Semanario Libertad

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Primer número

El día 18 de junio de 1931 sale a las calles de Valladolid el primer número del nuevo semanario Libertad, fundado por Onésimo Redondo, de lucha social, juvenil y portavoz de la Revolución Hispánica. Su nombre es monosílabo, escueto, agresivo y contundente: Libertad. Las letras de la cabecera son de estilo gótico rasgado.

El ejemplar causa estrañeza y equívoco. El título del semanario se asocia con los partidos de corte izquierdista, pero su contenido es de una rabiosa actualidad, nada ditirámbico. Su línea editorial, desde el primer número, antiburguesa y de cariz nacional-revolucionario y social, provoca desconcierto. Es un lenguaje nuevo, directo, sin tapujos ni perifrasis. Sus frases y consignas son dardos que apuntan al centro de una juventud inquieta que se siente artífice de la nueva historia. El nombre del semanario lo adoptó personalmentge Onésimo porque consideraba que, la primesa misión a realizar, era la de arrebatar e inutilizar los nombres típicos tópicos de la izquierda. Quería dar a entender que si alguien pugnaba por la "libertad" eran las juventudes hispánicas, no comprometidas con credos marxistas ni con postulados sectarios.

Comenzaba ya por la reconquista de un léxico que se creía perdido inexorablemente. La dialéctica que se impone, desde el primer número, sería la que se convierte, mas adelante, en familiar y propia de las juventudes nacionales y del movimiento político que, en los años siguientes, se irian anudando. Ya desde el principio se emplea la palabra "camarada" para designar al compañero de fatigas, al esforzado militante por la salvación de España de la tiranía y el desorden. Onésimo Redondo la emplea con soltura y acierto en un pequeño suelto:

"Fiemos mucho, CAMARADAS, del valor cierto de las masas campesinas en Castilla es axiomático que ningún hombre merece más ni puede mas que cada uno, desde el momento en que la lucha surge. La minoría de provocadores, será por tanto la que nos dé el triunfo, porque a continuación del reto brota en todos los labriegos el amor propio que les pone en actividad y desde ese momento son indomables. Sin contradicción no hay vida. Para nosotros, la pugna es la victoria"

Victor Fragoso del Toro, cronista de aquellos episodios, nos relata en estos términos la salida de la nueva y combativa publicación: "En la tarde del 13 de junio de 1931, la gente que, como de costumbre paseaba por la calle Santiago de Valladolid, se vio sorprendida por el grito de los vendedores de periódicos: "¡Libertad!". "¡Ha salido Libertad!". "¡Lean Libertad!". El título de este nuevo semanario hizo que todos creyeran que se trataba de un periódico más del nuevo régimen, pero su lectura desconcertó a las gentes. No se trataba de un periódico liberal, pero tampoco era reccionario".

Su postura es beligerante, y ataca abiertamente, valientemente, al régimen republicano-marxista recién inaugurado en España, a partir del 14 de abril. Es Libertad la antesala escrita, el manifiesto riguroso, el compendio de las ideas vertidas en tinta impresa, la tribuna y el pregonero periodistico que posteriormente aglutinaría a los más audaces de la nueva organización politica, que va a acaudillar Redondo.

El semanario salió a la calle, más por la ilusión de Onésimo y un puñado de muchachos jóvenes que le secundaban, que por la precaria economía y la penuria de medios en que estaban sumidos aquellos soñadores. El dinero para sacar el primer número lo proporcionó la madre de unos amigos del director-fundador. Cada ejemplar era un quebranto.

Escribían en Libertad, entre otros, Narciso García Sanchez, Víctor Gomez Ayllon, Mariano Tobalina, Tomás Cerro, Emilio Gutierez Palma, "Paco Balón", Antonio M. Valentín, Javier Martinez de Bedoya, Jesús y Francisco Ercilla, "Ito", Carlos Soto. Colaboraron también, en los primeros números, Luciano de la Calzada y Mariano Sebastián Herrador, amigos personales ambos de Onésimo y vinculados al grupo católico de Acción Nacional.

Onésimo tenía una pluma ágil y certera. Las ideas le brotaban. A veces escribía a vuelapluma, en el dorso de papeles impresos, en folios reciclados, en cuartillas de diversos tamaños y procedencias o, incluso, redactaba entrefiletes sobre la marcha en la propia plancha, para cubrir huecos, rellenar espacios o agotar blancos. No había tregua para el respiro. La fatiga le parecía enervar, en lugar de producir desfallecimiento.

Se imprimió en los Talleres Gráficos de Afrodisio Aguado de Valladolid y la tirada era, aproximadamente, de cinco mil ejemplares que se distribuían y vendían durante la semana. Su día de salida era el lunes, siendo vespertino. A veces se producen colisiones y escaramuzas entre los vendedores y sus antagonistas, rifirrafes que se saldaban siempre con sanciones y represalias contra los que proclamaban y divulgaban Libertad. La censura era severa, las suspensiones frecuentes, las multas gubernativas gravosas.

