Adolf Hitler, el hombre

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(Capítulo perteneciente al artículo "Alemania Despierta: desarrollo, lucha y victoria del NSDAP")

Hitler. Qué nombre es hoy en el mundo más nombrado que éste? En todos los continentes, en todos los países son conocidas estas dos sílabas y se las asocia a las ideas de grandeza y conducción. No únicamente los millones de seres humanos que -no sólo en Alemania- levantan sus miradas hacia él con admiración y esperanza, sino también sus furibundos adversarios deben reconocer de mal gradu su personalidad superior.

Pero, qué sabe exactamente el mundo de este hombre único? Un poco más que esto: que nació el 20 de abril de 1889 en Braunau, en la frontera austrobávara, cerca del Inn; que pasó una juventud llena de privaciones, que fue voluntario de guerra alemán y que, tras la derrota, fue el jefe del Putsch de 1923; que más tarde reorganizó el NSDAP transformándolo, en diez laboriosos años, en el partido dominante de Alemania.

Mas qué pequeña e incompleta es esta imagen! Se ocupa, sobre todo, de los detalles de la historia de la existencia del Führer, antes que en comprender el destino de este hombre singular.

Braunau am Inn

Todavía en la actualidad los habitantes de Braunau recuerdan con gran respeto al anciano Alois Hitler, el oficial de aduana austríaco, y a su bonita mujer, Klara, de quienes Adolf Hitler es el tercer hijo. De ascendencia alemana, con los hermanos del otro lado del Inn, la criatura, bajo el esmerado cuidado de su madre, se convierte en un niño excelente y fogoso.

A la edad de cinco años es enviado a Passau, con sus parientes, pero al cabo de un año su padre se retira, instalándose con su familia en los alrededores de Lambach, cerca del río Traun, en una casa en la campaña, ubicada admirablemente cerca de los Alpes.

Ella constituyó un adecuado campo de acción para el despierto y valeroso infante. Allí a la vista del Traunstein, del Höllengebirges y del Toten Gebirges, cubiertos de nieve, aprende a amar las montañas. Estas vivencias imborrables forman su alma. El comprende que en toda la belleza del paisaje se manifiesta la belleza de la naturaleza eterna, que brota de la mano creadora de Dios.

En 1897, a la edad de ocho años, Adolf asiste a la escuela de Lambach. Al mismo tiempo, en mérito a su bella y clara voz obtiene un sitio entre los niños cantores del Convento de los Benedictinos. Se incorpora, entonces, al internado del Convento. Allí, en el monasterio de Lambach, entrará en contacto por primera vez con el signo mágico que más tarde será convertido por él en símbolo mundial: el blasón de la Fundación muestra, sobre fondo claro, la esvástica.

Pintor

En 1900 ingresa en la Escuela Real de Linz. El padre desea que Adolf sea un funcionario del estado como él. Mas aquí aparece, apasionadamente, su sentido de independencia: "No, jamás seré, en ningún caso, funcionario". Un conflicto irreconciliable se produce cuando el niño de 12 años anuncia su decisión de ser pintor. Él lucha con todos sus medios. Deliberadamente Adolf descuida el colegio, con excepción de las materias que ama con pasión: la geografía y la historia. Allí, en la clase de historia, él comprende lo que es ser alemán y nacionalista. Allí, con toda la insistencia de que es capaz un adolescente, lleva una escarapela negra, blanca y roja, utiliza el viejo saludo alemán: "Heil" y canta "Alemania, Alemania sobre todo", aunque los castigos lluevan sobre él. Hitler, el hijo del oficial de aduana, se convierte en un revolucionario alemán. Pero, la muerte de su padre hace que cesen de pronto todas las luchas.

Mientras trata de inscribirse en Viena en la Escuela de Bellas Artes, fallece también su idolatrada madre. Ahora el joven hombre de 18 años está solo, sin dinero, sin recursos y además en la Academia se le informa que tiene más condiciones para arquitecto que para pintor. Mas para los estudios de arquitectura se requiere poseer los estudios secundarios completos, que justamente Hitler ha sacrificado por su sueño de ser pintor. Vienen los años difíciles.

Trabajador sin oficio, Hitler debe ganarse su pan. Él prepara el cemento y transporta las piedras. Es un proletario como millones de otros. Llega a conocer el marxismo en su raíz. Advierte cómo este veneno corroe el alma del trabajador. Observa también que esta doctrina sale de los labios judíos. En estos años de miseria Hitler comprende que solamente una cosa puede salvar a un pueblo: un socialismo verdadero, que supere la idea de la lucha de clases del marxismo judío, que no se limite exclusivamente al trabajador manual sino que abarque a todas las clases. Si Hitler en la escuela de Linz se hizo nacionalista, aquí en Viena se convierte en socialista. Cuando en 1912 llega a Múnich, en su espíritu, que no reposa jamás, que aprende, que observa, nace la idea del Nacionalsocialismo. Hitler pasa a la Alemania del Reich, se instala en Munich, la populosas capital, plena de arte, del sur alemán. Pasa dos años felices en Múnich, cuando estalla, como un rayo, la Guerra Mundial.

