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Movimiento Nacional-Socialista de Chile
Movimiento Nacional-Socialista de Chile (siglas "MNS" también conocido como Nacista) fundado en Chile, por Jorge González von Marées y Carlos Keller el 3 de abril de 1932. Un movimiento siempre denotado por su innovación, en una línea populista y algo strasseriana (izquierdista) y teniendo sus bases doctrinarias en el Ideario Portaliano.
No se debe confundir con el Nazismo Alemán ya que en Chile había una filial NSDAP, que era opuesta a los Nacistas Chilenos.
Sumario
Desarrollo del partido
El desarrollo del partido se realizó de forma correcta, sin excesivo crecimiento espectacular, pero sin problemas internos de ningún tipo. Pronto llegó a controlar, como la mayoría de los movimientos fascistas de la época, los recintos universitarios de Valparaíso y Santiago de Chile y sus escuadristas uniformados solían asistir a las clases sin que encontraran oposición. Ocupaba por entonces la presidencia de la República, Arturo Alessandri Palma al frente de un gobierno de centro-derecha. Los "nacistas" (pues así se les conocía popularmente) habían conseguido en distintas consultas electorales un porcentaje pequeño y 30.000 votos como máximo. Sin embargo en un país como el Chile de aquella época en que los bloques electorales se encontraban muy polarizados, ésta era una cifra que podía decidir una elección.
Su símbolo fue la bandera de la patria vieja, la cual exhibía en su centro un rayo ascendente de color rojo. El uniforme del militante, estaba compuesto por una camisa gris oscuro, al que se le sumaba una corbata y sombrero militar de igual color. De este ultimo, prendía una piocha, donde se distinguía el brazo musculoso de un trabajador.
Esta indumentaria, era complementada con un terciado café oscuro, cuyo cinturón presentaba una hebilla de forma circular, cuyo centro contiene un rayo similar al de la bandera de la organización.
Sus principales medios de propagación de sus ideas, fueron la revista "Acción Chilena" y el diario quincenal "Trabajo".
Otras iniciativas del movimiento fueron el Cuerpo Voluntario del Trabajo (CVT), organización partidaria que efectuaba trabajo social en los barrios, poblaciones etc..; El Grupo Dador de Sangre (GDS); Las Brigadas Femeninas (BF); El grupo Nacista Universitario (GNU): La Juventud Nacionalsocialista (JNS); El Ropero del Pueblo, grupo encargado de confeccionar, arreglar, recolectar prendas de vestir para su donación a la gente necesitada, además de la Bolsa del Trabajo.
El MNS al poco tiempo de su fundación, logró una gran adhesión en los sectores medios y acomodados, perseguidos por los partidos de derecha, atacados sus locales y militantes por los grupos marxistas-estalinistas, formara en 1933 las Tropas Nacistas de Asalto (TNA), cuya misión fue la de protección y disuasión de las fuerzas atacantes, falleciendo en violentos enfrentamientos callejeros cuatro de sus militantes.
En 1935 esta agrupación cuenta a lo largo del país con un numero de 20.000 militantes, logrando una importante presencia en las federaciones de estudiantes universitarios y un regidor por la ciudad de Santiago, don Mauricio Mena.
En las elecciones parlamentarias de 1937, dicha organización obtiene 3 escaños en el parlamento: Jorge González von Marées por Santiago, Henry Guarello Fritz por Valparaíso y Gustavo Vargas por Temuco; perdiéndose la candidatura de Carlos Keller por Concepción.
En el Congreso, los nacistas presentarán los proyectos de Voto femenino, la creación de corporaciones de reconstrucción y fomento, impuesto extraordinario a las empresas del cobre norteamericanas, ubicadas en Chile, la suspensión del pago de la deuda externa y la reserva de millas marítimas para la explotación exclusiva nacional.
Para las elecciones presidenciales de 1938, el MNS conforma junto a sectores independientes la Alianza Popular Libertadora, que eleva la candidatura del General (R) Carlos Ibáñez Del Campo.
El 4 de septiembre de ese año, se desarrolla una de las mayores concentraciones de la época, que reúne a 100.000 personas, esta marcha es llamada "La marcha de la Victoria".
