Manuel Fresco

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Manuel A. Fresco

Manuel Antonio Justo Pastor Pascual Fresco Scarpati (3 de junio de 1888, Navarro, Argentina - 17 de noviembre de 1971, Haedo, Argentina) fue un médico y político argentino.

Inició su militancia política en las filas del conservadurismo, aproximándose luego a los postulados del nacionalismo argentino durante su paso por la gobernación de la provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1940. Posteriormente terminaría colaborando con el peronismo.

Juventud

Fresco, al igual que su padre, se formó como médico en la Universidad de Buenos Aires. Durante sus años de estudiante compartió las aulas con compañeros que luego se convertirían en figuras reconocidas de la política argentina: la socialista Alicia Moreau, el populista Federico Cantoni y el anarquista Juan Carulla. Obtuvo su diploma en 1915, presentando una tesis perteneciente al campo de la gastroenterología.

Durante esos años se destacó también como esgrimista, deporte al cual dominaba y que le serviría en el futuro a la hora de dirimir duelos (Fresco se batió a duelo tres veces en toda su vida: contra Julio Rocha, contra Alberto Mayer y contra Alejandro Miñones, terminando siempre indemne).

Tras graduarse se arraigó en la localidad de Avellaneda, situada a pocos kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires y caracterizada por ser una zona poblada mayormente por familias de obreros. Allí conoció a Alberto Barceló, referente local del Partido Conservador, quien lo convirtió en uno de sus hombres de confianza.

Legislador bonaerense

Fresco comenzó su carrera política en 1918, siendo elegido concejal en Avellaneda. Sin embargo, tras unos meses en el cargo, terminó renunciando, pues, contratado por la empresa Ferrocarril Oeste de Buenos Aires para que se sumase a su plantel de empleados en calidad de médico, debió reubicarse en la localidad de Haedo, la cual integraba el territorio del partido de Morón.

En las elecciones de 1919 fue incluido en la lista de diputados provinciales del Partido Conservador de su distrito, lo que le permitió acceder a la Legislatura Bonaerense tras la renuncia de Aquiles Guglialmelli. Permaneció en el cargo hasta 1930, luego de imponerse en las elecciones de 1922, 1925 y 1928.

Durante ese periodo se destacó por sus feroces críticas dirigidas hacia los miembros de la Unión Cívica Radical, fuerza política que gobernaba al país promoviendo una decadente partidocracia y ejerciendo abiertamente la demagogia.

Actor de la política nacional

Fresco encabezó a la lista de diputados nacionales del Partido Conservador de Buenos Aires en las elecciones de 1930. Mientras realizaba su campaña, visitó la ciudad de Lincoln, donde fue víctima de un atentado producido por miembros del Klan Radical. Los balazos que recibió no fueron suficientes para acabar con su vida, y, tras recuperarse, triunfó en la elección, lo que le permitió desembarcar en el Congreso de la Nación.

Involucrado en los preparativos de la Revolución del 6 de Septiembre de 1930, su actuación fue fundamental para movilizar a un nutrido grupo de civiles disconformes con el gobierno de Hipólito Yrigoyen y lograr así el ascenso del militar José Félix Uriburu a la presidencia de la nación. Durante el breve gobierno uriburista, Fresco se desempeñó primero como comisionado municipal de Morón y luego como titular de la Dirección de Higiene de la provincia de Buenos Aires.

En 1932 retornó al Congreso de la Nación aunque esta vez como miembro del Partido Demócrata Nacional. Su mandato duró cuatro años, y fue tan destacada su participación durante ese lapso que llegó a presidir la Cámara de Diputados, quedando por lo tanto en el tercer lugar de la sucesión presidencial. Entre sus proyectos legislativos sobresale su propuesta para regular el ejercicio de la medicina en el territorio argentino.

A comienzos de 1935 realizó un viaje por Europa junto a su familia, en el cual tuvo la oportunidad de mantener una reunión personal con Benito Mussolini, estadista al cual consideraba un modelo a imitar y al que solía elogiar en sus alocuciones públicas.

Gobernador de Buenos Aires

Triunfo en las elecciones de 1935

La campaña electoral de Fresco para acceder a la gobernación de la provincia de Buenos Aires se inició en abril de 1935, poco después de retornar de su visita al Viejo Continente. El gobernador Federico Martínez de Hoz, víctima del faccionalismo que imperaba en la coalición gobernante, acababa de renunciar a su cargo y el régimen no podía darse el lujo de cederle el control del distrito más importante a los demagogos radicales. Por lo tanto, para mantener la hegemonía, era necesario que emergiese un caudillo que sedujese a las masas que extrañaban a Yrigoyen. Fresco se creyó capacitado para ocupar ese puesto y lanzó su candidatura a gobernador, acompañado en la fórmula por el abogado Aurelio Amoedo.

