Muro fronterizo Estados Unidos - México

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Tres mil cruces adheridas al muro recuerdan a los migrantes fallecidos en el lugar (Tijuana, México, 2005)

El Muro fronterizo Estados Unidos–México, conocido coloquialmente en México como Muro de la Tortilla,[1][2] es una muralla física construida por Estados Unidos en su frontera con México. Su objetivo es impedir la entrada de inmigrantes ilegales, sobre todo mexicanos y centroamericanos procedentes de la frontera sur hacia territorio estadounidense. Su construcción se inició en 1994 bajo el programa de lucha contra la inmigración ilegal conocido como Operación Guardián (Operation Gatekeeper). Actualmente está formado por varios kilómetros de extensión en la frontera Tijuana–San Diego. El muro incluye tres bardas de contención, iluminación de muy alta intensidad, detectores de movimiento, sensores electrónicos y equipos de visión nocturna conectados a la policía fronteriza estadounidense (Border Patrol), así como vigilancia permanente con camionetas todo-terreno y helicópteros artillados. Otros tramos de muro existen en los estados de Arizona, Nuevo México y Texas.

Desde 1994, cuando empezó la construcción del muro, los inmigrantes ilegales han intentado cruzar por zonas más peligrosas, como por ejemplo el desierto de Arizona, lo cual ha resultado en más de 3000 muertes desde el inicio de su operación.

Recientemente, el congresista estadounidense republicano partidario Duncan Hunter (por California), propuso un plan al Senado el 3 de noviembre de 2005 para reforzar la barrera fronteriza entre los dos países. La propuesta fue aprobada el 15 de diciembre del 2005, lo que significa la construcción de un muro fronterizo de alrededor de 1123 km. A esta escala, el muro sería sólo comparable con la Gran Muralla China. Finalmente, el Senado de los Estados Unidos aprobó el 17 de mayo del 2006 por mayoría (83 votos a favor y 16 en contra), la enmienda que prevé la construcción del citado muro con 595 kilómetros de extensión más 800 kilómetros de barreras para impedir el paso de automóviles.

El 26 de octubre de 2006, el presidente George W. Bush firmó la resolución 6061, que había sido votada por ambas cámaras del Congreso de Estados Unidos.

Rechazo a la resolución 6061

El gobierno federal mexicano, así como intelectuales y ministros de América Latina, la han criticado severamente, condenando la actitud del gobierno estadounidense.

Rick Perry, el gobernador de Texas, también expresó su oposición al bloqueo de la frontera.[3]

El primer ministro canadiense Stephen Harper criticó la postura de Washington diciendo que las barreras inútiles entre los países pueden perjudicar al comercio y al turismo.

Granjeros y comerciantes del estado de Texas (Estados Unidos), manifestaron preocupación por la construcción del muro; pues, temen que sus negocios se vengan abajo, por la poca afluencia de inmigrantes y por bloqueo de las aguas del Río Bravo.

Ironía

En Chihuahua, el diputado del Partido de Acción Nacional Fidel Urrutia, afirmó que el muro fronterizo puede ser incluso ventajoso: ya que "impedirá que nos manden la basura como vehículos chatarra, llantas, productos químicos y para que no entren a nuestro país sus tradiciones mercantilistas como el Halloween y El Día de la Coneja". Asimismo, el muro favorecería a los mexicanos ya que "no se fugarán las fuerzas de trabajo y nuestros talentos, que tristemente allá sí encuentran apoyo para luego ser explotados".[4]

Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México, aunque no explícitamente apoyando el muro, ha dicho que medidas más fuertes contra la inmigración ilegal en Estados Unidos "no estarían del todo mal" ya que "daría incentivos para que el país creara los empleos que son necesarios".[5]

Referencias

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