Selección natural

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Ante Dios y el mundo, el más fuerte tiene el derecho de hacer prevalecer su voluntad (...) ¡Al que no tiene la fuerza, el derecho en sí no le sirve de nada! [...] Toda la naturaleza es una formidable pugna entre la fuerza y la debilidad, una eterna victoria del fuerte sobre el débil.
Adolf Hitler, Discurso El enemigo de los pueblos (13 de abril de 1923), párrafo 3º.

Selección natural, en biología, es el proceso por el cual los efectos ambientales conducen a un grado variable de éxito reproductivo entre los individuos de una población de organismos con características, o rasgos, diferentes y heredables. Las características que inhiben el éxito reproductivo se hacen menos frecuentes de generación en generación. El incremento resultante en la proporción de los individuos que son reproductores eficaces mejora, a menudo, la adaptación de la población a su ambiente. De esta manera, la selección natural tiende a mejorar la adaptación al mantener aquellas adaptaciones que resultan favorables en un entorno estable (selección estabilizadora), o bien, al favorecer adaptaciones en la dirección adecuada ante cambios ambientales (selección direccional), constituyéndose en un proceso clave en la evolución de las especies. Charles Darwin y Alfred Wallace fueron los primeros en 1858 en proponer este concepto.

En síntesis, la selección natural trata de la supervivencia de los individuos más aptos en un ambiente determinado. Este mecanismo explica con sencillez y eficacia la evolución biológica en contraste con el lamarquismo y la generación espontánea.

Orígenes

La idea de la selección natural fue concebida por Charles Darwin tras la lectura de la obra de Thomas Malthus Ensayo sobre el principio de población. De hecho, Alfred Wallace también concibió la idea de la evolución por selección natural tras la lectura de la obra de Malthus.

Por lo tanto, la selección natural es una extrapolación de la visión de la economía liberal hacia la biología. Según narra el mismo Darwin, la idea de selección le venía de la selección artificial de ganaderos y agricultores mediante la que obtenían éxito con las plantas y el ganado, y se preguntaba cómo aplicar ésto a los organismos en la vida silvestre.

Función

La selección natural actúa sobre una diversidad fenotípica preexistente, reflejo de la diversidad genética. Así, por selección natural no se puede crear nada nuevo (órganos o estructuras) sino que se favorece a los individuos que poseen características diferencialmente beneficiosas, a partir de las cuales puede continuar actuando la selección de modo progresivo para exacerbar el rasgo en cuestión: por ejemplo, la trompa de los elefantes no tuvo las dimensiones actuales desde un primer momento, sino que a partir de un esbozo de probóscide, fue objeto de selección natural a lo largo de las generaciones, en función de las ventajas adaptativas propiciadas. Otro aspecto importante a considerar es que el rasgo objeto de selección no ha de ser necesariamente físico, sino que puede tratarse también de un comportamiento. En todo caso, la estructura o comportamiento preexistente es la base sobre la que se sigue perfeccionando el carácter.

Todos los rasgos de un ser vivo no son necesariamente objeto de selección, existiendo rasgos que son neutros. Estos rasgos pueden verse en ocasiones seleccionados simplemente por haber ido acompañando a otros rasgos que sí eran sometidos a la acción de la selección. La selección natural actúa de modo positivo o negativo, según el rasgo favorezca la aptitud reproductiva del individuo que lo porta, o bien la perjudique. En el segundo caso, la tendencia del rasgo será a la marginación o a la desaparición.

Existen multitud de casos en que un rasgo puede ser beneficioso al individuo cuando lo ostenta sólo una serie de individuos de la población, pero se convierte en perjudicial si lo ostentan todos. De este modo, la propia selección se encarga de mantenerlo en las proporciones adecuadas para que no sea lesivo a la población aunque no lo extinga. Este sería el caso de ciertos comportamientos oportunistas que son viables cuando son adoptados por unos cuantos individuos. Por ejemplo, en el caso del ciervo rojo o común (Cervus elaphus), los machos que obtienen una mayor descendencia son aquéllos que reúnen unas características físicas determinadas y que adoptan un comportamiento de vigilancia de sus rebaños de hembras; no obstante, hay algunos machos que no pueden llegar a tener su propio harén y desarrollan una estrategia oportunista consistente en cubrir hembras aprovechando descuidos o descansos del macho dominante. Esta estrategia es adaptativa desde el punto de vista de los machos peor dotados, si bien la estrategia normal y de mayor eficacia es la adoptada por los machos dominantes. Si la estrategia oportunista fuera adoptada por la generalidad de los machos, posiblemente habría una pérdida de aptitud general en la población, por lo que, salvo anomalías debidas a desequilibrios demográficos, las distintas estrategias se encuentran en equilibrio favorecidas por la selección natural.

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