Desinformación

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Propaganda estadounidense de la Segunda Guerra Mundial que manipulaba psicológicamente a la población contra el Eje a través del miedo.

Desinformación es el acto de silenciar o manipular la verdad, habitualmente en los medios de comunicación de masas. El discurso dominante de los grandes medios de comunicación ofrece propaganda política, crea opinión pública y persuade en favor de una ideología. Justificó, por ejemplo, actitudes imperialistas como las invasiones de Irak y Afganistán y, en general, moldea las mentes y lava los cerebros.

Estrategias de desinformación

Los medios de comunicación, por medio de la propaganda o de la publicidad, utilizan diversas estrategias y técnicas de desinformación que tienen como objetivo la manipulación de la opinión pública.

El control interesado de las noticias por parte de los medios más influyentes comienza desde la selección de lo que es "noticia", es decir, la información que se dará a conocer a los ciudadanos e incluye cómo deben conocerla, o sea, la presentación, tratamiento y enfoque de los hechos a través de los presentadores de noticias, las imágenes de televisión o los textos de los grandes periódicos.

Satanización

Artículo principal: Demonización

La satanización o demonización consiste en identificar la opinión contraria con el mal, de forma que la propia opinión quede ennoblecida o glorificada. Hablar de algún individuo como si se tratara de un monstruo, un demonio o un tirano, convierte a sus oponentes en ángeles y las "guerras santas" siempre serán menos injustas que las guerras a secas. Habitualmente se emplea en defensa de intereses políticos y económicos. Ejemplos destacados de personajes históricos, doctrinas e instituciones satanizadas por la modernidad: Adolf Hitler, Saddam Husein, Mahmoud Ahmadinejad, el Islam, la Iglesia Católica, etc.

Lo contrario de la demonización es la victimización, y se utilizan en conjunción.

Distracción

El elemento primordial del control social, es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemás importantes y de las mutaciones decididas por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o bombardeo continuo de informaciones insignificantes e intrascendentes entre las que destacan las relacionadas a los eventos deportivos y los escándalos de los personajes famosos. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir que el público se interese en conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la política, la psicología, la neurobiología y la cibernética.

Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener el público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a la granja con los otros animales.[1]

Crear los problemas, después ofrecer soluciones

Este método es también denominado "problema-reacción-solución". Se crea primero un problema, una "situación" prevista para suscitar una cierta reacción del público, a fin que éste sea el demandante de las medidas que se desea hacer aceptar.

Por ejemplo: dejar que se desarrolle o intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad o policíacas en detrimento de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

Degradación

Para hacer aceptar una medida inaceptable, es suficiente aplicarla progresivamente, en "degradado", sobre una duración de diez años. Es de esa manera que condiciones socio- económicas radicalmente nuevas han sido impuestas durante los años 1980 a 1990. Desempleo masivo, precariedad, flexibilidad, relocalización, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que habrían provocado una revolución si hubieran sido aplicados bruscamente.

La estrategia del diferido

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como "dolorosa pero necesaria", obteniendo el acuerdo del público en el momento para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero por que el esfuerzo no es desplegado inmediatamente. Enseguida por que el público, la gente, tiene siempre tendencia a esperar ingenuamente que "todo irá mejor mañana" y que el sacrificio demandado podrá ser evitado. En fin, esto deja más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarlo con resignación cuando llegue el momento.

Ejemplos del pasado: el paso hacia el Euro y la pérdida de soberanía monetaria y económica fueron aceptados por los países Europeos en 1994- 1995 para una aplicación en el 2001. Otro ejemplo: los acuerdos multilaterales del ALCA (o FTAA) que los Estados Unidos impusieron en el 2001 a los países de todo el continente americano (Centro y Sudamérica) a pesar de sus reticencias, concediendo una aplicación y vigencia diferida para el 2005.

Dirigirse al público como a niños pequeños

La mayoría de los spots de publicidad dirigida al gran público utiliza un discurso, argumentos, personajes, y un tono particularmente infantil, muchas veces próximo a lo débil, como si el espectador fuera un niño de baja edad o un deficiente mental. Cuanto más se busca engañar al espectador u oyente, más se tiende a adoptar un tono infantilizante.

