Gustavo Martínez Zuviría

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Gustavo Adolfo Martínez Zuviría -también conocido por el seudónimo de Hugo Wast- (23 de octubre de 1883, Córdoba, Argentina - 28 de marzo de 1962, Buenos Aires, Argentina) fue un escritor y político argentino. Cultivó distintos géneros literarios, destacándose especialmente como novelista. En su época gozó de una enorme popularidad y de un gran prestigio, tanto dentro como fuera de su país.

Vivió como católico durante toda su vida, por lo que la religión estructuró su pensamiento. Su espíritu de cruzado lo estimuló a denunciar a la Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional desarrollada en el siglo XX, a la que interpretó como un ataque contra la cristiandad. A causa de ello, tras su muerte, su figura fue vituperada por la izquierda cultural.

Su obra inspiró a muchos autores como Leonardo Castellani y Juan Carlos Moreno entre otros.

Biografía

Familia

Martínez Zuviría era un hombre del patriciado criollo de Argentina. Por línea materna descendía de los Zuviría: tanto su abuelo Fenelón de Zuviría como su bisabuelo Facundo de Zuviría y su tatarabuelo Agustín de Zuviría fueron destacadas figuras políticas.

Su padre, Zenón Martínez Cabanillas, fue un abogado y juez, que además trabajó durante algunos años como rector de la Universidad de Santa Fe. En 1886, un año después de enviudar, contrajo matrimonio con Margarita Gálvez, hermana del gobernador santafecino José Gálvez y tía del escritor Manuel Gálvez.

Juventud

El futuro escritor creció en las ciudades de Córdoba y Santa Fe. Estudió en el Colegio de la Inmaculada Concepción, institución confesional administrada por la Compañía de Jesús.

Tempranamente Martínez Zuviria demostró tener talento literario e interés por convertirse en un hombre de letras. Publicó siendo adolescente sus primeras obras en diarios y revistas cordobesas y santafesinas, incluyendo los periódicos Los Principios y Nueva Época. A algunos de esos textos los firmó utilizando el seudónimo de "Hall Madgyar" y la sigla "GUSAMAR".

Para cumplir con el mandato familiar se inclinó por formarse como abogado en la Universidad de Santa Fe. Allí también trabajó como bibliotecario, antes de ingresar como empleado al Superior Tribunal de Justicia de Santa Fe. La publicación de su novela Alegre en 1905 lo convirtió en un autor reconocido.

En 1907 presentó la tesis ¿A dónde nos lleva el panteísmo del Estado? para obtener el título de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la USF. Sin embargo el tribunal evaluador rechazó el trabajo, sosteniendo que su crítica al naturalismo, al materialismo, al positivismo, al laicismo y al progresismo carecía del rigor científico esperado, aunque en realidad al jurado le molestaba su posición antiliberal. En consecuencia Martínez Zuviría presentó un segundo trabajo en el que analiza el concepto de salario y trata de establecer un criterio objetivo para determinar cuándo resulta justo y cuando no.

Contrajo matrimonio con Matilde de Iriondo en 1908, con quien tendría 13 hijos, tres de los cuales -Gustavo Adolfo, Jorge y Hugo- se dedicaron a la carrera militar.

A partir de 1911 adoptó el seudónimo de "Hugo Wast" para firmar sus obras, nombre que provenía del anagrama de Ghustawo, que era la grafía seudonórdica de su nombre de pila.

Por esa época fue un activo miembro de la Academia Literaria del Plata y frecuentó otros cenáculos de intelectuales.

Político del PDP

Desinteresado por las actividades del abogado, Martínez Zuviría buscó su sustento en la escritura y la docencia. Su fama como intelectual creció rápidamente en su ciudad, expandiéndose también a nivel nacional (publicaciones como la revista Caras y Caretas y el periódico La Nación le dieron lugar entre sus páginas). Al mismo tiempo comenzó a desempeñarse como profesor de literatura y castellano en colegios secundarios santafesinos, dejando esos puestos cuando fue contratado por la Universidad de Santa Fe para hacerse cargo de la Cátedra de Sociología. Fiel a su ideario católico, enseñó la obra de Auguste Comte y Karl Marx pero sólo para mostrar sus errores y dedicó el resto del programa a cuestionar el determinismo biológico que estaba en boga en la sociología de la época. El intelectual trabajaría allí hasta 1916, año en que pasó a la Cátedra de Economía Política luego de haber publicado el libro Un país mal administrado en el que aplica ideas de la Doctrina Social de la Iglesia para proponer una solución a la cuestión obrera.

