Alfonso de Laferrère

De Metapedia
Saltar a: navegación, buscar
Alfonso de Laferrere Leguineche (23 de noviembre de 1893, Buenos Aires, Argentina - 1 de diciembre de 1978, Buenos Aires, Argentina) fue un periodista, politólogo, funcionario y diplomático argentino que ocupó el puesto de Ministro de Relaciones Exteriores y Culto entre 1957 y 1958.

Familia

Alfonso de Laferrère era hijo del dramaturgo Gregorio de Laferrère, y, en consecuencia, hermano del político nacionalista Roberto de Laferrère.

En la rama materna de su familia había mucha gente vinculada políticamente a la tradición rosista, por lo que Laferrère creció admirando a la figura del gran caudillo bonaerense. Sin embargo en su madurez se ocuparía de revisar su posición para terminar minimizando el papel que Rosas tuvo en la historia argentina -a diferencia de su hermano, Roberto de Laferrère, que sería un entusiasta vindicador de la figura del líder de la nación.

Juventud

Ya en su infancia Laferrère se interesó por el periodismo, creando revistas manuscritas como La Semana, La Risa y Pinceladas. En 1910, siendo todavía un adolescente, comenzó a colaborar con el diario El País. Luego escribiría para La Gaceta de Buenos Aires, La Mañana y La Fronda, y sería colaborador ocasional de Nosotros e Ideas.

Influenciado por los periodistas socialistas Alberto Gerchunoff y Roberto Giusti a los que conoció en las oficinas de redacción de los diarios para los que trabajaba, Laferrère cultivó simpatías izquierdistas. Sin embargo su vinculación al Partido Demócrata Progresista (PDP) lo curó de su deriva.

Fue un miembro muy activo del Comité Nacional de la Juventud, un colectivo de intelectuales integrado por personalidades como Leopoldo Lugones, Ricardo Rojas y Alfredo Lorenzo Palacios entre otros. El objetivo de esta organización era presionar al gobierno argentino para que el país se sumase a la coalición de los Aliados de la Primera Guerra Mundial. También estuvo vinculado al Colegio Novecentista, un grupo de jóvenes intelectuales rebelados contra el positivismo por inspiración de Eugenio d'Ors.

El ascenso de Hipólito Yrigoyen a la presidencia de la nación en 1916 radicalizó a Laferrère, que a partir de ese momento no dejó de fustigar a la Unión Cívica Radical por considerarla un vehículo de la demagogia. El periodista llegó a escribir el guión de la película antiyrigoyenista El Apóstol, una obra satírica estrenada en 1917 y dirigida por Quirino Cristiani, que es considerada como uno de los primeros largometrajes animados del mundo.

Giro integralista

En 1920 el periodista realizó un viaje a Europa, continente en el que vivió varios meses. Durante su estancia en París se aproximó a las obras de Charles Maurras, Léon Daudet y Jacques Bainville, las cuales le produjeron un profundo impacto. Al retornar al país comenzó un proceso intelectual para adaptar las ideas del nacionalismo integral a la realidad argentina.

Involucrado muy estrechamente en la campaña presidencial de Carlos Ibarguren para las elecciones de 1922, tuvo un cruce a raíz de ello con Francisco Uriburu, el director de La Fronda que había decidido que su medio apoyase a los conservadores de la Concentración Nacional. Por ese motivo Laferrère terminó alejándose del diario para crear junto al empresario Emilio Giménez Zapiola al periódico Tribuna Demócrata, el cual se convirtió en vocero del PDP.

Después de la desaparición de Tribuna Demócrata, en junio de 1923 Laferrère se asoció al abogado y crítico literario Julio Noé para lanzar la revista Política. Esta publicación -que contaría con contribuciones de Lisandro de la Torre, Manuel Gálvez y Delfín Ignacio Medina entre otros- se extinguió en marzo de 1924, pero, pese a su vida efímera, fue muy importante para comenzar a delinear la matriz ideológica de lo que sería el movimiento nacionalista argentino.

Laferrère fue contratado por el diario La Nación para dirigir su suplemento literario en reemplazo de Arturo Cancela. La publicación se ocupó de difundir textos de autores franceses vinculados a la Action Française, como también de ensayistas locales con ideas afines al think tank galo como Ernesto Palacio, Juan Emiliano Carulla y César Pico. Posteriormente se convertiría en comentarista político de aquel diario, destacándose por la contundencia de su prosa.

Estuvo vinculado a los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta en la creación de La Nueva República, pero abandonó el proyecto poco antes de que se pusiera en circulación su primer número a fines de 1927.

Su libro Literatura y política de 1928 reúne varios artículos publicados en diversos diarios y revistas en los que discute la necesidad de promover una transformación cultural para guiar a la Argentina hacia la grandeza. Esa obra fue prologada por el escritor colombiano Baldomero Sanín Cano.

Su desprecio de la figura de Yrigoyen lo llevó a participar de la campaña en su contra que culminó con el derrocamiento del mandatario en 1930. Por esa época Laferrère dirigió al periódico La Opinión, que fue un órgano de apoyo mediático al nuevo régimen pero que no perduraría en el tiempo.

Actuación pública en la década de 1930

Durante la década de 1930 el periodista retomaría su activa participación en La Nación, a la vez que se desempeñaría en varios puestos como funcionario estatal. Inicialmente ocupó un cargo como miembro del directorio del Banco Hipotecario Nacional, pero luego pasaría al campo educativo, siendo primero docente de Historia Argentina en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, y Secretario General del Consejo Nacional de Educación después. Laferrère permaneció en este último organismo estatal en el periodo que va desde 1933 hasta 1943, época en la que el sistema educativo argentino atestiguó reformas importantes: se suprimieron los centros de estudiantes en los colegios secundarios y se neutralizó a los docentes que usaban las aulas para el adoctrinamiento de sus alumnos en sus ideologías subversivas; al mismo tiempo se promovió la idea de que las escuelas debían formar a los ciudadanos en un ferviente patriotismo.

