Neoplatonismo
El neoplatonismo es un sistema de filosofía idealista y espiritualista tendiente al misticismo basada en la revitalización de la escuela filosófica de Platón. Floreció en el mundo pagano de Grecia y Roma a partir del siglo III d.C. y alcanzó su mayor influencia durante la Antigüedad tardía (siglos III al VI d. C.).
Mientras el platonismo original es más filosófico, con su teoría de las Ideas y la búsqueda del conocimiento racional, el neoplatonismo es una evolución que extiende y sistematiza el platonismo, incorporando una estructura ontológica más compleja y un enfoque místico y religioso.
Como consecuencia de la desaparición del antiguo pensamiento materialista o corporealista, ejemplificado en el epicureísmo y el estoicismo, el neoplatonismo se convirtió en la ideología filosófica dominante de la época, ofreciendo una comprensión global del universo y del lugar del ser humano en él.
Entre las ideas comunes que mantiene el neoplatonismo se encuentra —en contraposición a interpretaciones dualistas del pensamiento de Platón— la del monismo, la doctrina de que toda la realidad puede derivarse de un solo principio, «el Uno»
Así, el mundo sensible es una emanación progresiva y degradada desde el Uno. Se destaca la unión mística del alma con el Uno, más allá del conocimiento racional y hay un fuerte énfasis en la unidad y la trascendencia, y en la posibilidad de retorno espiritual hacia el principio supremo.
El neoplatonismo influenció mucho el pensamiento religioso y filosófico posterior, como el cristianismo y la filosofía medieval.
En 529 d.C., el emperador cristiano Justiniano cerró la Academia de Atenas, la última escuela neoplatónica oficial, lo que marca el fin oficial del neoplatonismo clásico.
Historia
El neoplatonismo se originó en Alejandría, Egipto; esta circunstancia, por sí misma, indicaría que, no obstante, el sistema haya sido un producto característico del espíritu helenista, fue ampliamente influenciado por los ideales religiosos y las tendencias místicas del pensamiento oriental.
Es de interés e importancia, no sólo porque es el último intento del pensamiento griego por rehabilitarse a sí mismo y restablecer su vitalidad exhausta mediante el recurso a las ideas religiosas orientales, sino también porque definitivamente entró en servicio del politeísmo pagano y fue usado como arma contra el cristianismo.
El fundador de la doctrina fue Plotino (c. 204/5–271 d. C., un egipcio helenizado quien estudió once años con su maestro Amonio Saccas (185-250 d. C.) antes de profesar su doctrina en Roma a partir de 244. Amonio parece que enseñaba una forma espiritualizada del platonismo, que buscaba reconciliar a Platón con Aristóteles, y unir la filosofía con la vida interior y la contemplación. Su enseñanza habría incluido elementos de trascendencia, unidad suprema y purificación del alma, anticipando el núcleo del neoplatonismo. Amonio no fundó una escuela con doctrina escrita ni dejó una obra sistemática, pero fue la fuente directa de la que Plotino extrajo sus principios. En ese sentido, Amonio Saccas es considerado el puente entre el platonismo medio (más ecléctico) y el neoplatonismo clásico.
El discípulo de Plotino, Porfirio (232 – 304 d. C.), redactó sus lecciones y las publicó, reunidas en seis Enéadas, y tomó la dirección de la escuela neoplatónica a fines del Siglo III. Jámblico (c. 245–325 d.C.), que había sido el editor de Porfirio en Roma, fundó la escuela de Siria y enseñó en Apamea, e introduce la teurgia. Uno de sus discípulos, Edesio de Capadocia, fundó la escuela de Pérgamo. Proclo (c. 412–485 d. C.) quien llevó el neoplatonismo a su expresión más sistemática y matemática, dirigió la Academia de Atenas, heredera de la escuela platónica original.
Más adelante, en la época del Renacimiento, una ola de neoplatonismo surca Italia. Las figuras más destacadas de la Academia platónica florentina fundada entonces fueron Marsilio Ficino y su discípulo Giovanni Pico della Mirandola, autor de textos herméticos y cabalísticos.