Nacionalismo argentino

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El nacionalismo argentino es un movimiento político, económico, social y cultural de Argentina -además de una corriente de pensamiento- que promueve la consolidación de la identidad nacional y la unificación del pueblo, así como también el rechazo a la dominación extranjera.

Historia

Evolución del movimiento

Si bien la Argentina nació en el siglo XVI con la fundación de la actual Santiago del Estero, la conciencia nacional demoró un tiempo en desarrollarse. Fue recién a comienzos del siglo XIX cuando el pueblo argentino se afirmó como una entidad separada de España, opinión que no fue compartida de manera unánime, lo que desembocó en la Guerra de Independencia de la Argentina (1810-1825).

Posteriormente seguiría un periodo de guerras civiles, en el que se enfrentaron dos facciones: el Partido Unitario y el Partido Federal. Los primeros representaban a un grupo de habitantes de Sudamérica -muchos de ellos miembros de la masonería-, que pretendían poner a la región en la órbita del Imperio Británico hasta convertirla en una nueva joya para la corona de ese país. Los segundos, en cambio, cultivaban una visión localista y proteccionista, por lo que se oponían a la penetración de fuerzas extranjeras colonialistas en el territorio argentino. La Batalla de la Vuelta de Obligado de 1845 puede ser interpretada como un ejemplo claro de la ideología nacionalista del federalismo argentino, ya que en esa ocasión las tropas argentinas se enfrentaron a una coalición franco-británica que, ignorando al gobierno local, intentó promover la ruptura territorial y la balcanización del país. En consecuencia puede considerarse a los federalistas como el segundo gran movimiento nacionalista en la Argentina, siendo el primero la masa de patriotas que combatieron a las fuerzas realistas para lograr la emancipación.

Entre medidados del siglo XIX y comienzos del XX, desaparecidas formalmente las facciones de unitarios y federales, hubo un afianzamiento de la identidad nacional pero sólo en una parte de los sectores más ricos y poderosos de la sociedad argentina (la otra parte permaneció fiel al ideario masónico): ello impulsó a que se avanzase en un proceso de conquista territorial y redefinición de límites externos e internos para garantizar así la posesión de un espacio vital que le sirviese al pueblo para su desarrollo. A su vez la llegada de una enorme masa de inmigrantes provenientes de Europa obligó al país a ejecutar un plan para nacionalizar a ese grupo humano, procurando acriollarlos pero dándoles margen para preservar algunas tradiciones y costumbres de su lugar de origen. A raíz de ello puede identificarse a aquellas personalidades argentinas que trabajaron por la consolidación territorial y la integración de la población como miembros del tercer gran movimiento nacionalista que tuvo el país.

En el siglo XX el nacionalismo argentino comenzó el proceso de articular todas sus dimensiones de modo coherente, es decir el siglo XX vio lo que el siglo XIX no pudo ver: el surgimiento de una doctrina que, tanto en el plano político, como en el económico, el social y el cultural, ponía a la Argentina por encima de todo. A partir de entonces el movimiento nacionalista establecerá claramente su programa y se instituirá como una fuerza bien definida.

El cuarto gran movimiento nacionalista -el primero en su clase netamente nacionalista según el sentido contemporáneo del término- surgió durante el Centenario de la Independencia de la Argentina y tuvo la particularidad de nutrirse de teorías y conceptualizaciones producidas en el extranjero, buscando adaptar a la realidad local a las críticas que los nacionalismos europeos le hacían al mundo moderno. Este movimiento producirá dos eventos de importancia mayúscula en la historia argentina: la Revolución de 1930 y la Revolución de 1943. Fue también esta generación de nacionalistas los que impulsaron el revisionismo histórico, una corriente intelectual que sirvió para destacar a sus antecesores y demostrar que ni lo católico ni lo hispánico son ajenos a la identidad argentina, sino todo lo contrario.

Como quinto gran movimiento nacionalista se puede postular al peronismo, una corriente heterogénea surgida en 1945. La mayoría de los hombres del cuarto y quinto gran movimiento nacionalista cooperaron estrechamente hasta que se produjo el conflicto entre el peronismo y el catolicismo en 1954, el cual marcó las diferencias entre ambos. Hubo posteriormente muchos intentos por reconciliarse, pero ninguno pudo crear una doctrina que satisficiese a las partes (ello debido a que el peronismo se obsesionó con recuperar el poder, lo que los llevó a aliarse a fuerzas seudonacionales). Consiguientemente a partir de entonces se conformaron las dos grandes familias del nacionalismo argentino.

El sexto gran movimiento nacionalista argentino comienza a configurarse a partir de la década de 1980 -sobre todo en torno a la Guerra de las Malvinas- y se caracteriza por erigirse como una fuerza de resistencia a los procesos de la globalización.

Personalidades destacadas

Primera generación
Segunda generación
Tercera generación
Cuarta generación
Quinta generación
Sexta generación

Familias

Nacionalismo católico

El nacionalismo católico es la familia más popular y mejor establecida del nacionalismo argentino. Surgió en la década de 1920 como una evolución del catolicismo social y rápidamente se identificó como una fuerza de Tercera Posición, que promovía la adopción de un régimen corporativista, orientado por los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

Para esta familia nacionalista -que pretende ser una forma de nacionalismo étnico-, lo que define al argentino no es su raza (producto de la inmigración pero también del mestizaje) ni su idioma (heredado de España), sino su religión: el catolicismo. En efecto, mientras que un argentino en el extremo sur y otro en el extremo norte del país pueden diferir en cuanto a su fisonomía y al modo en que hablan el castellano, el nacionalismo católico sostiene que lo que iguala a ambos individuos es su adhesión a la religión que profesaban quienes crearon a la Argentina. De allí que, para esta corriente, lo fundamental para la preservación de la identidad argentina sea el cultivar un estilo de vida y erigir una cultura guiada por los valores católicos tradicionales.

Nacionalismo peronista

El nacionalismo peronista nació a mediados de la década de 1940 como una doctrina opuesta a la dominación de la Argentina por parte de potencias extranjeras (especialmente Estados Unidos y el Reino Unido). Es por ello que, para esta familia nacionalista, el principal factor de unidad y división nacional no es ninguna cuestión étnica (como la raza, el idioma, la religión, etc), sino simplemente económica. Es decir para el peronismo la identidad argentina existe en función del grado de independencia económica del país, pues mientras menor sea ésta, más colonizada estará aquella.

Aunque suelen ser cristianos, los peronistas que se perciben como nacionalistas consideran -a diferencia de los nacionalistas católicos- que una persona puede ser parte de la nación argentina aunque no profese la fe católica ni viva según los valores de esa religión. Asimismo, desde esta perspectiva, no sería necesariamente repudiable que la cultura nacional desplegase algunos rasgos que no sean enteramente compatibles con los principios cristianos, siempre y cuando éstos sirvan para promover los intereses del país.

Otras familias

Además de nacionalistas católicos y nacionalistas peronistas, en la Argentina hay otras familias en el movimiento nacionalista pero su pequeña envergadura las convierte en corrientes marginales.

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