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Gonzalo Zaldumbide
"Nietzsche barrió los prejuicios de la mediocridad instalada en el vacío"
"¡Patria, una sola, única, total, en que nuestras más alta voces se junten a un profundo coro, inmenso en el tiempo! ¡Y en que la cabeza se llene de los mismos ideales que rebosan del corazón! ¡Y por quien el amor patrio sea tal, que sirva a la vez de base y coronamiento al más arduo orgullo!...
"Vivir peligrosamente: La sabiduría que él buscaba no era la ciencia teórica, sino la experiencia y aún el experimento de un mundo de peligros y victorias".
"Las sociedades no deben poner traba a la expansión de la potencialidad heroica, deben someterse al héroe".
- Gonzalo Zaldumbide
"El verdadero progreso de las ciencias no consiste, desde luego en la mayor universalidad de sus aplicaciones a la industria, sino tan solo en los nuevos descubrimientos o deducciones de sus leyes y causas primeras, de sus principios más altos, esto es, de los que, por serlo, no caen en el dominio vulgarizador de la utilidad mercantil". - Gonzalo Zaldumbide en su "Visión de Norteamérica" 1903.
Sumario
Biografía
Gonzalo Zaldumbide fue un escritor y diplomático ecuatoriano nacido en Quito el 25 de diciembre de 1882, hijo del poeta Julio Zaldumbide y Gangotena y de la Sra. Rosario Gómez de la Torre y Nájera.
Realizó sus primeros estudios en el Colegio Teodoro Gómez de la Torre de la ciudad de Ibarra, y luego volvió a Quito para culminar la secundaria en el Colegio San Gabriel de los jesuitas, donde en 1899 obtuvo el título de Bachiller. De inmediato pasó a estudiar Derecho en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central, y poco tiempo después el gobierno del Ecuador le concedió una beca para que continúe sus estudios en París.
Terminados sus estudios volvió al Ecuador, y en 1913 inició una larga y brillante carrera diplomática cuando fue nombrado segundo Secretario de la Embajada en Lima. Al año siguiente fue destinado a París con el cargo de Secretario y al poco tiempo fue nombrado Encargado de Negocios en Roma. Posteriormente fue Ministro en Francia entre 1923 y 1927, Ministro en Washington en 1928, Ministro de Relaciones Exteriores en 1929, Embajador en Lima en 1937, en Colombia en 1939, en Brasil de 1942 a 1947, en Londres en 1950 y en Chile en 1951. Fue un privilegiado espectador de los grandes sucesos de la historia mundial contemporánea. Murió en su ciudad natal, Quito, el 30 de noviembre de 1965.
Zaldumbide y D'Annunzio
"Guardaba todavía su heroísmo no se que de feral y de torvo que le venía de su origen sensual. Y no salía aún de sí mismo, no hallaba una acción condigna en que realizarse. Sin embargo, prestaba ya un oído más atento a voces de las tierras irredentas, a gritos de combates necesarios. Y brotaron de su numen… En la playa distante, el hombre de la Italia Nueva, su poeta, su héroe epónimo acaso, el que arcará la nueva época al igual que el padre Dante la suya, sufría el dolor miguelangelesco. Pero en ves de apartar los ojos de su patria, rompió el voto de angustia y de soberbia que le tenía de rehén en su destierro voluntario, y partió a desatar su íntima tormenta bajo el cielo que se abochornaba, obre la multitud que esperaba ansiosa". - Gonzalo Zaldumbide sobre Gabriele D'Annunzio, el prólogo a la segunda edición de su obra del mismo nombre.
