Jungla de Calais

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"Jungla de Calais" es el modo en que popularmente se denomina a un grupo de asentamientos ilegales de inmigrantes ubicados en el norte de Francia.

Desde fines de las década de 1990 empezaron a aparecer las junglas calasinas en localidades como Calais, Coquelles y Sangatte (todas cercanas a la boca continental del Eurotúnel), construidas normalmente por personas provenientes de Asia y África que intentan migrar de manera clandestina al Reino Unido.

Periódicamente las junglas calasinas son desmanteladas por orden del gobierno francés como una estrategia para solucionar de manera temporaria a las crisis que se generan en la región debido a las tensiones que se producen entre los inmigrantes y la población local. Sin embargo en cuestión de meses los asentamientos siempre resurgen.

Origen del término

Dado que los primeros asentamientos ilegales fueron creados por inmigrantes provenientes de Afganistán, esos mismos inmigrantes utilizaron la palabra persa "jangal" –que equivale a "bosque" en español– para referirse al área silvestre de las afueras de Calais en la cual se habían instalado. Los calasinos, sin embargo, deformaron el término hasta convertirlo en "jungla".

La denominación, que al principio sonaba peyorativa y era evitada por la prensa políticamente correcta, se mantuvo y se popularizó, perdiendo así su carácter ofensivo.

Localización

Las junglas calasinas no tienen una localización precisa, pues los inmigrantes las crean en los espacios que encuentran aptos para ello y las sostienen hasta que los diversos gobiernos franceses se dignan a erradicarlas. De ese modo ha habido junglas en zonas boscosas, en las inmediaciones del área portuaria, en predios pertenecientes a fábricas inactivas, y en terrenos baldíos y edificios abandonados ubicados en el interior de los sectores más urbanizados de la región.

En enero de 2015 el gobierno francés creó el Centro Jules Ferry, el cual es administrado por La Vie Active, una ONG vinculada a partidos de centroizquierda. El mismo está ubicado en las afueras de Calais, en un sitio en el que antiguamente funcionaba una colonia de vacaciones para jóvenes en edad escolar. Allí se les provee gratuitamente de almuerzo y cena a los niños inmigrantes, se les permite dormir bajo techo a madres con hijos pequeños, y se les da acceso a duchas con agua caliente y a letrinas a todos aquellos que quieran usarlas, así como también se les autoriza a los inmigrantes a utilizar los dispositivos para recargar las baterías de los celulares.

Las comunicaciones entre los habitantes de las junglas calasinas y las autoridades gubernamentales francesas o los voluntarios de las asociaciones humanitarias se efectúan mayormente en inglés y árabe, idiomas que son comprendidos por la mayoría de los inmigrantes.

Ciclo de crisis

Invasión de Sangatte

Desde la apertura del Eurotúnel en 1994, el departamento francés de Paso de Calais comenzó a recibir a numerosos inmigrantes interesados en ingresar de manera clandestina al Reino Unido a través de la estructura que atraviesa subterráneamente el canal de la Mancha, y que une a la isla con el continente europeo.

Debido a ello, la empresa Groupe Eurotunnel tuvo que invertir cifras millonarias para mejorar el sistema original de seguridad, multiplicando las rejas, colocando abundantes alambres de púas, instalando cámaras de vigilancia, y contratando a un cuerpo de 300 celadores para patrullar día y noche alrededor de las inmediaciones de la terminal francesa del Eurotúnel.

En 1999 la Cruz Roja Internacional desembarcó en la zona a pedido del gobierno de Francia y del Groupe Eurotunnel, acondicionando un galpón que los administradores del Eurotúnel les cedieron a la ONG en la localidad de Sangatte. La idea era reunir al medio millar de inmigrantes que vagabundeaban por la región y que para ese entonces se los encontraba habitualmente durmiendo en plazas o templos cristianos. Sin embargo el gesto humanitario sólo sirvió para que se instalase la idea de que el gobierno de Francia les estaba facilitando la estadía a los inmigrantes, por lo que rápidamente comenzaron a llegar nuevos migrantes y el sitio no tardó en saturarse. Para 2001 el predio estaba completamente desbordado, habiendo llegado a albergar a unas 2.000 personas. Allí fue cuando empezaron a emerger las primeras junglas en las áreas boscosas que rodean a Calais.

Por aquella época las patrullas del Groupe Eurotunnel impedían diariamente el ingreso de, aproximadamente, 200 ilegales al Reino Unido; sin embargo durante la Navidad de 2001 unas 500 personas intentaron penetrar todas juntas y por la fuerza al túnel, lo que provocó la clausura del sitio y el cese de operaciones de la empresa por unas horas, mientras policías y gendarmes reinstauraban el orden usando armas de disuasión.

