Diarios de Hitler

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Tapa de la revista Stern del 25 de abril de 1983

Los Diarios de Hitler son un conjunto de sesenta pequeños libros escritos por Konrad Kujau y publicados por el periódico alemán Stern en 1983, que pretendían pasar por el auténtico diario de Adolf Hitler, y que finalmente fueron identificados como una falsificación. En 1985, Konrad Kujau y Gerd Heidemann serían sentenciados a 42 meses de prisión por la estafa.

El Diario de Hitler, anunciado como una sensación histórica hace casi tres décadas, se convirtió en un duro golpe al semanario Stern, que perdió millones y prestigio al confirmarse que era falso, sigue guardado en Hamburgo.

Publicación

Gerd Heidemann muestra uno de los falsos diarios de Hitler, ante reporteros.

El 25 de abril de 1983 la redacción del semanario y la editorial Grüner und Jahr, que financió la compra del diario, presentó 60 tomos, atados por docenas, en una conferencia de prensa a la que habían acudido reporteros del mundo entero. Los cuadernos tamaño carta, forrados de piel, tenían el águila imperial dorada y la esvástica al lado de las iniciales FH. ¿Por qué no eran las letras AF, de Adolf Hitler? Estas iniciales que inicialmente se pensó significaban Führer Hitler, fueron el primer indicio ignorado por el reportero Gerd Heidemann, quien hizo el "descubrimiento" del diario.

Stern publicó extractos de unos documentos que supuestamente eran el diario de Hitler, y que había adquirido por 10 millones de marcos alemanes. Los diarios cubrían un periodo comprendido entre 1932 y 1945, e incluían dos "entregas especiales" sobre el vuelo de Rudolf Hess al Reino Unido.

Gerd Heidemann, un periodista, dijo haber recibido los escritos desde Alemania Oriental, habiéndolos obtenido gracias al Dr. Fischer, quien supuestamente había conseguido pasarlos a través de la frontera, introduciéndolos en Occidente. Los diarios, según el relato de los estafadores, eran parte de una colección de documentos recuperados de entre los restos de un accidente aéreo en Börnersdorf, cerca de Dresde, en abril de 1945.

Gerd Heidemann envió los documentos a varios "supuestos expertos" en Historia de la Segunda Guerra Mundial para que corroborasen su autenticidad. Entre ellos, destacan Hugh Trevor-Roper, Eberhard Jäckel y Gerhard Weinberg, quienes en una rueda de prensa celebrada el 25 de abril de 1983, confirmaron que eran auténticos. Pese a que los diarios de Hitler no habían sido aún sometidos a un análisis científico, Trevor-Roper afirmaría lo siguiente:

Ahora puedo decir con satisfacción que estos documentos son auténticos; que la historia sobre su paradero desde 1945 es cierta; y que la forma en la que se narra actualmente los hábitos de escritura y la personalidad de Hitler, e incluso quizás algunos de sus actos públicos, deben ser, en consecuencia, revisados.

El plan secreto "Grünes Gewölbe"

El historiador británico David Irving fue uno de los primeros escépticos con respecto a la autenticidad del diario. El y otros sostuvieron que varios aspectos de la escritura de Hitler no coincidían, existían contradicciones con acontecimientos históricos conocidos, el lenguaje utilizado carecía de la fuerza de los escritos del Führer y los materiales estaban sospechosamente bien conservados.

Para evitar que el proyecto trascendiera a otros medios nacionales e internacionales, la revista decidió guardar absoluto secreto. Sólo unos cuantos estaban enterados del "Grünes Gewölbe" (Bóveda verde) como se bautizó el plan internamente. Después de que los historiadores de la revista confirmaran la autenticidad de los libros, se prescindió de su autentificación por parte de otras fuentes. Poco antes de la publicación se informó al redactor en jefe Peter Koch, quien fue el primero en manifestar dudas sobre la autenticidad de los diarios.

