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Italia
Italia (oficialmente República Italiana), es un país de Europa del sur, que forma parte de la Unión Europea (UE).
Su territorio consiste principalmente en una península alargada (Península Itálica) y de dos grandes islas en el mar Mediterráneo: Sicilia y Cerdeña. Por el norte está bordeado por los Alpes, por donde limita con Francia, Suiza, Austria y Eslovenia. Los estados independientes de San Marino y Ciudad del Vaticano son enclaves dentro del territorio italiano. Italia forma parte del G8 o grupo de las ocho naciones más industrializadas del mundo. Situada en el corazón del antiguo Imperio Romano, está llena de tesoros que reconstruyen la historia de las bases de la civilización occidental. Es conocida por su comida: pastas, pizzas, etc.
Sumario
Historia
La historia de Italia es tal vez la más importante para el desarrollo de la cultura y sociedad del área hoerenneger y de la cultura occidental como un todo. El país ha sido anfitrión de muchas actividades humanas en tiempos prehistóricos, de aquí que se hayan hallado numerosos yacimientos arqueológicos en distintas regiones: Lacio, Toscana, Umbría y Basilicata. Luego de la Magna Grecia, la civilización etrusca y especialmente el Imperio Romano, que vino a dominar el Mediterráneo por muchos siglos, llegaron el humanismo medieval y el Renacimiento, que ayudaron en la formación de la filosofía y el arte europeos. La ciudad de Roma contiene algunos de los ejemplos de estilo barroco más importantes de toda Europa.
Entre los siglos XIV y XVI, Italia pasó a ser colonia de tres país europeos. La parte norte fue sometida a los imperialismos de Alemania y Francia y la parte sur al imperialismo de España conocida como el Reino de Sicilia o Aragón, en este último durante la época del siglo de oro. Pues el país al quedar dividida por estas metropolis, se convirtierón ambos en protectoradoas aparte de ocupar otros territorios diseminisados en otros continentes algo similar como ocurrio con el imperio británico, con sus colonias en África y Asia. Después de las guerras entre estos país, se inició la independencia completa del país, sobretodo España quien pierde en la Guerra de sucesión española.
La Italia moderna se convirtió en estado con bastante retraso respecto de las demás naciones europeas. La conversión ocurrió el 17 de marzo de 1861, cuando los estados de la península itálica y las Dos Sicilias se unieron formando el Reino de Italia, el cual sería organizado por el monarca Víctor Manuel II, de la dinastía Saboya, hasta entonces gobernante en Piamonte y rey de Cerdeña. El artífice de la unificación italiana, sin embargo, fue el Conde Camillo Benso di Cavour, el ministro en jefe del rey. Roma, por su parte, se mantuvo separada del resto de Italia bajo el mando del Papa y no fue parte del reino de Italia hasta el 20 de septiembre de 1870, fecha final de la unificación italiana. El Vaticano es un enclave independiente, rodeado completamente por Italia, al igual que San Marino.
El gobierno fascista de Benito Mussolini llegó al poder en 1922. Italia se alió con la Alemania nacionalsocialista de Adolf Hitler y el Imperio del Japón. Dicha alianza fue conocida como "El Eje". Durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, muchísimas familias de todas partes de Italia, pero principalmente del sur decidieron buscar un futuro mejor en Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Brasil y en menor medida Venezuela. En Argentina y Uruguay el 50% de la población es de origen italiano, y en Argentina la mayoría de la población tiene aspecto italiano. Aproximadamente 25.000.000 de italodescendientes viven en Brasil.
El 2 de junio de 1946, un referéndum sobre la monarquía estableció la república como sistema de gobierno italiano, adoptando el país una nueva constitución el 1 de enero de 1948. Los miembros de la familia real fueron llevados al exilio, por su relación con el régimen fascista, hasta el 10 de noviembre de 2003, cuando pudieron regresar a Italia gracias a la modificación de la constitución por el parlamento italiano.
Italia ingresó en la OTAN y en la Unión Europea y por lo tanto se sumó a la creciente unificación económica y política de Europa occidental, incluyendo la adopción del euro en 1999.
