Principio de sincronicidad

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Sincronicidad (del griego, συν-, sin-, unión, y χρόνος, cronos, tiempo) es un concepto introducido por Carl Gustav Jung para aludir a «la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal». «Así pues, emplearé el concepto general de sincronicidad en el sentido especial de una coincidencia temporal de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal, cuyo contenido significativo sea igual o similar». Para evitarse malentendidos «lo diferenciaré del término sincronismo, que constituye la mera simultaneidad de dos sucesos».

Durante su carrera, Jung proporcionó varias definiciones diferentes del término, definiendo la sincronicidad como un "principio de conexión (unión) acausal"; "coincidencia significativa"; "paralelismo acausal"; y como una "coincidencia significativa de dos o más eventos en los que está involucrado algo diferente a la probabilidad de la casualidad".

La creencia de Jung era que, así como los eventos pueden estar conectados por causalidad, también pueden estar conectados por significado. Los eventos conectados por significado no necesitan tener una explicación en términos de causalidad, que generalmente no contradice la causalidad universal, pero en casos específicos puede llevar a abandonar prematuramente la explicación causal.

Aunque introdujo el concepto ya en la década de 1920, Jung dio una declaración completa del mismo solo en 1951 en una conferencia del Círculo Eranos (Sobre sincronicidad). En 1952, Jung publicó un artículo titulado Synchronizität als ein Prinzip akausaler Zusammenhänge ('Sincronicidad como principio de conexiones acausales') en un volumen que también contenía un estudio relacionado del físico y premio Nobel Wolfgang Pauli, «La influencia de las ideas arquetípicas en las teorías científicas de Kepler», en Interpretación de la naturaleza y la psique.

Descripción

El principio de sincronicidad formula un punto de vista diametralmente opuesto al del principio de causalidad. La causalidad, si bien es una ley natural, constituye una aproximación de la realidad puramente descriptiva y estadística, pero incompleta, es una hipótesis mecánica de la Naturaleza, respecto a cómo los hechos se desarrollan uno a partir de otro (causa-efecto), mientras que la sincronicidad admite que la coincidencia de los eventos en el espacio y el tiempo, posee un significado que trasciende de una simple probabilidad, esto es, una peculiar y especial interdependencia de eventos objetivos, tanto entre ellos como entre eventos subjetivos o psíquicos del observador.

La sincronicidad intenta explicar una forma de conexión entre fenómenos o situaciones de la realidad que se enlazan de manera casual; es decir, coincidencias que no presentan un vínculo lineal, que responda al principio lógico de causalidad.

La sincronicidad establece que los fenómenos psíquicos y físicos se vinculan a través de su significado. Es decir, la correspondencia a nivel del significado de un fenómeno subjetivo (interno) con un fenómeno objetivo (externo) los cuales se dan simultáneamente. Por lo tanto, Jung denomina a las sincronicidades como "concordancias significativas acausales". La sincronicidad es, entonces, "la coincidencia temporal de dos o más acontecimientos, no relacionados entre sí causalmente, cuyo contenido significativo es idéntico o semejante...".

De la misma manera en que un evento cuántico incluye al acto propio del observador dentro de la totalidad del sistema (principio de incertidumbre de Heisenberg), la sincronicidad incluye las condiciones subjetivas a la totalidad de la situación. Todos los eventos simultáneos, tanto los físicos como los psíquicos son exponentes de determinada situación del momento.

Fundamentación

Las leyes naturales son verdades estadísticas, absolutamente válidas ante magnitudes macrofísicas pero no microfísicas. Ello implica un principio de explicación diferente al causal. Cabe plantearse entonces si en términos muy generales existe no sólo una posibilidad sino una realidad de sucesos acausales. Para ello se ha de afrontar el mundo de la casualidad y tratar de separar la causalidad de la acausalidad.

Causalidad → Casualidad ← Acausalidad

La acausalidad es esperable cuando parece impensable la causalidad. Ante la casualidad solo resulta viable la evaluación numérica o el método estadístico. Las agrupaciones o series de casualidades han de ser consideradas casuales mientras no se sobrepasen los límites de la probabilidad. Si así se demostrara implicaría un principio acausal o conexión transversal de sentido.

