Fortunato Giovannoni

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Fortunato Giovannoni Machiavello (21 de febrero de 1894, Buenos Aires, Argentina - 16 de mayo de 1971, Ibídem) fue un militar argentino de pensamiento nacionalista. Estuvo involucrado en varios movimientos castrenses organizados para actuar en contra de los gobiernos civiles, incluyendo el de 1960 que fue encabezado por él.

Biografía

Giovannoni asistió al Colegio Militar de la Nación, de donde egresó a fines de 1912 como Subteniente de Infantería.

Hizo carrera en las filas del Ejército Argentino, cumpliendo servicio en diversos destinos. También fue profesor de tiro en el prestigioso Colegio del Salvador de Buenos Aires.

En 1930, cuando se produjo la revolución militar que llevó a la presidencia a José Félix Uriburu, Giovannoni se encontraba en la provincia de San Luis. Como simpatizaba con Hipólito Yrigoyen, decidió no acompañar a la maniobra destituyente, razón por la cual terminó siendo arrestado. De todos modos pronto se reconcilió con el nuevo gobierno y continuó ascendiendo en la jerarquía.

Se desempeñó también como juez militar.

En 1940 se unió al General Juan Bautista Molina en la organización de un golpe de Estado que pusiese fin a la vergonzosa Década Infame, pero la conspiración fue desarticulada antes de poder concretarse.

Al producirse la Revolución del 43, Giovannoni se encontraba trabajando como jefe de la División General del Personal del Ejército Argentino, un puesto burocrático. Al adherir al nuevo gobierno, volvió al mando de tropas, pero unos meses después el presidente Pedro Pablo Ramírez lo designó como Director General de la Gendarmería Nacional Argentina, una fuerza de seguridad que para la época contaba sólo con cinco años de existencia. Giovannoni, que había alcanzado ese año el rango de General de Brigada, se ocupó de profesionalizar a los gendarmes, impulsando la creación de la Escuela de Gendarmería.

A principios de 1944 tuvo a su cargo el control de la rebelión del Teniente Coronel Tomás Ducó, lo cual hizo sin derramar sangre.

Aunque pertenecía al círculo de oficiales que encabezaba Juan Domingo Perón, no vaciló en confrontarlo cuando éste ocupaba el cargo de vicepresidente y se discutía intensamente que haría la Argentina frente a la situación internacional. Ante la disputa, Perón le propuso a Giovannoni un pacto de caballeros, mediante el cual ambos se someterían a la votación de una asamblea de militares y el menos apoyado se apartaría de los asuntos de gobierno. Así se hizo y por ello Giovannoni tuvo que dejar su cargo en la Gendarmería Nacional Argentina, y entrar en situación de retiro del servicio activo.

En 1947 ascendió a General de División, y a comienzos del siguiente año se retiró definitivamente de las actividades militares.

Disgustado con la evolución del régimen peronista, Giovannoni se sumó al General Benjamín Menéndez en lo que sería el conato revolucionario de septiembre de 1951. Por ello fue expulsado del Ejército Argentino y debió pasar dos años encarcelado.

Ya en libertad continuó involucrado en conspiraciones contra el gobierno, lo que le costó que después del bombardeo de la Plaza de Mayo en 1955 fuese detenido para ser investigado por el caso.

Con el régimen de la Revolución Libertadora en el poder, fue reincorporado al Ejército Argentino y se le restituyeron sus privilegios como general retirado. Entre marzo de 1957 y septiembre de 1958 aceptó obrar como interventor de la Dirección Nacional de Institutos Penales, iniciando un plan de reformas del sistema carcelario argentino que se concretaría en los años siguientes.

El 13 de junio de 1960 el General Giovannoni encabezó un alzamiento militar en la ciudad de San Luis, buscando destituir con esa maniobra al presidente Arturo Frondizi. Un grupo de comandos liderado por León Pablo Santamaría y Argentino Villa tomó la radio LV13, con cierta anuencia de su propietario Ovidio Di Gennaro. Allí se leyó una proclama en la que el General Giovannoni se autodeclaró Presidente de la Nación y decretó que la capital del país se había trasladado a la ciudad en la que estaba. Justificaba esa acción basándose en que entendía que la infiltración comunista en las estructuras del gobierno nacional desembocaría en la súbita instauración de la República Popular Marxista de la Argentina, por lo que era urgente tomar medidas anticipatorias. Aunque los sublevados habían controlado a la policía local y habían detenido a muchos funcionarios de la gobernación provincial, no consiguieron que otros hombres de las FFAA se sumaran a sus huestes (el líder conservador Adolfo Sánchez Zinny, uno de los contactos civiles del General Giovannoni, fue uno de los pocos argentinos que se manifestó a favor del militar). Sin fuerza suficiente para enfrentarse a las tropas leales a Frondizi, los hombres debieron rendirse y someterse a un proceso judicial que determinó finalmente su expulsión del cuerpo militar.

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