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Jemeres Rojos
Durante los cuatro años que duró su régimen (desde abril de 1975 a octubre de 1979), sus acciones y maneras de imponer su política condujeron a lo que se conoce como el Genocidio camboyano, actos que, en la actualidad, están siendo juzgados por un tribunal internacional en Phnom Penh por crímenes contra la humanidad.[1][2] Se calcula que cerca de dos millones de camboyanos murieron a causa de las torturas, enfermedades, ejecuciones, trabajos forzosos y de hambre en el Genocidio camboyano.[1][2] Se estima que la cuarta parte de la población camboyana murió bajo este régimen solamente en el periodo entre 1975 y 1979.[2]
A punta de pistola los Jemeres Rojos obligaron a la población civil a trasladarse en masa al campo. El reclutamiento y el traslado a campos de trabajo forzado llegó a despoblar casi por completo a las ciudades. Los intelectuales y personas con formación académica eran asesinados sistemáticamente por considerarlos un peligro potencial para el régimen. Las tensiones con la vecina Vietnam se recrudecieron lo que condujo a una campaña de sangrientos ataques de los Jemeres contra este país. Por aquel entonces Pol Pot calculó en dos millones de camboyanos el costo en vidas para exterminar por completo a la población vietnamita. El fin del régimen en 1979, fue consecuencia de la invasión de Camboya por parte de Vietnam. Con la caída de su capital los Jemeres Rojos se convirtieron en una guerrilla que operando desde la selva siguió activa durante la Guerra Fría con apoyo de China y Estados Unidos. Una vez que este les fue retirado hacia 1989, se adaptó convirtiéndose en una guerrilla del tipo que suele relacionarse con las economías de guerra.
Sumario
Ideología
El Partido Comunista de Camboya se conformó en 1951, aunque en sus primeros años fue parte dependiente del Partido Comunista de Vietnam. En los años 70 cambia el nombre por Partido Democrático de Kampuchea (Kampuchea es la forma francesa de Camboya).
La ideología de los Jemeres Rojos mezclaba una interpretación subjetiva y deextrema izquierda del maoísmo, centrándose en su exaltación del campesinado, con las ideas anticolonialistas propias de las guerras de liberación nacional. A esto se añadió el rencor hacia la subordinación de los comunistas camboyanos a los vietnamitas. El resultado final fue una combinación de maoísmo de palabra con un nacionalismo extremo en la práctica, llegando a posturas racistas.
Ascenso al poder
En el marco de la Guerra de Vietnam, Estados Unidos bombardeó el norte de Camboya desde marzo de 1969 hasta 1973 como medio para defenderse de la incursiones del Vietcong con bases en el interior de la selva y que, bajo la protección del Jemer Rojo, atacaba a Vietnam del Sur, aliado de EE.UU. El bombardeo fue autorizado por el presidente Richard Nixon y liderado por su director de seguridad nacional Henry Kissinger. Camboya recibió 539.129 toneladas de bombas. Es decir, tres veces más de las que EE.UU. lanzó contra Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Los bombardeos causaron la muerte de 600 mil personas y no hicieron otra cosa que incrementar la popularidad y la fuerza de la naciente guerrilla. Los jemeres rojos recibieron además apoyo de China, que les suministró armamento.
El movimiento, liderado por Pol Pot, un personaje oscuro del cual no se supo su identidad sino hasta 1976, pronto ganó popularidad entre el campesinado del norte del país, que estaba acosado por los intensos bombardeos.
Para 1973, el 60% del territorio camboyano estaba bajo control de la guerrilla y empezó una segura marcha hacia la capital. Muchos camboyanos se unieron a los jemeres rojos por lealtad al príncipe Norodom Sihanouk en nombre del cual la guerrilla decía actuar prometiendo su restitución al poder en cuanto el dictador y los estadounidenses fueran derrocados. A principios de 1975 la suerte estaba echada en la península de Indochina: los Estados Unidos y sus aliados tuvieron que retirarse precipitadamente y las fuerzas comunistas tomaron el control de Laos, Vietnam del Sur y Camboya.
