Fondo de ayuda a Metapedia, 2018: Internet es el principal campo de batalla de la Metapolítica de nuestro tiempo. ¡Ayúdanos! | |||
| |||
|
Lisardo Zía
Buena parte de su obra fue puesta al servicio de la causa nacionalista.
A lo largo de su vida utilizó muchos seudónimos: Santillana, Taurus, Velero, El Tape Nacional, Juan Criollo y Coronel de Gaulle entre otros.
Sumario
Juventud
Hijo de un matrimonio de inmigrantes españoles, Zía estudió en el Colegio del Sagrado Corazón de su ciudad natal. Su padre lo estimuló desde pequeño para que se familiarizase con las obras de Cervantes y Lope de Vega. Más tarde se entusiasmaría con la astrología, a la que estudió con seriedad durante muchos años de su vida.
Su familia se mudó a Buenos Aires a principios de la década de 1920. Es allí donde empezó su carrera literaria publicando textos satíricos en las revistas Campana de Palo y Martín Fierro. También en la Gaceta del Sur de Rosario le imprimieron unos versos suyos.
Combate nacionalista
En 1927 Zía fue reclutado por Ernesto Palacio para sumarse al proyecto de La Nueva República, un diario nacionalista que buscaba marcar la diferencia entre la prensa del país. El escritor sería el encargado de aportarle humor a la publicación, componiendo poemas burlescos contra los políticos que gobernaban a la Argentina. Hará lo mismo en las páginas del diario conservador La Fronda.
Cuando asume la presidencia el dirigente radical Hipólito Yrigoyen, Zía se suma a la campaña para destituirlo. Por ese motivo se unirá a la Liga Republicana, organización que tendrá un papel protagónico en el golpe de Estado de 1930 que derrocó a Yrigoyen y llevó al poder a José Félix Uriburu. En esa época Zía publicó junto a Palacio ¡Abajo el Peludo!, una antología de poemas que recogía numerosos versos destinados a fustigar al presidente depuesto.
Hacia 1931 el escritor se había desencantado con el nuevo régimen, por lo que se unió a Acción Republicana, un grupo de intelectuales encabezado por Leopoldo Lugones que tenía por objetivo convertirse en un órgano de crítica nacionalista de la deriva uriburiana.
A su fino humorismo lo llevó a las páginas de la revista católica Criterio, donde escribió semblanzas de escritores de la época. También colaboró con Pulso, Vida Literaria, Nosotros, Megáfono, El Hogar, y con las revistas Poesía y Gaceta de Buenos Aires, ambas dirigidas por su amigo Pedro Juan Vignale. Precisamente junto con Vignale intentará editar el periódico Mediodía hacia 1938, pero la empresa nunca llegó a concretarse.
En 1934 se anunció la salida de su poemario La rosa celeste, sin embargo Zía canceló la edición. Poco después ingresó como empleado a la Agencia Nacional de Información.
Muchos de sus versos atacaban de modo ingenioso a los protagonistas de la Década Infame, por lo que no sólo aparecieron en las páginas de la prensa opositora como Crisol o El Pampero, sino que además fueron impresos en panfletos que se repartieron masivamente en las calles de la capital argentina.
Defensa del neutralismo
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, muchos miembros de la masonería en la Argentina propusieron que el país se sumara al conflicto enemistándose con el Tercer Reich, pues suponían que ese gesto mejoraría las relaciones bilaterales con Francia y el Reino Unido. Muchos patriotas, en cambio, se opusieron a semejante idea. Entre estos últimos estaba Zía, que se unió a la agrupación Afirmación Argentina, la cual asumió la tarea de presionar al gobierno para que se mantuviera la neutralidad nacional ante el escenario bélico internacional.
Junto con Homero Guglielmini pasó en 1940 a dirigir a Choque, un semanario nacionalista en el que también colaboraban Carlos Astrada, Ramón Doll, Mauricio Ferrari Nicolay y Armando Cascella entre otros. Desde esa publicación se lanzó una campaña para recolectar un millón de firmas de ciudadanos argentinos a favor de mantener la neutralidad y entregárselas al presidente, cosa que completaron a mediados de 1942.