Schopenhauer realizó un acercamiento a la casualidad no haciendo caso omiso a su fenomenología pero deteniéndose en una visión determinista. Así mismo, Kant señaló el camino a Schopenhauer.

Otros autores como Xavier Dariex, Charles Robert Richet y Camille Flammarion abordaron el problema mediante el cálculo de probabilidades.5​

Wilhelm von Scholz se aproximaría a través de recopilación de casos, y Herbert Silberer efectuaría una crítica psicológica, que aunque aconsejable, no iba más allá del causalismo, relegándose una vez más la acometida de las verdaderas coincidencias de sentido.

Formas

La ocurrencia de un fenómeno sincronístico puede tomar tres formas:

  1. La coincidencia simultánea de un determinado contenido psíquico subjetivo con un correspondiente acontecimiento externo objetivo que se corresponde con dicho contenido psíquico sin que medie entre ambos ninguna vinculación causal.
  2. La coincidencia de un estado psíquico subjetivo con un fantasma (sueño o visión) que luego resulta ser un reflejo más o menos fiel de un evento objetivo más o menos simultánea, pero distante en el espacio y verificable a posteriori.
  3. Lo mismo, salvo que el hecho percibido tiene lugar en el futuro y está representado en el presente únicamente por un fantasma que le corresponde.

Ejemplos

Jung cita inicialmente en su obra dos casos particulares, indicando en ellos no una explicación dirigida a hacer cambiar de opinión a quien ve solamente "casualidades", sino a modo de exposición de la manera en que suelen presentarse en la vida práctica las "coincidencias con sentido":

El problema de la sincronicidad me preocupa desde hace mucho tiempo, sobre todo desde que mis investigaciones sobre los fenómenos relacionados con el Inconsciente colectivo me hicieron tropezar una y otra vez con conexiones que ya no me era posible seguir explicando como meras acumulaciones de acontecimientos. Tratábase de "coincidencias", pero tan significativamente conexas que su ocurrencia puramente "casual" representaba una improbabilidad que sólo podría expresarse mediante una magnitud inconmensurable. Citaré como ejemplo un caso de mi propia observación: Una joven paciente soñó, en un momento decisivo de su tratamiento, que le regalaban un escarabajo de oro. Mientras ella me contaba el sueño yo estaba sentado de espaldas a la ventana cerrada. De repente, oí detrás de mí un ruido como si algo golpeara suavemente la ventana. Me di media vuelta y vi fuera un insecto volador que chocaba contra la ventana. Abrí la ventana y lo cacé al vuelo. Era la analogía más próxima a un escarabajo de oro que pueda darse en nuestras latitudes, a saber, un escarabeido (crisomélido), la Cetonia aurata, la «cetonia común», que al parecer, en contra de sus costumbres habituales, se vio en la necesidad de entrar en una habitación oscura precisamente en ese momento. Tengo que decir que no me había ocurrido nada semejante ni antes ni después de aquello, y que el sueño de aquella paciente sigue siendo un caso único en mi experiencia.
—C. G. Jung, Sincronicidad como principio de conexiones acausales.
En este caso parece existir un fundamento arquetípico del acontecimiento sincronístico. Se trataba de un tratamiento extraordinariamente difícil, en el que, hasta el sueño en cuestión, no se había obtenido progreso alguno. La causa principal de ello residía en que mi paciente había sido educada en la filosofía cartesiana y se hallaba aferrada de tal manera a su rígido concepto de la realidad que ni los esfuerzos de tres médicos psiquiatras (yo era el tercero) habían podido ablandarla. Hacía falta evidentemente un acontecimiento "irracional", y cuando el escarabajo llegó volando, el ser profundo de la paciente pudo romper la dura coraza.
—C. G. Jung, La interpretación de la naturaleza y de la psique. (Paidós, pp. 30-31).