Su principal objetivo era crear las condiciones para implementar un sistema corporativo, que sepultase definitivamente a la nociva partidocracia: por ello había adoptado el lema "¡No pasarán!", el cual enunciaba el deseo de evitar que los políticos que encarnaban al pasado marchito retornasen al poder. El Partido Demócrata Nacional y el Partido Socialista Independiente lo apoyaron, mas no hizo lo mismo la Unión Cívica Radical Antipersonalista, un agrupación aliada al gobierno nacional que insistía en defender al demoliberalismo (y que, debido a ello, veían en Fresco a un enemigo).

La campaña de Fresco se caracterizó por la gran magnitud de sus actos públicos: el candidato recorrió diversas localidades bonaerenses, organizando verdaderas fiestas populares para todos los habitantes de la zona, ofreciendo espectáculos artísticos y almuerzos comunitarios; muchos asistentes llegaban al punto de encuentro usando trenes contratados especialmente para movilizarlos hasta allí.

El evento que coronó los esfuerzos proselitistas de Fresco fue la Marcha de la Victoria, una impresionante manifestación que reunió en la capital nacional a más de 100.000 militantes del conservadurismo bonaerense, convocados desde todos los rincones de la provincia por sus respectivos comités municipales. La prensa de la época comparó al acto con la célebre Marcha sobre Roma de 1922.

A principios de noviembre, cuando llegó el día de la votación, los radicales habían prometido una guerra civil si no se respetaba la voluntad popular. Sin embargo la figura de Fresco los intimidó, pues, más allá de que el oficialismo incurriese en ciertas prácticas electorales que dañaron la transparencia de los comicios, el futuro gobernador era aclamado y admirado por muchísimos bonaerenses. El plan de provocar una movilización popular que terminara en una revolución en contra del régimen quedó así truncado.

Poco después de proclamado Fresco como nuevo gobernador de Buenos Aires tras su triunfo con el 56,79% de los votos válidos, se organizaron las elecciones para renovar a la Legislatura Bonaerense. La UCR decidió no participar de las mismas para no sufrir la humillación de verse derrotados en un distrito que lo creían conquistado.

Reforma política

El lema de gobierno que adoptó Fresco fue "Dios, Patria y Hogar". Esa hendiatris marcaba el rumbo de la ideología del gobernador: promoción de la doctrina del Reinado Social de Cristo, defensa de las tradiciones ancestrales y de la soberanía económica, y protección integral de las familias. Ese posicionamiento, lógicamente, despertó la ira de la masonería, grupo que ejercía una gran influencia a nivel nacional. Ello llevó a Fresco a convertirse en un crítico del régimen que gobernó a la Argentina durante la Década Infame.

A la casta partidocrática la denunció por su complicidad con los plutócratas que preconizaban al liberalismo en el plano político y al capitalismo en el plano económico, los cuales no tenían problemas en avalar a la explotación del hombre por parte del hombre ni en mercantilizar todos los aspectos de la vida cotidiana. También les reprochó su celebración del materialismo, lo que alentaba a la negación atea del espíritu, y, en consencuencia, desembocaba en una ridiculización de los grandes ideales de la humanidad, convirtiendo al hombre concreto en un ser egoísta, obsesionado con la acumulación de riqueza e incapaz de heroísmo.

Frente al comunismo fue aún más feroz que frente a los liberales: acusando a las izquierdas de ser una fuerza creada sólo para subvertir al orden civilizatorio de Occidente, declaró ilegal al Partido Comunista en el territorio que gobernaba, lo que le permitió también prohibir con ello a toda actividad de difusión de la ideología marxista en el ámbito sindical y educativo.

Si bien Fresco destacó que los dirigentes de su época despreciaban la historia argentina y actuaban como si no existiera una tradición nacional, en lo personal él no fue un defensor del revisionismo histórico, llegando incluso en más de una ocasión a elogiar en público a figuras como la de Domingo Faustino Sarmiento y a participar de actos en homenaje a Bartolomé Mitre.

Receloso de la democracia argentina, planteó la necesidad de acabar con el voto secreto, pues dicha práctica se prestaba muy fácilmente a problemáticas manipulaciones con las urnas. En su lugar proponía que cada ciudadano emitiese su voto de modo público, así también se podía registrar cuales de los empleados estatales eran leales al mandatario en el poder y cuales eran los que respondían a otro liderazgo (dicha información tenía el propósito de detectar a los funcionarios del Estado que estuviesen saboteando al gobierno para apartarlos de sus puestos). En 1937 el político socialista Carlos Sánchez Viamonte lo denunció penalmente por sus actitudes críticas contra la farsa de la democracia, pero los jueces que contemplaron el caso terminaron desestimando el asunto.