Expertos de Estados Unidos y de Suiza pidieron documentos con la escritura de Hitler de la década de los 40, para compararla con la de los diarios. Y eso no lo tenía el archivo de Stern. Heidemann preguntó a Kujau si tenía algo y Kujau por supuesto que lo tenía. Así fue como los peritos compararon la escritura de dos documentos que provenían de la misma fuente, probablemente de la misma mano. Hasta que un peritaje realizado por expertos de la Policía Criminalística confirmaron que el papel, la tinta y la goma no podían ser de una fecha anterior a 1945.

Además, poseía gran cantidad de datos históricos inexactos, entre los que destacaba el monograma de la primera página, donde se leía "FH", en lugar de "AH" (Adolf Hitler), pues en los antiguos caracteres alemanes, tales letras resultaban similares. Finalmente, el contenido del libro resultó ser una copia de un libro de discursos de Hitler al que se habían añadido comentarios personales. La investigación concluyó que los Diarios de Hitler eran un grotesco fraude.

Falsificación histórica

Aún así dos tomos fueron publicados que dan testimonio de la fértil imaginación de Kujau. En el primer tomo reconstruye fantásticas historias de mujeres en las que involucra al ministro de propaganda, Joseph Goebbels y escribe cómo el Führer prohíbe a sus colaboradores ese tipo de amoríos por decreto y su secreta adicción a tabletas. "Sigo padeciendo de insomnio, y los trastornos digestivos han empeorado", escribe Hitler (Kujau). En el segundo tomo aborda el viaje a Inglaterra de su vicecanciller, Rudolf Hess. El contenido del resto de los tomos, que se encuentran resguardados en el sótano de la sede de Stern en Hamburgo, se desconoce.

Stern suspendió la publicación de los diarios, pero no logró evitar un descalabro en su credibilidad que se tradujo en un desplome de sus ventas y despectivos apelativos entre los medios y la población alemana. Kujau y Heidemann fueron condenados en 1985 a más de cuatro años de prisión acusados de fraude. Kujau murió de cáncer en el año 2000, mientras que Heidemann vive de ayuda social en Hamburgo.

Historiadores oficialistas

Konrad Kujau, al fondo de la foto, quien se hizo famoso falsificando unos supuestos diarios de Hitler.

Los enemigos del Sunday Times ridiculizaron con profusión al periódico, y la reputación como historiador de Trevor-Roper quedaría seriamente dañada. En aquel momento, Trevor-Roper era uno de los directores de Times Newspapers, y pese a que negó cualquier actuación deshonesta, hubo quien le acusó de entrar en un claro conflicto de intereses, pues el The Sunday Times, periódico para el que habitualmente realizaba colaboraciones, y que ya había pagado una enorme suma por los derechos para publicar los diarios en el Reino Unido.

Esto demuestra una vez más que los investigadores representantes de la "historia oficial" se movían -y todavía lo hacen- por el dinero, desvirtuando la verdadera historia: la "historia no-oficial" que es dada a conocer por los revisionistas.

A partir de esa mentira, comenzó el declive de la carrera de Trevor-Roper. A partir de entonces sus adversarios en Peterhouse le llamaban Lord Faker (Lord falsificador, en juego de palabras con su verdadero título: Lord Dacre o Barón Dacre de Glanton, que ostentaba desde 1979). Con parecida intención la revista satírica Private Eye le motejó Hugh Very-Ropey (Hugo Muy-Chungo). El escándalo afectó no sólo a su fama como historiador, sino a su integridad, puesto que el Sunday Times, que había pagado una considerable suma por los derechos sobre los diarios, era el periódico donde solía colaborar Trevor-Roper, además de ser inversor.

Consecuencias

Además de los 42 meses de prisión que se impusieron al falsificador Kujau y al periodista Heidemann, el escándalo supuso la dimisión de Peter Koch y Felix Schmidt, dos editores del Stern.

Todo este gigantesco fraude quedaría reflejado en una mini-serie británica producida en 1991 y que recibiría el nombre de Selling Hitler. Estaba basada en el libro que Robert Harris escribió relatando la historia del fraude. Además, en el 92, se estrenó Schtonk!, película del director alemán Helmut Dietl, que pese a tener una gran parte ficticia, mostraba muchos de los hechos que rodearon al caso de los Diarios de Hitler.

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