Ramón Doll

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Ramón Doll (12 de septiembre de 1896, La Plata, Argentina - 14 de febrero de 1970, Buenos Aires, Argentina) fue un intelectual argentino. Si bien profesó inicialmente ideas izquierdistas, al alcanzar su madurez abrazó el nacionalismo católico.

Etapa izquierdista

Doll estudió en la Universidad de Buenos Aires, graduándose como abogado en 1919 con una tesis sobre el concepto de indulto.

Aunque durante su adolescencia manifestó una simpatía hacia el anarquismo, en la década de 1920 se posicionó como un intelectual estereotípico del periodo: socialdemócrata en lo político, liberal-mitrista en lo histórico, positivista en lo filosófico. Su firma comenzó a aparecer en revistas como Señales, Nosotros, La Vida Literaria, Letras, Metrópolis y Claridad, y también en el suplemento cultural del diario La Vanguardia. Ganó fama como crítico literario, aunque sus textos usualmente sobrepasaban la mera reseña de libros para constituirse como una reflexión acerca de la identidad nacional.

Cuando Hipólito Yrigoyen fue elegido presidente en 1928, los izquierdistas iniciaron una campaña para liberar a Simón Radowitzky, un terrorista célebre por haber asesinado a Ramón L. Falcón. Doll se sumó a la movida, escribiendo un ensayo en el que sostenía que el crimen cometido por el asesino era sólo una batalla de la guerra social producida por la lucha de clases. Increíblemente un par de años después Doll sería designado juez en el fuero penal, cargo que ocuparía durante unos meses.

Habituado a injuriar mediante una prosa mordaz, satírica y agresiva protagonizó célebres polémicas: contra Alfonso Reyes, contra Luis Emilio Soto, contra Juan E. Carulla y contra Raúl Scalabrini Ortiz, episodio este último que concluyó con un duelo de espadas entre ambos contrincantes en el que el crítico literario salió con un brazo lacerado.

Doll militó en el Partido Socialista, alineado a la corriente interna que encabezaba Alfredo Lorenzo Palacios. Sin embargo cuando un grupo de disidentes creó al Partido Socialista Independiente, Doll se fue con ellos, aunque, disconforme con el plan de aliarse con los conservadores, terminaría por retornar al PS.

Intelectual nacionalista

Un tópico muy explorado por Doll fue el despertar de la conciencia nacional. Según su análisis, el país estaba controlado por una oligarquía que promovía el liberalismo y la democracia para controlar a la economía, a la política y a la cultura. A su juicio, esta situación no cambiaría a menos que los políticos, los empresarios, los artistas, los académicos y los intelectuales dejaran de copiar los modelos europeos y empezaran a pensar la realidad desde las coordinadas nacionales.

Esas ideas lo inclinaron hacia el nacionalismo, movimiento que compartía sus puntos de vista. A partir de 1936 el escritor comenzó a apoyar a todas las iniciativas surgidas del campo nacional: fue miembro de la Alianza de la Juventud Nacionalista, del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, de la Junta de Recuperación de Malvinas y del Consejo Superior del Nacionalismo. A su vez sus textos empezaron a circular a través de publicaciones de la prensa patriótica como Alianza, El Pampero, Nueva Política, Choque, Nuevo Orden, La Voz del Plata y Cabildo.

Doll -en compañía de Carlos Ibarguren, Manuel Gálvez, Ignacio B. Anzoátegui, Alfonso de Laferrère, Homero Guglielmini, Rafael Jijena Sánchez, Vicente D. Sierra, Gustavo Martínez Zuviría y Josué Quesada entre otros- firmó un manifiesto de intelectuales difundido a través del diario Crisol en el que los adherentes alentaban a los españoles a apoyar al Bando Nacional en su cruzada contra las fuerzas de la Anti-España.

Su libro Acerca de una política nacional -prologado por Julio Irazusta- es quizás uno de los análisis más lúcidos sobre la Argentina de la época. Allí señala que el grupo oligárquico que elaboró la Constitución Nacional de 1853 redujo a la nacionalidad al acto de respetar el institucionalismo republicano, ignorando categóricamente la pre-existencia de un pueblo con costumbres y mentalidades ajenas al artificioso diseño jurídico impuesto tras la Batalla de Caseros. Su descendencia no sólo ha insistido con ese modelo sociocultural perverso, sino que además lo ha blindado al alimentar a una prensa servil y al fabricar a un Poder Judicial totalmente dependiente. Como consecuencia lógica la casta política que dirige a la Argentina se percibe como extranjera en su propio país y no tiene problema en vender su soberanía a precio vil a sus amos foráneos.

