lo que ocurría.
- Entonces Jesús pidió a Dios que le diese medios de ver a su madre y a sus discípulos.
- Y Dios, lleno de misericordia, ordenó a cuatro de sus ángeles más queridos, Gabriel, Miguel, Rafael y Uriel, que llevasen a Jesús a la casa de su madre, y que lo guardasen allí durante tres días consecutivos, no dejándolo ver por más personas que por las que creyesen en su doctrina.
- Y Jesús, rodeado de esplendor, llegó a la habitación en que estaba la Virgen María, con sus dos hermanas, y Marta con María Magdalena, y Lázaro conmigo, y Juan con Jacobo y con Pedro. Y, al verlo, fuimos presa de tal pavor, que caímos todos al suelo como muertos.
- Mas Jesús, levantando a su madre y a sus discípulos, dijo: No temáis, ni lloréis, porque vivo estoy, y no difunto, como habéis creído.
- Y cada cual permaneció largo tiempo como fuera de sí, ante el asombro de ver a Jesús, a quien juzgaban muerto.
- Y, con grandes gemidos, la Virgen exclamó: Te ruego, hijo mío, que me digas por qué, habiéndote dado Dios el poder de resucitar a los muertos, has sufrido la muerte tú, con gran vergüenza para tus parientes y para tus amigos, y con gran oprobio para tu doctrina, de suerte que todos los que te aman están como heridos de estupor y de agonía.
- Mas Jesús, abrazando a su madre, repuso: Puedes creerme, madre mía, cuando afirmo que nunca he muerto, y que Dios me ha reservado hasta el fin del mundo.
- Y, habiendo hablado así, ordenó a los cuatro ángeles que se dejasen ver, y que diesen testimonio del modo como las cosas habían ocurrido.
- Y los ángeles aparecieron como cuatro soles deslumbrantes, y de nuevo todos los asistentes, presa de pavor, cayeron como muertos.
- Entonces Jesús dio cuatro velos a los ángeles para que se cubriesen, y para que, de esta manera, su madre y sus discípulos pudiesen soportar su aspecto, y oírlos hablar.
- Y, animándolos a ello, dijo: He aquí a los ministros de Dios. Gabriel anuncia los secretos divinos. Miguel combate a los enemigos del Altísimo. Rafael recibe las almas de los muertos. Uriel, en el último día, llamará a juicio a todos los hombres.
- Y los ángeles contaron a la Virgen lo que Dios les había mandado, y cómo Judas había sufrido una transformación para que sufriese la pena que había querido infligir a otro.
- Y yo, Bernabé, dije a Jesús: ¿Me permitirás, oh maestro, dirigirte una pregunta, como cuando habitabas entre nosotros?
- Y Jesús repuso: Pregunta, Bernabé, todo lo que quieras, y te responderé.
- Y yo inquirí: Maestro, puesto que Dios es misericordioso, ¿por qué nos ha atormentado así, y por qué ha consentido que creyésemos que había muerto, mientras tu madre te lloraba hasta el punto de hallarse muy cerca de morir también? Y a ti, que eres el Santo de Dios, ¿cómo éste te ha dejado expuesto a la infamia de morir sobre el Calvario, entre dos ladrones?
- Y Jesús contestó: Créeme, Bernabé. Siendo Dios la pureza misma, no puede ver en sus servidores la menor falta, que no castigue severamente. Y, como mi madre y mis discípulos me amaban con un afecto demasiado terrestre y humano, Dios, que es justo, ha querido castigar este afecto en el mundo mismo, y no hacerlo expiar por las llamas del infierno. Aunque yo hubiese llevado en la tierra una vida inocente, no obstante, como los hombres me habían llamado Dios e Hijo de Dios, mi Padre, no queriendo que fuese, en el día del juicio, un objeto de burla para los demonios, prefirió que fuese en el mundo un objeto de afrenta por la muerte de Judas en la cruz, y que todos quedasen persuadidos de que yo había sufrido este suplicio infamante. Y esa afrenta durará hasta la muerte de Mahoma, que, cuando venga al mundo, sacará de semejante error a todos los que creen en la ley de Dios.
Referencias
- ↑ John P. Meier,A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus, v. 1, p. 128.
- ↑ Theissen, Gerd, Annette Merz (1998). El Jesús Histórico: Una guía completa. Minneapolis: Fortress Press. pp 38-39. ISBN 0-8006-3122-6.
- ↑ Stevan L. Davies, Análisis de correlación
- ↑ Evangelio apócrifo de Bernabé