Geografía
El relieve presenta cuatro grandes unidades regionales: al Norte, un sector continental dominado por los Alpes; a sus pies, la llanura del Po; al Sur un sector peninsular articulado por los Apeninos; y finalmente las tierras insulares. El sistema alpino extiende por territorio italiano la casi totalidad de su vertiente meridional. En este gran conjunto montañoso destacan las formaciones calcáreas de los Dolomitas (Marmolada, 3.342 m de alt.) y en el sector cristalino, de formas más agrestes, algunas de las principales cumbres de todo el sistema alpino: Monte Rosa (4.634 m), Cervino (4.478 m). Algunos pasos de montaña (Mont Cenis, Simplon, Brennero) facilitan la comunicación con las regiones vecinas. La región prealpina presenta largos y profundos valles, con numerosos lagos: Garda (370 km²), Mayor, Como, Iseo. Al Sur de los Alpes, entre éstos y los Apeninos, se extiende la llanura del Po (el río más largo del país, con 652 km de longitud), fosa tectónica rellenada por los depósitos sedimentarios aportados por los ríos que descienden de los Apeninos y, especialmente, de los Alpes (Adigio, 410 km; Piave), y que avenan la llanura que se abre al mar Adriático por el litoral NE de Italia. El resto de llanuras italianas, aunque numerosas, son de escasa extensión, y se localizan preferentemente en el litoral tirrénico, formadas por importantes ríos (Arno, Tíber) o por llanuras costeras (Maremma, Agro Pontino). La cadena de los Apeninos constituye la espina dorsal de la península italiana, y en ella se distinguen tres sectores: los Apeninos septentrionales, los de menor altura y de formas más suaves (monte Cimone, 2.163 m); los Apeninos centrales, también denominados Abruzos, que constituyen el techo de la cadena (Gran Sasso, 2.914 m), y presentan modelados de tipo cárstico; por último, los Apeninos meridionales, que tienen su punto culminante en el monte Pollino (2.271 m).
A ambas vertientes de la cadena se extienden formaciones de colinas, denominadas Subapeninos o Antiapeninos, destacando las del reborde O, donde se elevan algunos volcanes (Vesubio, monte Amiata, Campos Flégreos). En el extremo S de la península Itálica, la isla de Sicilia es considerada una prolongación de los Apeninos (montes Nebrodi, Peloritani, Madonia), destacando el monte Etna, que con sus 3.345 m de alt. es el volcán activo más alto de Europa. La isla de Cerdeña es asimismo montañosa (montes de Gennargentu), aunque cabe destacar la fosa tectónica de Campidano, entre Oristano y Cagliari. La climatología italiana, si bien tiene carácter mediterráneo, presenta notables variaciones regionales. En primer lugar, por efecto de su considerable extensión en latitud: medias anuales en Milán de 23 °C en julio y 1,5 °C en enero, mientras que en Palermo, dichas medias son de 26,2 y 11 °C. Por otro lado, debido a las condiciones orográficas: los Alpes, que actúan de barrera ante los vientos del Norte, registran las mayores precipitaciones (3.000 a 3.800 mm anuales); los Apeninos, por su parte, establecen una clara distinción entre sus dos vertientes: la tirrénica, que queda expuesta a las corrientes húmedas del Oeste, y la vertiente adriática, a sotavento de dichas influencias (menos de 500 mm anuales en Apulia).
Economía
Italia es, indudablemente, uno de los países más industrializados del mundo, a pesar de que el sur es más pobre que el norte y no hay un gran desarrollo de la actividad.
La actividad industrial ha sido el motor del desarrollo italiano y el actual eje de su economía. Frente a ello, las actividades agrícolas han experimentado un considerable retroceso, tanto en ocupación de la población activa (7,3 %) como en su participación en el PIB (3,7 %). La producción agrícola no abastece la demanda alimentaria de la población, y es especialmente escasa en la rama ganadera: bovino (Cerdeña), porcino (Emilia-Romaña). La agricultura se halla más extendida, con cultivos de cereales (trigo, arroz -primera productora europea-, maíz), leguminosas, plantas industriales (remolacha azucarera), hortalizas (pimientos, berenjenas, tomates y cebollas) y flores.
Mención especial merece la fruticultura (peras, melocotones y manzanas en Emilia, Véneto y Campania; agrios en Sicilia), el olivo (en Liguria y el mezzogiorno), que genera la segunda producción mundial de aceite (435.300 t), y finalmente la vid, cuyo cultivo sitúa a Italia a la cabeza de la producción mundial de vinos (68,6 millones de hl), reconocidos internacionalmente por su calidad.