¿Por qué? Si se dirige a una persona como si tuviera la edad de 12 años entonces, en razón de la sugestibilidad, ella tendrá, con cierta probabilidad, una respuesta o reacción también desprovista de sentido crítico al igual que una persona de 12 años." (cf. "Armás silenciosas para guerras tranquilas")

Apelar a la emoción en lugar de la razón

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para sesgar el análisis racional, y por ende el sentido crítico de los individuos. Se trata ante todo de convencer a la mayoría de la gente con sentimientos y no con razones. La utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o insertar ideas, deseos, miedos o temores, pulsiones, o inducir comportamientos.

Mantener al público en la ignorancia

Hacer de forma que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. "La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre o mediocre posible, de forma que la brecha de la ignorancia que aísla las clases inferiores de las clases sociales superiores permanezca incomprensible para las clases sociales inferiores." (cf. "Armas silenciosas para guerras tranquilas ")

Promover que el público se complazca en la mediocridad

Promover que el público encuentre "cool" (bien) el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto.

Reemplazar la acción por la culpabilidad y el conformismo

Hacer creer al individuo que sólo él es responsable de su desgracia, a causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades o de sus esfuerzos. Así, en vez de rebelarse contra lo que cree que es incorrecto, el individuo se auto-devalúa y culpabiliza por lo que piensa, lo que genera un estado depresivo del cual uno de sus efectos es la inhibición de la acción. De manera que el sentimiento obtenido es creer que no vale la pena actuar y que no se puede hacer nada para cambiar la situación que le afecta.

Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen

En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una brecha creciente entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las elites dirigentes. Gracias a la biología, la neurobiología, y la psicología aplicada, el "sistema" ha logrado un conocimiento avanzado del ser humano, a la vez física y psicológicamente. El sistema ha llegado a conocer al individuo común mejor de lo que él mismo se conoce. Esto significa que en la mayoría de los casos, el sistema posee un mayor control y poder sobre los individuos que los individuos mismos.

Ambigüedad

La ambigüedad es la tendencia a la ininteligibilidad o al oscurantismo en las expresiones suele ser sibilina, enredada y que no forman razonamientos ni llegan a una conclusión, así que cualquier interpretación es plausible y por tanto errada. Se suprime cualquier conclusión lógica y se deja el poder de interpretación en manos de quien está y las posiciones en que estaban sin iniciar ningún camino y negando toda posible evolución o pensamiento.

Es habitual entre los políticos hablar de las reglas del juego, pero nadie dice cuáles son; también se habla del marco institucional si bien nadie ha descrito ese marco; tampoco existe quien lleve el árbol genealógico de las llamadas familias políticas. Es frecuente el alargamiento de las construcciones verbales en forma de perífrasis verbales paralizantes y fatigosas construcciones pasivas analíticas. Se usa además la hipérbole, la dilogía o disemia, la eufonía y el énfasis (dar a entender más de lo que se dice) recurriendo a hiperónimos.

Las palabras del político abusan del léxico abstracto, toman segundos acentos enfáticos al principio o en los prefijos y se alargan mediante procedimientos inútiles de derivación: ejercitar (y mejor éjercitár) por ejercer, complementar por completar, señalizar por señalar, metodología por método, problemática por problema. Son característicos los verbos ‘ampliados’ viciosamente con el sufijo –izar, como judicializar por encausar, criminalizar por incriminar, concretizar por concretar, sectorializar, potencializar, institucionalizar, funcionalizar, instrumentalizar, racionalizar, desdramatizar, ideologizar, sobredesideologizar, objetivizar. Algunos llaman a este frenesí por alargar las palabras sesquipedalismo.

El lenguaje político y económico ha llegado a ser bautizado como oficialés a causa de su ininteligibilidad. La jerga burocrática cancilleresca incluso ha llegado a arrancar exclamaciones desabridas a políticos ante párrafos desalmados como éstos:

Rúbrica de la disposición transitoria segunda. Se suprime la referencia a las tarifas de conexión para desarrollar el contenido resultante de la tramitación previa en el Congreso de los Diputados. Por último, también por razones de técnica legislativa, una disposición derogatoria que prevé expresamente la abrogación del Real Decreto Ley del que trajo origen este Decreto Ley

Referencias

  1. Armas silenciosas para guerras tranquilas.

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