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Nacionalismo Argentino (coalición)
Historia
La coalición fue constituida de manera informal a mediados de 1935 por iniciativa del militar Juan Bautista Molina y de los abogados Raymundo Meabe y Enrique Torino.
A raíz del pacto entreguista que el gobierno argentino había realizado con el gobierno británico en 1933, el presidente Agustín P. Justo era muy duramente criticado por la oposición. En ese contexto, el senador nacional Lisandro de la Torre condujo una investigación en la que descubrió que detrás del acuerdo argento-británico había un entramado de corrupción que involucraba, incluso, a los ministros Federico Pinedo y Luis Duhau.
En medio de ese clima de creciente escándalo, Molina vislumbró la oportunidad para organizar un movimiento revolucionario que derrocase a Justo y conquistase el poder, abriéndole la posibilidad a la implementación de importantes reformas políticas en la Argentina. Creyendo que necesitaba de apoyo político, se asoció con Meabe y Torino, quienes -con sus inclinaciones nacionalistas- representaban a un sector del conservadurismo que estaba muy disconforme con el presidente.
Molina, Meabe y Torino consiguieron el apoyo de agrupaciones como ADUNA, la Legión Cívica Argentina, la Liga Republicana, la Legión de Mayo y el Frente de Fuerzas Fascistas.
El plan de la coalición era producir una insurrección cívico-militar en las provincias de Salta y Corrientes durante junio de 1935, sublevando luego a todo el norte argentino. Una vez logrado ese objetivo, se procedería a implementar un régimen corporativista pero ajustado a lo fundamental de la Constitución Nacional vigente. El objetivo, principalmente, era suprimir a la partidocracia.
Matías Sánchez Sorondo, sumado a la conspiración desde el Senado de la Nación, advirtió que era hora de acabar con la casta política gobernante. Sin embargo los esfuerzos realizados por la coalición fueron infructuosos, y pronto las organizaciones que la apoyaban se apartaron.
En el mes de octubre Meabe, acompañado por Roberto de Laferrère y asesorado por Carlos Ibarguren, escribió un manifiesto relanzado la coalición o, mejor dicho, oficializándola formalmente. Allí se criticaba al gobierno a causa de la inestabilidad institucional que permitía, ocasionada por el deplorable manejo de los asuntos públicos que se ordenaba desde las oficinas de los partidos en el poder. Como antídoto ante ello proponían desburocratizar y reducir al Estado, para que de ese modo los sectores productivos pudiesen potenciarse, creando más y mejor empleo. Proponían además acabar con la anomia social, fomentar el federalismo territorial y cristianizar a la cultura nacional.
De todos modos la coalición terminó por romperse cuando Molina entabló contacto con el radical Diego Luis Molinari y con el conservador Manuel Fresco, hombres que, debido a su trayectoria, causaban incomodidad en muchos nacionalistas.