Tuvo a su cargo durante un tiempo la dirección del periódico Nueva Época.

Afiliado a la corriente del catolicismo social, fue dirigente del Círculo de Obreros Católicos y de la Liga Argentina de la Juventud Católica en Santa Fe.

En 1915 se incorporó al recientemente creado Partido Demócrata Progresista, fuerza que encarnaba a la renovación conservadora. Al año siguiente acompañó a Enrique Thedy en el binomio para disputar la gobernación de Santa Fe, pero la fórmula terminó tercera habiendo obtenido el 29,03% de los votos. Meses después encabezó la lista del PDP para diputados nacionales, ganando así una banca en el Congreso de la Nación.

Durante los cuatro años que duró su mandato, el santafesino actuó como opositor al gobierno de Hipólito Yrigoyen, elogiando la implementación de sus políticas sociales pero cuestionando su demagogia. Asimismo asumió la tarea de defender al catolicismo y atacar el anticatolicismo, especialmente en el ámbito de la educación. Tuvo una actuación destacada frente a la bancada socialista cuando en 1918 ésta intentó incluir al 14 de julio (día de inicio de la Revolución Francesa de 1789) como parte del calendario de festividades nacionales, sosteniendo que esa fecha no tenía relación real con la identidad argentina.

En 1920 buscó retener su escaño, pero no obtuvo los votos suficientes para lograrlo.

Aunque era amigo de Lisandro de la Torre, sus posiciones contrarias a la religión lo motivaron a terminar su vinculación con el PDP en 1922.

Consagración literaria

Al momento de abandonar la política, Martínez Zuviría ya era un autor unánimente reconocido. Sus novelas Flor de durazno, La casa de los cuervos y Valle negro habían sido un éxito de ventas y, si bien algunos críticos lo desdeñaban a causa de su repetido uso del melodrama, otros le habían manifestado admiración por su capacidad como narrador (entre ellos estaban Miguel de Unamuno y Ricardo León).

En 1923 la Real Academia Española le otorgó el Premio Quinquenal de Literatura y en 1926 recibió el Premio Nacional de Letras otorgado por el gobierno argentino.

Fue invitado en varias ocasiones a dictar conferencias en los Cursos de Cultura Católica, contribuyendo de ese modo a difundir el catolicismo entre los futuros dirigentes del país.

Martínez Zuviría abandonó su cargo en la Universidad Nacional de Santa Fe en 1927 para viajar junto a su familia por Europa y Norteamérica (llegó incluso a tener una entrevista personal con el presidente estadounidense Calvin Coolidge).

Regresó a su patria a fines de 1931. El presidente José Félix Uriburu lo designó como Director de la Biblioteca Nacional, cargo que el escritor ejercería hasta 1955 -durante su largo mandato la entidad terminó de modernizarse y logró incrementar enormemente su patrimonio libresco incorporando títulos de toda índole, a excepción de los blasfemos y pornográficos. Fue también incorporado a la Academia Argentina de Letras, lo que acentuó su adhesión al nuevo régimen.

Cuando la Comisión Popular Argentina Contra el Comunismo le presentó un proyecto al presidente Agustín P. Justo para erradicar a los comunistas, el nombre de Martínez Zuviría fue propuesto junto al de Dionisio Napal, Ángel Gallardo y Arturo M. Bas para que obrara como vocero oficial de la campaña antimarxista -que finalmente el gobierno no realizó.

Fue responsable del área de prensa del comité organizador del XXXII Congreso Eucarístico Internacional en 1934. Al año siguiente el Papa lo nombró Comendador de la Orden de San Gregorio Magno, en reconocimiento a su labor evangelizadora y apologética.

Junto con personalidades como Ramón Doll, Homero Guglielmini, Alfonso de Laferrère, Carlos Obligado y Vicente Sierra firmó un manifiesto de apoyo a la acción del Bando Nacional de España, que fue publicado en el diario Crisol.

