Hipatia

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Retrato imaginario de Hipatia, en un detalle de La escuela de Atenas (1509-1510) de Rafael Sanzio; se encuentra en los Museos Vaticanos.[1]

Hipatia (en griego Ὑπατία, transliterado Hypatía [hy pa ˈti a]); Alejandría, 355 ó 370–ibíd., marzo de 415 o 416, fue una filósofa y maestra neoplatónica griega, natural de Egipto,[2] que destacó en los campos de las matemáticas y la astronomía[3]. Fue miembro y cabeza de la Escuela neoplatónica de Alejandría a comienzos del siglo V. Seguidora de Plotino, cultivó los estudios de lógica y las ciencias exactas, llevando una vida ascética y casta. Educó a una selecta escuela de aristócratas cristianos y paganos que ocuparon altos cargos, entre los que sobresalen el obispo Sinesio de Cirene —que mantuvo una importante correspondencia con ella—, Hesiquio de Alejandría y Orestes, prefecto de Egipto en el momento de su muerte.

Hija y discípula del astrónomo Teón de Alejandría, Hipatia es una de las primeras mujeres matemáticas de la que se tiene conocimiento. Escribió sobre geometría, álgebra y astronomía, mejoró el diseño de los primitivos astrolabios —instrumentos para determinar las posiciones de las estrellas sobre la bóveda celeste— e inventó un densímetro.[4]

Los biógrafos de Hipatia dicen que por las mañanas dedicaba varias horas al ejercicio físico, y que posteriormente tomaba baños relajantes que le ayudaban a concentrar su mente para dedicar el resto del día al estudio de la filosofía, la música y las matemáticas. Hipatia era virgen y casta, es decir, estaba al nivel de una sacerdotisa. Era, en suma, una mujer hermosa y sabia, "un ser humano perfecto", tal y como había querido su padre.

Hipatia murió linchada por una turba de cristianos. El asesinato se produjo en el marco de la hostilidad cristiana contra el declinante paganismo y las luchas políticas entre las distintas facciones de la Iglesia, el patriarcado alejandrino y el poder imperial, representado en Egipto por el prefecto Orestes, ex alumno de la filósofa. La práctica totalidad de las fuentes que existen acerca del linchamiento de Hipatia, atribuyen al patriarca Cirilo de Alejandría (370-444) la inducción del asesinato siendo uno de los instigadores principales de la campaña de difamación contra Hipatia, fomentando el prejuicio y la animosidad contra la filósofa.

Hipatia era la víctima perfecta para un sacrificio ritual: europea, hermosa, sana, sabia, pagana y virgen. La crueldad demostrada, incluso en lo referente a la destrucción de su cadáver, nos indica que los cristianos temían enormemente a Hipatia y todo lo que ella representaba. La muerte de Hipatia, además de ser perfectamente ilustrativa de las atrocidades cometidas por los cristianos, inauguró una época de persecución de sacerdotes paganos en Noráfrica, especialmente dirigida contra el sacerdocio egipcio. La mayoría de ellos fueron crucificados o quemados vivos.

Su carácter singular de mujer entregada al pensamiento y la enseñanza en plena Antigüedad Tardía, su fidelidad al paganismo en el momento de auge del cristianismo como nueva religión del Estado romano, y su muerte a manos de cristianos le han conferido gran fama. Movimientos feministas han intentado usurpar la figura de Hipatia en tiempos recientes, siendo que la escuela que dirigía excluía a las mujeres.

Vida

Hipatia en una representación idealizada de 1908.

Juventud

Hipatia nació en Alejandría, capital de la diócesis romana de Egipto, a mediados del siglo IV, en 370, según algunas referencias, y en 355, al decir de otras. Pero dado que su discípulo Sinesio de Cirene nació en torno a 375, esta última fecha parece la más correcta. Su padre fue Teón de Alejandría, un célebre matemático y astrónomo, muy apreciado por sus contemporáneos, que probablemente debió trabajar y dar clases en la Biblioteca del Serapeo, sucesora de la legendaria Gran Biblioteca ptolemaica. Hipatia, por su parte, se educó en un ambiente académico y culto, dominado por la escuela neoplatónica alejandrina, y aprendió matemáticas y astronomía de su padre, quien además le transmitió su pasión por la búsqueda de lo desconocido.

