Perro antitanque

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Perro antitanque
Dibujo en que puede verse la carga explosiva adosada al animal y la palanca detonadora en el lomo

Los perros antitanque, conocidos por los alemanes como die Panzerabwehrhunde (traducido literalmente del alemán al español: el perro antitanque; en ruso:собаки-истребители танков) fue un cruel tipo de "arma" antitanque soviética que estaba basada en el uso de perros-mina condicionados y que fue usada durante la Segunda Guerra Mundial por el Ejército Rojo. También conocidos como perros mina, eran perros con explosivos adosados al lomo entrenados para buscar comida bajo tanques y vehículos blindados enemigos tras haberles hecho pasar hambre. Haciendo esto, se accionaba un detonador (normalmente una pequeña palanca de madera), provocando una explosión y dañando o destruyendo el vehículo militar.

Los perros fueron usados por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial,[1][2] contra los tanques alemanes.

Adiestramiento

Los perros no eran alimentados durante unos días, y entonces se entrenaban para encontrar comida bajo un tanque. Los perros rápidamente aprendieron que el ser liberados de sus rediles significaba salir corriendo hacia un vehículo objetivo que estaba aparcado y encontrar comida. Una vez entrenados, los perros se equipaban con una carga explosiva y se les soltaba en un campo de batalla con tanques alemanes acercándose y otros vehículos objetivo. Cuando el perro estaba debajo del tanque —donde el blindaje es más débil— la carga detonaba y dañaba el vehículo enemigo.

Resultados

La realización de este plan tuvo menos éxito. Los Minenhunde, como eran llamados por los alemanes, habían sido entrenados usando tanques soviéticos, y se confundían a veces en la batalla, solo para dar la vuelta y correr hacia los propios vehículos soviéticos.[2] Otras veces, los perros se asustaban del ruido producido por los vehículos y escapaban.

Según la propaganda soviética, -posiblemente exageradas- los perros antitanque tuvieron éxito supuestamente inutilizando unos 300 tanques alemanes. Fueron un verdadero problema para el avance alemán, por lo cual se tuvieron que tomar medidas contra ellos. La colocación de una ametralladora montada sobre la torreta del vehículo blindado resultó ineficaz debido al tamaño relativamente pequeño de los atacantes y al hecho de que estaban cercanos al suelo, eran rápidos y difíciles de ver. Se ordenó a cada soldado alemán abrir fuego contra cualquier perro que vieran. Finalmente, los alemanes comenzaron a usar lanzallamas montados en los tanques para desviar a los perros. Tuvieron mucho más éxito al disuadir los ataques, pero algunos perros no paraban ni por miedo al fuego ni a ser quemados.

Referencias

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