José Gafo

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José Domingo Gafo Muñiz (20 de octubre de 1881, Tiós, España - 4 de octubre de 1936, Madrid, España) fue un sacerdote católico español que murió como mártir de su fe. Dedicado al apostolado social con los obreros de su país, fue funcionario estatal, político circunstancial y organizador sindical.

Biografía

Juventud

Gafo nació en un pueblo de Asturias, hijo de un matrimonio de labradores. Sintió la vocación religiosa desde temprano, por lo que ingresó a la Orden de Predicadores en su adolescencia. Estudió en la Casa de San Juan Bautista de Corias y en el Convento de San Esteban de Salamanca, ordenándose sacerdote a fines de 1905. Durante su época de estudiante fundó y dirigió la revista Ideales, donde ya manifestaría su inquietud por la cuestión obrera en España.

Apostolado social

Vivió luego en Vergara, Madrid y Oviedo, trabajando como docente en los centros de formación de los dominicos. Fue el sociólogo Pedro Gerard Langenscheidt quien lo instruyó en materia de organización sindical. Gracias a ello Gafo ayudó a crear a varios de los denominados "sindicatos libres" en la zona norte de España.

Interesado en evangelizar a los obreros españoles y difundir la Doctrina Social de la Iglesia entre ellos, mantuvo numerosos intercambios con militantes izquierdistas. Algunos de ellos -como sus conversaciones con Óscar Pérez Solís- fueron fructíferos, en tanto que otros -como su debate con Isidoro Acevedo a través de las páginas de La Aurora Social- desembocaron en amargos enfrentamientos.

Gafo fue uno de los fundadores del Grupo de la Democracia Cristiana (GDC) a principios 1919. El GDC era un colectivo de intelectuales católicos que pretendía influir sobre el movimiento conservador español para que implementase medidas que protegiesen a los trabajadores de la explotación, evitando con ello su radicalización política. El sacerdote colaboró activamente con el GDC hasta que se produjo el fallecimiento a finales de 1920 del Cardenal Victoriano Guisasola y Menéndez, prelado que había apadrinado a la iniciativa. Cuando el GDC evolucionó hacia el Partido Social Popular, hacía tiempo ya que Gafo había tomado un rumbo distinto.

En 1922 viajó a Bélgica para estudiar bajo la supervisión de fray Georges Rutten al modelo de sindicalismo cristiano que se había desarrollado en ese país. El sacerdote sería clave para lograr la conformación de la Confederación Nacional de Sindicatos Libres de España en 1924, organización que reunía a la Unión de Sindicatos Libres de Cataluña con la Federación de Sindicatos Libres del Norte, popular en Navarra y las Vascongadas.

Miguel Primo de Rivera lo incorporó como vocal del Consejo de Corporaciones y como funcionario del Consejo de Trabajo, puesto desde el cual estimuló la creación de comités paritarios controlados por el Estado para mediar en los conflictos entre obreros y patrones. En compañía del también dominico fray Tomás Sánchez Perancho recorrió la geografía española estudiando la situación social y haciendo proselitismo a favor de su causa entre los trabajadores. En esa época conoció personalmente a muchos dirigentes que luego ocuparían importantes puestos de gobierno en la Segunda República (a la cual repudió por su bárbara vindicación del materialismo y su constante fomento del ateísmo).

Enemigo de la Segunda República

Durante La Sanjurjada de 1932, Gafo se sumó al movimiento como propagandista. Esa adhesión la pagaría con el encarcelamiento en una prisión de Ocaña, donde se ocupó de predicarles el Evangelio a sus compañeros de cautiverio.

En 1933, el Bloque de Derechas le ofreció una candidatura de diputado por Navarra. El sacerdote aceptó la oferta de la coalición de carlistas y cedistas, obteniendo un escaño en las Cortes Españolas. Sus superiores en la Orden de Predicadores lo autorizaron a ocupar su cargo durante tres años, para estudiar el funcionamiento de la política nacional desde adentro y usar lo aprendido para actuar con mayor eficacia en el púlpito, la prensa y los sindicatos.

Gafo apoyó al Bloque Nacional de José Calvo Sotelo, pero terminó decepcionado con las intrigas partidocráticas, razón por la cual no buscó ser reelecto en las elecciones de febrero de 1936.