Según el filósofo pagano del siglo VI Damascio, la maestra alejandrina era «de naturaleza más noble que su padre, [y] no se conformó con el saber que viene de las ciencias matemáticas, en las que había sido introducida por él, sino que se dedicó a las otras ciencias filosóficas con mucha entrega». Hipatia aprendió también sobre la historia de las diferentes religiones que se conocían en aquel entonces, sobre oratoria, sobre el pensamiento de los filósofos y sobre los principios de la enseñanza. Viajó a Atenas y a Roma, siempre con el mismo afán de aprender y de enseñar [5]. Damascio afirmaba que «además de conseguir el grado más alto de la virtud práctica en el arte de enseñar, era justa y sabia, y se mantuvo toda la vida virgen», dato confirmado por la Suda, una enciclopedia bizantina del siglo XI, que sin embargo añade que fue «esposa de Isidoro el Filósofo».

La escuela de Hipatia

En torno al año 400 la filósofa se había convertido en líder de los neoplatónicos alejandrinos, y, de acuerdo a la Suda, se dedicó a la enseñanza, centrándose en las obras de Platón y Aristóteles. La casa de Hipatia se convirtió en un centro de instrucción donde acudían estudiantes de todas partes del mundo romano, atraídos por su fama. Entre sus alumnos había cristianos, como por ejemplo su alumno predilecto, Sinesio de Cirene (con posterioridad obispo de Ptolemaida entre 409 y 413), perteneciente a una familia rica y poderosa, que mantuvo una gran amistad con su maestra.[6] Este personaje dejó escrita mucha información sobre Hipatia, y gracias a él conocemos sus obras, aunque ninguna se haya conservado. Dirigió a Hipatia las cartas 10,[7] 15,[8] 16,[9] 46,[10] 81,[11] 124[12] y 154[13] de su epistolario. En esta correspondencia se mencionan los nombres de varios alumnos de Hipatia que fueron condiscípulos suyos: el hermano menor de Sinesio, su tío Alejandro,[14] Herculiano, del que fue gran amigo, y al que consideraba «el mejor de los hombres»,[15] Olimpio, un rico terrateniente de Seleucia Pieria amigo de Sinesio,[16] Isión, íntimo de Sinesio, Hesiquio de Alejandría, gramático y gobernador de Libia Superior, y su hermano Eutropio,[17] el sofista Atanasio, Gayo, pariente de Sinesio, el gramático Teodosio y el sacerdote Teotecno,[18] y unos tales Pedro y Siro,[19] además del futuro prefecto imperial de Egipto, Orestes.

El propio Sinesio manifiesta con elocuencia la devoción que Hipatia despertó en sus discípulos: en la carta 16 de su epistolario la saludaba como «madre, hermana y profesora, además de benefactora y todo cuanto sea honrado tanto de nombre como de hecho».

En las clases de Hipatia no se permitía la presencia de mujeres y tampoco se permitía la presencia de alumnos de las clases más bajas y populares.

La muerte de Hipatia

Hipatia en el Cesáreo antes de ser ultrajada y asesinada, imaginada por el pintor prerrafaelista inglés Charles William Mitchell (1885).

En el año 391, la Iglesia comenzó a apropiarse de algunos templos paganos, lo que provocó numerosos disturbios en las calles. Como respuesta a tales altercados el obispo Teófilo de Alejandría ordenó el ataque del Serapeum, el templo en honor al dios Serapis, patrón de la ciudad y uno de los centros más importantes del culto pagano de Alejandría. Los paganos se refugiaron allí para defenderlo. Tras asediar el edificio, la turba cristiana, al mando del patriarca Teófilo, irrumpe en el templo, asesina a todos los presentes, profana las imágenes de culto, saquea los bienes e incendia su famosa biblioteca. Es la famosa "segunda destrucción" de la Biblioteca de Alejandría. La defensa del templo no se quedó sin la muerte de varios cristianos. El conflicto se resolvió con un edicto del emperador que ordenó a los paganos a abandonar el templo y entregarlo a la Iglesia, declarando "mártires" a los cristianos fallecidos. Los cristianos, al conseguir el templo, lo demolieron, destruyeron la estatua del dios Serapis y sobre sus restos se edificó una iglesia.