El 17 de abril de 1975 los jemeres rojos entraron victoriosos en Nom Pen, una populosa ciudad de más de dos millones de habitantes, la mayoría refugiados. Ese mismo día comenzó la evacuación forzada, preludio de lo que sería la Kampuchea Democrática de Pol Pot.
La Kampuchea Democrática sin ciudades
La primera acción emprendida por el nuevo gobierno de la Kampuchea Democrática fue la de evacuar todas las zonas urbanas del país hacia el campo. El hecho es más importante de lo que se piensa a simple vista por las implicaciones que tuvo en la génesis del genocidio camboyano. Inicialmente se le informó a la población que dicho procedimiento era debido a prevenir cualquier ataque aéreo por parte de los Estados Unidos sobre las ciudades del país y dicha versión es todavía sostenida como defensa de los Jemeres Rojos. Pero los dos millones de personas que fueron forzadas a salir de sus ciudades el 17 de abril de 1975 nunca pudieron regresar a sus hogares y las maneras en las cuales fueron forzadas evidencian otra cosa que prevención. Ante todo los mismos fueron denominados “la gente del 17 de abril” para distinguirla de aquéllos que no se habían unido a las guerrillas de los Jemeres Rojos durante la guerra contra Lon Nol y contra los Estados Unidos. Ello implicaba que dicha “gente del 17 de abril” era considerada enemiga del nuevo Estado, traidores a la patria, representantes de un sistema feudal que debía desaparecer. Según los sobrevivientes, pacientes de hospital fueron obligados a caminar fuera de la ciudad, ancianos y niños abandonados o muertos en las carreteras, fusilamientos sumarios, multitud de personas obligadas a caminar centenares de kilómetros bajo el clima inclemente del trópico bajo la amenaza de los soldados Jemeres, hasta llegar a sitios lejanísimos de sus lugares natales en donde fueron obligados a trabajos forzados. Los Jemeres Rojos se cuidaron de hacer eliminar cualquier relación y vínculos de familia de la sociedad que entendían forjar: los núcleos familiares fueron desmembrados de tal manera que los matrimonios fueron disueltos, por lo cual cónyuges e hijos eran separados radicalmente y enviados cada uno a provincias opuestas de la geografía nacional. En este primer episodio las muertes fueron suficientes para entender de qué manera se pretendía crear una nueva Camboya.
Los campos de exterminio
El gobierno provietnamita instalado tras la caída de Pol Pot creó un "Museo del genocidio", cuyo nombre inspira el nuestro, donde se exponen miles de huesos de víctimas que no serán identificadas jamás.
En Camboya tuvo lugar el experimento de ingeniería social más atrevido y radical de todos los tiempos. Fue el comunismo llevado a su consecuencia lógica, a su mayor extremo. El dinero desapareció y la colectivización integral se llevó a cabo en sólo dos meses. El gobierno del Angkar duró tres años y ocho meses y sembró de cadáveres el país: alrededor de dos millones de muertos para una población total de ocho millones.
Pin Yatay, superviviente, nos cuenta que "en la Kampuchea democrática no había cárceles, ni tribunales, ni universidades, ni institutos, ni moneda, ni deporte, ni distracciones… En una jornada de veinticuatro horas no se toleraba ningún tiempo muerto. La vida cotidiana se dividía del modo siguiente: doce horas de trabajo físico, dos horas para comer, tres para el descanso y la educación, siete horas de sueño. Estábamos en un inmenso campo de concentración. Ya no había justicia. Era el Angkar el que decidía todos los actos de nuestra vida"
Pol Pot y sus jemeres rojos iniciaron en 1970 una guerra civil apoyada por el gobierno de Hô Chi Minh. Ya entonces mostraron su extrema crueldad: no sólo los prisioneros fueron maltratados y ejecutados, sino que también fueron encarcelados sus familias, reales o inventadas, monjes budistas, gente sospechosa en general, etc.. En las prisiones, los malos tratos, el hambre y las enfermedades acabaron con casi todos ellos y, desde luego, con la totalidad de los niños detenidos.