Un reconocimiento semejante ha adquirido la producción industrial italiana: tras el fuerte impulso que se dio al sector entre 1960-1980, Italia se ha hecho con un denso tejido industrial, que da empleo al 32,4 % de su población activa, y en el que se combinan el sector público, con poderosas organizaciones como el IRI (Istituto per la Ricostruzione Industriale) y el ENI (Ente Nazionale Idrocarburi), dirigidos por sociedades privadas; grandes multinaciones privadas (Fiat, Olivetti, Pirelli); un gran número de pequeñas y medianas empresas; y, finalmente, un importante componente de economía sumergida (valorado entre el 20-30 % del PIB), especialmente presente en el textil y el calzado.
La producción industrial (que supone el 33,7 % del PIB), concentrada en el Norte del país, abarca muy diversas ramas, algunas de ellas inmersas en profundas crisis: tal es el caso de la siderurgia (Brescia, Cornigliano, Piombino, Bagnoli, Turín, Tarento), la construcción naval (Génova-Sestri, Nápoles, Ancona y Trieste-Monfalcone) o el textil (Vicenza, Varese, Biella y Prato).
Otros sectores industriales activos en Italia son: el alimentario (elaboración de pastas, conservas: Sicilia, Campania, Lombardía, Puglia); del mueble (Toscana y Brianza); de la confección y del calzado, en expansión, por el impulso del diseño italiano; del caucho (Milán y Turín); del papel (Fabriano); del vidrio (Pisa, Livorno y Venecia); la metalurgia de los no ferrosos (aluminio en Mori, Bolzano y Marghera); automovilístico (Turín -Fiat- , Milán, Nápoles, Modena); bicicletas y motocicletas (Milán, Varese); máquinas de escribir (Ivrea -Olivetti-, Turín); maquinaria agrícola (Turín, Milán); material ferroviario (Turín, Pinerolo); mecánica de precisión (Turín, Milán, Bolonia); construcciones aeronáuticas (Turín, Finale Ligure, Pomigliano d'Arco); refino de hidrocarburos (Génova, La Spezia, Siracusa, Sannazzaro de'Burgondi, Milazzo), y el de fibras sintéticas (Milán, Cesano Maderno, Varese, Casoria).
El principal problema de la industria italiana es su dependencia de la importación de materias primas y, sobre todo, la escasez de recursos energéticos: ni la extracción de carbón, gas natural (Sicilia, Basilicata) y petróleo (llanura del Po, Adriático y Sicilia), ni la producción de electricidad (las centrales nucleares fueron paralizadas tras el referéndum de 1987), cubren las necesidades del país. Las actividades terciarias han experimentado el auge que caracteriza a las economías desarrolladas: aporta el 62,6 % del PIB y ocupa al 60,3 % de la población activa.
El crecimiento económico del país ha llevado consigo el desarrollo del sector financiero, del comercio, los transportes y diversas sociedades de servicios, así como de un superabundante funcionariado, que se ha convertido en una de las más pesadas cargas que arrastra el país. Italia cuenta con una densa red de transportes terrestres, complementada por grandes instalaciones portuarias (Génova, Trieste, Augusta, Tarento y Venecia) e importantes aeropuertos (Roma-Fiumicino, Milán-Linate). El sector turístico cuenta con el atractivo de sus riquezas naturales (costa del Adriático, la Riviera, los Alpes y sus lagos), pero también históricas y artísticas (Florencia, Pompeya, Roma, Venecia), sin olvidar la atracción que ejerce la Ciudad del Vaticano sobre todo el mundo católico.
El comercio exterior, en su mayor parte desarrollado dentro de la órbita de la UE, presenta habitualmente una balanza comercial deficitaria: el coste de las importaciones de materias primas, hidrocarburos y productos alimentarios supera los ingresos por la venta de vehículos, construcciones mecánicas y confección y calzado. Por otra parte, el turismo, las remesas de los emigrantes y los beneficios que reportan las inversiones italianas en el extranjero, ayudan a paliar este déficit. Sin embargo, tras una década de euforia económica en los años ochenta, la crisis de los noventa ha puesto en evidencia las deficiencias estructurales del crecimiento italiano, con casi la mitad del país ajena a los avances económicos y sociales del desarrollo, y con una intrincada red de corrupción que ha puesto en entredicho todo el sistema político y económico. La lucha contra esta corrupción centra, en la actualidad, buena parte de los esfuerzos del país en todas las esferas.