Obra pública

Impresionado con la reactivación económica que había conseguido el New Deal propuesto por Franklin Delano Roosevelt en EEUU, Fresco propuso implementar algo similar en Buenos Aires: invertir recursos del Estado para crear grandes obras de estructura e infraestructura, motorizando así la generación de empleo y sacando de la recesión a la industria que complementaría los esfuerzos del gobierno.

Para ello se reorganizó al Ministerio de Obras Públicas, tomando como modelo al Reichsstelle für Raumordnung que había establecido Adolf Hitler en Alemania para planificar como sería la intervención estatal en la economía. El ingeniero agrónomo José María Bustillo fue nombrado titular del mismo.

Una de las primeras cosas que se hizo en esta área fue diseñar un plan vial nuevo, que nació para sustituir al vigente, el cual proponía que toda la infraestructura caminera debía partir desde la ciudad de Buenos Aires y ramificarse hacia el territorio provincial. Por el contrario, lo que planteó Bustillo fue que las nuevas carreteras debían vincular a las diversas regiones productivas entre si y con puertos alternativos, y sacar del aislamiento a muchas comunidades rurales.

Los nuevos caminos estaban construidos a imagen y semejanza de las autorrutas europeas destinadas al tránsito rápido, en donde primaba la vía rectilínea y las amplias curvas peraltadas, y se evitaba ingresar a los centros poblados.

Junto a Mariano de Vedia y Mitre, el intendente de la Capital Federal, comenzó en 1937 la construcción de la emblemática Avenida General Paz, que funciona como línea divisoria entre la ciudad y la provincia de Buenos Aires. La obra sería inaugurada recién en 1941.

Para evitar las migraciones desde las localidades pequeñas hacia las grandes ciudades, se proyectó un plan para urbanizar muchas comunas, llevando pavimento a sus calles, creando desagües cloacales y redes de cañerías para brindar agua potable, y extendiendo el tendido eléctrico con el propósito de proveerle a más hogares el acceso a ese servicio.

Finalmente también es importante destacar que fue característico del gobierno de Fresco la construcción de diversos palacios municipales y otras oficinas públicas, pues la intención era mostrarle a la gente que el Estado estaba presente para satisfacer sus necesidades y asistirlos en sus proyectos.

Muchos arquitectos e ingenieros trabajaron en el diseño de las nuevas obras de uso público, por lo que durante ese periodo se mezclaron estilos como el neocolonial y el neoclásico, con otros más modernos como el art decó, el expresionismo y el racionalismo. Entre los nombres de los creadores sobresalen los de Alberto Bilbao La Vieja, David Briasco, Jorge Bunge, Alejandro Bustillo, Alberto Bogani, Francisco Marseillán, Jorge Vivanco y sobre todo Francisco Salamone, conocido por su apuesta a la monumentalidad de sus obras.

Políticas educativas

El abogado Rufino T. Bello, que era el titular de la Dirección General de Escuelas, planteó que la Constitución Provincial reformada en 1934 enfatizaba que la educación en Buenos Aires debía fomentar el sentimiento patriótico y promover la moral cristiana, razón por la cual se le dio muchísima importancia a la celebración de las fiestas cívicas y se introdujo la enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas.

Esa situación produjo un gran malestar en la Asociación de Maestros, organismo que reunía a todos los docentes de la provincia y que participaba en el diseño e implementación de la política educativa del gobierno. Ante ello Fresco ideó la solución de constituir a la Corporación Nacionalista de Maestros, la cual compitió abiertamente contra la Asociación de Maestros. La nueva entidad estuvo vinculada a la Fundación Argentina de Educación, un grupo de estudios impulsado por Alberto Baldrich que tenía por propósito transformar los planes de formación docente para cambiar el paradigma positivista con el cual se enseñaba.

Estudiantes y docentes de la Universidad Nacional de La Plata, enarbolando la bandera del laicismo, se manifestaron en contra de la innovaciones propuestas por el gobierno, lo que los condujo a protagonizar un fuerte choque contra Fresco, pues, si bien esa institución no dependía del gobierno bonaerense, si operaba en su territorio, formando hombres que se convertían en funcionarios públicos y magistrados judiciales.

Más allá de la educación en valores, durante la gobernación de Fresco se buscó que las escuelas se compaginasen con el mundo laboral, por lo que se introdujo tanto en las áreas rurales como en las urbanas una serie de cursos de capacitación en ciertas actividades demandadas por el sector productivo. A las mujeres, en cambio, se las instruyó para que deviniesen eficientes amas de casa.

