Guido Glave

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Adolfo Luis Guido Glave (1885 - 1938) fue un empresario y economista argentino que militó en el nacionalismo. Hombre de opiniones antiliberales y anticomunistas, promovió en su país al corporativismo.

Biografía

Glave era comerciante y fabricante de aceites lubricantes para uso industrial. Fue dueño de las marcas Picoil, Rapidoil, Lavoil, Veloxoil, Evalgolina y La Mensajera.

Militó en la Unión Patriótica Argentina, para la cual redactó su programa. El mismo fue publicado en varios folletos durante 1934, distribuido entre la gente a través de panfletos en 1935, y sintetizado en el libro Economía dirigida de la democracia corporativa argentina de 1936. En 1937 escribió un folleto breve pero conciso, en el que denunció que el sistema bancario argentino estaba en manos de masones que defendían los intereses del Imperio Británico, el cual a su vez estaba controlado por infames sectas judías. De allí que señalase que era urgente expulsar a los vendepatria del directorio del Banco Central de la República Argentina y demás entidades similares, y establecer un mecanismo adecuado para controlar a la banca privada. El texto de ese folleto fue agregado a ediciones posteriores de Economía dirigida de la democracia corporativa argentina.

Su posición crítica ante la conspiración judaico-masónica lo llevó a participar de Acción Anti-Judía Argentina, una organización nacionalista destinada a exponer y repudiar los planes hebraicos de conquista mundial.

El economista fue también colaborador del diario Crisol que dirigía Enrique P. Osés.

Pensamiento

Glave sostenía que, para desarrollarse económicamente, la Argentina necesitaba apostar al crecimiento de la agroindustria. Pero para que ello sucediese era necesario avanzar antes con una reforma agraria que garantizara la multiplicación de campesinos que fuesen pequeños y medianos propietarios de las tierras que trabajaban. En su proyecto el Estado cumpliría un papel fundamental para fomentar, asistir y controlar a los granjeros del país.

Para solucionar el problema de la falta de vivienda, Glave proponía construir pequeñas ciudades bajo un riguroso régimen de planificación urbana, las cuales se distribuirían a lo largo y ancho de la geografía argentina. El economista era tan detallista que hasta había estudiado que era lo que decía la arquitectura contemporánea acerca de como debían diseñarse las casas para gozar del máximo confort. Sugería que hubiese uniformidad en las edificaciones, para crear así un estilo nacional que produjese admiración del genio argentino.

La vida cotidiana de las nuevas ciudades debía girar en torno a pequeñas industrias estratégicas que tendrían la misión de abastecer de diversos productos de consumo al mercado interno. Curiosamente, Glave recomendaba que la tecnología electromecánica tuviese poca presencia dentro y fuera de las fábricas, ya que ella generaba desempleo al reducir la cantidad requerida de mano de obra para funcionar y pervertía ciertas costumbres diarias.

Con respecto a la cuestión social la idea era introducir nuevas leyes que protegiesen a los trabajadores de los abusos patronales y unificar el sistema jubilatorio para eliminar las cajas de pensiones sectoriales, cosa de que todo trabajador pasivo recibiese un salario digno. Glave insistía en que debían crearse toda clase de seguros sociales administrados por el Estado para asistir a aquellos ciudadanos que no pudiesen cumplir con sus obligaciones laborales. También señalaba que era fundamental que se le otorgase un subsidio a los matrimonios que tuviesen hijos, ya que esa medida serviría para desalentar el trabajo de la mujer, la cual podría así convertirse en una ama de casa a tiempo completo para criar a su familia en un ambiente moralmente sano.

Lógicamente un sistema en el que el Estado cumpliese con todas las funciones sociales, económicas y culturales asignadas por Glave no podía estar controlado por una corrupta partidocracia, pues sería catastrófico darle tanto poder a políticos perversos y demagogos. Por lo tanto el economista alentaba la creación de un aparato estatal supervisado y administrado por corporaciones sindicales de diversa índole.

Glave especulaba que con su plan económico dirigista a la Argentina le llevaría aproximadamente unos 20 años convertirse en una potencia mundial.

Bibliografía

  • Economía dirigida de la democracia corporativa argentina. Buenos Aires: Imprenta Gotelli, 1936.

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