La masacre del Seguro Obrero
- Artículo principal: "Masacre del Seguro Obrero"
Inexplicablemente el lunes 5 de setiembre de 1938 cuando los cañones tronaban en España y la batalla del Ebro cobraba su máximo dramatismo, un grupo de jóvenes toscamente armados penetraban en la torre de la Caja de Seguro Obrero. Paralelamente otro comando de treinta jóvenes ocupaba, armado, la Casa Central de la Universidad de Chile. Todavía la historia no ha aclarado exactamente el motivo de esta acción, ni sus pretensiones.
El drama se cerró cuando ambos grupos se rindieron sin ofrecer resistencia a los militares que acudieron a sofocar la revuelta. Solamente murió un carabinero y 63 "nacistas" sobre 64 que componían los dos comandos. El escándalo estalló cuando se supo, por el único superviviente, que las fuerzas armadas habían disparado sobre los jóvenes cuando se encontraban desarmados y ya se habían rendido. Su acción tenía un simple significado de represalia. La historia no ha desvelado quién dio la orden de matarlos, ni tampoco la consigna de sublevación.
Apoyo al Frente Popular
Enfurecido por esta masacre, el MNS acentuó sus tendencias populistas y se coaligó en un Frente Popular con socialistas y comunistas formado de cara a las elecciones que tuvieron lugar el 25 de octubre de 1938. La candidatura frente-populista de Pedro Aguirre Cerda resultó vencedora por sólo 4.000 votos de diferencia. La ayuda de los "nacistas" fue del todo inestimable para las izquierdas pero costó cara al MNS.
El Apoyo a Allende y el error político
Se une a las izquierdas siendo éstas extraordinariamente más potentes y mejor organizadas. Fue un acto de puro despecho y represalia por la matanza de los 59 nacistas. El MNS se transformó en Vanguardia Popular Socialista sufriendo múltiples escisiones y abandonos. Con esta sigla tuvo energía para llegar hasta la llegada al poder de Salvador Allende Gossens, pocos días antes de la cual se le descubrió un arsenal de armas y explosivos, siendo encarcelados sus dirigentes y disuelta definitivamente la organización.
Se le atribuye el haber conseguido los pocos votos que le faltaban a Allende para llegar al poder.
Artículo de Opinión
Nacionalismo chileno e integración iberoamericana (I Parte)
por Patricio Lara
Al escuchar la palabra "nacionalismo", inmediatamente tendemos a relacionarla con grupos chovinistas que denigran a inmigrantes peruanos o descargan su ira contra el pueblo argentino. Pero muy poco se conoce acerca de la proyección latinoamericanista que movimientos e intelectuales autocalificados como nacionalistas han llegado a proclamar. Comenzando por los numerosos ensayos bolivarianos escritos por el periodista Joaquín Edwards Bello hasta las tesis integracionistas del Centro de Estudios Chilenos CEDECH, haremos un repaso por cada una de aquellas personalidades o instituciones que hayan comprendido al nacionalismo no como un odio hacia el vecino o un patrioterismo termocéfalo, sino como la búsqueda del ansiado proyecto de Bolívar, en pos de la regeneración de Nuestra América disgregada en conveniencia de los imperialismos.
Si bien en nuestra introducción hemos hecho alusión a aquellos intelectuales o movimientos nacionales que han mostrado ciertos atisbos de iberoamericanismo, no podemos dejar de lado a su verdadero patriciado fundacional, surgido en la década de 1910 y que contó entre sus filas con Francisco Encina, Alejandro Venegas, Tancredo Pinochet y Luis Galdames, entre otros. En relación a estos, el Director del Departamento de Historia de la Universidad de Valparaíso, profesor Leonardo Jeffs Castro, comenta: “pese a no desarrollar aún las tesis integracionistas latinoamericanas, este grupo de pensadores, en los años del primer Centenario, fueron unos verdaderos aguafiestas para el júbilo de nuestra oligarquía, próspera gracias a los beneficios del salitre. A pesar de toda la algarabía de la élite, la generación fundacional de nuestro nacionalismo llegó a la conclusión de que el país se encuentra sumergido en el atraso, con un pueblo empobrecido e ignorante y una crisis de identidad enorme”.