Teófilo falleció el 17 de octubre de 412, y su sobrino Cirilo lo sucedió en el título de Patriarca, honor eclesiástico que equivalía al de Papa, y que sólo ostentaban los arzobispos de Jerusalén, Alejandría y Constantinopla, es decir, las ciudades más judías y cristianas del Imperio romano. Durante esta época hubo otra rebelión de masas; de nuevo, se sucedían las peleas callejeras, las tensiones y los ajustes de cuentas entre cristianos y paganos. 24 años tras el segundo incendio de la Biblioteca de Alejandría, el arzobispo Cirilo de Alejandría había iniciado una persecución de los académicos de Alejandría. Esta vez, más radicalizados, los cristianos asesinaban a todo aquel que se negara a convertirse a la nueva religión.

El episcopado de Cirilo muestra una notable continuidad con la política de Teófilo: presión contra los paganos, herejes e incluso judíos, conservación del apoyo de las grandes comunidades monásticas, cultivo de la alianza con el emperador y oposición por todos los medios a la creciente influencia del Patriarcado de Constantinopla, íntimo aliado del trono imperial. Empezó por perseguir a los novacianos, a pesar del edicto de tolerancia que había promulgado hacia ellos Teodosio I en 381. Se apoderó de todos sus objetos sagrados, y quitó al obispo novaciano Teopompo todas sus posesiones. Comenzó así una serie de enfrentamientos y una amarga hostilidad entre el Patriarca de Alejandría y el prefecto imperial Orestes, igualmente cristiano, que veía en el poderoso obispo un detractor del poder y autoridad absolutos del Emperador.

Durante los motines antijudíos que tuvieron lugar en esos años, azuzados por Cirilo, Orestes trató de proteger a los "hijos de Israel", pero, tras una serie de incidentes de gran violencia, Cirilo logró expulsarlos y permitió que sus bienes fueran robados por la multitud. En general, imperaba por entonces en Oriente Próximo un odio visceral entre las dos confesiones religiosas, produciéndose agresiones en ambos sentidos.

Orestes informó al Emperador de las acciones del Patriarca, y, a juzgar por el relato de Sócrates Escolástico, debió solicitar la deposición y destierro de Cirilo, el cual buscó entonces la reconciliación con el prefecto imperial, a lo que éste se negó. Llegaron entonces 500 monjes procedentes del Desierto de Nitria para proteger a su Patriarca, y provocaron una sedición. Al ver al prefecto, que circulaba en un carro, se abalanzaron sobre él llamándole adorador de ídolos y pagano e insultándole. El prefecto exclamó que era cristiano y que le había bautizado el propio Patriarca de Constantinopla. Uno de los monjes, llamado Amonio, hirió a Orestes de una pedrada en la cabeza, por lo que fue detenido, torturado y muerto. Cirilo enterró su cadáver en una iglesia y le tributó honores de mártir, con lo que la ruptura entre el Patriarca y el representante imperial fue total.

"Muerte de la filósofa Hipatia, en Alejandría". Esta versión particular es del libro Lives of Illustrious Scholars, from Antiquity to the Nineteenth Century, de Louis Figuier, publicado por primera vez en 1866. Sin embargo, esta imagen apareció anteriormente en la revista Le Voleur Illustre, número 475, 7 de diciembre de 1865.