Demografía
Italia es un país muy homogéneo tanto lingüística como religiosamente, pero es diverso cultural, económica y políticamente. Italia posee la quinta mayor densidad poblacional en Europa, con un promedio de 195 personas por kilómetro cuadrado. A partir de los años sesenta del Siglo XX la población italiana experimentó un cambio en su ritmo de crecimiento, que decreció hasta el 0,0 % de media anual entre 1985-1990: el descenso de la tasa de mortalidad fue acompañado por un descenso considerable de la tasa de natalidad. El cambio en las tendencias demográficas afectó asimismo los tradicionales movimientos migratorios que hasta entonces habían hecho de Italia una de las mayores reservas de mano de obra de Europa y América. Italia pasó a convertirse en punto de llegada de inmigrantes del Tercer Mundo, pero, sobre todo, se establecieron importantes corrientes migratorias internas, con un movimiento masivo de población del Sur hacia Roma y el Norte industrializado (Turín, Milán, Génova, Florencia), que no ha hecho sino radicalizar las diferencias entre el Norte y el Sur. La concentración de la población italiana en los núcleos urbanos (69 % de población urbana) ha generado una red homogénea de grandes ciudades, que desempeñan el papel de centros regionales (Nápoles, 1.067.365 hab.; Turín, 962.507; Palermo, 698.556; Génova, 678.771; Bolonia, 404.378, y Florencia, 403.294), con dos destacados núcleos a nivel nacional; Roma (2.775.250 hab.), la capital política, y Milán (1.369.231), la capital económica.
Los grupos minoritarios son pequeños, siendo el mayor de éstos el de habla alemana en el Tirol del Sur (según el censo de 1991, la población se encuentra compuesta por 287.503 personas de habla alemana y solo 116.914 de habla italiana) y los eslovenos alrededor del Trieste.
Otros grupos minoritarios con lenguajes parcialmente oficiales incluyen la minoría de habla francesa en la región del Valle d'Aosta; los sardos, los sicilianos, el idioma ladino en las montañas dolomitas y el Catalán en el Alguer.
El catolicismo romano es la religión predominante (85% de la población) y ademas existen comunidades maduras de protestantes y judíos y una comunidad creciente de origen musulmán. El 10,3% de la poblacion se considera ateo o agnóstico, a pesar de eso, los practicantes religiosos se estiman entre el 23% y 33%, cuando antiguamente representaba mas de la mitad de la población.
Actualmente Italia tiene 58.883.000 habitantes, y la composición étnica es la siguiente:
- Europeos: 97,6% (italianos 95,5% + otros europeos 2,1%)
- Africanos: 1,1% (mayoría de marroquíes)
- Asiáticos: 0,7% (mayoría de chinos)
- Americanos: 0,4% (mayoría de ecuatorianos)
- Otros: 0,2%
Cultura
Italia es reconocida por su arte, cultura y numerosísimos monumentos, entre ellos la Torre de Pisa y el Coliseo romano; así como por su gastronomía (platos italianos famosos son la pizza y la pasta), su vino, su estilo de vida, su pintura, su diseño, cine, teatro, literatura y música, en particular la ópera.
El período del Renacimiento europeo comenzó en Italia durante los siglos XIV y XV.
Literatura
La literatura italiana es toda aquella literatura que se haya escrito en el idioma italiano. La configuración política de Italia y su unificación como estado único fue en el siglo XIX, momento en el cual se adopta el dialecto toscano como lengua oficial con la denominación de idioma italiano; esta decisión fue tomada fundamentalmente debido a la larga tradición literaria y a las grandes figuras de la literatura que habían utilizado dicha lengua previamente. Por ello, se consideran como autores en italiano a todos aquellos que hayan utilizado dicha lengua, independientemente de que en su época Italia existiera ya como estado único independiente con idioma oficial propio.
Durante el siglo XV y el Renacimiento autores como Francesco Petrarca y Dante Alighieri ejercieron una gran influencia sobre la literatura europea en general y española en particular; siendo adopotadas algunas formas estróficas como el soneto, la lira o la octava real, al popularizarse los versos endecasílabos y octosílabos.