Su campaña para erradicar el analfabetismo y evitar la deserción escolar movilizó a todos los estamentos del Estado. Debido a ello, junto a las 111 nuevas escuelas inauguradas a lo largo y ancho del territorio provincial, se multiplicaron los comedores escolares y los consultorios pediátricos: la intención del gobernador era poner al sistema educativo al servicio de la raza argentina para producir así a una generación de bonaerenses que cambiasen los destinos del país.

Políticas laborales

Consciente de que para establecer un modelo corporativista era necesario lograr relaciones armoniosas entre obreros y patrones, Fresco delegó en el abogado Armando Spinelli la tarea de desarrollar una política laboral equilibrada, que sirviese para mediar en los conflictos surgidos del choque de los sindicatos contra los empresarios.

Tomando inspiración de la Carta del Lavoro italiana, Spinelli valorizó a los convenios colectivos de trabajo como instrumento para la superación de la lucha de clases. A su vez promovió la idea de realizar conciliaciones obligatorias para acabar con las huelgas y evitar así la suspensión de la actividad productiva.

En abril de 1937 se sancionó la Ley Provincial N° 4548 que reglamentó el funcionamiento del Departamento Provincial del Trabajo, el cual realizó una amplia labor para reducir la conflictividad social que agitadores de izquierda sembraban en la masa obrera. Este organismo incorporó una gran cantidad de agentes que hicieron cumplir estrictamente toda la legislación vigente acerca de indemnizaciones por despidos, cobertura por accidentes de trabajo y descansos semanales.

Otro hito de la política laboral de Fresco fue la gestión de beneficios para los peones rurales, un sector que hasta ese entonces se encontraban completamente al margen de todo tipo de legislación que los protegiese y que carecían de sindicatos poderosos que los representasen. Trabajando siempre a la par de los estancieros, logró llegar a un acuerdo para que el hombre del campo no sufriese de abusos.

Políticas comunicacionales

El gobierno de Fresco fue víctima de una persistente crítica por parte de sus enemigos ideológicos, muchos de los cuales controlaban importantes diarios argentinos. Publicaciones como Crisol, La Fronda, El Pueblo y Bandera Argentina, en cambio, fueron más imparciales y justos a la hora de abordar a la figura del gobernador.

De todos modos Fresco comprendió que, más allá de la prensa gráfica, había otros medios masivos de comunicación que estaban en auge y que podían servirle para comunicarle su mensaje a los ciudadanos. Por ello le pidió al periodista Roberto J. Noble, su Ministro de Gobierno, que organizase una radio de amplitud modulada controlada por el Estado. Así nació LS11 Radio Provincia, la cual ganó una enorme popularidad en todo el territorio bonaerense. Entre la variada programación de entretenimiento e información, el gobernador incluyó un espacio personal, en el cual transmitía sus discursos dirigidos al pueblo argentino y respondía a las críticas de sus detractores. En esa radio también tuvieron sus segmentos asociaciones culturales que representaban a la comunidad italiana y a la comunidad alemana instaladas en el país.

Durante ese periodo fue importante además el trabajo de la gobernación destinado a ampliar la red telegráfica que había en la provincia, logrando conectar con gran velocidad a los parajes más remotos con los centros urbanos más importantes.

Políticas turísticas y recreacionales

Si bien la Argentina es un país con un extenso litoral marítimo, la temperatura de sus aguas costeras desciende a medida que uno se desplaza hacia el sur. Por ese motivo algunas zonas son más aptas para el turismo que otras. En el caso de la provincia de Buenos Aires, el área del sudeste es el área con los mejores climas y con una larga tradición de actividades turísticas. Fresco planteó que el turismo en la costa atlántica no debía ser un lujo reservado a los ricos solamente, sino un servicio al alcance de todos los trabajadores.

Por ese motivo se trazó un plan estratégico para convertir a la ciudad de Mar del Plata en un centro turístico internacional. Ello obligó al Estado a construir balnearios, paseos públicos y casinos, como también a mejorar las comunicaciones entre la ciudad de Buenos Aires y la costa atlántica creando nuevas rutas y construyendo aeródromos para estimular el desarrollo de la aviación comercial.

Si bien el territorio de la capital nacional no era jurisdicción del gobernador de Buenos Aires, aún así Fresco se ocupó de darles a la ciudad y sus alrededores una opción de esparcimiento para los fines de semana revalorizando todo el territorio de las orillas del Río de la Plata que va desde el Delta de Tigre hasta Punta Lara.

El interés por mejorar el aspecto estético de la provincia y habilitar más sitios recreacionales agradables impulsó la creación de nuevos parques y el hermoseamiento de los ya existentes en diversas localidades. Debido a ello se instalaron numerosos viveros financiados por el Estado que distribuyeron flores y árboles en distintos espacios públicos, y se adoptó la costumbre de crear lagunas artificiales.

