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Kurt Meyer
Kurt Meyer, llamado Panzermeyer, nació el 23 de diciembre de 1910 y murió también un 23 de diciembre de 1961. Fue un oficial de las Waffen-SS durante la Segunda Guerra Mundial.
Biografía
En sus días, aunque admirado por sus hombres, se le podría calificar como un oficial duro. No era el típico combatiente al que un enemigo desease tener mandando las líneas enemigas.
Era fanático con sus soldados a los que no permitía la más mínima concesión al miedo, pero aun lo era más a la hora de rechazar sin ningún tipo de miramiento a los invasores de su Patria.
Por citar un ejemplo de este comportamiento, a lo largo de la campaña contra el valeroso ejército griego, ocurrió que en el asalto a posiciones enemigas cerca del lago de Castoria, quedó detenido por el certero fuego de varios nidos de ametralladora griegos. Meyer no dejaba de gritar a sus hombres que no se detuviesen y continuasen el avance, llegando a exponerse él mismo al fuego enemigo, pero sus hombres estaban cuerpo a tierra, atemorizados y apretados contra el suelo. Meyer fuera de sí, sacó una de sus granadas y la hizo detonar a escasos metros, por detrás de sus hombres, obligándoles a salir de sus escondrijos y continuar el avance. Murieron 6 soldados y un oficial, pero los nidos de ametralladoras fueron destruidos y las posiciones alemanas consolidadas.
El ascenso de Kurt Meyer, sería, al igual que el avance que imprimía a los hombres bajo su mando y que le valdría el sobrenombre de "Veloz Meyer", fulgurante.
Tras entrar en 1934 en la SS Leibstandarte Adolf Hitler, era ya ascendido al año siguiente a Teniente de las SS (Obersturmführer), y para finales de 1937, Capitán (Hauptsturmführer). Durante la campaña de Francia luchó como Mayor (Sturmbannführer) recibiendo además la cruz de hierro de primera clase por su valor en combate.
En el año 1942 llega al rango de Comandante de las SS (Obersturmbannführer), convirtiéndose con 33 años de edad, en el comandante más joven de las fuerzas armadas alemanas. También recibiría la cruz de caballero por su desempeño en la campaña de los Balcanes.
Durante la invasión de Normandía, recibió las espadas para su Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro y el grado de General de Brigada (Brigadeführer), con el que acabaría la guerra.
Pocos fueron los soldados del Führer con tanta experiencia de combate como la recabada por Meyer. Participó en prácticamente todos los escenarios bélicos de la última guerra civil europea. Luchó en Polonia, en Holanda, en Francia, en la campaña Griega, en los Balcanes... Luchó en la vanguardia de las tropas del este durante la invasión del coloso soviético, llegando a combatir en la más profunda región a la que llegaron los soldados de la libertad nacionalsocialistas, en las remotas montañas del cáucaso... Y combatió también a los americanos durante y después de la invasión de Normandía, en batallas tan famosas como la de Caen y Falaise.
Fue numerosas veces rodeado por enemigos que le superaban en número y separado de sus propias líneas, batiéndose siempre con la feroz tenacidad del lobo que se sabe cercado, y volviendo siempre a sus posiciones con un puñado de maltrechos compañeros.
A veces, demostrando que la línea entre locura y valentía fuera de lo común es terriblemente fina, se introducía con "comandos" de soldados en las líneas enemigas, donde desataba golpes paralizadores y provocaba cuantiosas pérdidas en bajas y material al enemigo, tras lo cual regresaba a rastras a sus líneas.
Meyer fue general de la legendaria división de las 12ª SS División Panzer Hitlerjugend, en sustitución del caído en combate, comandante Fritz Witt, a quien probablemente dediquemos esta sección en un futuro próximo.
Bajo el mando de Meyer la División SS sacada de la nada y convertida en elite por Witt, se enfrentaría con denuedo y determinación a los aliados en las costas y en el interior de Francia, llegando a ser una de las más condecoradas, y por ende, temidas, de entre el vanagloriado grupo de las Waffen SS.
Meyer era un "Nazi fanático" como lo califican sus retractores (o léase, toda la caterva de inútiles, fracasados, cobardes, políticos de salón, burgueses e inútiles mentales autodeclarados intelectuales) en la actualidad. Es fácil saber si tenemos delante la historia de un auténtico hombre o de la un miserable, solo observando las reacciones que provoca su nombre cuando se suelta en medio de una muchedumbre democrática.
El Héroe siempre será el inútil, el innoble, el que carece de honor, y por otro lado, el que ha luchado con lealtad, con valentía y creyendo hasta el final en los ideales de Nación y Socialismo será el peor de los villanos. En este punto, Meyer siempre será visto como el peor de entre los peores. Lo cual es muy de agradecer como diría Goebbels.
Finalizada la guerra
Terminada la guerra, fue acusado como todos los grandes hombres, por ese atajo de cobardes, babosos y sabandijas, de crímenes contra la humanidad. En un principio fue condenado a muerte por el asesinato de cierto número de prisioneros canadienses, pero por falta de pruebas se le conmutó la pena por cadena perpetua, reconociéndose además entre los verdugos, que muchos soldados alemanes hechos prisioneros por los canadienses, fueron encontrados muertos en "sospechosas circunstancias".
Un Héroe Nacionalsocialista, no solo es aquel que combate gallardamente en tiempos de lucha, si no aquel que lo continúa haciendo en tiempos de paz (paz aparente claro está) y cuando ya todo está perdido.
Kurt Meyer, que tras ser liberado de las parodias jurídicas montadas por los aliados y sus secuaces contra los soldados del III Reich, en medio de una atmósfera de reniego y cobardía, se afilió de la asociación de veteranos de antiguos combatientes de las SS, de la que sería un muy activo miembro.
Escribió una biografía titulada "Grenadier" en la que se muestra orgulloso de ser un SS y un combatiente político del Nacionalsocialismo.
En 1961, durante la celebración de su cumpleaños, sufrió un ataque al corazón y murió al instante. A su funeral acudieron numerosas personalidades de las Waffen SS y hasta el canciller Konrad Adenauer.