Se empezó a correr el rumor entre el populacho cristiano que fue Hipatia quien impidió que Orestes se reconciliara con el obispo. Días después de la acusación, en plena Cuaresma, un grupo de fanáticos procedentes de la iglesia de San Cirilo de Jerusalén, a las órdenes de Pedro el Lector, secuestraron a la filósofa mientras regresaba en carruaje a su casa, la golpearon, la desnudaron y la arrastraron por toda la ciudad, hasta llegar al Cesáreo, magno templo edificado por Augusto tras su victoria sobre Marco Antonio y convertido en catedral de Alejandría. Allí, la violaron varias veces, la golpearon con piedras y después le desollaron la piel, arrancaron la carne con conchas de ostras afiladas y descuartizaron su cadáver. Después pasearon sus trozos como trofeos por la ciudad hasta llegar a un lugar denominado el Cinareo (por su nombre, se supone que es un crematorio), donde finalmente fueron quemados. Hipatia, mujer pura, sabia y justa, murió ultrajada, despellejada y desangrada entre atroces dolores. El arzobispo que ordenó su martirio es recordado por la Iglesia como San Cirilo de Alejandría.

Un exaltado obispo copto del siglo VIII, Juan de Nikiû, la consideraba en plena ocupación árabe una bruja peligrosa, responsable del conflicto entre cristianos y judíos, y de la discordia entre Orestes y Cirilo. Consideraba que la muerte de Hipatia no fue accidental sino deseada por el obispo alejandrino y la estimó una respuesta justificada a supuestas provocaciones de la filósofa.[20]

El historiador bizantino del siglo VI Juan Malalas se equivocaba al afirmar que Hipatia fue quemada viva (lo fue después de muerta), pero admitía la inducción de Cirilo y culpaba también a la propia naturaleza de los habitantes de Alejandría, violentos y «acostumbrados a toda licencia».[21] Juan de Éfeso decía en la misma época que eran una horda de bárbaros «inspirada por Satán»[22] y el propio Cirilo reprochó a los alejandrinos su carácter levantisco y pendenciero en su homilía pascual del año 419. De hecho, pocos años después, en 422, el sucesor de Orestes como prefecto imperial, Calisto, fue muerto en un nuevo tumulto.

Finalmente, la entrada referente a Hipatia en la monumental enciclopedia bizantina del siglo XI conocida como la Suda —siguiendo a Damascio— atribuye también la responsabilidad del crimen a la envidia de Cirilo y al carácter levantisco de los alejandrinos, pero da una clave adicional para comprender la triste muerte de la filósofa al equipararla a los crueles asesinatos de dos obispos impuestos a los alejandrinos por la corte imperial de Constantinopla: el arriano Jorge de Capadocia (m. 361) y el calcedoniano Proterio de Alejandría (m. 457). El primero fue atado a un camello, despedazado y sus restos quemados; y el segundo arrastrado por las calles y arrojado al fuego, asesinatos muy similares al de la propia Hipatia.

Obras

Ninguna de sus obras se ha conservado, pero se conocen gracias a sus discípulos, como Sinesio de Cirene o Hesiquio de Alejandría, el Hebreo.[23]

  • Comentario a la Aritmética en 14 libros de Diofanto de Alejandría.[24]
  • Canon astronómico.[25]
  • Comentario a las Secciones cónicas de Apolonio de Perga, su obra más importante.[26]
  • Tablas astronómicas: revisión de las del astrónomo Claudio Tolomeo, conocida por su inclusión en el Canon astronómico de Hesiquio.
  • Edición del comentario de su padre a Los Elementos de Euclides.[27]

Además de cartografiar cuerpos celestes, confeccionando un planisferio,[28] también se interesó por la mecánica. Se sabe que inventó un destilador, un artefacto para medir el nivel del agua y un hidrómetro graduado para medir la densidad relativa y gravedad de los líquidos, precursor del actual aerómetro,[29] descrito por Sinesio de Cirene:

...es un tubo cilíndrico con la forma y dimensiones de una flauta, que en línea recta lleva unas incisiones para determinar el peso de los líquidos. Por uno de los extremos lo cierra un cono, adaptado en posición idéntica, de manera que sea común la base de ambos, la del cono y la del tubo. Cuando se sumerge en el líquido ese tubo, que es como una flauta, se mantendrá recto, y es posible contar las incisiones, que son las que dan a conocer el peso.
—Sinesio de Cirene, Carta 15, a Hipatia.[30]

