Sidney Shapiro

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Sidney Shapiro (23 de diciembre de 1915, Nueva York, Estados Unidos - 18 de octubre de 2014, Beijing, China) fue un judío nacido en Estados Unidos que emigró a China y se convirtió en un propagandista del régimen comunista local. Llegó a ser miembro de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino.

Biografía

Shapiro, un judío asquenazí, comenzó a militar en el socialismo durante el periodo de la Gran Depresión.

Se formó como abogado en la Universidad St. John's de Nueva York.

En 1941 se alistó en el Ejército de los Estados Unidos. Fue asignado a una unidad de inteligencia que se ocupaba de contactar y monitorear a los aliados de EEUU en China, por lo que aprendió a hablar mandarín.

Culminada la Segunda Guerra Mundial, comenzó a viajar a China como representante de empresas estadounidenses. En 1947 fijó residencia permanente en el país asiático, luego de iniciar una relación romántica con la actriz Feng Zi, con la que finalmente contraería matrimonio en 1948.

Cuando el Partido Comunista Chino conquistó el poder en 1949 y estableció la República Popular, Shapiro se ofreció como colaborador del nuevo régimen. Durante los siguientes 50 años el judío se desempeñó en el área del Servicio Estatal de Prensa de China orientado a comunicar los acontecimientos del país a las naciones anglófonas. Debido a ello se convirtió en un experto en la creación de propaganda.

Trabajó también como traductor de textos literarios (del chino al inglés y viceversa) y como actor de cine, representando casi siempre papeles de villanos occidentales.

Al igual que otros judíos en la China maoísta, Shapiro tuvo un papel muy activo en el periodo de la Revolución Cultural, promoviendo y justificando desde el aparato estatal de propaganda al exterminio de los rivales de Mao Zedong.

Su memoria I Chose China: The Metamorphosis of a Country and a Man fue publicada en 1997. Allí, más allá de confesar su admiración por el régimen comunista chino al que lo consideraba como uno de los más socialmente justos de la historia, menciona que le disgustaban los Estados Unidos por el racismo y el sexismo que formaba parte de su panorama cultural y que, pese a no ser sionista, admiraba a Israel por representar el sitio desde donde los judíos podían educar al mundo sobre supervivencia y resilencia.

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