Políticas culturales

Fresco sostenía que si el Estado iba a patrocinar a los artistas, entonces éstos debían producir obras de calidad. A raíz de ello ordenó la creación del Instituto Provincial de Arte, y colocó como director del mismo al prestigioso musicólogo y filósofo Juan Francisco Giacobbe. Bajo su órbita puso al Teatro Argentino de La Plata, al Museo Colonial e Histórico de Luján, y al Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires.

El gobierno también organizó a la Dirección General de Bibliotecas Populares, con el propósito de difundir la literatura local y apoyar la cruzada alfabetizadora.

La obra del famoso naturalista Florentino Ameghino terminó de ser publicada en su totalidad durante esos años, financiada con fondos públicos aportados por la gobernación de Fresco.

Promoción de la cultura atlética

Aunque desde comienzos del siglo XX la educación física había comenzado a expandirse en la Argentina, lo que caracterizó al gobierno de Fresco fue el hecho de haber sido el primero en promover a la cultura atlética como algo esencial para la construcción de ciudadanía. En efecto, más allá del habitual enfoque educativo e higienista, el fresquismo le imprimió un sello de inclusión social y disciplinamiento colectivo a las políticas de desarrollo físico.

La Dirección de Educación Física y Cultura fue creada por el gobernador poco después de asumir en su cargo. Como era considerada una pieza clave para su estrategia política, se la puso bajo la órbita del Ministerio de Gobierno y se le asignó al diputado nacional Daniel Videla Dorna la tarea de coordinarla. Este hombre era muy cercano a Fresco, habiendo compartido con él la organización de la Marcha de la Victoria, los preparativos de la Revolución de 1930 e incluso las heridas de bala recibidas en el tiroteo en Lincoln.

El principal beneficiario de la iniciativa gubernamental fueron los jóvenes bonaerenses: se crearon campos deportivos al aire libre, piscinas de natación y canchas techadas, todas de acceso gratuito; junto con ello se organizaron torneos deportivos de toda índole y campamentos veraniegos pensados para darles a los niños y adolescentes una opción para pasar sus vacaciones de manera comunitaria.

Videla Dorna planteó que la cultura atlética argentina debía tomar como modelo a la cultura atlética de la Italia Fascista, la cual se basaba en ideas de carácter eugenista pero sustentada por las teorías del endocrinólogo Nicola Pende.

Combate contra la inseguridad

Para garantizar la seguridad ciudadana Fresco creó al Registro General de Vecindad, mediante el cual se obligaba a todo habitante de la provincia de Buenos Aires a informar acerca de su paradero; una vez hecho esto, a cada individuo se le otorgaba una cédula de identificación que debía portar cada vez que estuviese en la vía pública y que debía entregársela a cualquier autoridad estatal que se la demandase. Ello facilitó la actuación de la policía en relación a sus tareas de investigación criminal y vigilancia preventiva.

Al mismo tiempo el gobernador nombró al abogado Pedro L. Ganduglia como nuevo jefe de la policía de la provincia. En esa época la fuerza de seguridad estaba muy vinculada al territorio sobre el cual operaba y respondía directamente al líder del municipio. De esa manera se producían toda clases de irregularidades protagonizadas por los uniformados, desde controlar el juego clandestino hasta amedrentar a personas a causa de sus ideas políticas. Ganduglia apostó tanto por la profesionalización del personal policial como por la centralización del mando, creando una estructura de organización vertical bien equipada para combatir al crimen. Se alentó también a que los policías adquiriesen el hábito de denunciar a aquellos compañeros que no se desempeñaban correctamente en sus funciones. Todo ello fue acompañado de un significativo incremento salarial para los hombres de la fuerza.

A su vez, enmarcado como parte del plan de obras públicas, durante 1936 y 1940 se refaccionaron numerosas viejas comisarías y se construyeron algunas nuevas, además de realizarse una importante inversión para ampliar la capacidad carcelaria de la provincia siguiendo lo recomendado por las más modernas teorías punitivistas. La prisiones quedaron a cargo de Tiberio Podestá, un hombre de la Liga Patriótica Argentina.

Por otro lado, frente al Poder Judicial -sin mucho margen de maniobra ya que éste operaba de manera autónoma-, Fresco consiguió sancionar una ley que le quitaba autoridad a los jueces de paz, lo que sirvió para proteger a muchos ciudadanos de los abusos que estos representantes de la justicia normalmente cometían contra ellos.

La reestructuración de la policía provincial y la limitación de los juzgados de paz desencadenó la reacción de la casta partidocrática que gobernaba, ya que al romper el pacto entre comisarios, jueces de paz e intendentes se debilitaba el poder político de los últimos. Ese sería uno de los motivos por el que Fresco terminaría perdiendo el apoyo de los que supuestamente eran sus aliados.

