Saddam Husein

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Saddam Hussein
Nombre صدام حسين عبد المجيد التكريتي
(Ṣaddām Ḥusayn Abd al-Maŷīd al-Tikrītī).
Nacimiento 28 de abril de 1937, en Tikrit, ReinoDeIrak.png Reino de Irak.
Fallecimiento 30 de diciembre de 2006, en Kadhimiya, Bandera de Irak.png Irak.
Estudios Derecho.
Religión Islam suní.
Cónyuges Sajida Talfah.

Samira Shahbandar.

Predecesor Ahmed Hassan al-Bakr.
Sucesor Jay Garner.

Saddam Husein (28 de abril de 1937 - 30 de diciembre de 2006) fue un político y militar sunita iraquí que gobernó su país entre 1979 y 2003.

Primeros años

Saddam Husein nació en Al Awja, Tikrit, provincia de Salah ad-Din, en el seno de una familia de campesinos sin tierras. Analfabeto hasta los 10 años, pasó su infancia con su madre y su padrastro.

Según publicó la BBC, su principal apoyo familiar fue su tío materno, Jairalah Tulfah. Con él, Saddam Husein se trasladó a vivir a Bagdad e ingresó en el Partido del Renacimiento Árabe Socialista (Baas) -de ideología laica, nacionalista y revolucionaria- en 1957.

Era la época en la que las universidades iraquíes vivían un clima de profundo rechazo por el colonialismo británico y por la intervención política estadounidense. Husein fue parte de ese ambiente y después de ser rechazado por la Academia Militar de Bagdad por su pobre currículum académico, decidió participar más activamente en las acciones de Partido Baas.

El 7 de octubre de 1959, Saddam Husein formó parte de un comando de diez activistas del Baas que atentaron contra la vida del primer ministro Abdel Karim Kassem, un militar golpista que había instaurado la primera república en Irak, tras derrocar y asesinar al rey Faisal II y a toda su familia un año antes.

El atentado contra Kassem fracasó y Saddam Husein acabó con una pierna herida, una condena a muerte y un exilio forzado, primero en Siria y después en Egipto.

El presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, le tomó bajo su protección y le facilitó la entrada en la Universidad de El Cairo, donde cursó estudios de derecho.

En las filas del Partido Baas

Husein permaneció en Egipto desde 1959 hasta 1963 cuando regresó a Bagdad, después de que otro golpe militar -esta vez de un grupo formado por baasistas y nasseristas- derrocara y ejecutara a Abdel Karim Kassem y formara el Consejo del Mando Revolucionario (CMR).

Siguió una década de luchas fratricidas en el seno del CMR, durante la cual Saddam Husein empezó a crear su leyenda. En 1964 fue arrestado, tras la depuración de los baasistas, un año después, dentro de prisión pasó a ser elegido vicesecretario del Mando Regional del Baas. Y a principios de 1966 logró escaparse de prisión aprovechando un traslado a otro centro.

El 17 de julio de 1968, otro golpe de estado -en el que las milicias organizadas y enviadas por Saddam Husein desde su escondite clandestino tuvieron un papel central- colocó al Partido Baas en el poder en solitario.

El ascenso de Husein a partir de ese momento fue imparable. Saddam fue nombrado vicepresidente en funciones del nuevo CMR primero, y en noviembre de 1969 se convirtió en vice presidente de la República.

Al frente de la policía secreta iraquí organizó la purga de disidentes políticos y, poco a poco, fue incorporando a miembros de su clan, "el clan de Tikrit" a todos los mecanismos del poder.

Sin haber hecho carrera militar, Saddam Husein pasó de teniente general en 1973 a general en 1976 para, cuando se hizo definitivamente con el poder, el 16 de julio de 1979, auto nombrarse mariscal.

Vida política

A partir de 1974 se constituyó en el hombre fuerte del Partido Árabe Socialista Baaz y del régimen. En 1975, meses antes de morir, el gobernante español Francisco Franco le otorgó la distinción "Isabel la Católica" otorgada a personalidades destacadas por el Gobierno Español.

Designado presidente de la República en 1979, su ambiciosa política militar junto con los intereses de multinacionales petroleras que ambicionaban los pozos del combustible ubicados en la frontera, lo llevaron a una guerra contra Irán (1980-1988), en la que contó con el apoyo de Estados Unidos, Francia y la URSS. Esta guerra terminó con casi un millón de muertos entre ambos bandos.

El 2 de agosto de 1990, Irak invadió y se anexionó Kuwait. A comienzos de 1991, una coalición internacional dirigida por Estados Unidos obligó a Irak a retirarse de Kuwait durante la Primera Guerra del Golfo.

A pesar de la derrota, se mantuvo como presidente de la República y del Consejo del Mando Revolucionario, hasta que fue expulsado del poder por las tropas estadounidenses y británicas en la Segunda Guerra del Golfo.