Pero ese horror en guerra no era más que el preludio de lo que llegaría desde que el 17 de abril de 1975 ésta terminó con el triunfo de Pol Pot y los suyos. La primera medida fue el desalojo de los más de 3 millones de habitantes de las ciudades, realizada inmediatamente. Esto provocó la división entre "viejos" (los campesinos de siempre) y "nuevos" (los habitantes de las ciudades reconvertidos), de los que estos últimos se llevarían la peor parte de la represión que vino más tarde.
El horror cotidiano
En las prisiones se numeraba y fotografiaba a las víctimas del Partido Comunista antes de su ejecución. Si el torso estaba desnudo, el papel con el número se sujetaba con un imperdible a la piel.
La "Kampuchea democrática" dejó en sus supervivientes una pérdida completa de valores; la supervivencia exigía la adaptación a las nuevas reglas del juego, de las cuales la primera era el desprecio a la vida humana. "Perderte no es una pérdida. Conservarte no es de ninguna utilidad", según rezaban los manuales del Angkar.
Pol Pot anunciaba un futuro radiante en sus discursos. Prometía pasar de la tonelada de arroz por hectárea y año a tres en breve sucesión. El arroz se convirtió en el monocultivo. Los mandos obligaban a trabajar sin descanso a los esclavos a su mando, para mejorar su reputación entre sus superiores. En algunos extremos se llegaba a jornadas de 18 horas, en la que los hombres más robustos eran los que padecían mayores exigencias y, en consecuencia, morían antes.
No obstante, la planificación central y el desprecio por la técnica (sustituida por la educación política) destruyeron la hasta entonces siempre próspera cosecha arrocera camboyana. Para finales del 76 se calculaba que la superficie cultivada era la mitad que antes del 75. El hambre era inevitable y, con él, la deshumanización y el sometimiento al Angkar. Aunque quizá menos extendido que en la China del "Gran Salto Adelante", el canibalismo se convierte en costumbre.
La familia era considerada una forma de resistencia natural al poder absoluto del Partido, que debía llevar al individuo a una dependencia total del Estado. Por tanto, las familias eran separadas y la autoridad paterna castigada: la educación era responsabilidad exclusiva del Angkar. Los sentimientos humanos eran despreciados y considerados un pecado de individualismo. Al intentar ayudar a una vecina, Pin Yatay se ganó esta reprimenda: "No es su deber ayudarla, al contrario, esto demuestra que todavía tiene usted piedad y sentimientos de amistad. Hay que renunciar a esos sentimientos y extirpar de su mente las inclinaciones individualistas."
Los esclavos pertenecen al sistema, no a sí mismos. Su vida es totalmente regulada. Había de evitar cualquier fallo, incluso involuntario, un resbalón, la rotura de un vaso, no podían ser un error sino una traición contrarrevolucionaria que conducía a un castigo seguro. A veces, la muerte. O la flagelación, que en los más débiles era equivalente. Los niños espiaban a los mayores en busca de culpabilidades reales o inventadas. Pero no había muertos, esa palabra era tabú, ahora tan sólo existían cuerpos que desaparecen.
"Basta un millón de buenos revolucionarios para el país que nosotros construimos", se rezaba en las reuniones de los jemeres rojos. El destino de los demás era evidente. La muerte cotidiana era lo frecuente; curiosamente los casos considerados graves eran los que iban a prisión, donde se obligaba con tortura a la delación y, finalmente, se ejecutaba a los presos. Un detenido por el crimen de hablar inglés cuenta como fue encadenado con unos grilletes que cortaban la piel y torturado durante meses. El desmayo era su único alivio. Todas las noches los guardias se llevaban a varios prisioneros a los que nunca volvían a ver. Él pudo sobrevivir gracias a las fábulas de Esopo y cuentos jemeres tradicionales que contaba a los adolescentes y niños que eran sus guardianes.