Es destacable también el posicionamiento que tomó el gobierno fresquista ante el problema de la delincuencia infantojuvenil, pues cambió el enfoque que se limitaba a castigar a los menores que cometían crimen por uno orientado a ampararlos y reformarlos. La creación del primer Tribunal de Menores del país obligó a los aspirantes a jueces a capacitarse en cuestiones de psicología y psiquiatría.

Gestión Social

Preocupado por garantizar el bienestar de las familias bonaerenses, Fresco impulsó una serie de medidas pensadas para mejorar significativamente las condiciones de vida de la población. Una de ellas fue la creación del Instituto de la Vivienda Obrera, el cual nació con el propósito de ofrecerles casas a un precio muy barato a las familias de los trabajadores, ubicadas en nuevas barriadas que respondían al diseño de la ciudad jardín. El Instituto Autárquico de Colonización Agrícola, por su parte, fue constituido para que el campesinado provincial tuviese acceso a sus propias chacras. Gracias a ello se crearon comunas rurales como Artalejos, Santa María de Bellocq y Claromecó que terminarían evolucionando según su propia suerte.

El monitoreo de los jóvenes fue un tema prioritario para el gobernador, razón por la cual se organizó a la Dirección General de Protección a la Infancia, que quedó a cargo de Juan Carlos Landó. Este organismo asumió la tarea de trabajar con todos los menores huérfanos que hubiesen en el territorio provincial con el propósito de asegurarles su acceso a la salud y a la educación. Cuidando de esos niños y adolescentes no sólo se los amparaba en su fragilidad, sino que además se velaba por ellos para evitar que se viesen tentados a escoger la vida delictiva.

Para lograr mayor inclusión social durante la gobernación de Fresco se constituyeron el Instituto Oficial de Sordomudos y el Instituto Provincial de Ciegos, nacidos ambos para apoyar a gente que padeciesen de esas discapacidades.

La salud pública también fue un tema que ocupó al fresquismo: junto a la creación de nuevos hospitales -se destacó sobre todo el Instituto de Cirugía de Haedo- y de la ampliación de los ya existentes, se desplegaron campañas para promover la vacunación masiva y conseguir la erradicación de enfermedades como la tuberculosis, la difteria y la viruela. La lucha contra la propagación de enfermedades venéreas llevó al gobierno a alentar la abolición de la prostitución, situación que causó gran malestar entre las mafias judías que controlaban a la industria prostibularia en Buenos Aires.

El gobierno de Fresco sobresalió además en materia de bromatología, ya que Buenos Aires se convirtió en la primera provincia del país en adoptar un código alimentario que regía para la preparación y venta de alimentos (debido a ello muchos mataderos de ganado tuvieron que ser modificados para cumplir con todas las nuevas reglas de higiene).

Intervención federal

El gobierno de Fresco se desarrolló en un contexto económico nacional que, obviamente, terminó condicionándolo. Al asumir, el gobernador prometió que durante su mandato el Estado bonaerense no se endeudaría, pues el derroche de los recursos públicos era lo que caracterizaba a los radicales, no a los conservadores. Sin embargo, al enterarse de que el presupuesto del que disponía era mayor al que había calculado inicialmente, aceleró su plan de ensachamiento del Estado, invirtiendo fuertemente en la contratación de más empleados públicos, la creación de nuevos organismos administrativos y la multiplicación de la infraestructura. El caudillo llegó incluso a especular con la idea de que, si realizaba una gestión excelente y seducía a las masas, podía llegar a ser el candidato presidencial del oficialismo en las elecciones de 1937.

Ese salto finalmente no ocurrió y sólo le complicó las cosas, pues las autoridades nacionales comenzaron a alejarse de su figura, ya que su trabajo en favor del bienestar del pueblo representaba exactamente lo contrario que ellas encarnaban.

César Ameghino, el Ministro de Hacienda, logró controlar la situación económica durante los primeros dos años, pero a partir del tercero la deuda pública creció desmesuradamente y el gobernador -para mantener las finanzas equilibradas- se vio obligado a buscar nuevas fuentes de ingresos. Sin embargo tanto el presidente como la mayoría de los intendentes, con el fin de disciplinar al cada vez más independiente Fresco, se ocuparon de ahogarlo finacieramente, fabricando excusas para no cederle los fondos que le correspondían. Los legisladores bonaerenses, que habían apoyado entusiastamente a Fresco desde 1936 aprobando sin objeciones todas las leyes enviadas por el Poder Ejecutivo, a partir de 1938 comenzaron a mostrarse menos colaborativos y más críticos con el líder provincial. Esa situación desembocó en que el gobernador fuese empujado a tomar medidas antipopulares como la reducción de los salarios estatales y la paralización de la obras de infraestructura, algo que debilitó la imagen que proyectaba ante la gente.