Asesinato

Cuando se produjo el Alzamiento Nacional, el sacerdote se encontraba en Valladolid. Presuroso retornó a Madrid para asistir a los hombres y mujeres que estaban bajo su dirección. Tras evacuar a su gente de las casas dominicas, se refugió en una pensión junto a otros sacerdotes. Sin embargo a mediados de agosto una banda de ladrones que operaba como la Milicia Popular de Investigaciones lo capturó y lo envió a la Cárcel Modelo como una maniobra de propaganda. Allí trató de usar sus contactos con los izquierdistas a los que conocía para lograr su liberación y la de los otros reclusos, pero no obtuvo respuesta alguna -entre los invocados se encontraban personajes de la talla de Indalecio Prieto.

Tras sufrir repetidas vejaciones durante varias semanas, a comienzos de octubre lo pusieron en libertad con la única intención de asesinarlo a tiros en la calle en lugar de aniquilarlo en el interior de la prisión.

Pensamiento

Más allá de algunos opúsculos que fueron publicados llevando su firma, el grueso de la obra de Gafo se encuentra diseminado en las páginas de la revista La Ciencia Tomista que editaba la Orden de Predicadores en Madrid, y con la que el sacerdote colaboró durante décadas (Etelvino González López elaboró en 2007 una antología con los textos fundamentales del fraile).

Una síntesis de su pensamiento social puede encontrarse en su plataforma electoral de 1933 difundida por El Pensamiento Navarro:

  1. La afirmación rotunda e inequívoca del principio de la propiedad y del capital privados como fundamento del orden social.
  2. La afirmación terminante de la función social de la propiedad, que pesa sobre las apropiaciones históricas.
  3. La afirmación de que todos los hombres deben ser propietarios del patrimonio familiar suficiente, mediante la puesta en práctica de la función social de la propiedad histórica y de la participación en los beneficios en todas las industrias que sean susceptibles de ella.
  4. La desaparición del paro forzoso por la adscripción de todos los hombres hábiles a una función de trabajo, aunque sea con rebaja de la jornada, con el buen empleo de las horas libres para el intenso cultivo del espíritu, dentro siempre de las respectivas industrias.
  5. La implantación de todos los seguros sociales y del retiro decoroso.
  6. El incremento de la habitación sana y barata.
  7. Las subvenciones a las familias numerosas.
  8. La progresiva exención del trabajo de la mujer fuera del hogar, implantando el salario familiar.
  9. La intensificación de la cultura profesional para los obreros.

Gafo culpó de la radicalización política de las masas obreras durante la Segunda República a los plutócratas cristianos que, durante décadas, olvidaron el valor salvífico de la caridad hacia el prójimo y se dedicaron a acumular riquezas a costa de la explotación de sus compatriotas. Por ello proponía como antídoto la socialización de la economía mediante la multiplicación de cooperativas de trabajo.

El sindicalismo libre que promovía era un tipo de sindicalismo independiente de todo control empresarial o político, lo que implicaba que toda expresión ideológica de derecha o de izquierda debía ser ajena a este tipo de organización. Además Gafo sostenía que era preferible la aconfesionalidad del sindicato, pues de ese modo no generaría desconfianza en el trabajador (en la España de la primera mitad del siglo XX se había popularizado el "sindicalismo cristiano" ideado por el Marqués de Comillas, el cual era una institución paternalista que hacía más por lograr el bienestar patronal que el obrero). Ese posicionamiento neutralista obligó a intelectuales dominicos como Alberto Colunga y Matías García a preparar una defensa de la obra de fray Gafo ante el episcopado español, pero fue Su Santidad Pío XI quien terminó por legitimar el aconfesionalismo en el ámbito sindical en su encíclica Quadragesimo anno.

Con respecto a las huelgas, el sacerdote las juzgaba como instrumentos legítimos de reclamo siempre y cuando no incurriesen en la violencia y reclamasen cosas sensatas.

En materia política era un convencido antiparlamentarista, pues creía que el sufragio universal inorgánico sólo contribuía a promover la demagogia. Como remplazo de tan abominable régimen proponía la adopción de un sistema corporativo, en el que cada sector de la sociedad esté debidamente representado por hombres que defiendan auténticamente a los intereses de sus votantes.

Bibliografía

  • Polémica entre un fraile de alma y hábitos blancos y un recio insurgente de corazón e ideales rojos sobre socialismo y catolicismo. Barcelona: Confederación de Sindicatos Libres del Norte de España, 1923.
  • Doctrina del sindicalismo libre. Vergara: Autoedición, 1923.
  • El momento social de España. Madrid: Centro de Intercambio Intelectual Germano-Español, 1929.
  • La huelga. Madrid: Autoedición, 1935.
  • Yo, José D. Gafo Muñiz, fraile y diputado. Salamanca: San Esteban, 2007.

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