El escritor fue también uno de los máximos promotores y organizadores de la Comisión Nacional de Cultura, entidad estatal que estaba encargada de impulsar y ejecutar las actividades culturales oficiales.

Retorno a la política

Aunque era miembro de la asociación Amigos de Italia, Martínez Zuviría defendió la posición neutralista durante la Segunda Guerra Mundial, insistiendo en la idea de que la Argentina no debía intervenir a favor de ninguno de los bandos enfrentados en el conflicto bélico internacional.

El escritor aceptó en junio de 1941 la propuesta del presidente argentino Ramón S. Castillo de oficiar como interventor federal de la provincia de Catamarca. Se retiraría del cargo en enero de 1942, habiendo asegurado la realización de las elecciones donde el médico conservador Ernesto Andrada fue promovido a la gobernación provincial.

Su oportunidad para hacer una contribución trascendental a los destinos de la Argentina llegó en octubre de 1943, cuando el presidente Pedro Pablo Ramírez lo nombró Ministro de Justicia e Instrucción Pública. Junto con Manuel Villada Achával, José Ignacio Olmedo y otros colaboradores redactó el decreto que Ramírez firmó ordenando el dictado de la catequesis católica en las escuelas públicas. De ese modo se puso fin a varias décadas de educación laicista en el país. Junto con ello aprovechó para sustituir a varios liberales y socialistas que copaban las universidades argentinas con intelectuales nacionalistas y católicos. Asimismo promovió elevar la calidad moral de los medios masivos de comunicación del país e implementar medidas para proteger al idioma español.

Martínez Zuviría dejó su cartera ministerial en febrero de 1944, manifestando su repudio al anuncio que el gobierno argentino había realizado sobre la ruptura de relaciones diplomáticas con Alemania. Sin embargo en marzo recuperó su cargo por pedido del presidente Edelmiro Farrell, pero sólo cumplió funciones por dos meses más hasta ser remplazado por Alberto Baldrich. Regresó a su puesto en la Biblioteca Nacional, haciendo avanzar su proyecto de convertir a la institución en un recinto dedicado a los investigadores de la cultura y la historia argentina.

Años peronistas

Cuando Juan Domingo Perón asumió la presidencia de Argentina en 1946, el escritor le manifestó su apoyo. Adhirió a la Asociación de Escritores Argentinos (ADEA) que había creado Arturo Cancela y fue convocado por las autoridades estatales para integrar la Junta Nacional de Intelectuales, honor que compartió junto a César Pico, Carlos Ibarguren, Juan Antonio Carrizo y otras luminarias del pensamiento vernáculo.

Entre 1949 y 1950 dirigió la revista Argentina, creada por iniciativa de Oscar Ivanissevich para celebrar la identidad nacional y para educar al pueblo.

Sin embargo a partir de 1952 la relación de Martínez Zuviría con el peronismo comenzó a enfriarse. Fue la deriva de la revolución justicialista lo que lo distanció, pero el quiebre se produjo a partir del intento del gobierno de orientar la tarea de la Biblioteca Nacional a los lineamientos del Segundo Plan Quinquenal, lo que implicaba desarticular el modelo bibliotecológico elitista que había implementado para masificar el acceso al público.

Cuando el peronismo confrontó abiertamente con el catolicismo en 1955, el escritor escogió a su religión. Por ese motivo aceptó jubilarse y le cedió su puesto a José Luis Trenti Rocamora. Todos sus hijos militares intervendrían en las maniobras que culminaron con el derrocamiento de Perón unos meses después.

Últimos años

Sus años otoñales los vivió junto a su familia, ya retirado de la vida pública. Recibió varios galardones más y continuó escribiendo obras que fueron bien acogidas por el público. Siguió difundiendo los principios de la Doctrina Social de la Iglesia pero ya no en la prensa masiva, sino a través de publicaciones más selectas como la revista Combate que dirigía Jordán Genta y Cruzada que era editada por Cosme Beccar Varela.

Falleció en 1962. Seis años después Juan Bautista Magaldi, Juan Carlos Moreno, Alberto Ezcurra Medrano, Carlos María Dardan, Guillermo Furlong, Raúl Entraigas, Juan Carlos García Santillán, Rómulo Garona Carbia y otros amigos y discípulos del escritor crearon el Instituto Hugo Wast para perpetuar su memoria.