El episodio disparó el criticismo por parte de la prensa conservadora francesa. Unos meses después también los progresistas se sumarían al grupo de presión, luego de que un partido de fútbol entre kurdos y pastunes disputado en el campamento de Sangatte terminara desencadenando una trifulca que dejó un muerto y decenas de heridos, y que nuevamente requirió de la intervención de las fuerzas del orden para contener los desmanes.

En diciembre de 2002 el Ministro del Interior Nicolas Sarkozy anunció que el centro de inmigrantes de Sangatte sería finalmente clausurado para comienzos de 2003, ya que el gobierno británico había aceptado albergar a unas 1.500 personas en su territorio, mientras que el resto, por su parte, serían reubicadas en ciudades del sur de Francia, previo otorgamiento de los respectivos permisos de residencia permanente.

Desalojos de 2009

Dado el final feliz para los inmigrantes que tuvo su invasión a Sangatte, desde 2003 la región de Paso de Calais no dejó de recibir a nuevos forasteros. A los provenientes de Pakistán, Afganistán, Irán e Irak, se le empezaron a sumar gente originaria de Siria y Bangladesh, como también de los países que componen el Cuerno de África y de Sudán.

La acción policial logró controlar temporalmente a la proliferación de nuevas junglas, pero poco a poco la región comenzó a presenciar el renacimiento de los asentamientos ilegales, ya que a cada clandestino detenido intentando ingresar al Eurotúnel o buscando abordar un barco en el puerto los uniformados no podían más que retenerlo por unas horas en una comisaría, para luego soltarlo sin ningún tipo de sanción. ACNUR abrió una delegación en Calais para asesorar a los inmigrantes en busca de asilo, pero sus acciones no tuvieron un impacto significativo.

La población local empezó a experimentar una creciente inseguridad (el índice de hurtos, robos, violaciones y homicidios comenzó a crecer de manera alarmante) y el atractivo turístico de la región se vio erosionado a causa de la mala reputación.

Éric Besson, un socialdemócrata devenido sarkozysta, asumió en enero de 2009 la conducción del Ministerio de Inmigración, Integración e Identidad Nacional con la intención de poner en marcha una supuesta solución al problema de la inmigración masiva en Francia. Por ello ese año inició una campaña contra las junglas calasinas, la cual se desarrolló a través de desalojos policíacos y demolición de chabolas.

Para octubre de 2009 todos los asentamientos ilegales habían sido erradicados, y todos los inmigrantes habían sido reubicados en diversas localidades a lo largo y ancho de Francia. Empero, al comenzar la primavera de 2010, Calais volvió a estar plagada de inmigrantes, la mayoría de los cuales eran las mismas personas que habían sido reubicadas por el gobierno francés unos meses antes y que ahora habían retornado a pie a las cercanías del Eurotúnel.

Asaltos de 2014

Entre la primavera de 2013 y la de 2014, Europa vio ingresar a miles de inmigrantes asiáticos y africanos a través del mar Mediterráneo. Debido a ello el número de forasteros volvió a sobrepasar el millar en Calais y sus alrededores, y los episodios de inseguridad volvieron a multiplicarse de manera alarmante. Policías y gendarmes tuvieron que intensificar los patrullajes no sólo para proteger a la población local, sino también para evitar que los inmigrantes africanos importasen sus violentos conflictos tribales a territorio europeo.

Mucho más organizados que antes, entre agosto y octubre de 2014 los inmigrantes intentaron llevar a cabo una serie de intensos asaltos a barcos transbordadores y camiones que usan el Eurotúnel para ingresar al Reino Unido.

La situación fue tan crítica que la alcaldesa de Calais, la derechista Natacha Bouchart, amenazó con clausurar el puerto, acción que de haberse concretado hubiese perjudicado sobre todo a los británicos. Finalmente el gobierno del Reino Unido le otorgó 14 millones de euros a los franceses para que reforzasen la seguridad y contuviesen a los inmigrantes.