Al estallar la Guerra Civil Española, el periodista -junto a Ramón Doll, Manuel Gálvez, Leopoldo Marechal y Carlos Obligado entre otros- firmó una carta de intelectuales publicada en el diario Crisol en el que le manifestaban su apoyo a la cruzada emprendida por el Bando Nacional para la aniquilación de las fuerzas de la Anti-España.

Su francofilia hizo que, al estallar la Segunda Guerra Mundial, se inclinase a favor de la idea de que la Argentina apoyase a las Potencias Aliadas.

Años bajo el peronismo

Laferrère juzgó a la figura de Juan Domingo Perón como una reencarnación de la de Hipólito Yrigoyen, agravada por el hecho de que el militar aparentaba estar más abierto a la posibilidad de caer en el autoritarismo. Por ese motivo se posicionó desde un principio en el campo del antiperonismo.

Desde las páginas de La Nación cuestionó con dureza al régimen. En 1951, luego del fallido intento de golpe de Estado que encabezara Benjamín Menéndez, Laferrère se alejó del diario disconforme tanto por la falta de apoyo manifestada hacia el movimiento derrocador como por el acomodaticio giro editorial que la publicación había dado hacia el peronismo.

Al celebrarse el Centenario del Acuerdo de San Nicolás en mayo de 1952, varias corporaciones de abogados invitaron al periodista a dar una conferencia acerca del episodio histórico en la misma ciudad donde había ocurrido el acontecimiento. El evento fue anulado por orden del gobierno, pero el texto que Laferrère escribió para la ocasión sería de todos modos publicado posteriormente. Ese ensayo representa una de las obras más famosas de su autor, pues interpreta a aquel pacto político como uno de los pocos momentos en la historia argentina en que, pese a la violenta retórica de la época, se pretendió lograr verdaderamente la unión nacional.

A partir de los primeros meses de 1955 se unió a un grupo de conspiradores contra Perón, en el que también estaban Mario Amadeo, José Aguirre Cámara y David Michel Torino.

Diplomático de la Revolución Libertadora

El presidente Pedro Eugenio Aramburu, poco después de ocupar la presidencia de la nación, nombró a Laferrère como responsable de la Embajada Argentina en Chile.

Posteriormente el mismo presidente reubicaría a Laferrère como titular del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, cargo que ocupó entre el 30 de enero de 1957 y el 13 de enero de 1958. En ese puesto continuó con la iniciativa lanzada por sus antecesores más cercanos de profesionalizar al cuerpo diplomático argentino.

Durante su gestión como canciller argentino se produjo un intento de asesinato a Perón en Venezuela, país en el que el caudillo se encontraba exiliado. El gobierno de ese país protestó formalmente por el episodio, señalando que tenían información de que el atentado se había organizado en la sede de la representación diplomática que la República Argentina tenía en Caracas. En consecuencia declararon al embajador argentino como persona non grata.

Pese a que al gobierno de Aramburu le correspondía romper relaciones diplomáticas con su par de Venezuela, Laferrère intervino para controlar la crisis anunciando que jamás la Argentina debía llegar al extremo de declarar una ruptura de relaciones con una nación hermana de Hispanoamérica, por lo que sólo se procedería a suspender momentáneamente el vínculo entre ambos países a la espera de buscar una conciliación pacífica entre las partes. Eso sentó las bases de la Doctrina Laferrère con la que a partir de entonces el gobierno argentino se condujo en los sucesivos conflictos que mantuvo con otras naciones del continente.

Últimos años

Alejado de la función pública, Laferrère continuó con su trabajo como periodista, escribiendo la columna editorial para el diario conservador La Prensa, desde donde censuraba por igual al comunismo y al peronismo.

Tras el golpe de Estado que eyectó del poder a Arturo Frondizi en 1962, se rumoreó con que las Fuerzas Armadas lo nombrarían presidente del país, ya que sus opiniones políticas eran muy apreciadas por la mayoría de los integrantes de la Armada Argentina. De todos modos esa idea terminó por frustarse por falta de apoyo de los otros sectores militares.

El 2 de julio de 1974, un día después del fallecimiento de Perón, La Prensa publicó un famoso obituario sobre el presidente escrito por Laferrère en colaboración con Jorge Paita en el que se le señalan todos los defectos al caudillo argentino y no se le destaca ningún virtud.

El periodista fue miembro de la Asociación Argentina de Ciencia Política, de la Academia Argentina de Letras y de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. También fue socio del Club de Armas y del Jockey Club, y participó de la comisión directiva de la Institución Mitre, organización creada para honrar la memoria de Bartolomé Mitre. El gobierno de Francia lo nombró Gran Oficial de la Legión de Honor en 1965.

Su amplia obra, desperdigada a través de los diarios y las revistas con las que colaboró, sólo fue compilada parcialmente por sus herederos. Más allá de los textos sobre política e historia mencionados, se destacan sobre todo los estudios sobre la obra de Paul Groussac y Lucio V. López que escribió y que en su momento sirvieron de prólogo a las rediciones de libros de esos autores.

Bibliografía

  • Literatura y política. Buenos Aires: Gleizer, 1928.
  • Historia, política, letras. Buenos Aires: Autoedición, 1990.

Artículos relacionados