Arthur Schopenhauer

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Arthur Schopenhauer

Arthur Schopenhauer (Dánzig, Gdansk, 22 de febrero de 1788 — Fráncfort del Meno, Alemania, 21 de septiembre de 1860) fue un filósofo alemán que tuvo un impacto muy fuerte en la filosofía, la literatura y los intelectuales de su época. Escribiendo en un lenguaje simple e inusual para la filosofía, se preocupaba de reflejar en sus trabajos las tragedias del mundo real, los problemas que proceden de la experiencia, generalmente injusticias que todos los filósofos abordaban.

El hinduismo y, sobretodo el budismo, influenciaron profundamente su pensamiento junto con los trabajos de Platón e Immanuel Kant. Describió a la voluntad como la fuerza no-racional que conducía a la lucha en última instancia sin sentido por la existencia. Para Schopenhauer, incluso si pudiéramos satisfacer todas las demandas de la voluntad, todavía seríamos infelices; porque todo termina en la decepción y finalmente, en la muerte. En su opinión, la realidad es una representación de la voluntad, no un Dios. El fue el primero en hablar de la vida como sufrimiento, y su propia vida estuvo llena de ello. Los trabajos de Schopenhauer influenciaron las obras literarias de Friedrich Nietzsche, Adolf Hitler, Sigmund Freud, Jorge Luis Borges, Ludwig Wittgenstein y Richard Wagner.

Su trabajo más famoso, Die Welt als Wille und Vorstellung (El mundo como voluntad y representación), representa desde el punto de vista literario una obra maestra de la lengua alemana de todas las épocas. Supone además una de las cumbres del idealismo occidental, y el pesimismo profundo.

Biografía

Arthur Schopenhauer nació el 22 de febrero de 1788 en el seno de una acomodada familia de Dánzig. Su padre, Heinrich Floris Schopenhauer, fue un próspero comerciante que inició a su hijo en el mundo de los negocios, haciéndole emprender largos viajes por Francia e Inglaterra. Su madre, Johanna Henriette Trosenier, fue una escritora que alcanzó cierta notoriedad al organizar soirées (veladas) literarias en la ciudad de Weimar. Tales reuniones le brindaron al joven Arthur la oportunidad de entrar en contacto con grandes personalidades del mundo cultural de su tiempo como Goethe y Christoph Martin Wieland.

En 1793, poco antes de que Dánzig fuera anexionada a Prusia, la familia se trasladó a Hamburgo. Por expreso mandato paterno y a contramano de su propia vocación, Schopenhauer inició en 1805 la carrera de comercio en calidad de aprendiz. Ese mismo año murió su padre, presumiblemente por suicidio.

Pero, poco antes de cumplir los veinte años de edad, Schopenhauer decidió abandonar definitivamente el comercio para emprender estudios universitarios. De este modo, en 1809, se matriculó como estudiante de Medicina en la Universidad de Gotinga, donde asistió a varios cursos. Allí conoció a un profesor de filosofía que le aconsejó emprender el estudio pormenorizado de Platón y Kant, para que luego lo complementara con la lectura de las obras de Aristóteles y Baruch Spinoza. La lectura de estos autores despertó en Schopenhauer su vocación filosófica y en 1811 se trasladó a Berlín, donde estudió filosofía durante dos años.

Ante la inminencia de los combates en contra de la ocupación napoleónica, Schopenhauer abandonó Berlín y, tras una breve estancia junto a su familia en Weimar, decidió retirarse a Rudolstadt. Allí terminó de redactar su tesis titulada Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente (en alemán: Über die vierfache Wurzel des Satzes vom zureichenden Grunde), escrito éste que presentó en noviembre de 1813 y que le valió el título de Doctor por la Universidad de Jena.

Poco tiempo después regresó a la casa materna en Weimar, donde tuvo ocasión de vincularse con Goethe y de conocer al orientalista Friedrich Majer, quien lo introdujo en la antigua filosofía hindú. Las conversaciones con Goethe en torno a temas relacionados con la Teoría de los colores del poeta condujo a Schopenhauer a elaborar una teoría propia al respecto, que plasmó en su segunda obra, Sobre la visión y los colores, de 1816. Schopenhauer mostraría toda su vida una gran admiración por Goethe junto por Homero, Shakespeare y escritores del Siglo de Oro español, especialmente Baltasar Gracián, a quien tradujo al alemán y a quien leía y citaba siempre en español.

Entre los años 1818 y 1819, Schopenhauer viajó por Italia y visitó las ciudades de Florencia, Roma, Nápoles y Venecia.

En el verano de 1819, a raíz de una crisis financiera sin mayores consecuencias, se vio obligado a volver a Alemania. Una vez allí, decidió entrar en la docencia.

Schopenhauer emprendió, en 1822, un nuevo viaje a Italia. Más tarde, en 1825, regresó a Berlín, donde intentó infructuosamente regresar a la docencia.

