Lucifer de Cagliari

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Tumba de Lucifer de Cagliari
Lucifer de Cagliari, (muerto en 371) fue un obispo católico de Cerdeña célebre por su acérrima oposición al arrianismo y por haber liderado el cisma luciferino que da origen a la identificación entre su nombre y la figura de Satán. Es una de las principales figuras heréticas del siglo IV, exiliado por estos motivos de Cerdeña en el 355, a instancias del emperador Constancio. Pudo volver a la muerte de éste en 361 gracias a Juliano el Apóstata. Escribió cinco tratados que contienen numerosas y extensas citas de la Escritura. Constituye uno de los testimonios más relevantes de la Biblia antes de la creación de la Vulgata latina por Jerónimo.

Vida

Se ignora por completo el año y el lugar de nacimiento de Lucifer de Cagliari. También las circunstancias de su juventud nos son por completo desconocidas. Su primera aparición en la escena pública ocurre el año 354, cuando fue comisionado por el papa Liberio para solicitar al Emperador Constancio que convocara el Concilio de Milán. Dicho consilio trataría de las acusaciones contra Atanasio y terminaría por convertirse en una instancia previa de su condenación. Las circunstancias del Concilio de Milán provocaron el destierro de Lucifer de Cagliari a la región de Germánica, en Siria, junto con su correligionario en esta causa, Eusebio de Vercelli. Luego, Lucifer sería desterrado a Eleuterópolis, en Palestina, y finalmente sería llevado a la región de Tebaida berciana. Cuando Juliano el Apóstata permitió a todos los exiliados volver a sus respectivas ciudades, Lucifer de Cagliari marchó a la región de Antioquía desde donde combatió con implacable celo las medidas tomadas por Atanasio en el Concilio de Alejandría. Finalmente se retiró a la región de Cerdeña donde protagonizó el capítulo más interesante de su vida al frente de una de las herejías más célebres del siglo IV, la herejía luciferina. Las consecuencias de esta herejía redundarían en el llamado Cisma Luciferino, una de las primeras crisis de la Iglesia Católica en las que la constante de la amenaza de la escisión se haría presente.

Concilio de Milán

El concilio de Milán (354) convocado por el recién electo Obispo de Milán, Auxencio, tenía por objeto ratificar las tesis de la herejía arriana. El arrianismo era una doctrina que postulaba que Cristo era sólo una criatura creada por Dios, pero no era Dios en sí mismo. Esta doctrina había sido condenada por el Concilio de Nicea (325), pero en los días de Lucifer de Cagliari se había vuelto a poner en boga gracias a la notable influencia que sobre el Emperador Constancio ejercían sus partidarios. Contra el arrianismo se alzaba la doctrina trinitaria (actual dogma del cristianismo) que contaba entre sus más ilustres partidarios a Atanasio, Obispo de Alejandría. El Concilio de Milán era tanto una instancia de ratificación del arrianismo como una oportunidad para censurar al Obispo de Alejandría (pues el arrianismo era una doctrina no sólo surgida en Alejandría, sino que ampliamente popular también en ese lugar). Delegado por el papa Liberio, Lucifer de Cagliari, también partidario de la doctrina trinitaria y enconado detractor del arrianismo, tenía como misión defender a Atanasio en el Concilio de Milán. Pero su apología fue tan apasionada y virulenta que en lugar de conseguir la absolución de Atanasio provocó todavía más iras entre sus adversarios quienes no dudaron en condenarlo e instigar su destierro al desierto de Egipto.

En su exilio Lucifer de Cagliari no cesó de combatir las tesis arrianas y escribió un libro extraordinariamente virulento que tituló Ad Constantium Augustum pro sancto Athanasio libri . En él hizo no sólo una elocuente defensa de la ortodoxia católica, sino además un ataque implacable contra el Emperador que muy bien pudo haberle significado mayores represalias.

En Antioquía Lucifer de Cagliari las emprendió contra todos quienes habían vacilado en su adhesión al Credo Niceno, y desde esa posición política participó en las reyertas religiosas de la época. Todo en su carácter no hacía sino vaticinar lo que vendría después con el Concilio de Alejandría.

Concilio de Alejandría

Convocado por el Obispo Atanasio de Alejandría este Concilio se propuso indultar a todos los obispos que habían abrazado la doctrina arriana y retornarlos a la Iglesia. Esto provocó el enojo más severo en Lucifer de Cagliari quien a partir de ese momento se convirtió en el más resuelto opositor a Atanasio, el antiguo Obispo que había defendido en el Concilio de Milán.

La protesta de Lucifer de Cagliari contra la indulgencia que se perseguía en el Concilio de Alejandría alcanzó niveles extremos, al punto de anatematizar a su antiguo correligionario Eusebio de Vercelli, quien había sido encargado de ejecutar los decretos del Concilio.

Al ver que su posición no ganaba adeptos ni en oriente ni en occidente se retiró a Cagliari, en Cerdeña, donde tras reasumir sus funciones de Obispo formó un pequeño grupo de herejes que compartían su doctrina e inició una severa rebelión al interior de la cristiandad.

Cisma Luciferino

Se conoce como Cisma Luciferino al movimiento de protesta encabezado por Lucifer de Cagliari, en Cerdeña, que amenazó con escindir la primitiva Iglesia cristiana. Los luciferinos buscaban que todos quienes habían adherido al credo de Arrio fueran finalmente privados de su dignidad sacerdotal y en el caso de ser Obispos debían ser excomulgados de la Iglesia. Se opusieron tenazmente, por tanto, al perdón y las indulgencias que pregonaba el Concilio de Alejandría para con los arrepentidos y renegados de la doctrina arriana. Pero su protesta no tuvo el eco que esperaban y los luciferinos se vieron prontamente enfrentados a una fuerte oposición. Ello hizo que delegaran a Marcelino y Faustino, dos sacerdotes que participaban de la revuelta luciferina, para que presentaran al Emperador Teodosio la bien conocida petición Libellus Precum, en las que explicaban sus agravios y reclamaban protección.

Fuentes

  • Martín Geneve

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