Zaldumbide fue un enconado admirador de la vida y obra de Gabriele D'Annunzio, fue el primer crítico de la literatura de este en el mundo; "Gabriele D'Annunzio" de Gonzalo Zaldumbide tiene el mérito de haber sido el primer libro que se hubiese publicado sobre d’ Annunzio, editado por vez primera en 1909, en París, por la casa editorial R. Roger & F. Chernoviz. "Lo escribí en pleno ardor de juventud y con libérrimo dominio del tema, tras ocho o diez años de venir leyendo todos los libros de D'Annunzio", nos indica el autor. Dos año después de terminada la primera guerra mundial, en 1920, Gonzalo Zaldumbide junto a el peruano Ventura García Calderón inventaron en París una fantástica "Misión Latina" para ir a rendir en Fiume su homenaje al "condotiero" (caudillo) D'Annunzio - demostrando que la admiración por este de los tiempos de su "ardor de juventud" aún se mantenía por entonces- por el mismo que había tomado posesión de Fiume para entregárselo a Italia, sin que el gobierno italiano se lo autorizase. Zaldumbide nos detalla al respecto: "Ofrendó el a su patria esta presea que iba a ser presa de los croatas, vecino cuasi bárbaro, vilipendiado por D'Annunzio con su orgullo de latino. D'Annunzio fortificado en Fiume, desafió a las Grandes Potencias, que en el Tratado de Versalles abolieron viejos Imperios y balcanizaron la Europa y desorientaron a los Balcanes. Nuestro condotiero (caudillo) deseaba vivamente que lo atacasen. Que el quería morir en acción de guerra, lo demostró desde su vuelo solitario sobre Viena en un avión de combate, cuando perdió un ojo… Deseaba morir en guerra, sabiendo tal vez que no sabría envejecer en paz. Creó así un conflicto internacional sin salida en el cual su propia Italia lo abandonó –si bien con todos los honores debidos a su frustrada proeza. Benito Mussolini logró en apariencia reconciliarlo con él y con Italia; y el Rey Vittorio Emmanuele nombró al combatiente imbele, Príncipe de Monte Nevoso. D'Annunzio aceptó con su soberbia de antiguo príncipe del Renacimiento, el título nobiliario creado recientemente para él; y se confinó en su principesco retiro del lago de Guardia."
Zaldumbide, junto al resto de entusiastas dannunzianos: Ventura García Calderón, los venezolanos Alberto Zérega Fombona y Alberto Posse de Rivas, y el peruano Luis Varela Orbegozo organizaron la Misión Latina para congratular al "héroe y poeta". En lo más arduo de aquel conflicto bélico, la misión partió a Fiume, con el salvoconducto especial y declarada "huésped del Comando". Pasaron la frontera, y al día siguiente se reunieron con el Jefe, que despachaba desde Palacio, ese mismo día a la noche fueron agasajados por Gabriele D'Annunzio con un banquete oficial y un "elocuentísimo" discurso suyo y a la noche asistieron al concierto de Luisa Baccara, pianista célebre, que era la favorita de turno en la pequeña Corte principesca de la ciudad irredenta. D'Annunzio concedió el honor a Gonzalo Zaldumbide de sentarlo a su derecha en el banquete donde departieron sobre "la guerra y sus consecuencias… augurio de otras grandes que asomaban ya al horizonte".
La misión terminó al tercer día de empezada siendo despedidos con un artillada de salvas; D’ Annunzio, que había recibido el libro que llevaba su nombre, obra de Zaldumbide algunos años antes, obsequió a este una histórica fotografía suya en uniforme militar de Comandante en Jefe "con la heráldica firma" del condotiero, "el nombre heroico de la ciudad por él bautizada Fiume d’ Italia, y la fecha 1920, manuscritos por la propia mano que envainó sin mancha aquella insólita espada." D’ Annunzio declaró entonces su gratitud por la visita de la "Misión Latina" y en especial por la presencia de Zaldumbide a quién elogió por su obra literaria, calificando el encuentro como "las horas inolvidables de visita y la acogida cordial al joven autor". Finalmente antes de la partida de los jóvenes iberoamericanos, los condecoró con la insignia inventada por el mismo Jefe del Fiume, denominada la Estrella de Fiume.