Captura

Su paradero fue desconocido durante varios meses hasta que el 13 de diciembre de 2003, Saddam Husein fue arrestado en una operación conjunta entre efectivos kurdos iraquíes y el Ejército estadounidense mientras se encontraba escondido en un sótano en los alrededores de su localidad natal, Tikrit. Entre las primeras imágenes transmitidas, algunas mostraron a Husein siendo examinado, así como el estado en que se encontraba en el momento de ser capturado.

Juicio

Husein se enfrenta al tribunal designado por EE.UU. para condenarle.

Los siete cargos contra Hussein se refieren al asesinato de líderes religiosos en 1974, la masacre de kurdos con gas en 1988, la matanza del clan kurdo de los Barzani en 1983, la matanza de dirigentes políticos en los últimos 30 años, la campaña de 1986-88 para desplazar a los kurdos, la represión del levantamiento kurdo y chiíta en 1991 y la invasión de Kuwait en 1990.

El juez elegido por EE.UU., insistió en que la corte seleccionara los abogados que defenderían a Husein, pero este se negó argumentando que la ley permite al acusado presentar sus propios abogados. Aunque inicialmente se le concedió tal derecho, no se proporcionó guardia personal a sus abogados que fueron víctimas de amenazas, secuestros, intimidación e intentos de asesinato, resultando en la renuncia, huida al extranjero o incluso en la muerte de algunos de ellos. Al quedar el acusado desprovisto de defensa, el juez le obligó a aceptar los abogados elegidos por la corte pro-estadounidense.

Husein se negó a reconocer los cargos sobre la invasión de Kuwait y lejos de sentirse intimidado, enfrentó al tribunal presidido por el juez Salem Chalabi diciendo: "Lo hice por el bien del pueblo de Irak. ¿Cómo puede usted defender a esos perros?".

El juez lo reprendió por su lenguaje y le recordó que estaba en una corte. Pero Saddam miró a su alrededor con una media sonrisa y dijo: "Todo esto es un teatro, el verdadero criminal es Bush",[1] el presidente estadounidense.

Posteriormente los abogados que afirmaban representar a Saddam protestaron, al ver las imágenes por televisión de la comparecencia ante el juez, alegando que ellos deberían estar junto a él.

Uno de los abogados del ex Presidente iraquí aseguró que su cliente fue objeto de "tortura física y moral" por parte de las tropas de la coalición liderada por Estados Unidos. "Hemos recibido un informe confidencial del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) acerca de que el mandatario iraquí sufrió tortura física y moral el 21 de enero de 2004 y que sufrió heridas como resultado de ello", afirmó Mohammed Rashdan.[2] En diciembre de 2005, Husein ya no estaba en condiciones de defenderse a si mismo en el juicio. Se le negaba el aseo personal durante días y se le golpeaba regularmente. El 12 de diciembre declaró: "He sido golpeado en cada parte de mi cuerpo y los signos están por todo mi cuerpo".[3]

Condena

El 5 de noviembre de 2006, tras dos años de juicio, Husein fue condenado, junto con otros dos acusados, "a morir en la horca" por el Alto Tribunal Penal iraquí, que lo encontró culpable de haber cometido un crimen contra la Humanidad, por la ejecución de 148 chiítas de la aldea de Duyail en 1982. También se le atribuye a su responsabilidad el ataque químico a Halabja (1988), el aplastamiento de la rebelión chiíta (1991) las fosas comunes (1991), la guerra contra Irán (1980-88) y la invasión de Kuwait (1990).

En los dos años del juicio, Husein se mostro desafiante al Tribunal Iraquí y en el momento de la sentencia (morir en la horca) el día 5 de noviembre de 2006, varios colaboradores del ex dictador iraquí insultaron al Tribunal y Husein pronunció las siguientes palabras:

"¡Larga vida a Irak, larga vida a los iraquíes! ¡Alá es más grande que el ocupante!"

El 28 de diciembre de 2006, El Alto Tribunal Penal iraquí confirmó la orden de ejecución de Saddam para el 2 de enero de 2007.

Ejecución

Los altos funcionarios iraquies se apresuraron a tomar la decisión de su muerte antes de la llegada del 2007. Saddam Husein fue ejecutado el 30 de diciembre de 2006. Fue ahorcado a las 6:00 A.M hora local de Irak (UTC+3), por los cargos de crímenes contra la humanidad. Husein muere ahorcado con un ejemplar del Corán en sus manos.

Se le ejecutó en presencia de un clérigo, un médico y un juez. Su cuerpo fue entregado a sus familiares para ser enterrado en su ciudad natal de Tikrit.

Artículo de opinión

El fantasma de Saddam. ¿Inocente o culpable?