Inhabilitado por cuestiones reglamentarias para ir por la reelección, los conservadores escogieron a su mentor Alberto Barceló como el candidato que conciliaría a todas las facciones oficialistas. A fines de febrero de 1940 el hombre del Partido Demócrata Nacional se impuso en los comicios, aunque los radicales no vacilaron en denunciar que detrás de ese triunfo se había orquestado el fraude (en esa ocasión sostuvieron que, si bien la jornada de votación había sido pacífica y ordenada, la trampa se había producido al momento de hacer el conteo de los votos). La prensa se alió a la UCR y atacó con virulencia tanto al gobernador saliente como al régimen imperante, como si se tratasen de lo mismo.

Una semana después de la elección gubernatorial, durante los primeros días del mes de marzo de aquel 1940, se organizó la votación para escoger a los hombres del parlamento nacional. En esa ocasión fue asesinado Luis Guerci, el líder de los conservadores del partido de General Uriburu; el episodio provocó un escándalo, y, en lugar de buscar entre los radicales a los responsables del crimen, el gobierno nacional culpó a Fresco de no haber garantizado la paz, arguyendo que su desprecio por la democracia representativa lo llevaba a actuar de ese modo.

En consecuencia el presidente Roberto M. Ortíz ordenó la intervención de la provincia de Buenos Aires. Fresco fue desplazado de su puesto por el General Luis Casinelli, quien lo desalojó de la Casa de Gobierno de La Plata evitando que un grupo de policías leales al gobernador iniciaran un tiroteo. Varios días después Casinelli sería sustituido por el historiador y diplomático Octavio R. Amadeo, poniéndole el punto final al gobierno fresquista y bloqueando en simultáneo al ascenso al poder de Barceló.

A modo de venganza el caudillo conservador se reunió con el periodista José Luis Torres, a quien le comentó sobre la compra irregular por parte del Estado de unos terrenos privados en la localidad de El Palomar. Con ese dato Torres hizo una investigación que fue recogida por el senador nacional Benjamín Villafañe, quien denunció el caso en el parlamento nacional. Ortíz se vio muy afectado por el episodio, y poco después terminaría renunciando a su puesto.

Un gesto muy destacable que Fresco realizó al culminar su mandato fue ordenar la publicación de Cuatro años de gobierno, un informe de ocho tomos repleto de mapas y fotografías sobre sus acciones al frente del Poder Ejecutivo bonaerense. Allí se señalaba todo lo que se había logrado durante sus años de gestión y todo lo que quedaba proyectado para el futuro. Cumplía de esa manera con el pueblo argentino en su deber de informar detalladamente a donde había ido a parar el dinero aportado por los contribuyentes, y dejaba para la posteridad un texto que testimoniaba su compromiso con contribuir con la grandeza de la patria.

Dirigente nacionalista

Acto proselitista de UNA-PATRIA

Tras dejar la gobernación de Buenos Aires, Fresco se reunió con dirigentes del Partido Demócrata Nacional para definir una estrategia política para el futuro. Era obvio que los radicales antipersonalistas estaban dispuestos a excluir a los viejos conservadores del gobierno. Pese a todo, el grueso de los líderes del PDN optaron por continuar alineados con quienes habían derrocado a Fresco, aunque eso significase convertirse en meros laderos de quienes gobernaban. En desacuerdo con esa decisión, Fresco optó por abandonar a sus compañeros y formar una nueva agrupación: la Unión Nacional Argentina Para Afirmar la Total Restauración de la Independencia de la Argentina (UNA-PATRIA), la cual nació el 9 de julio de 1941 con la intención de ser un movimiento más que un mero partido. Cipriano Pons Lezica fue el coordinador de la organización.

En 1942 se asociaría a Santiago Díaz Vieyra para impulsar la creación del diario Cabildo, un medio de prensa con orientación nacionalista que fue dirigido por el periodista Lautaro Durañona y Vedia (en 1945 ese diario sería rebautizado como Tribuna, luego de haber sido clausurado por sus críticas contra el gobierno de turno). Allí escribieron autores como Arturo Cancela, Leonardo Castellani, Ramón Doll, Alberto Ezcurra Medrano, Roberto de Laferrère, Juan Carlos Moreno, Juan Oscar Ponferrada, Luis Soler Cañas, Miguel Paulino Tato y Lisardo Zía entre otros.

Aunque fue miembro de la asociación Amigos de Italia, mientras se desarrolló la Segunda Guerra Mundial defendió la posición de que la Argentina debía mantener su neutralidad ante el conflicto.