Zaldumbide y Maurras
Durante su estadía e París como Ministro del Ecuador en Francia entre 1923 y 1927, granjeó una certera amistad con el mayor doctrinario del nacionalismo galo, Charles Maurras, este a la sazón, era uno de los personajes de mayor influencia no solo de Francia, sino de Europa y posteriormente en algunos sectores de América. El Jefe de la Acción Francesa contó con Zaldumbide entre los extranjeros más cercanos a su persona. Zaldumbide por su parte se volvió un fervoroso admirador de la obra de Maurras y un prosélito de la Acción Francesa, difundiendo su pensamiento en Ecuador, lo atrajo sobre todo la postura de este en relación a la Iglesia Católica, y la poderosa idea de la unión latina que proponía Maurras, debido a que iba en el mismo sentido de algunos escritores iberoamericanos, "especialmente aquellos que tenían el señorío intelectual de Gonzalo, a quien dedicó aplaudidos elogios". La causa latina era para el pensador francés "la causa del archie, la causa del orden". Para él "la democracia no valía más que la demagogia", y el pensador ecuatoriano lo secundaba plenamente en eso.
Obra Literaria
Su obra literaria abarca tres géneros claramente definidos: El ensayo, la crítica y el relato. Dentro del ensayo se destacan "En Elogio de Henry Barbusse" (1908) y "Evolución de Gabriel D'Annunzio" (1909); en la crítica: "Cuatro Clásicos Americanos", en la que analiza a José Enrique Rodó, Juan Montalvo, Gaspar de Villarroel y Juan Bautista Aguirre; y por último, en el relato, los cuentos "Lo que Pudo Haber Sido" y "Cuentos de Amor y Dolor", y la novela "Égloga Trágica", una de sus primeras y más importantes obras, que empezó a ser escrita entre 1910 y 1911 y la terminó recién en 1956 (se publicaron extractos y capítulos de la misma en la década de 1920).
Además, entre otras publicó:
- "Viaje a Cuenca de los Andes"
- "El Significado de España en América" (1928)
- "Elogio de Bolívar" (1933)
- "Carlos Montúfar" (1943)
- "De Ávila a la Pampa" (1949)
- "Homenaje a Carlos V" (1958)
- "José Enrique Rodó" (1959).
Fue Miembro de Número y Director de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Miembro de la Academia Argentina de Letras y de la Real Academia de la Lengua Española. Su estilo artístico y creativo literario se caracterizó por la elegancia de su pluma en la defensa de la identidad hispanoamericana, y por un elitismo de la forma, del entendimiento y de la vida.
Pensamiento
"El idealismo debe hermanarse con el realismo de buena ley". "Volviendo al amor y al culto de sus orígenes".
Si bien no se vinculó ni en literatura, ni en filosofía a ninguna escuela en particular, y nunca participó activamente en la política; doctrinariamente a Gonzalo Zaldumbide se lo puede separar en tres períodos históricos de su vida. El temprano de su juventud y primera madurez, donde fue cuando produjo su mayor labor intelectual literaria, se vio fuertemente influenciado por el vitalismo heroico de Friedrich Nietzsche y de Gabriele D'Annunzio y la superioridad misantrópico de Arthur Schopenhauer, de igual forma ya a nivel social mantuvo posiciones de un nacionalismo hispano-americanista inspirado en "Ariel" de José Enrique Rodó (a Zaldumbide se lo considera la mayor figura del arielismo en Ecuador) oponiéndose militantemente a la infiltración estadounidense en el resto de América a la cual calificaba como: "nuevas naves cartaginesas (por cruzar los mares), cargadas de oro y de botín, e impulsadas por un viento de sórdida codicia"; es aquí cuando en América había tomado una importancia suma lo propio, tras la derrota española en 1898 por parte de los EE.UU., la reacción no se hizo esperar y es así como el arielismo surgió para enfrentar a la "Doctrina Monroe" detectando en ella un imperialismo encubierto tras un pretendido discurso americanista; a la "nordomanía" con su materialismo francamente capitalista, se impuso la revalorización de lo iberoamericano, nuestras raíces hispánicas, el Castellano, el quijotismo, etc. El objetivo último fue la auto-valoración como herramienta de liberación. A su vez se ve finalmente influido por el pensamiento de Charles Maurras (como algunos otros ecuatorianos de la época). El segundo período histórico de su vida fue del arrepentimiento de sus "excesos de juventud rebelde", políticamente orientado hacia una posición liberal- conservadora "correcta", es aquí cuando escribe varias "rectificaciones" y "correcciones" de sus anteriores escritos. Finalmente el tercer período de su ser y pensamiento será el de la vuelta a los orígenes reflejando esto en sus libros de tono nuevamente hispanista y vitalistas como "Homenaje a Carlos V", "José Enrique Rodó" y el tercer prólogo a "Gabriele D'Annunzio", entre varios textos más.