Luego cita otro ejemplo:

La mujer de un paciente mío de cincuenta y tantos años me contó una vez en una conversación coloquial que, cuando murieron su madre y su abuela, se congregó, ante las ventanas de la habitación de las fallecidas, un gran número de pájaros, cosa que yo ya había oído contar más de una vez a otras personas. Cuando el tratamiento de su marido estaba a punto de concluir porque había desaparecido la neurosis, le aparecieron unos síntomas leves que yo atribuí a una afección cardíaca. Lo remití a un especialista que, tras el primer examen clínico, me comunicó por escrito que no le había encontrado nada que fuera motivo de preocupación. Cuando mi paciente regresaba a casa tras esta consulta (con el informe médico en el bolsillo), se desplomó de repente en plena calle. Cuando lo llevaron a casa moribundo, su mujer ya estaba inquieta y asustada porque, al poco rato de haber marchado su marido al médico, se había posado en su casa una bandada entera de pájaros. Como es natural, inmediatamente recordó los similares sucesos que habían tenido lugar a la muerte de sus parientes, y se temió lo peor.
—C. G. Jung, Sincronicidad como principio de conexiones acausales.

Ya en su autobiografía, Recuerdos sueños, pensamientos, alude a otro gran ejemplo de sincronicidad:

Una confirmación del pensamiento sobre el centro y el uno mismo la obtuve años más tarde (1927) por medio de un sueño. Su esencia la presenté en un mandala al definirlo "como ventana a la eternidad". El dibujo está reproducido en Das Geheimnis der Goldenen Blüte (El secreto de la flor de oro). Un año después hice otro dibujo, igualmente un mandala en cuyo centro había un castillo dorado. Cuando estuvo terminado me pregunté: "¿Por qué esto es tan chinesco?" Estaba impresionado por la forma y elección de colores, que me parecían chinos, a pesar de que exteriormente en el mandala no había nada chino. Pero el dibujo me producía tal sensación. Fue una rara coincidencia recibir poco después una carta de Richard Wilhelm. Me enviaba el manuscrito de un tratado taoísta y alquímico chino con el título Das Geheimnis der Goldenen Blüte y me rogaba que lo comentara. Leí rápidamente el texto, pues aportaba una insospechada confirmación a mis ideas sobre el mandala y el movimiento circular alrededor del centro. (...) Para recordar esta coincidencia en sincronicidad escribí entonces bajo el mandala: "1928, cuando hacía el dibujo que muestra el castillo evaluado en oro, Richard Wilhelm me envió a Frankfurt el texto chino, cuya antigüedad se remonta a varios siglos, del castillo amarillo, el germen del cuerpo inmortal".
—C. G. Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos.

El escritor francés Émile Deschamps afirma en sus memorias que en 1805, un extraño llamado Monsieur de Fontgibu lo invitó con un pudín de ciruela. Diez años después, el escritor encontró pudín de ciruelas en el menú de un restaurante de París y quiso pedirlo, pero el camarero le dijo que el último plato ya se había servido a otro cliente, que resultó ser De Fontgibu. Muchos años después, en 1832, Deschamps estaba en una cena y volvió a pedir pudín de ciruelas. Recordó el incidente anterior y les dijo a sus amigos que solo faltaba De Fontgibu para completar la configuración, y en el mismo instante, el ahora senil de Fontgibu entró en la habitación, habiendo obtenido la dirección incorrecta.

Después de describir algunos ejemplos, Jung escribió: "Cuando las coincidencias se acumulan de esta manera, uno no puede evitar sentirse impresionado por ellas, ya que cuanto mayor es el número de términos en tal serie, o cuanto más inusual es su carácter, más improbable se vuelve."

En su libro Treinta años que sacudieron la física: la historia de la teoría cuántica (1966), George Gamow escribe sobre Wolfgang Pauli, quien aparentemente era considerado una persona particularmente asociada con eventos de sincronicidad. Gamow se refiere de manera caprichosa al "efecto Pauli", un fenómeno misterioso que no se entiende sobre una base puramente materialista, y probablemente nunca lo será. Se cuenta la siguiente anécdota:

Es bien sabido que los físicos teóricos no pueden manejar equipos experimentales; se rompe cada vez que lo tocan. Pauli era un físico teórico tan bueno que, por lo general, algo se rompía en el laboratorio cada vez que cruzaba el umbral. Un evento misterioso que al principio no parecía estar relacionado con la presencia de Pauli ocurrió una vez en el laboratorio del profesor J. Franck en Göttingen. Una tarde, sin causa aparente, se derrumbó un complicado aparato para el estudio de los fenómenos atómicos. Franck escribió con humor sobre esto a Pauli en su dirección de Zürich y, después de algún retraso, recibió una respuesta en un sobre con un sello danés. Pauli escribió que había ido a visitar a Bohr y, en el momento del percance en el laboratorio de Franck, su tren se detuvo durante unos minutos en la estación de ferrocarril de Göttingen. Puede creer esta anécdota o no, ¡pero hay muchas otras observaciones sobre la realidad del efecto Pauli!