Su pensamiento nacionalista y su militancia católica, sumada a su parresía, despertó el odio de sus detractores, especialmente de la DAIA. En consecuencia muchos de los homenajes que recibió fueron cuestionados: por ese motivo varias calles, bibliotecas y escuelas que habían sido bautizadas con su nombre o su seudónimo fueron rebautizadas. La ofensa más grande a su memoria la realizó el kirchnerista Horacio González que en 2010 le quitó el nombre de "Gustavo Martínez Zuviría" a la sala de lectura de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional y le impuso el de "Ezequiel Martínez Estrada".

Obra

Narrativa

Novelas

La producción novelística de Martínez Zuviría constituyó el centro de su obra. Su estilo es sencillo y fluido, motivo por el cual se utilizaron sus libros para enseñar español en países no-hispanófonos (de igual manera el éxito de su pluma hizo que su obra se tradujera en 15 idiomas diferentes). Influenciado por la prosa de Charles Dickens, Joseph Conrad, Robert Louis Stevenson, Alphonse Daudet y José María de Pereda, la mayoría de sus narraciones se inscribe en el campo de la aventura o del drama realista. Asimismo muchas de sus historias son protagonizadas por mujeres, algo que lo distinguía del resto de los autores de su época.

Alegre (1905), su primera novela inspirada por textos de Hector-Henri Malot y Edmondo De Amicis, narra la historia de un niño negro africano que viaja como acto de un circo italiano hasta que llega a la Argentina y consigue escapar junto con su perro para vivir aventuras y conocer el amor.

En obras como Flor de durazno (1911), Valle negro (1918) y Desierto de piedra (1925) -tres de sus novelas más elogiadas y premiadas-, la narración tiene por trasfondo la contraposición entre la gran ciudad corrupta y el campo provinciano virtuoso, y sus tramas giran en torno a los amores contrariados de hombres y mujeres que encarnan de algún modo u otro a esa dicotomía. Pequeñas y grandes almas -publicada en 1907 y rebautizada como Novia de vacaciones en 1917-, Fuente sellada (1914) y La que no perdonó (1923) exploran, con algunas variaciones, a la misma línea narrativa. También sentimental es el tema de las novelas El amor vencido (1921) y El vengador (1922) -hermanadas entre si por su estructura y sus personajes- y de Estrella de la tarde (1955) y ¿Le tiraría usted la primera piedra? (1960) -lo mismo que las otras dos. En Esperar contra toda esperanza (1944) y Lo que Dios ha unido (1945) -otra pareja de novelas publicadas como precuela y secuela de la misma historia- la narración gira en torno a un naufragio que separa a un matrimonio, por lo que el marido se convierte en sacerdote católico sin saber que su esposa ha sobrevivido; cuando finalmente la mujer reaparece, se genera un profundo drama vocacional en el hombre, el cual se resuelve felizmente gracias a ciertas clásulas del derecho canónico que lo favorecen.

Menos dramática y mucho más cómica que las anteriores obras mencionadas es Pata de zorra (1924), el relato de un joven astuto que se mete en una situación de enredos amorosos para conseguir avanzar en su carrera.

El amor también es central en La barrera (1918), novela corta en la que se cuenta el drama de una joven santafesina judía que, luego de atravesar la tragedia personal, logra conectarse con su madre y enseñarle a hablar en castellano -en este caso la reconstrucción del amor familiar por intercesión de Dios permite también el descubrimiento del amor por la patria.

En La casa de los cuervos (1916) el autor aborda nuevamente el tema de las pasiones y sus consecuencias, pero lo interesante del libro es que ambienta la historia en la época en que Servando Bayo gobernó Santa Fe y enmarca la historia dentro de una conspiración política. El camino de las llamas (1930) es un poco más osada, ya que el relato trata sobre la existencia de un paso secreto y seguro entre Argentina y Chile a través de la cordillera de los Andes, el cual le serviría a cualquier país para invadir al otro.