Especulando con la idea de convertirse en candidato a presidente en las elecciones de septiembre de 1943, a principios de ese año visitó Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay para entrevistarse con líderes locales y demostrar que era un político con pensamiento estratégico. Los norteamericanos acusarían después a Fresco de haber realizado ese viaje con el auspicio de los alemanes.

Algunas figuras relevantes del nacionalismo como Juan Bautista Molina se encolumnaron detrás de Fresco en su aventura presidencial, pero la Revolución del 4 de Junio 1943 impidió que se realizasen elecciones ese año. El político apoyó al movimiento, aunque no ocupó ningún cargo público en el nuevo gobierno.

Durante ese periodo publicó algunos libros como Hacia un nuevo Estado, Conversando con el pueblo e Ideario nacionalista donde denuncia a las fuerzas siniestras que desde las logias, las kehilas y los soviets intentan controlar el mundo.

Colaboración con el peronismo

Fresco se entrevistó con Juan Domingo Perón en octubre de 1945, luego de que el militar fuese arrestado por órdenes del gobierno y liberado por la presión popular. En esa ocasión le ofreció colocar a la estructura de UNA-PATRIA bajo su liderazgo. Perón agradeció el gesto y mantuvo el contacto con Fresco durante la campaña presidencial de 1946. Sin embargo, tras asumir la presidencia, el vínculo se deshizo y el ex-gobernador bonaerense quedó marginado de la vida pública.

Sin embargo, tras la nacionalización de los ferrocarriles en 1948, volvió a convertirse en funcionario estatal. Reconciliado con el gobierno, se afilió al Partido Peronista y fue designado primero como Director de Asistencia Social y Sanitaria del Ministerio de Transporte y más tarde como Director del Seguro Aeronáutico Comercial, un organismo del Estado destinado a controlar el funcionamiento de la aviación civil en la Argentina.

Últimos años

El triunfo de la Revolución Libertadora marcó no sólo la expulsión del peronismo del gobierno sino también su prohibición como movimiento organizado. En consecuencia muchos militantes y simpatizantes peronistas fueron colocados en listas negras. Ante esa situación Fresco abandonaría todo intento por intervenir en la política argentina de modo activo, participando esporádicamente en algunos eventos organizados tanto por peronistas como por nacionalistas (estuvo, por ejemplo, como invitado de honor en el acto de lanzamiento del Partido Azul y Blanco en 1957 pero no formó parte de la mesa de conducción del mismo).

Sus últimos años de vida los pasó dirigiendo a una compañía de seguros que había fundado, y ejerciendo la medicina en su consultorio privado. En 1966 publicó una nueva edición de Ideario Nacionalista a la que titúlo como Mi verdad, que lleva prólogo de Jordán B. Genta y que presentó como el recuento de las memorias de su vida política.

Uno de los mayores honores que recibió en vida fue haber sido nombrado Caballero Magistral de la Soberana Orden de Malta, dignidad reservada a hombres de auténtico compromiso cristiano.

Bibliografía

  • El fraude y la violencia con que los gobiernos radicales sojuzgaron a las comunas opositoras en la provincia de Buenos Aires. Buenos Aires: Autoedición, 1930.
  • Ocho meses de campaña electoral. La Plata: Taller de Impresiones Oficiales, 1936.
  • Cómo se habla y se gobierna en la primera provincia argentina. La Plata: Taller de Impresiones Oficiales, 1937.
  • Habla el gobernador de Buenos Aires. La Plata: Taller de Impresiones Oficiales, 1938.
  • Conversando con el pueblo (tres tomos). La Plata: Talleres Gráficos Damiano, 1938-1940.
  • Mis mensajes. La Plata: Talleres Gráficos Damiano, 1940.
  • Cómo encaré la política obrera durante mi gobierno. La Plata: Talleres Gráficos Damiano, 1940.
  • La educación física : una innovación de mi gobierno. La Plata: Talleres Gráficos Damiano, 1940.
  • La instrucción primaria en mi gobierno. La Plata: Talleres Gráficos Damiano, 1940.
  • Política económica, financiera e impositiva de mi gobierno. La Plata: Talleres Gráficos Damiano, 1940.
  • La protección a la infancia desválida bajo mi gobierno. La Plata: Talleres Gráficos Damiano, 1940.
  • Acción agraria y colonizadora de mi gobierno. La Plata: Talleres Gráficos Damiano, 1941.
  • El negociado del puerto de Rosario. Buenos Aires: FAB, 1942.
  • Neutralidad y nacionalismo agrario. Buenos Aires: FAB, 1942.
  • Hacia un nuevo Estado. La Plata: Talleres Gráficos Damiano, 1943.
  • Ideario Nacionalista. Buenos Aires: Talleres Padilla y Contreras, 1943.
  • Mi verdad. Buenos Aires: Autoedición, 1966.

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