Un ejemplo reciente de sincronicidad apunta a un suceso acontecido en la vida del actor Anthony Hopkins. Cuando éste fuera contratado para actuar en la película The Girl from Petrovka ("La chica de Petrovka"), no consiguió encontrar en ninguna librería londinense la novela de George Feifer en la que se basaba el guión. Frustrado y aburrido, se dispuso a tomar el tren subterráneo para regresar a su casa. Estaba sentado en la estación de Leicester Square cuando, de pronto, halló el libro en un banco. Se quedó tan asombrado de su buena suerte que ni siquiera reparó en las anotaciones que el volumen tenía en los márgenes. Dos años más tarde su sorpresa fue aún mayor. Al conocer al autor durante el rodaje del filme, éste le dijo que había perdido su ejemplar anotado. Dicho ejemplar era el mismo libro que Hopkins había encontrado en la estación olvidado sobre un banco.

Los casos de coincidencias de sentido parecen sustentarse en una base arquetípica:

  1. El factor emocional resulta ser altamente significativo. La afectividad está basada en el arquetipo.
  2. A su vez, existe como característica común cierta imposibilidad.

​ Debe diferenciarse el término sincronicidad o simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal de sincronismo o mera simultaneidad de dos sucesos.

La sincronicidad implicaría de este modo la simultaneidad de un estado psíquico con uno o varios sucesos externos cuyo sentido parece paralelo a la subjetividad psíquica, o viceversa.

El fenómeno de la sincronicidad se fundamenta en la simultaneidad de dos estados psíquicos diferentes:

  1. Uno es el normal.
  2. Otro es la vivencia crítica.

Constaría así mismo de dos factores:

  1. Una imagen inconsciente accede a la consciencia directamente o simbolizada como sueño, ocurrencia o presentimiento.
  2. Una situación objetiva coincide con dicho contenido psíquico.

Para intentar explicar con mayor detenimiento el nivel de implicación del factor psíquico, más allá de la experimentación de Rhine, Jung aborda ciertos métodos intuitivos (mánticos) de larga data: el I Ching oriental y la geomancia occidental. Sin embargo, aun hallándose en la dirección pretendida, no ofrecían ninguna aplicación para una comprensión exacta. Dirigirá entonces su interés hacia la astrología, llevando a cabo un extenso experimento astrológico.

Precursores

A tal efecto inicia Jung un recorrido histórico que se inicia en oriente y continua paralelamente en occidente, hasta que a lo largo del siglo XVIII se convirtió la causalidad en el principio exclusivo de las ciencias naturales.

  • Filosofía china: el Tao o sentido, Lao-Tsé: Tao Te King. Ch´uang-Tsé. La nada que ordena el mundo sensorial, concepción taoísta de la totalidad, teoría filosófico-natural medieval de la correspondencia, la simpatía de todas las cosas.
  • Filón de Alejandría: el hombre como microcosmos que contiene las imágenes de las naturalezas de las estrellas.
  • Teofrasto: lo suprasensorial y sensorial unidos por la divinidad.
  • Plotino: almas individuales procedentes de una única alma universal.
  • Pico della Mirandolla: el hombre como vínculo y unión de tres mundos: supracelestial, celestial y sublunar.
  • Agrippa de Nettesheim: Omnia plena diis esse: todo está lleno de dioses. El alma del mundo como espíritu que todo lo penetra.
  • Agrippa influirá en Paracelso en su concepción de la correspondencia entre macrocosmos y microcosmos y en su necesaria apreciación tanto en el filósofo como sobre todo en el médico.
  • Johannes Kepler cita a Aristóteles: el mundo inferior unido al cielo, sus fuerzas gobernadas desde arriba. Correspondencia fundamentada en la tierra, animada por el anima telluris.
  • Leibniz: armonía preestablecida o sincronismo absoluto entre sucesos psíquicos y físicos (mónadas).