Con la trilogía de El jinete de fuego (1926), Myriam la conspiradora (1926) y Tierra de jaguares (1927) se adentra en el terreno de la novela histórica, desarrollando su interpretación de la sociedad rioplatense en la época de la Revolución de 1810 y los años posteriores. La corbata celeste (1920), por su parte, lidia con la figura de Juan Manuel de Rosas demostrándole poca simpatía pero tratándolo con cierta justeza. La novela Lucía Miranda (1929) propone su versión de la historia de la heroína cautiva de los indios salvajes que diera a conocer el cronista Ruy Díaz de Guzmán en el siglo XVII.

La huelga (1917) y Ciudad turbulenta, ciudad alegre (1919) tienen ambientación urbana y representan el intento del autor por focalizar su prosa en temas sociales desde una perspectiva patriótica y cristiana.

Martínez Zuviría, hombre de profunda sensibilidad social y gran conciencia política, publicó en 1935 la novela El Kahal, cuya trama se continúa y se cierra en el libro Oro (originalmente la obra estaba pensada para publicarse por entregas bajo el seudónimo de "Juan Timbú", pero el escritor entendió que su trabajo tendría más impacto si lo presentaba como una obra suya). La historia menciona la existencia del Kahal, que es el órgano teocrático que gobierna en secreto a todos los judíos del mundo. Dos familias judías de ideas opuestas pero propósitos similares se disputan desde Nueva York y Londres el control del planeta a través de la manipulación de la economía, teniendo en la Argentina a sus correspondientes representantes. Son ellos quienes provocan las guerras, desencadenan las revoluciones y controlan a la prensa para que la verdad no se sepa. Sin embargo inesperadamente aparece en Buenos Aires un alquimista que dice haber descubierto la fórmula para convertir al plomo en oro, lo que enloquece a los judíos, pues ello les quitaría el dominio de las finanzas de sus garras. Finalmente se devela que todo fue un engaño de un banquero argentino, hombre conservador y católico, que consigue así sepultar los planes judíos de conquista mundial y beneficia en consecuencia a todas las naciones del planeta.

Por esa obra el sionismo internacional condenó al escritor católico, convirtiéndolo en un enemigo de su causa. En la Argentina los judíos le colocaron el mote de "antisemita", con el que pretenden -aún hasta el día de hoy- demonizarlo.

Otras novelas de mucho interés escritas por Martínez Zuviría son las apocalípticas Juana Tabor y 666, ambas publicadas en 1942. Fuertemente inspirado por la historia de Lord of the World de Robert Hugh Benson, en esta oportunidad Martínez Zuviría crea la figura de dos frailes -Plácido de la Virgen y Simón de Samaría- que representan al tradicionalismo y al modernismo católico. El siglo XX está llegando a su fin y se ha logrado unificar la moneda, el idioma y el calendario a nivel global. La Argentina está gobernada por una mujer anarcomarxista que abolió a las Fuerzas Armadas y prohibió todos los símbolos patrios. Juana Tabor, una princesa indostánica miembro de una secta de satanistas, promueve a Simón de Samaría al papado, con la esperanza de que su ideología progresista termine de destruir lo que queda del catolicismo y pueda así reinar sin obstáculos sobre el mundo su amante, Ciro Dan, el Anticristo que ya es rey de Israel y califa del Islam. Sin embargo una rebelión de nacionalistas depone a la presidente argentina y entorpece los planes de los miembros de la Sinagoga de Satanás. Se producen varias catástrofes hasta que Plácido de la Virgen y un grupo de patriotas viajan a Jerusalén para enfrentar a las fuerzas del mal.

El libro póstumo Autobiografía del hijito que no nació (1963) presenta varias historias, entre las que se destaca la novela corta que lleva el mismo título que el volumen: se trata de un argumento pro-vida en la voz de un feto que termina siendo abortado por decisión de su madre.

Cuentos

Martínez Zuviría produjo alrededor de 60 cuentos. Los mismos aparecen diseminados en los volúmenes Fantasías y leyendas (1903), El gran cuento del tío de la literatura nacional (1907), Golondrina de presidio (1907), Una estrella en la ventana (1924), Las espigas de Ruth (1926), Sangre en el umbral (1927), Naves, oro, sueños (1936), Morir con las botas puestas (1952) y Autobiografía del hijito que no nació (1963), además de formar parte de algunas de sus novelas.