Racialismo
"Dio con equidad a la América prehispana y a España lo que les correspondía"
Los críticos de izquierda del pensamiento y la persona de Gonzalo Zaldumbide lo han calificado como un europeo o europeizante etnocentrista y racista que se veía atrapado en Ecuador; sin embargo esto no es verdad, al menos para como ellos comprenden los conceptos "racismo" o "etnocentrismo"; la obra de este gran intelecto ecuatoriano sin duda alguna fue de inspiración netamente europea y él mismo se calificaba a si, y a la América Hispánica como una "extensión de Europa"; no creía que era posible entender América sin Europa. Así, diferenciaba el concepto de "Nuestra América" como el resultado de la obra y el aporte europeo, y la "América Autóctona" producto de las razas pre-europeas que habitan el continente, cosa que no significó por el contrario el no tener una identidad propia de nuestra América o del Ecuador en particular, al punto que él fue uno de los máximos ecuatorianistas del siglo pasado alabando las virtudes y tradiciones del ser nacional ecuatoriano y condenando sus defectos, su obra cumbre "Égloga Trágica" refleja este sentir netamente americano y ecuatoriano, pero sin que por esto se desconozca los orígenes propios, los cuales se vertieron en la conformación del Nuevo Mundo. Aún con todo esto, se sabe que en su fuero interno el siempre se sintió un descastado, un fuera de lugar en el mundo moderno.
Ya a nivel racial, Zaldumbide fue uno de los varios intelectuales ecuatorianos del siglo XX que vio a la raza blanca o europea o aún aria como un factor definitorio a la hora de la formación de nacionalidad ecuatoriana e hispanoamericana, de forma particular elogio el aporte de "superioridad" española a estos lares, combatió en un principio la Leyenda Negra contra la Madre Patria, pues veía "el odio a la Madre de nuestras jóvenes naciones" que resurgía por esa época. Esto enmarcado dentro de una comprensión y complementariedad con las otras razas del continente, dando a cada raza lo suyo, evitando prejuicios caducos y absurdos igualitarismos modernos. No hesitó en sentenciar que: "es el blanco la sal de esta tierra, tan varia y tan una", es decir el fermento del país; si, con tal el no tener sentido de mezquindad paternalista propia de mentes decimonónicas.
También se destacó por percibir la decadencia en la que estaba entrando ya en su época Europa y sus vástagos en los dos mundos, la raza blanca para el "ya se acaba" por su propia desidia y traición. Su posición a este respecto podría ser calificada hoy en día como de "identitaria".
Legado
El pensamiento de Gonzalo Zaldumbide influyó y fue elogiado por un variopinto de pensadores y hombres de acción a nivel nacional e internacional, desde los mismos Gabriele D'Annunzio y Charles Maurras que no ahorraron elogios con su discípulo, hasta ecuatorianos de izquierda como Benjamín Carrión (la tercera edición de su "Gabriele D’ Annunzio, fue publicada por la célebremente izquierdizante Casa de la Cultura Ecuatoriana", la misma que había condenado anteriormente a D'Annunzio por ser uno de los "padres del fascismo") , de derecha conservadora como Julio Tobar Donoso y del nacionalismo revolucionario como Jorge Luna Yépes. Actualmente a nivel nacional e internacional su figura prácticamente ha sido olvidada, exceptuando a los pocos pensadores de relieve que actualmente lo toman en cuenta por sus méritos, como el argentino Alberto Buela, o el ecuatoriano Jorge Salvador Lara. También sus ideas y sobre todo su posición frente a la realidad de la vida, del Ecuador y del Mundo están influyendo en agrupaciones ecuatorianas contrarias al Mundo Moderno y la Globalización, particularmente en movimientos contra-culturales (contra la cultura moderna) y anarquistas de derecha.