Maquiavelismo

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Estatua de Maquiavelo en un palacio de Florencia, Italia.

El concepto del maquiavelismo procede de las éticas inmorales u acciones consideradas negativas en la sociedad en general. Sin embargo, su origen es mucho más extenso y amplio, derivando este de la doctrina política e ideas de Nicolás Maquiavelo a través de sus obras, El Príncipe y los discursos. El florentino, considerado humanista, padre de las ciencias políticas y filósofo , es el autor de esta gran polémica al desligar la política del dominio de la moral y la religión.

Las doctrinas de Maquiavelo fueron universalmente reprobadas por todo tipo de monarquías y se escribieron numerosos tratados para rebatirla. Pero fueron leídas y practicadas de forma unánime, siguiendo el principio hipócrita que propugnaba el mismo Maquiavelo, quien para componer su libro se fundó solamente en lo que había visto en vez de precocinar vanas especulaciones moralizantes. La crueldad inteligente, para Maquiavelo, puede ser un atributo del buen gobierno cuando el monarca necesita asentar su autoridad, a fin de evitar el mal mayor del desgobierno. Goethe lo expresó con una famosa máxima: "Prefiero la injusticia al desorden".

Elementos del maquiavelismo

En obras como los Discursos sobre la primera Década de Tito Livio, Maquiavelo propone cuál ha de ser el príncipe o gobernante ideal, fundándose en su experiencia política como secretario de príncipes y en sus múltiples lecturas como historiador. Le obsesiona sobre todo cómo ha de ser el caudillo que logre la unidad e independencia de Italia, víctima de numerosas intrusiones exteriores y divisiones internas en múltiples repúblicas que luchan celosamente entre sí. Propone, de hecho, la figura de Fernando el Católico a causa de su astucia.

La contribución del maquiavelismo y que resultó fundamental para la doctrina política europea, fue la separación de la ciencia política de la moral y la religión. Maquiavelo establece que la conducta práctica del político se ha de desarrollar al margen de consideraciones teóricas fuera de la realidad. La obsesiva persecución del poder y del prestigio costara lo que costara, con independencia de consideraciones éticas que se posponen a ese fin, ya que el fin importa más que los medios. Dicha concepción tiene antecedentes antiguos, especialmente griegos, en las ideas de Anacarsis el escita y de Trasímaco. El político, para gobernar a los hombres, ha de disciplinarlos. Para ello debe conseguir prestigio y autoridad mediante el uso la fuerza, lo que exige prescindir de consideraciones éticas y usarlas solamente como apariencia, de forma que se establece como principio supremo la razón de estado: el objetivo del Estado es su propia supervivencia, y ésta puede llegar a legitimar un mal menor a costa de evitar un mal mayor. Eso viene a suponer que la mentira es la conducta política menos mala y que el asesinato político queda autorizado si es encubierto y con ello se logra que un número mayor de personas no muera:

Cuando un príncipe dotado de prudencia ve que su fidelidad en las promesas se convierte en perjuicio suyo y que las ocasiones que le determinaron a hacerlas no existen ya, no puede y aún no debe guardarlas, a no ser que él consienta en perderse. Obsérvese bien que si todos los hombres fueran buenos este precepto sería malísimo; pero como ellos son malos y que no observarían su fe con respecto a ti si se presentara la ocasión de ello, no estás obligado ya a guardarles la tuya, cuando ello te es forzado.

Hay dos tipos de príncipes para Maquiavelo: los que escuchan y los que no escuchan. Si el príncipe es débil, debe recurrir a la astucia mejor que a la fuerza y no ser esclavo de su palabra, sino de su conveniencia. Afirmó, pues, que "la fuerza es justa cuando es necesaria" y que "si puedes matar a tu enemigo, hazlo; si no, hazte amigo suyo".

Maquiavelo describe a los gobernantes que realizan acciones inmorales como virtuosos. La estructura y complejidad del Príncipe genera distintos puntos de vista; pero queda claro que el objetivo al que Maquiavelo quería llegar era "mostrar a otro cómo funcionan las relaciones reales de poder en la modernidad, y cómo se logra la estabilidad para que éste pueda tomar el mando y salvar a Italia.". La paradoja se encuentra en que ningún en lugar de El Príncipe o los Discursos se encuentran las palabras “el fin justifica los medios”, frase que se atribuye a la principal enseñanza de la primera obra.

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