Enrique P. Osés, dueño de la editorial La Mazorca, publicó muchos poemas antibritánicos de Zía en el volúmen Cantemos en inglés, el cual contó con ilustraciones de Eduardo Muñiz.
El poeta estuvo presente en el Congreso de la Recuperación Nacional, evento organizado para discutir la posibilidad de impulsar una candidatura presidencial nacionalista que sucediese a Ramón Castillo y garantizase que Argentina no movilizaría sus fuerzas armadas en contra de ningún país del mundo.
Todas esas acciones pusieron a Zía en la mira de la Embajada Estadounidense en la Argentina, la cual unos años más tarde lo acusaría de haber recibido financiación del gobierno alemán.
Cercano a Manuel Fresco desde mediados de la década de 1930, en 1943 se incorporó a la redacción del diario Cabildo que poseía el político conservador. También fue colaborador de las revistas Nueva Política y Sol y Luna.
Apoyó con convencimiento a la Revolución de los Coroneles, esperanzado con la idea de que el nuevo gobierno encabezado por Pedro Pablo Ramírez defendería la soberanía nacional e implementaría medidas populares. Fue nombrado director del Centro Argentino de Cultura Viva, institución caracterizada por promover el debate de ideas a través de conferencias radiofónicas. Zía invitó a oradores nacionalistas como Alberto Ezcurra Medrano y Leopoldo Lugones (hijo) entre otros.
En 1945 participó de la creación de los diarios Tribuna y Clarín.
Adhesión al peronismo
Ante el hecho de ser considerado un peligro para la democracia argentina por Spruille Braden, Zía se alió con Juan Domingo Perón, sobre quien pesaba la misma acusación. Así, como miembro del Partido Patriótico 4 de Junio, el escritor apoyó la campaña presidencial del militar en 1946.
En 1947 se unió a la Asociación de Escritores Argentinos que había creado Arturo Cancela para funcionar como una corporación de artistas, académicos y periodistas. Junto con Luis Cané dirigirá durante años el suplemento cultural del diario Clarín. También aparecerán sus poemas en las páginas de La Prensa, luego de que la publicación fuese expropiada y puesta bajo el control de la Confederación General del Trabajo.
Los jóvenes peronistas los consideraron una fuente de inspiración, elogiándolo desde revistas como Latitud 34 y Actitud. Obras como "Milonga descamisada", "Al Coronel Juan Perón" o "Soneto a Eva Perón" fueron acogidas con beneplácito por los peronistas -Antonio Monti, de hecho, lo incluyó en su célebre Antología poética de la Revolución Justicialista publicada en 1954.
Últimos años
Tras el derrocamiento de Perón en 1955, Zía fue incluido en una lista elaborada por la Sociedad Argentina de Escritores en la que se lo acusaba de haber traicionado a la patria por haber apoyado al gobierno depuesto. Comenzó de ese modo su lento eclipsamiento de la esfera pública nacional.
En 1962 el escritor Luis Soler Cañas publicó un estudio crítico de su obra, destacando su inagotable inventiva. Arturo Jauretche y Juan José Hernández Arregui lo vindicaron por haber puesto su talento de versificador al servicio de su ideología. Sigfrido Radaelli rescató algunos textos de Zía y los publicó en su revista Testigo.
Recién en 1968 el escritor se decidió a publicar un libro: salió así a la luz De Carolis: introducción a la exégesis de sus sofosonetos, un comentario sobre la obra del pintor y poeta Victorino De Carolis, que lleva un prólogo de Estela Galfráscoli, viuda del artista.[1]
Falleció a mediados de 1975.
Referencias
- ↑ En 1939 la editorial Hipocampo había publicado Luces y sombras de Becquer en el que se lee un largo poema que dialoga con fragmentos de la obra de Gustavo Adolfo Becquer, sin embargo ese libro fue puesto en circulación sin consentimiento del autor, como un homenaje que le realizaron sus amigos Arturo Cambours Ocampo y Marcos Fingerit.
Bibliografía
- Luces y sombras de Becquer. La Plata: Hipocampo, 1939.
- De Carolis: introducción a la exégesis de sus sofosonetos. Buenos Aires: Colombo, 1968.