Número dos

El número 2 se abre, en su primera página, con la inserción de invocaciones que mas tarde se adoptarian como los gritos de Ritual de la Revolución Nacional, entre ellos los de ¡España Grande! y ¡España Libre!. Tambien aparecen las consignas vitales del movimiento, como son la exaltación de la violencia, el desprecio por la política electoral o la exigencia de la revolución. Hay una proclama que va dirigida la la juventud y que dice asi:

¡A LOS JOVENES! En esta hora la actuación corresponde a los jóvenes por derecho propio, ya que la política de hoy es, ante todo, una milicia cívica. Al ataque violento hay que responder con serenidad y valentía. Ningún hombre menor de cuarenta años puede permanecer con dignidad en la penunbra, ni dar a la política menos de lo que la defensa ardiente de las propias convicciones exija, aun la vida. "Libertad" es de jóvenes y a los jóvenes se consagra preferentemente. No nos importa contar o no con una mayoría borreguil junto a las urnas y repudiamos el concurso de las multitudes embriagadas de desorden por las calles: DISCIPLINA Y AUDACIA es nuestro lema. Las naciones pertenecen siempre a las minorías con fe y organización. Dándolo todo al ideal antes de comenzar, a nada tememos. ¡¡Por España Grande, por España verdaderamente libre, a la lucha!!.

Onésimo apenas había cumplido los veintiséis años y supo predicar con el ejemplo. Lo dejo todo, lo sacrificó todo: hogar, familia, profesión, por imperativo de su fe ancha en la visión de una España alta y un Estado Nacional-sindicalista, tal y como lo propugnaba en sus escritos, en sus artículos, en sus conferencias, en su peregrinar sin sueño por los pueblos castellanos. Como escritor, su prosa era clara, sencilla, lacónica. Sus argumentos contundentes e irrefutables, consecuencia de su clara visión política.

Unidad de la Patria

Libertad salía a la calle rompiendo lo viejo, inservible y caduco del declinar social. Soltaba el lastre. Entroncaba con la unidad inquebrantable de la Patria. Libertad es desde entonces el grito juvenil, limpio y potente, lleno de protestas y pleno de emoción española. Libertad es un pasquín de lucha y, ya desde su primer número, define el camino del ideario: "traemos a la vida social y política, frente al viejo y estúpido concepto de libertad, que ha sido poder hacer todo y no saber hacer nada, un concepto brutalmente rigido de la jerarquía y un sentido reverencial y sobrehumano de la autoridad"

Decía el filósofo Adolfo Muñoz Alonso que, desde las páginas del semanario, se "convocó a concilio hispánico, de trigo, fruta y luz, a los hombres todos de España. Pudo decir cosas terribles sobre la hipocresía de algunas actitudes políticamente religiosas y cosas tremendas sobre esos tipos de levita y casino".

Propugna abiertamente, y sin disimulo, la insurrección y el levantamiento contra el régimen. Las llamadas a la violencia son frecuentes. Libertad es un periódico de lucha política. A pesar de ello, su director, jamás llevó arma alguna consigo, ni se puede decir que en su vida disparara un solo tiro, ni tampoco, personalmente, incitó a nadie a que lo hiciera, aunque en su órgano de expresión encontramos alusiones en este sentido.

Burguesía

Otro de los temas predilectos de análisis, por el juicio periodistico que merece a Onésimo, es el tema de la burguesía capitalista contra la que arremete por su carácter y su espíritu antinacional y egoista, una de las lacras que atenazaba a España. En el número 4 de Libertad, corespondiente al día 4 de julio de 1931, aparece un artículo titulado "La ineptitud burguesa" donde se dice:

"Uniendo en esto nuestra voz a la de los comunistas y anarco-sindicalistas, no vacilamos en declararnos enemigos del orden burgués, con sus vicios peculiares. Sólo que nosotros no necesitamos para acreditar nuestra repulsa recurrir a las cobardes mentiras que el materialismo revolucionario acumula sobre la sociedad burguesa, no por ser burguesa, sino por ser cristiana. En el fondo de todo caudillo de la revolución materialista, vendida al espíritu judío de Marx y Lenin, lo que hay no es un liberador, sino un monstruo burgués".

Los ataques frontales a la burguesía son una constante. Un año mas tarde, en marzo del año 1932, y en el número 42 del semanario, se matiza definitivamente la posición en un artículo cuyo titular no ofrece dudas: "La traición de los ricos", donde se escribe: "Busca el burgués, alejado con el corazón y el bolsillo de la lucha, las casuales peripecias de este pidiendo en una oración barata y de poco riesgo a Nuestro Señor que algún Lerroux convertido, algún general "con agallas" o aunque sea un Gil Robles a fuerza de oratoria, nos traiga el cambio que no puede menos que ocurrir por la burguesísima y mentecata razón de que "siempre que ha llovido ha escampado".