Conclusión

Establece Jung que su tratamiento del fenómeno no representa ninguna prueba definitiva sino mera conclusión desde determinadas premisas empíricas objeto de reflexión. La sincronicidad constituye en sí misma «una magnitud sumamente abstracta e inmaterializable». Representa un criterio de comportamiento al igual que el espacio, el tiempo y la causalidad. Se renunciaría así a la hipótesis de una psique asociada a un cerebro vivo, el factor formal sería ajeno a una actividad cerebral. De ahí que se plantee la pregunta de si todo proceso psicofísico tendría como fundamento la sincronicidad y no la causalidad. De esta última se deducen dos posibilidades que ponen en entredicho la experiencia y el entendimiento:

  1. Procesos físicos generan la psique.
  2. Psique inmaterial que determina procesos físicos.

De este modo, la sincronicidad, o disposición acausal o con sentido, representaría una posibilidad de esclarecimiento de la encrucijada cuerpo-alma o paralelismo psicofísico. En esta dirección apunta el «saber absoluto», o sentido absoluto, implícito al fenómeno, caracterizado de trascendental al hallarse en un espacio psíquicamente relativo o continuum espacio-temporal irrepresentable.

Ante experiencias de inconsciencia donde paradójicamente permanecen procesos psíquicos conscientes cabrían darse etiológicamente dos posibilidades:

  1. Sincronicidad ante la imposibilidad de remitirnos a procesos de substratos biológicos subyacentes.
  2. Cuando esto último es factible cabría la posibilidad de deducir como portador de las funciones psíquicas al sistema nervioso simpático. Dicha actividad transcerebral sería responsable así mismo del fenómeno del sueño.

En conclusión, la clásica imagen física tríadica del mundo compuesta de espacio, tiempo y causalidad se convertiría en una tétrada o cuaternio al unírsele la sincronicidad. Ello posibilitaría un juicio global que se aproximaría a un concepto unitario del ser eliminándose la incompatibilidad entre sujeto y objeto.

La revolución de la física conllevará sin embargo una revisión del esquema clásico. Será conjuntamente con el catedrático en física Wolfgang Pauli como llegue a proponerse un nuevo cuaternio que satisfaga los postulados de la física moderna y los de la psicología.

«La sincronicidad en sentido estricto sólo es un caso especial de un orden general acausal que da lugar a actos de creación en el tiempo».

Finalmente, debe evitarse interpretar toda situación aparentemente sin causa como acausal. La sincronicidad sólo acontece cuando ni siquiera es pensable una causa. Es decir, dicha «falta de explicación» incluye:

  1. Una causa desconocida.
  2. Dicha causa no es pensable intelectualmente.

Críticas

Entre algunos psicólogos, obras de Jung tales como La interpretación de la naturaleza y la psique, fueron recibidas como problemáticas. La revisión de Fritz Levi de 1952 en el Neue Schweizer Rundschau criticó la teoría de la sincronicidad de Jung como vaga en la determinabilidad de eventos sincronísticos: el hecho de que Jung nunca explicase de manera explícita su rechazo hacia la "causalidad mágica", con la que un principio tan acausal como la sincronicidad debería estar relacionado, y también cuestionó la utilidad de la teoría.

Una posible explicación de la percepción de Jung de que las leyes de la probabilidad parecían desmoronarse con algunas coincidencias se puede apreciar en la Ley de Littlewood.

Para algunos, la sincronicidad no es comprobable ni falsable y la consideran pseudociencia, ya que no se basa en evidencia experimental, sino anecdótica y se cree que puede explicarse a través de la comprensión actual de la teoría de la probabilidad y la psicología humana. La ciencia convencional explica las sincronicidades como "meras coincidencias", como eventos fortuitos subestimados o correlaciones espurias que pueden ser descritas por las leyes de la estadística (por ejemplo, por la ley de los números realmente grandes) y sesgos de confirmación. Sin embargo, a falta de explicaciones más sofisticadas, la coincidencia también puede ser útil como una especie de vínculo con la psicología y la filosofía populares.