La obra se complementa con Del servicio secreto inglés al judío Dickmann -prologado por Enrique P. Osés. Este texto nació para analizar la disparatada acusación que hizo en 1939 el diputado socialista Enrique Dickmann, en la que sostenía que había un plan del Tercer Reich para apropiarse de la Patagonia (esa escandalosa denuncia desembocó en un proceso judicial contra el ciudadano alemán Alfred Müller, quien fue finalmente sobreseído gracias a la intervención del abogado Justo Bergadá Mugica). Doll, por el contrario, señala que quien siempre ha atentado contra la integridad territorial argentina ha sido el Imperio Británico, apoyado por los masones locales y siguiendo las directivas de los planes de los judíos destinados a lograr la dominación mundial. Por lo tanto era obvio que el alarmista Dickmann estaba operando bajo las directivas de los servicios secretos británicos.

A fines de 1942 asumió la tarea de organizar el Congreso de la Recuperación Nacional, el cual convocó a muchas personalidades del nacionalismo para impulsar una candidatura presidencial que le pusiera un fin a la Década Infame. Sin embargo fue la Revolución del 4 de Junio de 1943 la que logró con las armas lo que se suponía que el Congreso de la Recuperación Nacional lograría con las urnas. Doll fue convocado por los militares en el gobierno con el fin de colaborar para revivir la grandeza argentina: así formó parte del equipo que Alberto Baldrich llevó a Tucumán para experimentar con la implementación de políticas nacionalistas, y luego fue Rector Interventor de la Universidad Nacional de Cuyo.

Adhesión al peronismo

En 1946 apoyó el ascenso a la presidencia de Juan Domingo Perón. Durante los años peronistas Doll trabajó como asesor letrado de algunos organismos estatales, y colaboró con publicaciones identificadas con el régimen como el diario La Prensa y la revista Sexto Continente. El escritor admiraba de Perón su voluntad para abordar la cuestión obrera apelando a las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia y su retórica deliberadamente antiimperialista. Por esa época abandonó a la Sociedad Argentina de Escritores que había ayudado a fundar junto a Leopoldo Lugones en 1928 y se sumó a la Asociación de Escritores Argentinos que había creado junto a Arturo Cancela en 1947.

A diferencia de otros intelectuales nacionalistas, no ocupó una cátedra universitaria, pero si realizó una importante labor docente difundiendo el revisionismo histórico. Fue miembro de la Organización Popular por la Repatriación de los Restos del General Rosas que en 1954 habían creado José María Rosa, Ernesto Palacio y Ricardo Font Ezcurra.

Tras el derrocamiento de Perón en 1955 y el giro liberal de la Revolución Libertadora, Doll pasará a la oposición. Escribió para la revista Azul y Blanco y fue conferencista en el Instituto de Cursos Libres.

Últimos años

A comienzos de la década de 1960, afectado por un progresivo mal de Parkinson, se alejó de la esfera pública y se refugió en la religión católica. Sus actividades en la última década de su vida fueron mayormente asistidas por sus amigos y familiares. Arturo Cambours Ocampo compiló artículos suyos que fueron publicados por el editor Arturo Peña Lillo en 1966 bajo el título de "Lugones, el Apolítico, y otros ensayos". Por otra parte su nombre figura como uno de los adherentes del Movimiento de la Revolución Nacional que Marcelo Sánchez Sorondo crease en 1968, pero su participación en la organización fue sólo simbólica.

Bibliografía

  • El caso Radowitzky. Buenos Aires: Rinaldi Hermanos, 1928.
  • Ensayos y críticas. Buenos Aires: Autoedición, 1929.
  • Crítica. Buenos Aires: Rosso, 1930.
  • Reconocimientos. Buenos Aires: Rosso, 1932.
  • Policía intelectual. Buenos Aires: Tor, 1933.
  • Democracia: mal menor. Buenos Aires: Araujo Hermanos, 1934.
  • Liberalismo en la literatura y la política. Buenos Aires: Claridad, 1936.
  • Por que fue un unitario Sarmiento (junto a G. Cano). Mendoza: Di Bello, 1937.
  • Acerca de una politica nacional. Buenos Aires: Difusión, 1939.
  • Hacia la liberación. Buenos Aires: Renacimiento Argentino, 1939.
  • Del servicio secreto inglés al judio Dickmann. Buenos Aires: Crisol, 1939.
  • Itinerario de la Revolución Rusa. Buenos Aires: La Mazorca, 1943.
  • Las mentiras de Sarmiento. Buenos Aires: Federación, 1952.
  • Lugones, el Apolítico, y otros ensayos. Buenos Aires: Peña Lillo, 1966.

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