En 1831, huyendo de una epidemia de cólera —que ese mismo año había de cobrarse la vida de Hegel—, Schopenhauer se radicó en Fráncfort, donde llevó una vida apacible y recluida durante los últimos 28 años de su vida.

Después de una década y media sin nuevas publicaciones, en 1836 se decidió de nuevo a llevar un escrito a las prensas: Sobre la voluntad en la naturaleza, donde se esforzaba por mostrar las coincidencias de los resultados recientes de diversas ciencias con las doctrinas de su filosofía. El año siguiente, presentó la memoria Sobre la libertad de la voluntad a un concurso abierto por la Real Sociedad Noruega de las Ciencias, siendo premiada en enero de 1839. No tuvo la misma suerte su memoria Sobre el fundamento de la moral, ya que la Real Sociedad Danesa de las Ciencias, indignada por las invectivas contra Hegel y Fichte que se hallaban en la obra, prefirió dejar desierto el premio. Las dos memorias fueron reunidas y publicadas en 1841 bajo el título común Los dos problemas fundamentales de la Ética.

En 1844 vio la luz la segunda edición de su obra capital, considerablemente aumentada con diversas adiciones y con un segundo tomo con cincuenta nuevos capítulos. La publicación dio lugar a algunas reseñas y a que comenzaran a aparecer seguidores, de entre los cuales cabe destacar a Julius Frauenstädt. Dado que la tesis doctoral, considerada por Schopenhauer la «introducción» ideal a su sistema, no se hallaba disponible, emprendió su segunda edición (1847), sometiendo la obra a severos cambios.

Más tarde, en 1851, apareció una colección de ensayos y aforismos publicada bajo el nombre de Parerga y paralipómena. Esta obra le permitió a Schopenhauer alcanzar finalmente la repercusión y el renombre que por tanto tiempo le habían sido negados. En 1854 se reeditaron el escrito de 1816 sobre los colores y Sobre la voluntad en la naturaleza, ambos con abundantes adiciones y cambios. La tercera y última edición de El mundo como voluntad y representación tuvo lugar, en fin, en 1859. Otras reediciones (Parerga y Paralipómena, Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente) fueron realizadas póstumamente de la mano de J. Frauenstädt, siguiendo indicaciones de Schopenhauer.

Schopenhauer falleció como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio el 21 de septiembre de 1860.

Pensamiento

En su obra principal, "El mundo como voluntad y representación" (1819), proponía los elementos éticos y metafísicos dominantes de su filosofía atea y pesimista. Schopenhauer, en desacuerdo con la escuela del idealismo, se opuso con dureza a las ideas del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, que creía en la naturaleza espiritual de toda realidad. En su lugar, Schopenhauer aceptaba, con algunas reservas, la teoría del filósofo alemán Immanuel Kant, de que los fenómenos existen sólo en la medida en que la mente los percibe como representaciones. Sin embargo, no estaba de acuerdo con éste en que la "cosa-en-sí" (Ding an sich), o realidad última, exista más allá de la experiencia. La identificaba por su parte con la voluntad experimentada.

No obstante, la voluntad no está limitada a una acción voluntaria previsible; sino que toda la actividad experimentada por la personalidad es voluntad, incluidas las funciones fisiológicas inconscientes. La voluntad de vivir no tiene razón externa: no desea vivir para algo, sino solo para seguir disfrutando de la vida. Por tanto, no es un azar que todos los seres vivos se sientan inclinados a mantenerse en la existencia. Al hacerlo, obedecen a la estructura misma de la vida.

Para Schopenhauer la tragedia de la vida surge de la naturaleza de la voluntad, que incita al individuo sin cesar hacia la consecución de metas sucesivas, ninguna de las cuales puede proporcionar satisfacción permanente a la actividad infinita de la fuerza de la vida, o voluntad. Así, la voluntad lleva a la persona al dolor, remedio al sufrimiento y a la muerte; a un ciclo sin fin de nacimiento, muerte y renacimiento, y la actividad de la voluntad sólo puede ser llevada a un fin a través de una actitud de renuncia, en la que la razón gobierne la voluntad hasta el punto que cese de esforzarse.

Schopenhauer tuvo esta concepción del origen de la vida en la voluntad gracias a un planteamiento que partía de la concepción de la naturaleza de la conciencia como impulsora. Mostró una fuerte influencia budista en su metafísica y un logrado sincretismo de ideas budistas y cristianas en sus reflexiones éticas.