El enjambre humano

Inmigrantes ilegales intentando engancharse debajo de los camiones que viajan a Inglaterra
Concientes de lo compleja que se había vuelto la situación en Calais y sus alrededores, los miembros del gobernante Parti Socialiste se vieron obligados a actuar. Los ministros Bernard Cazeneuve y Manuel Valls anunciaron en 2015 tanto la creación del Centro Jules Ferry para contener a los inmigrantes, como la construcción de viviendas en diversos puntos del territorio francés para instalar allí a los extranjeros y permitirles convertirse en ciudadanos del país. También armaron en el sur de Calais un vecindario con casas fabricadas a partir del reciclaje de enormes contenedores de metal que, sin embargo, no terminó siendo ocupado, debido a que los inmigrantes se quejaron de la ubicación del sitio y adujeron que el manejo incorrecto del espacio volvía poco habitable al lugar.

Los británicos, por su parte, se desentendieron del problema. El Primer Ministro David Cameron, al referirse sobre el tema, sólo atinó a decir: "tienes a un enjambre de personas llegando por el Mediterráneo, que buscan una vida mejor, que quieren llegar a Gran Bretaña porque aquí hay empleos, una economía pujante y es un lugar increíble para vivir". De allí que el gobierno del Reino Unido se limitó únicamente a financiar el establecimiento de un puesto de control de las fuerzas de seguridad británicas en territorio francés, para coordinar así los esfuerzos destinados a combatir el tráfico ilegal de personas.

Hacia mediados de 2015 el número de inmigrantes había crecido en Calais hasta alcanzar la cifra de 5.000 personas. Ante el aumento de las críticas, el gobierno anunció que lanzaría un operativo para ofrecer una solución drástica: sólo se les permitiría permanecer en Francia a aquellos extranjeros que calificasen como asilados, deportando al resto hacia sus países de origen. Sin embargo esa promesa no se cumplió: los socialistas se limitaron a enviar aviones para recoger a la gente que habitaba las junglas, con el fin de reubicarlas en otras ciudades francesas (la gran mayoría de éstos reubicados procedieron después a retornar a Calais vía tren, por lo que toda la operación gubernamental de traslados sólo produjo gasto del tesoro público y fue usada como una estrategia propagandística de cara a las elecciones regionales).

Fastidiados por la situación, un nutrido grupo de patriotas europeos organizó en noviembre de 2015 una multitudinaria manifestación exigiendo la erradicación definitiva de las junglas de Calais y la remigración de sus habitantes. De la misma participaron los miembros del colectivo francés Sauvons Calais, una delegación de la English Defence League y algunos emisarios alemanes del movimiento PEGIDA bajo la consigna de "Europe Rising".

A comienzos de febrero de 2016 otra gran manifestación se desarrolló en Calais para exigir la detención de la Gran Sustitución. La misma sirvió para lanzar oficialmente a la sección francesa de PEGIDA. En esa oportunidad el General Christian Piquemal fue detenido por la policía, episodio que captó durante varios días el interés de la prensa nacional, dado el importante peso de su figura ante la opinión pública.

Un par de semanas después, la Justicia falló a favor de la alcaldía de Calais, ordenando la destrucción de la más grande de las junglas de Calais debido a que se trataba de un asentamiento sin la más mínima infraestructura necesaria para garantizar el bienestar de su población. Así, mientras las topadoras arrasaban con la zona sur de la jungla, muchos pobladores se acomodaron en la zona norte, empeorando con ello sus condiciones de vida. Sin embargo el operativo fue detenido por unos 150 clandestinos munidos de armas blancas que interrumpieron a los trabajadores franceses. Ello causó una gran indignación entre los patriotas europeos.

Meses después el Brexit provocó una situación inédita en las junglas de Calais, elevando al número de inmigrantes a una cifra cercana a las 10.000 personas para mediados de agosto. El desbordamiento obligó al gobierno francés a reubicar a miles de clandestinos, muchos de los cuales fueron instalados en París, en dos campamento para refugiados, uno masculino y el otro femenino. Para diciembre de 2016 el número de forasteros en Calais había descendido hasta la centena y los británicos habían financiado la construcción de un muro a la vera de la autopista para disuadir a los inmigrantes que intentan ocupar camiones. Sin embargo en febrero de 2017 se registró un incidente en una gasolinera, en el que policías locales tuvieron que intervenir para rescatar a un camionero y disuadir a decenas de inmigrantes que pretendían utilizar su vehículo para ingresar al Reino Unido, anunciando así el retorno de las hordas inmigratorias a Calais.

Condiciones de vida

Las viviendas de las junglas calasinas suelen estar hechas con madera, plástico, lona, cartón y/o chapas metálicas, por lo que son muy precarias. Las mismas carecen de servicios de agua potable, gas natural o energía eléctrica, aunque ocasionalmente los inmigrantes se las ingenian para crear conexiones clandestinas y proveerse de manera ilegal de esos servicios.