Sus temas son muy variados, pero predomina la historia realista-costumbrista, el relato histórico (patriótico o legendario) y el apólogo cristiano. También incursionó en otros géneros como el cuento policial, el cuento de suspenso e incluso el cuento fantástico ("Un muerto a bordo", ejemplo de lo último, formó parte de diversas antologías sobre el género).

Textos autorreferenciales

Varias obras de Martínez Zuviría contienen anécdotas vivenciales narradas literariamente -especialmente Las espigas de Ruth (1926). Sin embargo el escritor también dedicó algunos libros para compartir sus experiencias en la política -Prosa parlamentaria de 1921- y en el mundo de la producción y comercialización de literatura -Confidencias de un novelista editado en 1931 y rebautizado en 1944 como Vocación de escritor.

Ensayo

En el ámbito del ensayo, Martínez Zuviría penetra en varios territorios. Uno de ellos es el del catolicismo, produciendo textos como La creación ante la pseudo-ciencia (1903) y El enigma de la vida (1912) en los que confronta contra el positivismo. También aquí puede incluirse a su libro ¿A dónde nos lleva nuestro panteísmo de Estado? (1907) en el que polemiza contra los liberales. La profecía de los Papas y el fin del mundo (1936) y El 6° sello (1941) son textos creados para darle sustento teórico a sus novelas apocalípticas. Asimismo pueden colocarse como textos de inspiración católica los libros El salario (1907) y Un país mal administrado (1916), donde está presente la Doctrina Social de la Iglesia, y Quince días sacristán y otros relatos (1929), donde relata un viaje que hizo en compañía del sacerdote Miguel de Andrea entre otras cosas.

En Buenos Aires, futura Babilonia (1935) expone su lectura de Los Protocolos de los Sabios de Sión y señala que urge resolver la Cuestión Judía en la Argentina. Por ese libro -que aparece en una versión reducida como prólogo de El Kahal- Martínez Zuviría sufrió un linchamiento mediático y el aparato sionista le aseguró que no sólo él sino también sus descendientes sufrirían las consecuencias de haberse atrevido a hablar con la verdad.

Año X (1960), por su parte, es un ensayo histórico que tiene el propósito de vindicar a Cornelio Saavedra y criticar a Mariano Moreno, arquetipos respectivos de lo admirable y lo siniestro de la argentinidad.

Finalmente aquí pueden citarse también sus textos sobre literatura en los que polemiza contra Émile Zola -El naturalismo y Zola, 1902- y contra Leopoldo Lugones -El gran cuento del tío de la literatura nacional, 1907-, como también su opúsculo Los dos grumetes: acusación y defensa (1902), en el que publica un cuento y un ensayo en el que se defiende de los críticos que lo habían acusado de plagio.

Otro géneros

Aunque fue reconocido como prosista, Martínez Zuviría también produjo obras en versos. Su poemario Rimas de amor (1904) reúne su producción juvenil.

Del mismo modo el escritor también escribió para el teatro, creando las comedias Mi suegra me quiere mucho, Mala cabeza y Su mujer lo espera y adaptando en 1921 en estilo dramático a su novela Flor de durazno.

En el campo de la hagiografía dedicó obras a los sacerdotes italianos Giovanni Bosco y Ernesto Vespignani.

Adaptaciones

Varios de los textos de Martínez Zuviría fueron adaptados a otros formatos. Así, por ejemplo, Flor de durazno se convirtió en 1917 en una película muda dirigida por Francisco Defilippis Novoa y protagonizada por Carlos Gardel. Esa misma obra fue también filmada dos veces en México: la primera como película en 1945 y la segunda como miniserie de televisión en 1977.

También las novelas La que no perdonó, La casa de los cuervos, Valle negro y El camino de las llamas fueron llevadas al celuloide entre 1938 y 1944 por directores como José Ferreyra, Carlos Borcosque y Mario Soffici.

Novia de vacaciones fue convertida en telenovela en el año 1979 en la Argentina, llegándose a filmar 29 episodios de la historia.

En la primera mitad de la década de 1970 la revista de historietas Intervalo Extraordinario adaptó varias novelas sentimentales de Martínez Zuviría.