(por Walter Romero, publicado en el sitio Tsunami Político, febrero 2007)


¿Fue ahorcado algún presidente estadounidense por las masacres de Hiroshima y Nagasaki? ¿O por el millón de vietnamitas y coreanos asesinados en su propio país?? ¿O por las decenas y decenas de miles de muertos en Afganistán e Irak? Claro que no.

El día del Aid-al-Adha, el día en que Alá perdonó la vida a Ismail, el día en que los dictadores musulmanes indultan a los condenados, los estadounidenses ejecutaron a Saddam. El día en que Dios sustituyó la víctima humana por un cordero, liberando así a los hombres del círculo interminable del sacrificio, Estados Unidos restableció la maldición sacrificial.

A la madrugada Saddam subió al cadalso, firme y sereno. Rechazó la capucha de reo y tranquilizó al verdugo. Su dignidad no demuestra ni su superior moralidad ni la justicia de su gobierno, pero rebaja a los ejecutores un peldaño por debajo de su propia abyección.

El expresidente iraquí no tuvo un juicio justo y murió, por tanto, tan inocente como el día en que nació. Su ejecución le exculpa de hecho de todos sus crímenes que a lo largo de este artículo voy a detallar. Un tribunal de excepción establecido por un ejército ocupante, sin las más mínimas garantías procesales y animado exclusivamente por la sed de venganza, es tan legítimo y justo como el que formasen diez mafiosos para acuchillar al miembro de una familia rival. Sin un juicio justo, no se ha probado que Saddam fuera culpable y, una vez muerto, ya nunca se podrá probar. El día del Cordero su inocencia resplandece como la de Ismail en el ara del sacrificio y quizás la firmeza y dignidad del reo, con el Corán bajo el brazo, se alimentase justamente de este recuerdo y de esta identificación, que otros muchos, en todo el mundo árabe y musulmán, establecerán espontáneamente.

La ejecución de Saddam, lo sabemos, no es ni mucho menos lo peor que ha hecho Estados Unidos en Irak, pero revela en un fogonazo la monstruosidad de la ocupación. Y a perjudicado a las víctimas del ex presidente, que ya no podrán juzgarlo de verdad.

Pero la pregunta clave es: ¿Saddam es un delincuente o es un héroe? Las dos cosas. Porque hay dos Saddam.

El primer Saddam: el Saddam delincuente

El Saddam que sirvió a los intereses de los Estados Unidos, como baluarte frente a la amenaza (para yanquis e israelíes) de los ayatolas y masacraba iraníes con las armas de destrucción masiva que le facilitaron tanto los propios yanquis como algunos gobiernos europeos. En la década de los 80 la revolución iraní iba a propagarse a todo el mundo árabe. Y dicho grito revolucionario marcaría el comienzo del fin del Estado terrorista y genocida de Israel. Con toda seguridad. La revolución encabezada por Khomeini uniría a todos los musulmanes y a esa poderosa unión le seguiría la desaparición segura de Israel. Pero Saddam impidió -tal vez sin saberlo- la realización de tan heroica gesta. Aquí, Saddam no era un delincuente para los yanquis. Al contrario. Era muy útil. Por eso no fue ahorcado por ésto.

Tampoco fue ahorcado por haber arrasado a las poblaciones kurdas. Por ser el hombre que asesinó a cientos de miles de inocentes rociando armas químicas sobre sus enemigos. El Stalin del Tigris. Pero esto no era importante para los americanos.

Cuando el ex presidente español José María Aznar le entregó la Orden de Isabel la Católica, Saddam no era un delincuente. Y menos que menos un delincuente como Bush padre, Bush hijo, Blair, Aznar, Berlusconi y demás capos de la mafia que controlan el mundo y que se arrogan el derecho de juzgar a sus propios matones cuando los jubilan pretendiendo, además, que el mundo asista a tan penoso espectáculo, ejecución incluida, como si se lo creyera, como si esa banda terrorista que fabrica guerras y mercados tuviera, para nadie que no sea un idiota, alguna autoridad moral.

Saddam no fue juzgado por ninguno de estos verdaderos crímenes: ayudar a Estados Unidos y a Israel a parar la revolución iraní o masacrar al pueblo kurdo. Por todo esto, Saddam sería merecedor de la horca. Pero no. Lo ahorcaron por otro motivo. Ahí encontramos al otro Saddam.

El último Saddam: el Saddam héroe

Y ahora hablaremos del Saddam que será recordado como héroe porque defendió su país contra la mayor potencia del planeta. Por su lucha contra los genocidas israelíes. Por su apoyo incondicional al glorioso y combatiente pueblo palestino que lo considerará para siempre como uno de sus máximos héroes.