Siguiendo esta línea, en la década de los 20’ surgiría la Obra Magna del periodista y ensayista Joaquín Edwards Bello, Nacionalismo Continental, la cual según el mismo Raúl Haya de la Torre “no va a perderse en las vaguedades retóricas de la gran mayoría de los hombres que en nuestros países quieren resolver sus problemas fundamentales con palabrería, con charlatanería de andaluces, más o menos agradables”. Este ensayo, será lo que en un plano práctico intentaron fraguar próceres como Bernardo O’higgins o un José Antonio Vidaurre, es decir, promover el objetivo de la creación de un bloque iberoamericano, que por medio de la interdependencia de las patrias, hiciera frente a la injerencia tanto cultural como económica de las grandes potencias de la época. Otro aspecto a destacar, es la crítica hacia la ‘fronda aristocrática’, que según nuestro autor, estaría engolosinada con todo lo venido de Europa, especialmente si era francés o anglosajón; nadie en el país estaba interesado por reforzar nuestra cultura o buscar la propia identidad, todo era importar, y nada crear o adaptar, no adoptar, manifestaría críticamanete Edwards Bello.
En cuanto a verdaderos movimientos de masas, la década del ’20 pareció quedar al debe. Aunque es de importancia recalcar que entre la cúpula castrense las ideas del autor de Nacionalismo Continental y Francisco Antonio Encina y compañía, sí penetraron hondamente. Ejemplo de esto es el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, personaje a quien debemos las principales leyes sociales de la Historia de Chile y que además, en una muestra de profundo sentido común iberoamericanista, reintegrara Tacna a Perú y posteriormente, en 1931, propusiera la Unión Aduanera de Latinoamérica – auténtico antecedente del Mercosur aunque en sentido macro – para contrarrestar la hegemonía norteamericana en la zona.
En 1932, mediante putsch liderado por el militar patriota Marmaduque Grove se proclama la ‘República Socialista de los Trabajores Chilenos’. En su manifiesto fundacional el movimiento insurrecional, a parte de mantener una equidistancia ante los imperialismos de turno – Estados Unidos y la Unión Soviética – “propone la creación de una federación de Estados indoamericanos, con un notorio influjo del APRA peruano que queda de manifiesto además en su emblema”, manifiesta el historiador y sociólogo de la Universidad de Chile Rolando Ortiz Zañartu. En ese mismo año, nacía el Movimiento Nacional Socialista Chileno MNS(*) que, de un modo bastante sui generis, también sustentaba un antiimperialismo latinoamericano. Si bien su líder Jorge González von Marees simpatizaba con la causa del APRA peruano, él no ponía sus manos al fuego por la unión directa del continente bajo un partido guía como proponía la tienda de Haya de la Torre, sino que era partidario de que se formaran movimientos nacionalistas paralelos en las patrias de Iberoamerica y/o lograr constituir gobiernos patriotas fuertes e importantes en cada uno de ellos. En palabras del mismo jefe del MNS:
“..habrá llegado el momento de la constitución del gran bloque continental iberoamericano (…) que permitirá (a las naciones) respaldarse recíprocamente para defenderse de todo intento imperialista y hacerles actuar con dignidad y peso en la historia mundial del porvenir”(**). Este ha sido el primer recuento de los principales movimientos y personalidades del nacionalismo chileno que a la vez han promovido, de un modo u otro, la unidad latinoamericana. Sin duda que en la primera mitad del siglo XX, en Chile, podemos rescatar importantes ideas-fuerza que mantendrán encendida la llama de la revolución por la búsqueda de nuestra Segunda Independencia y el objetivo de concretar el proyecto unificador de próceres como Bolivar, San Martín y Bernardo O’higgins.
(*) Hay que destacar – aunque sea mil veces – que este movimiento no tiene nada que ver con su homólogo alemán. Aquí en Chile existió una filial del NSDAP la cual no permitió la doble militancia con el MNS; ni viceversa.
(**)Moller Roth, Magdalena, “El Movimiento Nacional Socialista Chileno”.
fuente:ContextoGeopolitico