Bibliografía

  • Los dos grumetes: acusación y defensa. Córdoba: Establecimiento Tipográfico Biffignandi, 1902.
  • El naturalismo y Zola. Santa Fe: Imprenta Benaprés, 1902.
  • Mi suegra me quiere mucho y otras obras. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1902.
  • La creación ante la pseudo-ciencia. Santa Fe: Llambías y Cia., 1903.
  • Fantasías y leyendas. Córdoba: Establecimiento Tipográfico Biffignandi, 1903.
  • Rimas de amor. Santa Fe: Imprenta Benaprés, 1904.
  • Alegre (dos tomos). Madrid: Librería de Fernando Fe, 1905.
  • Golondrina de presidio. Cuentos. Madrid: Biblioteca Patria, 1907.
  • Pequeñas grandes almas. Barcelona: Montaner y Simon, 1907.
  • ¿A dónde nos lleva nuestro panteísmo de Estado? Santa Fe: J. A. del Sastre, 1907.
  • El salario. Santa Fe: J. A. del Sastre, 1907.
  • El gran cuento del tío de la literatura nacional. Santa Fe: Autoedición, 1907.
  • Flor de durazno. Buenos Aires: Alfa y Omega, 1911.
  • El enigma de la vida. Buenos Aires: Alfa y Omega, 1912.
  • Fuente sellada. Paris: Ollendorf, 1914.
  • Un país mal administrado. La crisis en medio de la riqueza. Buenos Aires: Moen, 1916.
  • La casa de los cuervos. Buenos Aires: Ateneo Nacional, 1916.
  • La huelga. Buenos Aires: La Novela Semanal, 1917.
  • Novia de vacaciones. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1917.
  • Salomé. Buenos Aires: La Novela Semanal, 1918.
  • La barrera. Buenos Aires: La Novela del Día, 1918.
  • El secreto de la casa de los eucaliptos. Buenos Aires: La Novela del Día, 1918.
  • Valle negro. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1918.
  • Ciudad turbulenta, ciudad alegre. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1919.
  • La corbata celeste. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1920.
  • Prosa parlamentaria. Buenos Aires: Bayardo, 1921.
  • Flor de durazno. Drama en tres actos. Buenos Aires: Bayardo, 1921.
  • El amor vencido. Buenos Aires: Bayardo, 1921.
  • El vengador. Buenos Aires: Libertad, 1922.
  • La que no perdonó. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1923.
  • Pata de zorra. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1924.
  • Sangre en el umbral. Cuentos. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1924.
  • Una estrella en la ventana. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1924.
  • Desierto de piedra. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1925.
  • La vocación artística. Buenos Aires: Cursos de Cultura Católica, 1925.
  • Las espigas de Ruth. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1926.
  • El jinete de fuego. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1926.
  • Myriam la conspiradora. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1926.
  • Tierra de jaguares. Buenos Aires: Agencia General de Librería y Publicaciones, 1927.
  • Sangre en el umbral. Buenos Aires: L. Rosso y Cía, 1927.
  • Quince días de sacristán y otros relatos. Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1929.
  • Lucia Miranda. Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1929.
  • El camino de las llamas. Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1930.
  • Confidencias de un novelista. Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1931.
  • Don Bosco y su tiempo (dos tomos). Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1931.
  • El Kahal. Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1935.
  • Oro. Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1935.
  • Buenos Aires, futura Babilonia. Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1935.
  • Naves, oro, sueño. Buenos Aires: Amorrortu, 1936.
  • La profecía de los Papas y el fin del mundo. Buenos Aires: Amorrortu, 1936.
  • El 6° sello. Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1941.
  • Juana Tabor. Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1942.
  • 666. Buenos Aires: Editores de Hugo Wast, 1942.
  • Vocación de escritor. Buenos Aires: Thau, 1944.
  • Esperar contra toda esperanza. Buenos Aires: Thau, 1944.
  • Lo que Dios ha unido. Buenos Aires: Thau, 1945.
  • Aventuras del Padre Vespignani (dos tomos). Buenos Aires: Thau, 1948.
  • Morir con las botas puestas. Buenos Aires: Thau, 1952.
  • Estrella de la tarde. Buenos Aires: Thau, 1955.
  • ¿Le tiraría usted la primera piedra? Buenos Aires: Thau, 1960.
  • Año X. Buenos Aires: Huemul, 1960.
  • Autobiografía del hijito que no nació. Buenos Aires: Thau, 1963.

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