Sinesio también la defendió como inventora del astrolabio, aunque astrolabios más tempranos precedan el modelo de Hipatia al menos un siglo —y su propio padre fue famoso por su tratado sobre ellos.[31]

Fuentes

Las principales fuentes que se ocupan de Hipatia son:

  • Sócrates Escolástico, Historia Ecclesiastica, libro VII, capítulos 13 a 15. Ed. online (en inglés).
  • Filostorgio, Historia Ecclesiastica, libro VIII, capítulo 9.
  • Juan Malalas, Chronographia, capítulo 14.
  • Juan de Nikiû, Chronica, 84.87-103.
  • Sinesio de Cirene (1993). Himnos. Tratados, Introducción, traducción y notas de F. A. García Romero. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1627-5.
  • – (1995). Cartas, Intr., trad. y notas de F. A. García Romero. Rev.: C. Serrano Aybar. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1682-4.
  • La enciclopedia Suda, en la voz correspondiente a Hipatia («Ypsilon», 166).

Referencias

  1. Women's influence on classical civilization (Editoras: Fiona McHardy, Eireann Marshall). Routledge, 2004, [1] p.17
  2. Columbia Encyclopedia: «Hypatia»: Alexandrian Neoplatonic philosopher and mathematician.
  3. Toohey, Sue (2003): The important life & tragic death of Hypatia.
  4. Alic, Margaret. El legado de Hipatia: historia de las mujeres en la ciencia desde la antigüedad hasta fines del siglo XIX p.61
  5. Multicultural Resource Center: Hypatia
  6. Blázquez Martínez (2004). No está claro hasta qué punto Sinesio puede considerarse un cristiano al uso. Según su biógrafo Jay Bregman, fue más bien «un “obispo-filósofo” cuya aceptación del cristianismo fue provisional y secundaria respecto a su compromiso con el platonismo» («a Platonic “philosopher-bishop” whose acceptance of Christianity was provisional and remained secondary to his commitment to Neoplatonism»; Bregman [1982: 5]).
  7. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 10 [en inglés]).
  8. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 15 [en inglés]).
  9. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 16 [en inglés]).
  10. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 46 [en inglés]).
  11. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 81 [en inglés]).
  12. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 124 [en inglés]).
  13. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 154 [en inglés]).
  14. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 150 [en inglés]).
  15. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 138 [en inglés]).
  16. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Cartas 44, 133 y 148 [en inglés]).
  17. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Cartas 5 y 93 [en inglés]).
  18. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 5 [en inglés]).
  19. Fitzgerald, A.: Letters of Synesius of Cyrene. Londres, 1926. (Carta 133 [en inglés]).
  20. Chronica 84.87-103 (en inglés).
  21. Chronographia, 14.
  22. Hist. Eccl. IV, 15.
  23. Clio, revista de Historia. «Hipatia, la científica de Alejandría». Consultado el 15, 06 de 2008.
  24. The Life and Legacy of Hypatia
  25. Whitfield, Bryan J.: The Beauty of Reasoning: A Reexamination of Hypatia of Alexandra (en inglés).
  26. Marvin,, Chris, y Sikernitsky, Frank: The Window: Philosophy on the Web (en inglés).
  27. Grout, James. Encyclopædia Romana (en inglés).
  28. Toohey, Sue (2003). «The Important Life & Tragic Death of Hypatia». Skyscript.co.uk. (en inglés)
  29. Vare, Ethlie Ann, y Ptacek, Greg: Mothers of Invention 1988, pp. 24-26 (en inglés).
  30. Fitgerald, A. The Letters of Synesius of Cyrene, OUP, 1929-30. Carta 15 (en inglés).
  31. Marvin,, Chris, y Sikernitsky, Frank: The Window:Philosophy on the Web (en inglés).

Enlaces externos

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