También, desde los primeros números de Libertad, son frecuentes los artículos de Redondo con alusiones y ataques a la prensa republicana. El titulado "El imperio de la calumnia", apareció en el numero 2 y entre otras cosas se lee: "...una invasión de papel impreso, organizada, sin duda, por los enemigos de la sociedad hispana, se ocupa, cada día con mayor ardor, en corromper las bases de nuestra subsistencia racial; las publicaciones de tipo judío se reparten la tarea dividiéndola en dos actividades: Una tiende a encender la guerra civil con sus campañas de odio político extremado. La otra quiere destruir a la juventud haciéndola víctima del opio pornográfico".

Desde su número uno, Libertad saluda a un colega de la prensa que salía periódicamente ya en Madrid, dirigido por el joven revolucionario Ramiro Ledesma Ramos, con el evocador nombre de La Conquista del Estado, aunque le hace una matización importante: "nos parece bien el ardor combativo y el anhelo hispánico de "La Conquista del Estado". Pero echamos de menos la actividad antisemita que ese movimiento precisa para ser eficaz y certero. No nos cansaremos de repetírselo".

El punto más sensible de la publicación es el sentido social. Ya en el número 2, correspondiente al 20 de junio, se publicaba un texto antológico que marcaba claramenbte la tendencia emprendida: "La revolución social" en el que Onésimo se declara entusiasta de la misma y dice:

"Pedimos, pues, la revolución social para que todo hombre apto encuentre trabajo dignamente remunerado y para que nadie se vea privado de la posibilidad cierta de elevar su condición según sus méritos y para que el campo -que es España- sacuda las cadenas de la hegemonía burguesa. Pero si la revolución social es una necesidad y un grito de justicia, hay que defender ese movimiento sano y juvenil de las corrupciones traidoras que proceden de la democracia judaizante superburguesa, como de las máquinas internacionales con sello marxista, que descaracterizarían la genuina revolución hispánica para hacernos siervos de Moscú. Revolución social, enérgica, urgente, a cargo de la juventud española, eso sí. Pero con todas estas condiciones:

  1. Que no sirva para sustituir la hegemonía burguesa por la tiranía de una clase o un Sindicato. Es un crimen de lesa patria agitar la Nación para mudar de despotismo.
  2. Que intervenga eficazmente el campo, porque sin la voz de la agricultura todo movimiento colectivo es una agresión al verdadero pueblo.
  3. Que presida esa obra de justicia social un superior anhelo hispánico, una idea nacional de unidad, como garantía de que la gran España sigue una ruta de encumbramiento y no es víctima de los tenebrosos proyectos que las fuerzas ocultas internacionales incuban para hundir a las naciones en la miseria consecuente a la lucha de clases.

La redacción del periódico se reunía en la Plaza de Santa Ana, donde habían alquilado unas habitaciones para la Administración y que servía también de lugar de encuentro y punto de reunión del nucleo de jóvenes inquietos y aguerridos, con ansias de reconquista y de unidad, a partir del epicentro de la Península y al grito de ¡Castilla salva a España! abogando por "el momento histórico nos obliga a tomar las armas".

Como resalta el periodista Tomás Borrás, Onésimo es un polemista claro como el agua y como el agua saludable, pero terrible si en furia, se emplea en anunciar -es un San Juan Bautista de la España que llegará- tres ideas cardinales: la unidad; la de salvación y nueva aristocracia del labrador -señor, y el triunfo de las libertades cristianas, humanas, de inalienable propiedad del hombre, frente a la sofística "libertad", nunca respetada ni aplicada, libertad solo para ellos, para los que preparan la dictadura del proletariado.

Para Jesus Vasallo, de la primera hora, que llegaría a ser Director de Libertad, Onésimo dio supremas lecciones de periodismo, ya que era un periodista nato, integro, un torrente desbordado, con fuego huracanado en los ojos y un vigor intenso en la pluma. Poseía la capacidad de síntesis que debe ser esencial al periodista. Repentizaba sobre cualquier acontecimiento de su época con una ilusión, con una ironía, con una claridad impresionantes. Su clarividencia intelectual, su rigor ante los problemas que formaban el entramado de una España escindida, injusta, sin libertad alguna, aunque de ella se hablase mucho, le hacían ser tajante, firme y rotundo en sus editoriales, en sus vibrantes polémicas.

Son tradicionales, antológicos, sus escuetos entrefilets, redactados con pulso firme, sin una vacilación, sin corregirlos apenas. Onésimo decia siempre lo que quería decir y sabia decirlo. Esto es lo mas difícil de la proifesión. Por el vehículo de la claridad llegaba al corazón de las gentes.

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