Primera guerra mundial

Hitler fue liberado del servicio militar austríaco después de dos exámenes. Pero ahora no duda un instante. Una solicitud directa al Rey de Baviera le otorga el derecho de poder servir voluntariamente en el Regimiento List, a su gran Patria, Alemania.

En el regimiento de infantería de reserva bávaro número 16, compuesto de jóvenes y entusiastas voluntarios, Adolf Hitler presta sacrificadamente -embargado por un sagrado entusiasmo- cuatro del más duro servicio en el frente.

Innumerables veces él atraviesa, como portaórdenes, el infierno de las zonas de fuego. Innumerables veces, en medio de la furiosa lluvia de fuego, logra -empleando al máximo sus fuerzas- entregar importantes mensajes, de los cuales depende la salvación o el infortunio de sus camaradas.

En el período comprendido entre fines de 1915 y comienzos de 1916, un hondo proceso de maduración interior se opera en el joven y entusiasta voluntario, que en la guerra de movimientos se lanza alegremente al ataque, transformándose, por su conciencia del deber, en un veterano soldado del frente, provisto de una voluntad inflexible. En 1916 es herido por primera vez, retornando apenas restablecido junto a sus camaradas del frente. En 1917 Adolf Hitler recibe la Cruz de Hierro de Primera Clase.

Durante esos años de lucha inaudita de un pueblo por sobrevivir, Adolf Hitler conoce al soldado alemán, al hombre alemán sin tacha, en todo su heroísmo. Cuando más tarde su camino se torne dificil, él se acordará siempre de esos camaradas, de esos combatientes, de esos hombres. Un pueblo que puede dar seres humanos capaces de tales hechos, no puede jamás desesperar.

En 1918 su regimiento se encuentra por tercera vez en el antiguo terreno de los combates de 1914, en Flandes. Sin embargo, carente de apoyo, cada vez se hacía más visible la descomposición del frente, después que en la patria, abandonando a su juventud, una huelga de los obreros de las fábricas de municiones, lanza sus restos oscuros sobre el frente de combate. Este acto de negra traición a la Patria, Adolf Hitler no lo perdonará jamás a la socialdemocracia.

El 13 de octubre de 1918 durante horas de artillería inglesa lanza sobre su regimiento granadas de gas cruz amarillo, de cuyo veneno será víctima Adolf Hitler, entre muchos otros. Casi ciego es llevado al Hospital de Pasewalk. Aquí le llega la nueva de la Revolución. Con la seguridad de que recuperará la vista, que verá nuevamente.

A cada instante él se hace la promesa de transformarse en político, de limpiar la bandera la la Nación del oprobio de la revuelta.

En marzo, ya restablecido, retorna a Múnich. Integra la Comisión Investigadora de su regimiento, que debe analizar los hechos sucedidos en tiempos de la revolución, de los Consejos Comunistas.

NSDAP

Se convierte en oficial de instrucción. Inicia su actividad como orador y educador político. En esos días descubre la existencia del Partido Alemán de los Trabajadores. Se trata de un pequeño círculo, apenas una docena de personas que escuchan una conferencia de Gottfried Feder.

Luego de meditar durante dos días. Hitler decide aplicar aquí la palanca. Ingresa como el socio número 7. El Deutsche Arbeiterpartei se convierte en el NSDAP, Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores alemanes). Hitler es su organizador.

El 24 de febrero de 1920 en el gran salón de actos del Hofbraühaus de Munich, él proclama el programa del partido, los célebres 25 Puntos, que no serán jamás modificados. Catorce años dura la lucha. Hitler la lleva por todas las alturas y por todas las profundidades. Ante el fuego de las tropas de Kahr, el 9 de noviembre de 1923, cae el primer Asalto del Movimiento. Después, los conductores son llevados ante el Tribunal del Pueblo. Como "inculpados de alta traición" ingresan a la fortaleza.

El movimiento se halla en peligro de muerte. En la fortaleza de Lansberg escribe él su gran obra, la historia de su vida y de sus ideas, el libro de la fe del Tercer Reich, de la Alemania Nacionalsocialista: Mein Kampf (Mi Lucha). El 20 de noviembre de 1924, Hitler abandona la fortaleza. El 21 de diciembre el trabajo del NSDAP comienza de nuevo. Esta vez sobre un suelo diferente; sobre el terreno de la legalidad: "Nosotros los batieremos con sus propias armas!".

El movimiento deviene en un partido. El 27 de febrero de 1925 él anuncia la nueva fundación en el Burgerbraükeller de Munich. La lucha fue dura, difícil y cruel. Mas ahora ella muestra pura y clara la imagen del hombre que señala a todo un pueblo el camino a seguir. El cabo Adolf Hitler se transforma en Canciller del Reich. Continúa, no obstante, siendo el hombre benévolo, grande, simple, lleno de un fanático amor por su pueblo, desprovisto de toda falsa ostentación.

Se convierte en arquitecto. Arquitecto de un Estado, de una Nación, de un Reich. El primer trabajador en la obra de un pueblo.

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