Los baños de cada vivienda suelen estar ubicados afuera de la misma: la gente cava un pozo en el que defeca y orina, a veces ocultándose con paneles de cartón, y otras veces haciéndolo al aire libre. Dado que el acceso a las duchas del Centro Jules Ferry es complicado por la cantidad de gente que allí concurre, los inmigrantes suelen ingresar a los natatorios municipales de Calais y usar sus baños y sus piscinas para asearse. Ello provocó que se haya reducido drásticamente el número de habitantes locales que concurren a esos lugares.

En el interior de las junglas hay comercios ilegales administrados por algunos de los habitantes del lugar y dedicados a las ventas de alimentos. También se suelen acondicionar espacios para llevar a cabo celebraciones de cumpleaños y aniversarios, o simplemente para bailar como en una discoteca. Son muy comunes los torneos de fútbol, principal entretenimiento de los inmigrantes y principal fuente de conflictos interétnicos. En ocasiones se les ponen nombres a los pasillos de la jungla como si se tratasen de auténticas calles.

Dado que varios profesionales de la salud (fundamentalmente británicos) trabajan como voluntarios en la zona, las poblaciones de las junglas gozan en general de un buen estado físico.

Sólo una ínfima fracción de los niños de las junglas calasinas asisten a las escuelas francesas. El resto recibe instrucción básica por parte de sus familias, de algunos miembros de organizaciones humanitarias y de imanes musulmanes.

Violencia

Externa

La aparición de las junglas calasinas multiplicó enormemente las actividades delictivas en la zona del norte de Francia. La población local se enfrenta a una amenaza permanente de robos violentos y agresiones sexuales. Son casos emblemáticos, por ejemplo, la vez en que, en octubre de 2005, una pareja de sordomudos fue salvajemente agredida, y la mujer terminó violada por dos inmigrantes, o la vez en que, en octubre de 2016, una traductora de árabe que trabajaba para France 5 fue interceptada por un inmigrante que la llevó al interior de una jungla y la violó amenazándola con un cuchillo.

También el vandalismo se ha vuelto un fenómeno más que común en Calais. No sólo es habitual la destrucción del mobiliario público o el daño contra la propiedad privada, sino que además suelen aparecer pintadas callejeras insultando a la nación francesa.

Pero sin lugar a dudas quienes más sufren por la presencia de los inmigrantes son los conductores de camiones, los policías y los bomberos. Los primeros se enfrentan a constantes ataques en las rutas, en donde son agredidos con la intención de que se detengan o demoren su marcha para que así los inmigrantes puedan abordar sus vehículos y viajar como polizontes hasta el Reino Unido. Los policías y los bomberos, por su parte, casi a diario tienen que intervenir en las junglas o en sus cercanías, y muchas veces resultan insultados o agredidos con proyectiles.

Los trabajadores del puerto también son víctimas habituales de la inseguridad.

Interna

Las agresiones entre los habitantes de las junglas calasinas son algo cotidiano, ya que esa gente normalmente resuelve sus conflictos apelando a la violencia. Las riñas más graves por lo general tienen lugar entre personas de diferentes orígenes nacionales, aunque también han sucedido numerosos episodios de extrema violencia protagonizados por personas de la misma etnia.

Las mujeres y los niños son objetos de constantes ataques por parte de los hombres. Muchos niños y niñas han sido violados en reiteradas ocasiones (dadas las costumbres islámicas, la vulnerabilidad de los menores en ese aspecto es enorme). Las mujeres también suelen ser víctimas de las violaciones, y por ello el número de embarazos indeseados y de personas contagiadas por enfermedades de transmisión sexual es elevadísimo.

Atentos a esta situación, las autoridades gubernamentales y las organizaciones humanitarias han procurado desde 2015 establecer mecanismos de protección para mujeres y niños. Ello llevó a que se cree un sistema de prostitución en las junglas, que es manejado por algunos de los habitantes de los asentamientos y consumido exclusivamente por los propios inmigrantes.

Las drogas ilegales circulan con relativa facilidad en el interior de las junglas.

Organizaciones

Anti-inmigrantes

Si bien los calasinos se han asociado desde 1994 para debatir sobre la inmigración en su ciudad, la primera organización que consiguió eco nacional por sus acciones antiinmigracionistas fue el colectivo Sauvons Calais, fundado en 2013 por Kevin Reche, un militante del Parti de la France.

