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Angela Merkel
Angela Dorothea Merkel (17 de julio de 1954) es una política alemana que ejerció como canciller de la nación desde 2005 hasta 2021. Entre los años 2000 y 2018, ejerció como presidenta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU por sus siglas en alemán). Domina los idiomas ruso e inglés y fue considerada por la revista Forbes como la mujer más poderosa del mundo.
Merkel, junto con Sarkozy, hicieron que la Unión Europea exigiera medidas de austeridad a países como Grecia, receptores de gigantescos paquetes de ayuda provenientes en gran medida de las contribuciones alemanas. Como canciller, promovió el multiculturalismo y la integración de Rusia en Occidente acrecentando la dependencia energética de Europa del gas ruso. Fue sucedida en el cargo por Olaf Scholz, perteneciente al SPD.
Sumario
Primeros años
Nacida en Hamburgo, fue la hija de un pastor protestante. Es de madre judía polaca y su primer nombre fue Rebbekah Kasner Jentsch.[cita requerida] Fue criada en la Alemania ocupada por los soviéticos, después de la Segunda Guerra Mundial. Durante la Guerra fría se unió al comunismo y militó en la Juventud Alemana. Estudió física en la Universidad de Leipzig, donde se doctoró en 1986.
Política migratoria
En octubre de 2010, para captar a votantes descontentos con la multiculturalidad, Merkel anunció el fracaso del modelo multicultural alemán, aunque, no llevó a cabo ninguna medida para regular la inmigración. Opinó que el país vive en la ficción de un supuesto multiculturalismo, en realidad malogrado. El intento de integrar a los inmigrantes en la sociedad germana "ha sido un fracaso, un absoluto fracaso", dijo la mandataria durante su intervención en la Jornada Alemana de la Joven Unión, el congreso que reúne a las nuevas generaciones de cristianodemócratas (CDU) y cristianosociales (CSU).
Pedirle a los inmigrantes que acepten las reglas de convivencia alemanas no es exigir demasiado, opinó Merkel. Para contar con opciones de encontrar un buen empleo, los extranjeros deben aprender a hablar correctamente alemán. Tradiciones como el matrimonio forzado de menores no pueden permitirse en un Estado de derecho, ni tampoco el que las niñas no vayan a la escuela. La policía tiene que actuar con eficacia y rectitud, para evitar que barrios enteros se conviertan en lugares sin ley.
A todas estas cuestiones se refirió la jefa del estado alemán en su discurso. Sin embargo, no dejó caer la completa culpa de los problemas de integración sobre los hombros de los foráneos. La política germana ha cometido muchos errores. Durante demasiado tiempo se negaron los sucesivos gobiernos a aceptar que los inmigrantes no sólo habían venido para trabajar y marcharse, sino que estaban dispuestos a quedarse. "Lo que se hizo mal a lo largo de 30, 40 años no se puede enderezar en poco tiempo", recordó la canciller[1].
En 2015, Alemania recibió 1,1 millones de refugiados gracias a la política de puertas abiertas de Merkel.
Para febrero de 2016, Merkel había perdido el control de la crisis inmigratoria. Su popularidad cayó del 75%, en 2015, al 46%, siendo éste su nivel mas bajo de los últimos cuatro años y el 81% de los alemanes consideraban que el gobierno no ha sabido manejar la crisis[2]. Respondiendo al clamor popular, su gobierno anunció que endurecería los requisitos para aceptar nuevos refugiados y que estos deben retornar a sus países de origen una vez finalizada la guerra.
En marzo de 2016, en lo que fue calificado como un desastre electoral, su agrupación política fue derrotada en 2 de 3 regiones, incluyendo su bastión de Baden-Wuerttemberg, donde apenas logró el 27,5% de los votos. Los grandes beneficiarios fueron la ultraderecha, los partidos nacionalistas y sobre todo el principal partido anti-inmigración, el AfD. Anteriormente denostado por Merkel como insignificante y aunque apenas tres años antes aún no existía, pasó a convertirse en la tercera fuerza política del país.
Apoyo a Israel
En 2010, Alemania, tercer exportador mundial de armas, vendió a precios de saldo su sexto submarino diesel Dolphin con una autonomía de 4.500 kilómetros y capaz de portar misiles nucleares. Un regalo que por aquel entonces le había costado a los contribuyentes alemanes 900 millones de euros.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu escuchó el compromiso de Merkel con unas sanciones contra Irán, aunque sea sin la sanción de la ONU, mientras el comercio bilateral entre Alemania e Israel estaba en torno a los 4.300 millones de euros anuales
Durante la masacre de Gaza el entonces ministro de exteriores y vicecanciller alemán, Frank-Walter Steinmeier (SPD), ofreció ayuda alemana para neutralizar los túneles que los palestinos excavan entre Gaza y Egipto en su intento de burlar el bloqueo ilegal que Israel somete al asfixiado territorio. En Gaza viven 1,5 millones de personas, una de las zonas con mayor densidad poblacional del planeta que sufre las carencias más básicas.
Un año después de la masacre de Gaza, Merkel recibió en Berlín al gabinete israelí en pleno, como si no hubiera pasado nada. El sufrimiento palestino, la invasión de 22 días y la masacre de 1400 personas, con miles de heridos, las 20.000 casas dañadas, las fábricas, escuelas, hospitales y locales de la ONU destruidos, la acusación de crímenes de guerra de una comisión de la ONU y de decenas de organizaciones de derechos humanos contra el ejército de Israel, el bloqueo fronterizo mantenido desde entonces a la reconstrucción, impidiendo el acceso de maquinaria para despejar las ruinas y los materiales de construcción necesarios, la continuación de los asentamientos y la expulsión de palestinos de Jerusalén Oeste, todo eso que convierte la situación en un escándalo y en una cruel crisis humanitaria inducida, no figuró en la cumbre de Berlín.