En los campos, lo que atemorizaba era la imprevisibilidad y el misterio que rodeaban las innumerables desapariciones. Los asesinatos se llevaban a cabo con discreción. Era frecuente el uso de los cadáveres como abono. No obstante, la brutalidad reaparecía en el momento de la ejecución: para ahorrar balas sólo un 29% eran disparados. El 53% moría con el cráneo aplastado, el 6% ahorcado, el 5% apaleado.
La guerra contra Vietnam y la caída del régimen
- Artículo principal: Guerra camboyano-vietnamita
En el que constituyó el primer incidente importante, el Ejército Revolucionario de Kampuchea invadió la isla vietnamita de Phu Quoc el 1 de mayo de 1975, que era reclamada como parte del territorio camboyano. Nueve días después los camboyanos continuaron con sus incursiones, capturando Tho Chu donde fueron ejecutados 500 civiles. Los militares vietnamitas respondieron lanzando fuertes contraataques, y a continuación tomaron la isla camboyana de Koh Wai.
En 1977 se volvieron a reproducir acciones de este tipo. El 30 de abril, coincidiendo con el segundo aniversario de la caída de Saigón, el Ejército camboyano lanzó varios ataques militares contra las provincias vietnamitas de An Giang y Chau Doc, matando a centenares de civiles vietnamitas. El Ejército vietnamita respondió movilizando tropas hacia las zonas atacadas por Camboya.
El 6 de enero de 1978 la dirección de los Jemeres rojos proclamó que cada soldado camboyano equivalía a 30 soldados vietnamitas, a pesar de que Camboya solo podía oponer 2.000.000 de soldados de una población de ocho millones contra un país como Vietnam, con una población de 50.000.000 de habitantes y con 6.000.000 de hombres listos para el combate. En realidad, los líderes camboyanos simplemente ignoraban las condiciones reales de la población de su propio país, en un estado deporable tras años de trabajos forzados, hambre y enfermedades.
El 25 de diciembre de 1978 Vietnam lanzó una invasión a gran escala, empleando 13 divisiones (aproximadamente 150.000 soldados) con apoyo de artillería pesada y la fuerza aérea. Inicialmente, los camboyanos creyeron que su Ejército podría ofrecer una resistencia efectiva a los vietnamitas con los métodos convencionales, pero la realidad fue que su táctica condujo a la pérdida de la mitad del Ejército Revolucionario Kampucheano en dos semanas. El elevado número de bajas y las derrotas en el campo de batalla convencieron a los líderes de los Jemeres Rojos a evacuar las regiones occidentales del país. De hecho, el 7 de enero de 1979 el Ejército Vietnamita entró en Phnom Penh junto con los miembros del FUNSK. Al día siguiente se instaló un estado títere camboyano pro-vietnamita, conocido como la República Popular de Kampuchea (RPK).
Camboya, hoy
Después del derrocamiento de Pol Pot, algunos autores niegan la inclusión del exterminio por razones políticas dentro del ámbito del genocidio. No hacen más que seguir las órdenes de la extinta URSS, el único país que, por razones evidentes, se opuso a incluir a éstos dentro de la definición de genocidio de la ONU.
La educación política recibida del Partido Comunista de Kampuchea persiste aún en Camboya. Los valores humanos han sido sustituidos por un cinismo y egoísmo que comprometen cualquier tipo de desarrollo. Aún persisten jemeres rojos parapetados tras campos de minas, lo que ha convertido a este país en el que posee mayor número de mutilados, sobre todo en adolescentes y niños.
Referencias
- ↑ 1,0 1,1 «La única superviviente de un centro de torturas de Pol Pot rompe su silencio» - El Mundo, 24 de julio de 2007.
- ↑ 2,0 2,1 2,2 «El tribunal internacional de Camboya acusa a cuatro ex dirigentes de los Jemeres Rojos» - RTVE, 16 de septiembre de 2010.
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