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Organización Sindical Española
Sumario
Única organización
En la primera etapa del Franquismo (1939-1959) se promulgó la Ley de 26 de enero de 1940 sobre Unidad Sindical, que establecía que empresarios y trabajadores se integrarían en una única organización sindical bajo el mando de FET y de las JONS por ramas de producción, llamado cada uno de ellos, Sindicato Nacional. Por otra parte, las localizaciones geográficas se hicieron llamar "Centrales Nacional-sindicalistas". El conjunto de todo ello era la Organización Nacional-Sindicalista prevista por el Fuero del Trabajo, a partir de entonces llamada símplemente Organización Sindical. El Estado controlaba todo el sistema y con la ley de Bases de la Organización Sindical de 6 de diciembre de 1940 además era implícita la afiliación de todo trabajador y todo empresario.
El Sindicato vertical u OSE fue fundado en 1940, como resultado de las varias legislaciones aprobadas por el gobierno, aunque no celebró su primer congreso hasta marzo de 1961.
El origen de la OSE residía en la Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS), fundada en 1935 por Falange Española de las JONS, aunque aplicando ideas muy diferentes en el fondo. La OSE fue el resultado de la fusión de las organizaciones obreras del falangismo, el tradicionalismo y las organizaciones patronales, con el fin de organizar a trabajadores, técnicos y a patrones dentro de una sola estructura vertical, ideal similar al fascista para las relaciones laborales en un estado corporativo, que es en lo que terminó todo, frente al ideal nacionalsindicalista de la Falange que en principio parecía quererse seguir (y que nunca se implementó). En ella, todos los trabajadores, llamados productores, y sus patrones tenían el derecho de elegir sus representantes mediante elecciones.
Diferencias con el nacional-sindicalismo
En esta OSE los trabajadores y los patrones, supuestamente, estaban en pie de igualdad (una diferencia esencial con el Nacionalsindicalismo de la Falange, pues esta ideología diferenciaba claramente entre empresario y capitalista, poniendo en pie de igualdad al obrero y al empresario, sí, pero excluyendo siempre al capitalista y rechazando tajantamente el principio de armonización entre trabajo y capital, ya que proponía la propiedad sindical de las empresas). Por ello, las huelgas fueron prohibidas.
Pero en realidad, los candidatos a estas elecciones tuvieron que ser aprobados por el régimen y todo el proceso era controlado férreamente (lo que le alejaba también de un falangismo que lo que defendía era la primacía del Sindicato en una "Estado sindical", y no un sindicato estatal), en coherencia con una política intervencionista hacia el mercado de trabajo: empleo completo para los hombres, incluso a expensas de salarios o inflación baja, la casi negación del derecho de trabajar para las mujeres casadas y ningún subsidio de desempleo en todos.
Fin
El Sindicato Vertical fue abolido por el Gobierno de Adolfo Suárez en 1976, y los sindicatos de clase fueron legalizados definitivamente el 30 de abril de 1977.