La característica paradójica de la sincronicidad es que puede seguir percibiéndose desde el punto de vista que intenta comprender sin por ello rechazar sus explicaciones racionales, es decir, alguien que puede percibir un significado en dos eventos no relacionados causalmente puede saber y entender que dichos eventos son coincidencias, o también, ver su significado como resultado de sesgos de confirmación, sin por ello negar la manifestación real de la sincronicidad, de hecho, algunos practicantes de magia moderna definen a las manifestaciones mágicas como "coincidencias".

Matemáticas

Jung y sus seguidores (por ejemplo, Marie-Louise von Franz) comparten la creencia de que los números son los arquetipos del orden y los principales participantes en la creación de la sincronicidad. Esta hipótesis tiene implicaciones que son relevantes para algunos de los fenómenos "caóticos" en la dinámica no lineal. La teoría de sistemas dinámicos ha proporcionado un nuevo contexto desde el cual especular sobre la sincronicidad porque ofrece predicciones sobre las transiciones entre estados emergentes de orden y no localidad. Esta visión, sin embargo, no es parte del pensamiento matemático convencional.

Estadística y probabilidad

La matemática convencional sostiene que la estadística y la teoría de la probabilidad (ejemplificadas, por ejemplo, en la ley de Littlewood o la ley de los números realmente grandes) son suficientes para explicar cualquier supuesto evento sincrónico como meras coincidencias. La ley de los números realmente grandes, por ejemplo, establece que en poblaciones suficientemente grandes, es arbitrariamente probable que cualquier evento extraño ocurra por mera casualidad. Sin embargo, algunos defensores de la sincronicidad se preguntan si es siquiera sensato en principio tratar de evaluar la sincronicidad estadísticamente. El propio Jung y von Franz argumentaron que las estadísticas funcionan precisamente ignorando lo que es único en el caso individual, mientras que la sincronicidad intenta investigar esa unicidad.

Ciencias sociales y del comportamiento

En psicología y ciencia cognitiva, el sesgo de confirmación es una tendencia a buscar o interpretar nueva información de manera que confirme las ideas preconcebidas propias y evite información e interpretaciones que contradigan creencias previas. Es un tipo de sesgo cognitivo y representa un error de inferencia inductiva, o como una forma de sesgo de selección hacia la confirmación de la hipótesis bajo estudio o refutación de una hipótesis alternativa. El sesgo de confirmación es relevante en la enseñanza del pensamiento crítico, pues este se ejecuta incorrectamente si un escrutinio crítico riguroso es aplicado sólo para evidenciar el desafío de una idea preconcebida, pero no para evidenciar lo que la apoya.

Wolfgang Pauli, un científico que en su vida profesional fue severamente crítico con el sesgo de confirmación, emprendió algún esfuerzo en investigar el fenómeno, siendo coautor con Jung de una obra sobre el tema. Algunas pruebas que Pauli citó eran que ideas que se producían en sus sueños tendrían analogías sincronísticas en la correspondencia posterior con colaboradores distantes.

Charles Tart ve peligro en el pensamiento sincrónico: "Este peligro es la tentación de la pereza mental ... [Sería muy tentador decir: 'Bueno, es sincrónico, está por siempre más allá de mi comprensión", y así (prematuramente) desistir tratando de encontrar una explicación causal".

Apofenia

El término apofenia se utiliza en psicología para la detección errónea de un patrón o significado en datos aleatorios o sin significado. Los escépticos, como Robert Todd Carroll del Skeptic's Dictionary, argumentan que la percepción de sincronicidad se explica mejor como "apofenia". Los primates utilizan la detección de patrones en su forma de inteligencia, y esto puede llevar a una identificación errónea de patrones inexistentes.

Un ejemplo famoso de esto es el hecho de que el reconocimiento de rostros humanos es tan robusto y se basa en un arquetipo tan básico (es decir, dos puntos y una línea contenida en un círculo), que los seres humanos son muy propensos a identificar rostros en datos aleatorios a lo largo de su entorno, como el "hombre en la luna", o rostros en la veta de la madera, un ejemplo de la forma visual de apofenia conocida como pareidolia.