Sobre los judíos y la defensa de los animales

Por lo demás, Schopenhauer fue el primer gran filósofo occidental que puso en contacto los pensamientos de su época con los de Oriente y uno de los primeros en manifestarse abiertamente ateo.[1]

En este sentido, cabe destacar la acérrima defensa que propugnó por los derechos animales, seguramente motivada por sus influencias de Oriente, de tal suerte que en su obra pueden verse numerosos pasajes a este respecto:

Ni el mundo es una chapuza (Machwerk) para nuestro uso ni los animales son un producto de fábrica para nuestra utilidad.[2]
El hombre no debe compasión (Erbarmen) a los animales, sino justicia.[3]
El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales
La compasión hacia los animales está tan estrechamente ligada a la bondad de carácter que se puede afirmar con seguridad que quien es cruel con los animales no puede ser una buena persona.[4]

La frase anterior refleja un entendimiento de la relación entre el maltrato animal y ciertas patologías violentas del género humano que hoy en día se han estudiado en profundidad[5][6]. También pueden encontrarse pasajes sobre el judaísmo en contraposición con la defensa de los animales.

Los judíos son, según dicen ellos, el pueblo escogido de Dios. Es muy posible, pero difieren los gustos, pues no son mi pueblo escogido. Quid multa? Los judíos son el pueblo elegido por su Dios y él es el Dios escogido por su pueblo: lo que a nadie le interesa sino a ellos. El buen Dios, previendo en su sabiduría que su pueblo elegido sería disperso por el mundo entero, dio a todos sus miembros un olor especial que les permitiese reconocerse y encontrarse en todas partes: es el faetus judaicus. Consideramos pues a la religión de los judíos como la más inferior entre las doctrinas religiosas de los pueblos civilizados, lo cual concuerda perfectamente con el hecho de que también es la única que, en absoluto, no tiene ninguna huella de inmortalidad.

La piedad, principio de toda moralidad, toma también a los animales bajo su protección. La pretendida carencia de derechos de los animales, el prejuicio de que nuestra conducta con ellos no tiene importancia moral, de que como se suele decir, no hay deberes para con los irracionales, todo esto es ciertamente una grosería que repugna, una barbarie de Occidente, que toma su origen del judaísmo. Es necesario recordarles a estos desdeñosos de los brutos, a esos occidentales judaizantes, que igual que ellos fueron amamantados por sus madres, el perro también lo fue por la suya.

Ojalá que todo pueblo que adora un Dios que hace de los vecinos “tierras de promisión” encuentre su Nabucodonosor, así como su Antíoco Epifanes, no guardando para él ninguna consideración
Welter keine Umstánde mit ihm gemacht werden

La originalidad y el carácter anticipativo del pensamiento schopenhaueriano dejó su fuerte e insoslayable impronta en autores de la talla de Friedrich Nietzsche, Adolf Hitler, Sigmund Freud, Thomas Mann, Ludwig Wittgenstein, Eduard von Hartmann, Hans Vaihinger, Marcel Proust, Henri Bergson, Émile Cioran, Jorge Luis Borges y Michel Houellebecq, entre otros.

Antinatalismo

El antinatalismo es la posición contraria la procreación y el nacimiento de nuevos seres humanos. Schopenhauer, en su ensayo Sobre el sufrimiento del Mundo, defiende esta posición como sigue:

Si el acto de la procreación no fuera acompañado de deseo y sentimientos de placer y se basara en la base de consideraciones puramente racionales, ¿existiría la raza humana hoy? Tendríamos compasión por las siguientes generaciones como para preferir ahorrarles la carga de la existencia o al menos para no dejar sobre ellos esta carga a sangre fría.[7]

Schopenhauer argumenta desde la premisa de que infligir dolor es moralmente erróneo y debe por ello evitarse, y la intuición de que el nacimiento de una nueva persona siempre va a traer dolor a esa persona, obliga al imperativo moral de no procrear. Para Schopenhauer, la vida misma es una carga, es una condición que causa dolor, por lo que es preferible no procrear para no causar dolor.

Es por ello por lo que Schopenhauer propone una huida del mundo. Con todo, no aprueba el suicidio como camino, ya que el suicida no renuncia a la vida en sí misma, sino a la que le ha tocado vivir en condiciones desfavorables. Por lo tanto, el filósofo reconocerá como válidas sólo tres alternativas, que jerarquiza según el grado de aniquilación de la Voluntad implicado en cada una de ellas:

  • La contemplación de la obra de arte como acto desinteresado, fundamento de su estética;
  • La práctica de la compasión, piedra angular de su ética;
  • La autonegación del yo (asimilable a una suerte de nirvana) mediante una vida ascética.

Por esta razón la crítica de Nietzsche al pensamiento de Schopenhauer, concluye que es una forma de nihilismo que "niega a la vida".

Referencias

  1. Bryan Magee: The Philosophy of Schopenhauer. New York, Oxford University Press, 1997 (2nd.), p. 287).
  2. Parerga y Paralipómena, tomo II, § 177, p. 399 del vol. VI de la citada ed. de Hübscher).
  3. ibid., p. 395.
  4. Sobre el fundamento de la moral, § 19, p. 242 en la edic. de las Sämmtliche Werke de A. Hübscher, vol. IV (ver sección "Bibliografía").
  5. Abuso animal y abuso humano
  6. Asesino en serie y crueldad hacia los animales: la relación violenta
  7. On the Sufferings of the World.

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Enlaces externos