Geopolítica

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Extensión mínima registrada del hielo ártico, en 2005. Rusia ha tenido siempre un acceso limitado al mar debido a la congelación de sus costas. Así pues, ha tenido que constituirse y proyectar su poder como una telurocracia. La Geopolítica se encarga del análisis de cuestiones como esta.

La Geopolítica es el estudio de las relaciones entre el poder político y el espacio geográfico. La geopolítica estudia los efectos de la geografía (tanto humana como física) sobre la política internacional, siendo un método de análisis de la política exterior que busca comprender, explicar y predecir el comportamiento político internacional principalmente en términos de las variables geográficas.

Variables geográficas típicas son la ubicación física, el tamaño, el clima, la topografía, la demografía, los recursos naturales, y los avances tecnológicos del Estado evaluado. Tradicionalmente, el término se aplicaba principalmente al impacto de la geografía en la política, pero su uso ha evolucionado a lo largo del siglo pasado para abarcar connotaciones más amplias.

Antecedentes

Esta disciplina fue fundada por el geógrafo de origen sueco Rudolf Kjellén (1864-1922). En 1900 con su libro "Introducción a la geografía sueca" expuso los rudimentos básicos de la misma. En 1916 produjo su libro más importante: "El Estado como organismo viviente" ("Der Staat als Lebensform"), donde el término geopolítica fue utilizado por primera vez. Los principios de dicha ciencia en el pensamiento geoestratégico habían sido tratados por el también geógrafo alemán Friedrich Ratzel. Según éste, los Estados tienen muchas de las características de los organismos vivientes. También introdujo la idea de que un estado tenía que crecer, extender o morirse dentro de "fronteras vivientes", por ello tales fronteras son dinámicas y sujetas al cambio.

A principios del siglo XX varios geógrafos anglosajones amplían las reflexiones de Ratzel a problemas militares y geoestratégicos. Así geógrafos como el almirante estadounidense Alfred T. Mahan postulaban la importancia estratégica del dominio naval (talasocracia) como clave para la dominación mundial (Quien domine el mar domina el comercio mundial; quien domine el comercio mundial domina el mundo) o el político Sir Halford John Mackinder, que desarrolló la teoría del Heartland (región cardial) o áreas pivote, grandes zonas continentales en las que su control facilitaría el dominio del mundo (telurocracia).

Tercer Reich

La geopolítica tuvo gran interés en la Alemania de principos del siglo XX y alcanzó una gran difusión durante el nacionalsocialismo. El general alemán Karl Haushofer modernizó la geografía política, utilizándola como instrumento que justificaba la expansión territorial de Alemania durante el Tercer Reich y desarrollando las teorías de Friedrich Ratzel (1844-1904) del espacio vital (Lebensraum).

Países como Rusia, China y Japón dieron también gran importancia a esta ciencia durante los años 1930 y 1940 como camino para alcanzar un poder global. Tras la derrota alemana, la geopolítica sufrió descrédito y olvido, sobre todo en el ámbito académico. No obstante, otras personas, como militares o diplomáticos, siguieron interesándose por esta rama de la geografía. A partir de los años 1970 la geopolítica recuperó el interés perdido y ha vuelto a crecer actualmente al amparo de las tensiones internacionales surgidas. Conceptos como eje, estado tapón, países aliados, área comercial, etc., son términos geopolíticos comúnmente utilizados.

Telurocracia y talasocracia

Las ciudadelas naturales más importantes de la talasocracia y de la telurocracia se corresponden a las zonas de la mitad norte del mar Atlántico y la zona del llamado "Heartland" en Eurasia. Se notará que el camino más corto entre ambas es Escandinavia y el Océano Ártico, cerca de la frontera ruso-noruega. Europa en general tiene la desgracia de ser el campo de batalla natural entre la talasocracia y la telurocracia.

La base de la geopolítica es la contradicción entre la talasocracia (Poder marítimo), y la telurocracia (Poder terrestre). La talasocracia tiende a generar Estados comerciales, liberales y un sistema unipolar (globalización), mientras que la telurocracia genera Estados productivos, autárquicos y un sistema multipolar.

Un Estado que posee salida marítima tiene un gran vector de proyección de influencia a su disposición y comparte frontera de facto con todos los países con costa en el cuerpo acuático en cuestión. A diferencia de las tierras emergidas, los mares del planeta constituyen un solo cuerpo (teoría de Panthalasa u Océano Mundial), de manera que quien domine el Océano Mundial, tenderá a envolver todas las tierras emergidas del mundo e infiltrará su poder en ellas, especialmente a través de los valles y las llanuras de las grandes cuencas fluviales. La globalización tiene su trono en "los mercados" (principalmente bancos y multinacionales) y en el comercio internacional que se desenvuelve en el mar en un 90%. Pero a pesar de esta gran ventaja, el mar (cambiante, caprichoso y movedizo), sólo sirve para transportar cosas que proceden de la tierra y para asediar la tierra en sí. Si dominar el mar es un simple medio para dominar la tierra, dominar la tierra es un fin en sí mismo, por ende, que una superpotencia marítima necesite asediar la tierra no hace más que confirmar la importancia de la tierra en sí.

El poder del mercado se ha encarnado en las potencias marítimas, mientras que el poder del Estado, se encarna en las potencias continentales. Si la estrategia marítima consiste en multiplicar las islas y dividir las tierras ―especialmente excavando canales, aprovechando los lugares donde el mar estrangula a la tierra (o donde la tierra se estrecha) y tirando de balcanización política―, la estrategia terrestre debe consistir en multiplicar los lagos cerrados, dividir los mares, bloquear los estrechos y construir en cambio puentes de tierra que corten el comercio marítimo. Del mismo modo que la estrategia marítima convierte enormes espacios terrestres en islas separadas, la estrategia continental convierte océanos y mares enteros en simples lagos interiores. El bloqueo de estrechos y el control férreo de mares harían que el Heartland (el corazón de la tierra firme) se ensanchase, fagocitando la mayor parte de Eurasia y abarcando también enormes extensiones de Arabia y África en una vasta continuidad terrestre desde el Océano Ártico hasta el estrecho de Gibraltar.

Si bien la unidad de los océanos parece incontrovertible, la acción de las potencias continentales puede subvertir dicha unidad, creando espacios marítimos cerrados, convertidos en lagos bajo el control efectivo de la tierra, o bien partiendo el Océano Mundial en infinidad de mares separados por cadenas insulares. Del mismo modo que el Océano puede ser utilizado para balcanizar la Tierra (por ejemplo, el Canal de Suez convirtió a Eurasia y África en islas separadas y lo mismo hizo el de Panamá con Norteamérica y Sudamérica, mientras que durante años, una penetración atlantista desde Georgia hasta Azerbaiyán separaba a Rusia de Armenia e Irán), la tierra puede ser utilizada para balcanizar ese Océano. Los lugares donde estas tácticas de balcanización marítima serían más fáciles de llevar al cabo son en los principales estrechos, canales y barreras insulares del mundo.

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