Alberto Villar

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Alberto Villar García (20 de julio de 1923, Buenos Aires, Argentina - 1 de noviembre de 1974, Tigre, Argentina) fue un policía argentino que se destacó por su lucha contra la subversión.

Biografía

Tras culminar la escuela secundaria, Villar decidió estudiar economía en la Universidad de Buenos Aires, pero en 1942 abandonó esa idea para ingresar a la Escuela de Cadetes Coronel Ramón L. Falcón de la Policía de Capital Federal.

Egresó como oficial escribiente en 1944. Hacia 1949 fue ascendido a oficial inspector. En 1952 fue destinado a la custodia presidencial, lo que significaba obrar como guardaespaldas de Juan Domingo Perón y de su círculo íntimo. Tuvo un choque con Juan Duarte, hermano de Eva Perón, por lo que fue suspendido. Sin embargo a fines de 1953 fue reubicado en la División de Investigaciones, unidad a la cual perteneció hasta fines de 1957.

En 1958, ya convertido en oficial principal, le fue conferida nuevamente la responsabilidad de custodiar al presidente argentino, el abogado Arturo Frondizi.

Dada la creciente violencia política que experimentaba el país, Villar fue destinado al Cuerpo Guardia de Infantería de la Policía Federal Argentina para dirigir a los grupos de asalto táctico. Ello lo obligó a adquirir experiencia militar, graduándose en 1961 del curso de paracaidismo militar.

Su experticia le permitió dictar cursos sobre represión de motines urbanos en la Escuela Superior de Guerra del Ejército Argentino.

En 1963 viajó a Francia con una beca para capacitarse en ese país sobre tácticas antidisturbios, uso de helicópteros y carros blindados en el espacio urbano, e inteligencia criminal.

Villar fue ascendido a comisario en 1966, pasando a dirigir la Comisaría 12° en el barrio porteño de Caballito. Por esos años dictó clases en la Escuela de Personal Subalterno y en la Escuela Superior de la Policía Federal, además de capacitar en técnicas y estrategias de lucha antisubversiva a miembros de las tres ramas de las Fuerzas Armadas de Argentina y de la Gendarmería Nacional.

En mayo de 1970 tuvo a su cargo el operativo para rescatar a Pedro Eugenio Aramburu, que había sido secuestrado por la organización izquierdista Montoneros. Sin embargo, dado que el ex-presidente había fallecido de un infarto pocos minutos después de haber caído en poder de los terroristas, a Villar sólo le tocó encontrar el cadáver.

Al pasar la Argentina a una nueva etapa de la guerra contra la subversión, al comisario se le asignó la tarea de organizar al Cuerpo de Unidades Móviles de Represión de la Policía Federal Argentina, el cual dependía de la Dirección General de Orden Urbano. Esta unidad reunía a una centena de oficiales motociclistas armados con fusiles FN FAL y tenía por principal objetivo anular toda posible acción de insurrección que se produjese en las calles en contra de las autoridades legítimas. Su bautismo de fuego se produjo entre el 10 y el 14 de noviembre de 1970 en San Miguel de Tucumán, enfrentando a una gran movilización de obreros y estudiantes que había sido fogoneada por miembros del Partido Revolucionario de los Trabajadores. En marzo del año siguiente tuvieron que entrar nuevamente en acción en la ciudad de Córdoba ante un suceso similar.

Otro operativo importante en el que Villar participó fue la liberación de un avión que había sido secuestrado en México por una pareja de terroristas (uno de nacionalidad estadounidense y la otra de nacionalidad guatemalteca) y que aterrizó en el Aeropuerto de Ezeiza exigiendo recargar combustible para desplazarse hasta Argelia. La actuación del comisario fue audaz y veloz, lo que permitió neutralizar el peligro con rapidez. Posteriormente sería condecorado por su coraje.

A fines de 1971 pasó a disponibilidad por un incidente ocurrido en Córdoba: mientras sus hombres se encontraban en la ciudad listos para entrar en acción ante el anuncio de una huelga subversiva convocada por fuerzas de izquierda, hubo un ataque contra un automovilista que no acató las órdenes que le indicaban para controlar el tránsito vehicular; la víctima ventiló el episodio que había vivido en el diario La Voz del Interior, motivo por el cual la Policía de la Provincia de Córdoba tomó la denuncia y dispuso desplegar una pesquisa sobre lo acontecido; al enterarse de lo que estaba ocurriendo, los miembros del Cuerpo de Unidades Móviles de Represión asaltaron la comisaría donde se estaba investigando el caso, con la intención de hacer desaparecer el expediente bajo la sospecha de que el comisario a cargo era un sujeto que trabajaba para los subversivos. El hecho provocó un insólito enfrentamiento entre fuerzas policiales, que culminó cuando General Alcides López Aufranc -a la sazón Comandante del III Cuerpo del Ejército Argentino- amenazó con enviar tropas militares a las calles.

De todos modos, en marzo de 1972, el General Jorge Cáceres Monié reincorporó a Villar a la PFA en calidad de asesor en materia de represión antisubversiva. El hostigamiento que recibió por parte de la prensa, empero, lo llevó a solicitar el retiro definitivo en enero de 1973, pese a que contaba con el explícito apoyo del presidente Alejandro Agustín Lanusse. Ya sin su uniforme, creó junto a Jorge Colotto a la compañía de seguridad privada Intermundo, especializada en brindar protección a empresarios que estuviesen bajo la amenaza de los subversivos.

Un año después, por expreso pedido de Perón, Villar volvió al servicio activo, ostentando el rango de Comisario General y siendo el jefe operacional de la PFA en remplazo de Miguel Ángel Iñíguez. Sus conocimientos acerca de la guerrilla urbana eran considerados demasiado valiosos como para ser desperdiciados ante el clima de guerra civil que atravesaba la Argentina.

Dada la preocupante circulación de grupos armados subversivos en las selvas tucumanas, la presidencia le ordenó que inspeccionara la zona y tomara medidas para controlar a los terroristas. Movilizó de esa manera a más de 2500 efectivos para intentar aniquilar a los enemigos de la patria, pero pronto comprendió que la situación era más compleja de lo que parecía. A raíz de ello se abocó a la tarea de organizar una red de inteligencia en distintas ciudades argentinas que le permitieran obtener información acerca del tamaño y la peligrosidad de la fuerza a la que se enfrentaba.

Villar no pudo completar su misión de derrotar a la subversión armada, ya que murió asesinado junto a su esposa a manos de los terroristas cuando explotó la lancha de recreación que conducía en el río Tigre. El periodista y escritor Rodolfo Walsh fue el autor intelectual de aquel atentado.

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