Miguel Junyent
Biografía
Junyent militó en las filas de la Juventud Católica, desde donde se acercó al carlismo.
Luis María de Llauder lo reclutó para trabajar en El Correo Catalán cuando aún era un estudiante de derecho en la Universidad de Barcelona. En 1903 asumió la dirección del periódico, sucediendo en su puesto a Salvador Morales Marcén. Para esa época la publicación representaba un medio a la vanguardia de la prensa contemporánea de Cataluña.
La avanzada laicista impulsada desde el gobierno nacional con el fin de erradicar al catolicismo del espacio público lo obligó a reconciliarse con los integristas. De ese modo, mientras Juan Vázquez de Mella y Ramón Nocedal se abrazaban en Tafalla para crear a la Alianza Católica Antiliberal, Junyent se abrazó con Mariano de Rocafiguera en Vich para constituir la versión catalana de esa coalición.
Sin embargo Junyent, especulando políticamente, calculó que así como había cerrado la brecha con los integristas levantando la bandera de la defensa de la religión verdadera ante las amenazas de sus enemigos, así también podía cerrar la brecha con los catalanistas promoviendo la oposición a la Ley de Jurisdicciones que los liberales habían impulsado para centralizar al poder en España. De ese plan surgió Solidaridad Catalana, una unión bastarda que hizo confluir en un mismo espacio a los católicos monárquicos con los regionalistas, los republicanos federales y los republicanos catalanistas (el principal opositor carlista a esa vinculación de expresiones ideológicas tan disímiles fue Dalmacio Iglesias). Lógicamente la coalición se impuso de manera aplastante en Cataluña en las elecciones de 1907 y Junyent obtuvo así su diploma de diputado en las Cortes Españolas como representante del distrito de Vich.
La mayor parte de Solidaridad Catalana se alineó con el gobierno del conservador Antonio Maura, quien había mostrado voluntad de desinflar la ofensiva antirreligiosa y congelar la centralización territorial; empero, al mismo tiempo que se producía ese acercamiento entre las fuerzas catalanas y los partidócratas, escalaron las tensiones en el interior de un movimiento que tenía más motivo para enemistarse que para cooperar. En 1910 Junyent intentó retener su banca en el parlamento, pero cayó derrotado ante el liberal Rómulo Bosch.
En 1914 el pretendiente Don Jaime lo oficializó como jefe del tradicionalismo en su región, eclipsando con ello al Duque de Solferino. Su acuerdo con la Liga Regionalista para que los carlistas actúen electoralmente usando ese sello le permitió en 1918 converirse en senador por la provincia de Barcelona. Al año siguiente fue junto a Narciso Batlle y Baró el representante carlista en las discusiones para la elaboración del Proyecto de Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Otra iniciativa importante en la que estuvo involucrado Junyent -en este caso junto al industrial Salvador Anglada y al periodista Pedro Roma- fue en la creación de los Sindicatos Libres. En efecto, ante el creciente pistolerismo anarco-comunista que azotaba a Cataluña, una corriente sindical de inspiración nacionalista y católica emergió en Barcelona liderada por Ramón Sales; Junyent, Roma y Anglada se esforzaron por absorberla en el interior del tradicionalismo, dándole así al movimiento carlista catalán un brazo obrero bien organizado.
En 1922 fue electo concejal del Ayuntamiento de Barcelona, ejerciendo el cargo de teniente de alcalde. Dos años después participaría de la creación del Banco Catalán Hipotecario, siendo miembro de su directorio junto a otros ilustres carlistas como Mariano Bordas y Vicente Mariner Gimeno.
Con el ascenso al poder de Miguel Primo de Rivera, Junyent optó por ubicarse en el ala opositora, coincidiendo con la postura de Don Jaime (a raíz de ello sería condecorado por el rey con la Cruz de la Legitimidad Proscrita).
La Segunda República puso a Junyent en una situación política mucho más compleja que todas las que había vivido hasta ese entonces. Como miembro de la Comunión Tradicionalista se integró a la alianza Derecha de Cataluña en 1932. Su intención era alcanzar una banca en el recientemente creado Parlamento de Cataluña, sin embargo quedó muy lejos de obtener los votos necesarios para ingresar al órgano legislativo regional.
El nuevo gobierno encabezado por Francesc Macià se ocupó de hostigar a El Correo Catalán y al Banco Catalán Hipotecario. Tras recibir repetidamente ataques de toda índole, Junyent llegó a ser detenido y encerrado en un barco durante varios días por intentar defender a unos jóvenes carlistas que habían sido agredidos tras asistir a una misa en la Iglesia de San Agustín.
Consciente de que para triunfar el carlismo necesitaba de líderes enérgicos, decidió jubilarse cediéndole el puesto de director de El Correo Catalán a Juan Soler Janes y ungiendo como jefe regional del movimiento a Mauricio de Sivatte.
Una enfermedad comenzó a aquejarlo en sus últimos años. Cuando se inició la Cruzada de Liberación Nacional, Junyent la apoyó fervorosamente. Debido al hecho de que el alzamiento nacionalista en Cataluña fue un fracaso, se desató una cruenta ola represiva por parte de los rojos. Junyent se escondió fuera de su hogar para no volverse víctima de los chequistas. Logró permanecer durante varias semanas invisible ante la mirada de los antiespañoles, pero el deterioro de su salud lo obligó a buscar auxilio en el hogar de una sus hijas. Allí falleció en el mes de agosto de 1936. La noche en que su vida expiró fue descubierto por un grupo de tareas formado por anarquistas, los cuales -dependiendo de las versiones sobre el acontecimiento- o bien se habrían enfurecido por encontrar a Junyent muerto y le habrían disparado un tiro al cadáver, o bien se habrían retirado en silencio, avergonzados por dejar que la naturaleza les ganara de mano en su labor destructora.