Además, se ha considerado que múltiples experiencias sincrónicas contribuyen a la formación temprana de delirios esquizofrénicos, distinguir cuál de estas experiencias puede ser mórbida, según Jung, es una cuestión de interpretación, la patología, si está presente, radica en la reacción más que en la ocurrencia de una experiencia de evento sincrónica (de baja probabilidad pero normal).

Religión

Mucha gente cree que el Universo, los ángeles, otros espíritus o Dios causan sincronicidad. Entre el público en general, la intervención divina es la explicación más aceptada de estas significativas coincidencias. Incluso algunos científicos ven fuerzas espirituales o místicas detrás de las sincronicidades y se preguntan si tienen algo en común con la patología.

Relación con la causalidad

La causalidad, cuando se define de manera expansiva (como, por ejemplo, en el libro de "psicología hermética" El Kybalión, o en la causalidad universal platónica kantiana), establece que "nada puede suceder sin ser causado". Tal comprensión de la causalidad puede ser vista como incompatible con la sincronicidad si se establece en ella una "acausalidad absoluta", pues el Kybalion en su sexto principio hermético afirma que "todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte o azar no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley", es decir, que las coincidencias y casualidades, aunque puedan percibirse como tales por la mente limitada; sin una causa aparente, en realidad no escapan de la causalidad, de forma tal que los conceptos de sincronicidad y de la ley de causa y efecto en realidad sí son compatibles. En contraste, otras definiciones de causalidad (por ejemplo, la definición neo-humeana) se refieren solo a la relación de causa a efecto y, por lo tanto, serían "más compatibles" con la sincronicidad. Sin embargo, también hay opiniones que sostienen que la causa es interna cuando no hay una causa externa observable.

También se señala que, dado que Jung tomó en consideración solo la definición estrecha de causalidad, solo la causa eficiente, su noción de acausalidad también es estrecha y, por lo tanto, no es aplicable a las causas finales y formales como se entienden en los sistemas aristotélico o tomista. O la causalidad final es inherente a la sincronicidad, ya que conduce a la individuación; o la sincronicidad puede ser una especie de reemplazo de la causalidad final. Sin embargo, este finalismo o teleología se considera fuera del dominio de la ciencia moderna.

Investigación

La investigación sobre los procesos y efectos de la sincronicidad es un subcampo del estudio psicológico. Se utilizaron técnicas científicas modernas, como el modelado matemático, para observar correlaciones al azar de sincronicidades con patrones de tiempo de Fibonacci.

En cuanto a la metodología, todos los métodos empíricos pueden utilizarse para estudiar científicamente la sincronicidad: métodos cuantitativos, cualitativos y combinados. La mayoría de los estudios de sincronicidad, sin embargo, se han limitado a enfoques cualitativos, que tienden a recopilar datos expresados ​​en representaciones no matemáticas como descripciones, poniendo menos énfasis en estimar la fuerza y ​​la forma de las relaciones.

Por otro lado, los escépticos (por ejemplo, la mayoría de los psicólogos) tienden a descartar la experiencia psicológica de las coincidencias como "una demostración más de lo irracionales que pueden ser las personas. La irracionalidad en este contexto significa una asociación entre la experiencia de las coincidencias y la cognición sesgada en términos de un razonamiento probabilístico pobre y una propensión a las creencias paranormales."

Una encuesta (con 226 encuestados) sobre la frecuencia de la sincronicidad en entornos clínicos encontró que el 44% de los terapeutas informaron experiencias de sincronicidad en el entorno terapéutico; y el 67% consideró que las experiencias de sincronicidad podrían ser útiles para la terapia. El estudio también señala formas de explicaciones de la sincronicidad:

Por ejemplo, los psicólogos eran significativamente más propensos que los consejeros y los psicoterapeutas a estar de acuerdo en que la coincidencia casual era una explicación de la sincronicidad, mientras que los consejeros y psicoterapeutas eran significativamente más propensos que los psicólogos a estar de acuerdo en que la necesidad de expresar material inconsciente podría ser una explicación. para experiencias de sincronicidad en el entorno clínico.

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