Por todo esto fue ahorcado Saddam. Por ser un libertador y un ejemplo a seguir por todos los que luchan contra el imperio y sus lacayos. Este Saddam ya no les era útil.

La hora de la horca

Fotografía del momento de la ejecución, tomada con un teléfono móvil.

Los amos del mundo ya están diciendo que éste es un "gran día" para los iraquíes y que esperan que el mundo musulmán olvide que la sentencia de muerte fue firmada por el "gobierno iraquí", pero claramente por órdenes de los estadunidenses, el mismo día del Eid al Adha, la fiesta del sacrificio, en que se celebra el perdón en todo el mundo árabe.

Pero la historia registrará que los árabes y otros musulmanes, al igual que muchos en Occidente, se harán este fin de semana una pregunta que no aparecerá en diarios occidentales porque no pertenece al discurso que nos han impuesto nuestros presidentes y primeros ministros ¿Y qué pasará con los otros culpables?

Tony Blair no es Saddam. No arrojó gases a sus enemigos. George W. Bush no es Saddam. El no invadió Irán ni Kuwait. Sólo invadió Afganistán e Irak. Pero cientos de miles de civiles afganos e iraquíes están muertos y miles de tropas occidentales han muerto, porque los señores Bush, Blair, y los gobernantes de España, Italia y Australia, fueron a la guerra en 2003 envueltos en una bazofia de mentiras y mendacidad, lo cual, dadas las armas que usaron, resultó en una inmensa brutalidad.

Estos países agredieron brutalmente y asesinaron a inocentes. Abu Ghraib parece que nunca existió. Y con todo, se supone que debemos olvidar estos crímenes terribles y aplaudir cuando se columpie el cadáver del dictador que occidente creó y financió.

¿Quién alentó a Saddam a invadir Irán en 1980, en lo que fue uno de los peores crímenes de guerra jamás cometidos, dado que esto fue lo que llevó a la muerte a cientos de miles de almas? ¿Quién le vendió los componentes para fabricar las armas químicas con las que empapó a Irán y a los kurdos? Fue Occidente. ¿Y dónde están esos presidentes occidentales ahorcados?

No es de extrañar que los estadounidenses, quienes controlaron el peculiar juicio, prohibieron que se mencionara ésta, su peor atrocidad, durante el proceso. ¿Era posible que Saddam fuera entregado a los iraníes para que ellos lo juzgaran por sus masivos crímenes de guerra? Claro que no, porque eso expondría la culpabilidad de Occidente.

¿Y los asesinatos perpetrados en 2003 con bombas de uranio empobrecido, bombas "destruye búnkers", fósforo, sanguinarios sitios en torno de Fallujah y Najaf. Y luego, tras la invasión, el infernal desastre de anarquía sobre la población iraquí después de la "victoria" y la "misión cumplida", ¿a quién se va a encontrar culpable por esto? ¿Algún presidente occidental será llevado a la horca por todo esto?? Claro que no.

Pero Saddam ya lo sabía. Él mismo proclamó su "martirio". Afirmó ante la horca que aún es presidente de Irak y que morirá por su país. Todos los hombres condenados enfrentan una disyuntiva: morir implorando clemencia o morir con la dignidad que puedan reunir en sus últimas horas de vida. Durante su última aparición ante la horca, el rostro de Saddam mostró la forma que él había elegido para caminar hasta la horca. Como combatiente.

Saddam fue entregado a las autoridades iraquíes justo antes de morir, pero su ejecución será percibida ­correctamente­ como obra de Estados Unidos y el tiempo se encargará de darle a este hecho un último barniz duradero, pues nada evitará que quede la impresión de que Occidente destruyó a un líder árabe cuando éste se negó a seguir obedeciendo las órdenes de Washington y que, a pesar de todas sus atrocidades, falleció como un mártir a manos de los nuevos cruzados. De eso se encargarán algunos historiadores árabes que aprovecharán el hecho de que Saddam no haya sido juzgado por sus verdaderos crímenes.

Declaro mi repudio a aquel primer Saddam al servicio del imperio. Pero declaro mi admiración a éste último Saddam. Al Saddam que será recordado por todos los que luchan con la pluma o con las balas contra los verdaderos criminales y genocidas: Estados Unidos e Israel. Y llamamos a apoyar una vez más la legítima resistencia, civil y armada, contra el invasor y sus fuerzas colaboracionistas en Afganistán, en Irak y en Palestina.

Presidente Saddam: que descanse en paz.

Referencias

  1. «Saddam desafió al tribunal que lo juzga» - El Territorio, 02 de julio de 2004.
  2. «Abogado afirma que Saddam fue sometido a abuso "físico y moral"» - Emol, 15 de junio de 2004.
  3. «'Americans tortured me' - Saddam» - BBC News, 21 de diciembre de 2005. (en inglés)

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