En 2015 Christophe Griffart –un hombre cercano a Terre et Peuple– creó Calais Idéoscope, un foro de discusión para debatir sobre la inmigración en el norte de Francia e informar sobre el drama que los locales sufren a causa de los extranjeros. Por filmar en una jungla acompañado de otros seis hombres fue atacado por un grupo de inmigrantes, sin embargo los patriotas franceses se defendieron. Posteriormente, y asesorados por grupos antifascistas, los agresores se presentaron ante la Justicia francesa afirmando haber sido víctimas de la violencia xenófoba, y los siete hombres de Calais Idéoscope fueron imputados como si fuesen criminales.

En 2016, después del arresto de Christian Piquemal, nuevos colectivos aparecieron en Calais: la Grand Rassemblement du Calaisis –que reúne a cientos de pequeños y medianos comerciantes de la zona, cuyas actividades económicas se han visto afectadas por el incremento de la inseguridad–, Les Calaisiens en Colère –que agrupa a víctimas del delito que experimentaron físicamente las agresiones por parte de los inmigrantes– y Les Oubliés de Calais –que concentra a los residentes calasinos cuyas propiedades se encuentran en las zonas cercanas a las junglas. Aunque oficialmente estos movimientos son apolíticos, lo cierto es que desde sus inicios contaron con el apoyo de organizaciones como Génération Identitaire, Front National de la Jeunesse, Mouvement d'Action Sociale, Jeunes du SIEL y PEGIDA.

Estos grupos han organizado manifestaciones y acciones de protesta tanto contra el gobierno francés como contra el británico (un ejemplo de ello es cuando un convoy de vehículos que se mueven a una velocidad muy baja se apoderan de la ruta A16, dirigiéndose hacia el sur, lo que hace que todos los demás conductores que ingresan a Francia desde Inglaterra se demoren de manera exasperante).

Pro-inmigrantes

Hay decenas de organizaciones que asisten a los inmigrantes en Calais. Algunas –como el movimiento católico Emmaüs y la ONG protestante CIMADE– intervienen en nombre de la solidaridad cristiana, en cambio otras lo hacen en nombre de la fraternidad islámica: tal es el caso de Secours Islamique. No faltan tampoco aquellas agrupaciones como la Association des Marocains en France, la Action Tunisienne, la Fondation Frantz Fanon y el Mouvement Burkinabe des Droits de l’Homme et des Peuples que apoyan a los inmigrantes arguyendo que todos los extranjeros de Francia deben unirse frente a la xenofobia.

Ligue des Droits de l’Homme, Fédération des Acteurs de la Solidarité, Initiatives pour un Autre Monde y Calais Ouverture et Humanité son organizaciones progresistas y globalistas que habitualmente operan con la intención final de minar el orden nacional. Care4Calais es un popular grupo de voluntarios británicos con un ideario similar, cuya directora, Clare Moseley, fue descubierta intimando sexualmente con un inmigrante tunecino que se hacía pasar por un refugiado sirio[1]. El caso tuvo fuertes repercusiones en el Reino Unido, ya que la ONG de Moseley ha sido esencial para conseguir el apoyo para la causa inmigracionista de varios artistas de renombre internacional como el actor Jude Law y el pintor Bansky.

Otras asociaciones son menos sutiles para ocultar sus ansias lucrativas bajo el disfraz de la ayuda humanitaria. Tal es el caso de Utopia 56, un movimiento centroizquierdista con fuerte presencia en Calais, que, junto con el estudio de arquitectos Actes et Cités, gestionó a principios de 2016 la creación de La Linière, el primer campo de refugiados en suelo francés que se ajustaba a los estándares internacionales especificados por ACNUR. La empresa, que costó cerca de 4 millones de euros y fue financiada por la ONG suiza Médicos Sin Fronteras, se desarrolló en la localidad de Grande-Synthe y contó con el apoyo del alcalde verde Damien Carême. Se trató de una pequeña ciudad modelo, que hasta poseía su propia mezquita. Sin embargo el proyecto duró alrededor de un año, ya que, sobrepoblado desde fines de 2016, terminó siendo destruido por un incendio en abril de 2017.

La École Laïque du Chemin des Dunes es una ONG creada por un inmigrante nigeriano que asumió la misión de alfabetizar a los niños de las junglas calasinas, esperando con ello recibir subvenciones del Estado francés.

De todos modos la más peligrosa de las organizaciones no gubernamentales instalada en Calais es sin dudas la red No Borders. Este movimiento reúne a toda clase de militantes ultraizquierdistas de diversas partes del mundo, y colabora activamente en la planificación de acciones violentas protagonizadas por los inmigrantes en contra de las autoridades francesas.

Referencias

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