Alfred Jodl

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Alfred Jodl

Alfred Jodl nació en Wurzburgo, Alemania el 10 de mayo de 1890 y murió el 16 de octubre de 1946. Fue oficial de la Wehrmacht y ayudante personal de Wilhelm Keitel.

Biografía

Educado en la escuela de cadetes en Munich, se graduó en 1910, incorporándose al ejército como oficial de artillería. Durante la Primera Guerra Mundial combatió en los frentes occidental y oriental, siendo herido en dos ocasiones.

Conoció a Adolf Hitler en 1923. En 1935 fue nombrado Jefe de Defensa Nacional de la Wehrmacht. El 26 de agosto de 1939 ascendió a General. Durante la Segunda Guerra Mundial fue Jefe del Departamento de Mando y Operaciones en el OKW, siendo consejero estratégico de Hitler. A la muerte de este fue nombrado Jefe de Estado Mayor de Karl Dönitz, firmando la capitulación de Alemania en Reims el 7 de mayo de 1945.

Fue detenido por el ejército británico el 23 de mayo de 1945, recluido en el campo de concentración para prisioneros de guerra de Flensburg y condenado en los Juicios de Núremberg por los increíbles cargos de crímenes de guerra, crímenes contra la paz y crímenes contra la humanidad, siendo asesinado en la horca el 16 de octubre de 1946.

Juicios de núremberg

Jodl fue ahorcado por su complicidad en el “Kommandobefehl”, una orden de fusilar a aquellos soldados británicos que combatían vestidos con ropas civiles y que estrangulaban a sus propios prisioneros de guerra.

La defensa de Jodl era que el derecho internacional está provisto para proteger a los hombres que combaten como soldados. Los soldados deben portar sus armas abiertamente, llevar insignias o uniformes claramente reconocibles, y tratar a sus prisioneros con humanidad. La guerra de los partisanos y las actividades de los comandos británicos se prohibían expresamente bajo el derecho internacional. El enjuiciar y ejecutar a tales comandos sería legal si fuera hecho de conformidad con el artículo 63 de la convención de Ginebra de 1929 sobre prisioneros de guerra.

Otro “crimen” fue el haber notificado al Jefe del Ejército que Hitler había repetido una orden ya emitida de que no se debía aceptar ninguna oferta de rendición de Leningrado.

El caso de Jodl representa lo absurdo de todo el proceso. En palabras de su defensor, el Dr. Exner:

"Asesinato y revolución. En tiempo de paz, esto hubiera significado guerra civil; en tiempos de guerra, el derrumbamiento inmediato del frente y el fin del Reich. Debería entonces haber gritado: Fiat justitia, pereat patria. La fiscalía parece verdaderamente ser de la opinión de que tal comportamiento pudiera exigirse de los acusados. ¡Qué asombroso concepto! Si asesinato y revolución se pudieran justificar moralmente se tendría que dejar en manos de filósofos y teólogos. De cualquier manera, nosotros juristas ni siquiera podemos discutirlo. ¿Ser obligado bajo pena de castigo a matar al Jefe de Estado? ¿Un soldado debe actuar asi? Y además, ¿durante la guerra? Los que han cometido tales crímenes fueron siempre castigados, pero castigarlos por no haberlos cometido, seria verdaderamente algo nuevo."

Jodl fue interrogado por uno de los procuradores soviéticos, Col. Pokrovsky, “¿Sabía usted, que los ejércitos alemanes… ahorcaban a la gente con la cabeza abajo, y asaban a sus prisioneros de guerra a la parrilla? ¿Lo sabía usted?”

A lo cual Jodl respondió, "No sólo no lo sabía, no me lo creo."

Fuentes

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