Pitufos

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Imagen de los Pitufos

Los Pitufos (en el original francés: Les Schtroumpfs; en inglés: The Smurfs) son unos personajes creados por el dibujante belga Peyo en la historieta La flauta de los seis pitufos (La Flûte à Six Schtroumpfs) perteneciente a su serie Johan y Pirluit para el semanario Le Journal de Spirou el 23 de octubre de 1958. Tal fue el éxito de estas criaturas azules de pequeño tamaño, equivalentes a gnomos o duendes benignos, que pronto protagonizaron sus propias historietas, así como películas, series de dibujos animados y videojuegos.

Racismo

Pitufo malvado representado de color negro

«El pequeño libro azul: análisis crítico y político de la sociedad de los pitufos», del francés Antoine Buéno, sitúa bajo la lupa esa sociedad de pequeños seres y concluye que reproduce estereotipos racistas, totalitarios y antisemitas.

Entre otras cosas se apunta que los pitufos son una sociedad uniforme racialmente. Cuando el villano Gargamel crea a Pitufina para causar caos entre los pitufos esta originalmente tiene rasgos semitas; nariz ganchuda y pelo negro y picudo. Papá Pitufo la convierte en una Pitufina “buena” usando magia, y básicamente la “arianiza” pues la Pitufina resurge ahora rubia y de rasgos europeos.

Otro ejemplo es que cuando una epidemia que vuelve a los pitufos malvados se dispersa por entre la aldea, los pitufos malos se vuelven negros. Además, en el Ku Klux Klan por lo general los miembros usan capuchas blancas, salvo el líder o Gran Dragón que usa capucha roja, algo similar se ve en la ropa de los pitufos salvo su líder, Papa Pitufo que viste de rojo.

Estereotipo

Personaje judío Gargamel vendiendo niños de aspecto blanco a un siniestro personaje con rasgos similarmente judíos
Gargamel y su gato Azrael. Nótese la similitud con el aspecto de la caricatura judía clásica más abajo
Judío

Gargamel es visto frecuentemente como un estereotipo judío, su aspecto físico parece recordar a las caricaturas judías clásicas; calvo, narigón, encorvado, etc., además de que su eterno compañero es su gato Azrael (uno de los nombres que recibe el ángel de la muerte entre los judíos y musulmanes y tiene por misión recibir las almas de los muertos y conducirlas para ser juzgadas). Además el padrino de Gargamel tiene un nombre hebreo: Baltazar.

Gargamel además es codicioso, mentiroso, ladrón, avaro, traicionero y cruel (incluso con sus aliados Escrúpulos y Azrael).

Desde el «Papá pitufo», jefe único y autoritario de la comunidad, hasta el corporativismo social de esos personajes ficticios, la obra repasa desde una nueva óptica los principales rasgos de la popular aldea para defender su tesis.

La invasión de pitufos negros es una prueba de enaltecimiento de la pureza de sangre.

El personaje de Gargamel, cuya nariz aguileña «recuerda a una caricatura antisemita» y cuyo gato se llama Azrael, es otro de los estereotipos denunciados, a los que se suma Pitufina, única mujer pitufa del poblado e idealizada por su belleza, que coincide con el perfil ario tanto en el color de sus ojos como en el de su cabello. El tratamiento de la invasión de pitufos negros en uno de los álbumes es, para Buéno, una de las pruebas de enaltecimiento de la pureza de sangre que preconiza esa sociedad, que vive en autarquía y cuenta con un sistema de producción cercano al colectivismo.

El autor del libro, según declaraciones recogidas hoy por el semanario "Le Nouvel Observateur", cree no obstante que su análisis no es novedoso porque recoge «intuiciones» anteriores de otros públicos, como del estadounidense, que llegó a sospechar de los pitufos como parte de una campaña de propaganda comunista.

En ese sentido, el nombre de esos seres en inglés, «smurf», corresponde al acrónimo de «Small Men Under Red Forces» (pequeños hombres bajo fuerzas rojas), según Buéno, quien opinó que el creador belga, que nació en 1928 en Bruselas y vivió bajo la ocupación nazi, no era consciente de esas relaciones cuando los imaginó en 1958. «Peyo no estaba politizado (...). Creo que su obra, como tantas otras, vehicula y concentra un cierto número de estereotipos propios de una sociedad y una época determinadas», aseguró Buéno.

Su intención no es «desencantar» al público sobre las aventuras de los pitufos, afirma, sino «superponer a la percepción de los niños un acercamiento distanciado del adulto», algo que considera «intelectualmente sano». Los pitufos, traducidos como «puffi» en Italia, «strumfakia» en griego, «schtroumpfs» en francés y «kumafu» en japonés, prosiguieron sus aventuras tras la muerte de Peyo en 1992 gracias a su hijo Thierry Culliford, que impuso, a juicio de Buéno, una mirada «mucho más pedagógica» y contemporánea. [1]

Referencias

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